Mensaje 2
(1)
Lectura bíblica: 2 Ts. 2:1-12
En este mensaje examinaremos 2 Tesalonicenses 2:1-12. En dicha sección, Pablo da unas palabras de corrección a los tesalonicenses con respecto al concepto equívoco que ellos tenían acerca del día de la venida del Señor. Ya que el concepto equívoco que Pablo corrige es tan común actualmente entre los cristianos, estas palabras de corrección son tan necesarias hoy como lo fueron en aquellos tiempos, sino más. Antes de que examinemos 2:1-12 versículo por versículo, quisiera hablar brevemente sobre las distintas escuelas doctrinales que existen con respecto a la venida del Señor.
Además de las enseñanzas que son claramente heréticas, existen principalmente tres escuelas doctrinales, entre los creyentes fundamentalistas, con respecto a la venida del Señor y el arrebatamiento de los creyentes. Una de estas escuelas ha sido llamada la escuela de la pretribulación. Ésta enseña que la venida del Señor Jesús ocurrirá antes de la gran tribulación. La palabra “tribulación” es un término especial en el estudio de las profecías. Denota el último período de la era de la iglesia. Al final de la era de la iglesia habrá un período de siete años, que es la última de las setenta semanas profetizadas en Daniel 9. Daniel 9 habla de setenta semanas de años, que están relacionadas con la historia de Israel. Primero, tenemos siete semanas, luego, sesenta y dos semanas, y finalmente, después de un extenso intervalo, tenemos la última semana, los últimos siete años.
Justamente antes del principio de estos siete años, se levantará un hombre poderoso, el anticristo. Aquí en 2 Tesalonicenses 2, al anticristo se le llama el hombre de iniquidad. Según las profecías, esta persona poderosa restaurará el Imperio Romano y se convertirá en el último Cesar de ese imperio. Entonces el anticristo, el hombre de iniquidad, hará un pacto, un acuerdo, con los judíos. Este pacto se fijará por siete años. Debido a que el anticristo tendrá tanto poder, los judíos sentirán temor de él; temerán que él los persiga por practicar su religión. Por esta razón, los judíos harán un pacto con él, en el cual él les prometerá dejarlos adorar con libertad. Los judíos quedarán muy satisfechos con este acuerdo, pues tendrán libertad para adorar al Dios de sus padres. Sin embargo, al cabo de tres años y medio, a mediados de los últimos siete años de la era de la iglesia, este hombre inicuo quebrantará el pacto que hizo con los judíos y empezará a perseguirlos.
Podemos dividir los últimos siete años en dos períodos, cada uno de tres años y medio. En la Biblia, al segundo período de tres años y medio también se le denomina un período de cuarenta y dos meses, o de mil doscientos sesenta días (Ap. 11:2-3; 13:5). Basándonos en nuestro estudio de la Biblia, podemos afirmar clara y enfáticamente que estos tres años y medio serán el período de la gran tribulación. Esto significa que la gran tribulación ocurrirá durante la segunda mitad de la última semana, y que durará tres años y medio, o cuarenta y dos meses, o mil doscientos sesenta días.
Muchos enseñan que la venida del Señor ocurrirá antes de la gran tribulación. Sin embargo, cuando hablan de la tribulación, por lo general se refieren a los últimos siete años. Según su entendimiento, la última de las setenta semanas de Daniel será el período de la gran tribulación. Ellos enseñan que Cristo regresará para arrebatar a los creyentes antes del período de la gran tribulación, es decir, antes de los últimos siete años de esta era. Es por eso que a esta escuela doctrinal se le llama escuela de la pretribulación.
La segunda escuela es la de la postribulación. Ésta enseña que la venida de Cristo ocurrirá después de la gran tribulación. Quienes enseñan que Cristo vendrá después de la tribulación se apoyan en muchos versículos de la Biblia como un sólido fundamento para sustentar su enseñanza. Los que pertenecen a esta escuela enseñan que Cristo volverá justo al final de la tribulación. Por ello, a su enseñanza se le denomina escuela de la postribulación.
La tercera escuela, representada por maestros de la Biblia tales como Pember, Govett y Panton, enseña lo relacionado a la venida del Señor de una manera más detallada que las escuelas de la pretribulación y la postribulación. Quienes pertenecen a esta escuela declaran que ni la escuela de la pretribulación ni la de la postribulación son totalmente correctas, sino sólo en parte. Las enseñanzas de las primeras dos escuelas son como un mapa que sólo muestra las calles principales, mientras que la enseñanza de la tercera escuela es semejante a un mapa que, además de mostrar las calles principales de la ciudad, nos muestra todas las demás calles y callejones. Así que, la enseñanza que corresponde a la tercera escuela es más detallada y más precisa.
Según la tercera escuela, la parousía (presencia) de Cristo probablemente comenzará un poco antes de la mitad de los últimos siete años y durará casi hasta el final de este período. Cristo dejará el trono, el cual está en el tercer cielo, y descenderá a los aires, oculto en una nube, y permanecerá allí aproximadamente por espacio de tres años y medio. Durante ese período sucederán varias cosas. El hijo varón mencionado en Apocalipsis 12 será arrebatado justo antes de que el anticristo comience a perseguir toda índole de religión —incluyendo al judaísmo y al catolicismo— y antes de que se exalte sobre todo objeto de adoración. El hijo varón no será arrebatado a los aires sino al trono de Dios. Además, según Apocalipsis 14, los ciento cuarenta y cuatro mil también serán arrebatados como primicias durante este período, antes de la segunda mitad de los últimos siete años. No debemos cometer el error de confundir los ciento cuarenta y cuatro mil de Apocalipsis 14 con el hijo varón de Apocalipsis 12, pues éstos son dos grupos distintos de vencedores. El hijo varón y los ciento cuarenta y cuatro mil serán arrebatados al trono de Dios. Luego, el Señor Jesús iniciará Su parousía, es decir, descenderá del trono de Dios al aire. Muy probablemente el hijo varón y los ciento cuarenta y cuatro mil descenderán con Él. Luego, al final de los últimos siete años, el Señor Jesús vendrá a la tierra. Refiriéndose a esto, 2 Tesalonicenses 2:8 dice: “Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor Jesús matará con el aliento de Su boca, y destruirá con la manifestación de Su venida”. La palabra griega traducida “venida” es parousía, que significa presencia. La manifestación de la parousía del Señor será al final de los últimos siete años, después de que se manifieste el anticristo, el hombre de iniquidad.
Examinemos ahora 2:1-12 versículo por versículo. En el versículo 1 Pablo dice: “Ahora bien, os rogamos, hermanos, con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con El”. Al igual que en el versículo 8, la palabra griega traducida “venida” es parousía. En este versículo se abordan dos asuntos: la parousía (la presencia) del Señor y nuestra reunión con Él (el arrebatamiento).
La parousía del Señor durará cierto tiempo. Comenzará con Su venida de los cielos a los aires (Ap. 10:1) durante la gran tribulación, la cual ocurrirá en los últimos tres años y medio de esta era, que es la segunda mitad de la última semana de Daniel 9:27 (Mt. 24:21; Ap. 11:2), y concluirá con su manifestación, “la manifestación de Su parousía” (2 Ts. 2:8; Mt. 24:30). Durante la parousía del Señor, los creyentes en su mayoría serán arrebatados para reunirse con el Señor en el aire (1 Ts. 4:17). Según el contexto, la expresión “el día del Señor”, hallada en 2 Tesalonicenses 2:2, se refiere al período de la parusía (la venida) del Señor, en el cual ocurrirá el arrebatamiento de la mayoría de los creyentes. El versículo 3 nos afirma que antes de este período, el anticristo será manifestado y jugará el papel principal durante la gran tribulación (v. 4; Ap. 13:1-8, 12-15). Esto revela de forma clara y definida que no es posible que la venida (parousía) del Señor y el arrebatamiento de la mayoría de los creyentes ocurran antes de la gran tribulación.
El versículo 2 dice: “Que no os dejéis mover fácilmente en vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor ha llegado”. Según Darby, la expresión “modo de pensar” (lit. de la mente) denota “una mente estable que juzga sobriamente”. Pablo no quería que los creyentes de Tesalónica se dejaran mover ni se conturbaran con respecto a la venida del Señor y el arrebatamiento. La expresión “por espíritu” se refiere a un espíritu que habla y profesa tener la autoridad de la revelación divina. Puede ser que alguien afirme tener el espíritu que lo capacita para hablar acerca de la venida del Señor. Así que, Pablo les dice a los creyentes que no se apresuren a escuchar a personas así, y también les dice que no se dejen mover “ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra”. Esto parece indicar que alguien había intentado escribir una carta usando el nombre del apóstol Pablo. Así que era como si Pablo les estuviera diciendo: “Hermanos, si alguna persona, por espíritu, por palabra, o por carta como si fuera nuestra, declara que el día del Señor ya llegó, no le hagáis caso. No os dejéis mover ni os conturbéis”.
El versículo 3 dice: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de iniquidad, el hijo de perdición”. La palabra griega traducida “engañe” también puede traducirse “seduzca”, no sólo dando una falsa impresión, sino verdaderamente desviando a alguien.
En el versículo 3, la frase “no vendrá” se refiere al día de la venida del Señor. Ese día no vendrá sin que antes se manifieste la apostasía. Esta apostasía tendrá que ver con que muchos se apartarán del camino recto de la economía de Dios, tal y como se revela en las Escrituras. En la Biblia hay una profecía muy clara, según la cual, antes de la venida del Señor, habrá una apostasía entre el pueblo del Señor, en la que muchos se apartarán de la senda de la economía de Dios. Aun en la actualidad existe la tendencia entre algunos cristianos a apartarse del camino recto del Nuevo Testamento.
El versículo 3 también nos dice que el día del Señor no vendrá antes de que aparezca el hombre de iniquidad. El hombre de iniquidad es el anticristo, según lo profetizado en Daniel 7:20-21, 24-26; 8:9-12, 23-25; 9:27; 11:36-37; Apocalipsis 13:1-8, 12-18; 19:19-20. Él será el hombre sin ley, es decir, derribará la verdad, cambiará las leyes, destruirá y corromperá a muchos a un grado inconcebible, blasfemará contra Dios y engañará a los hombres. Por lo tanto, el Señor lo destruirá completamente, y él llegará a ser el hijo de perdición.
El versículo 3 indica claramente que el Señor no vendrá antes de la tribulación. Antes de la venida del Señor, vendrá primero la apostasía y también se manifestará el hombre de iniquidad. Eso significa que antes de la venida del Señor, primero debe manifestarse un asunto, la apostasía, y una persona, el anticristo.
Pablo dijo a los tesalonicenses que, puesto que la apostasía y el hombre de iniquidad tienen que manifestarse antes del día de la venida del Señor, ellos no debían dejarse mover por nada ni nadie que profesara que el día del Señor ya había llegado. Primero ocurrirá la apostasía, y luego el anticristo se manifestará. El anticristo se manifestará claramente durante la gran tribulación. Esto indica que el Señor retornará después de la tribulación, y no antes. El versículo 3 de 2 Tesalonicenses es un versículo en el que se basan los que siguen la escuela de la postribulación para afirmar que la venida de Cristo será después de la tribulación.
En la Asamblea de los Hermanos, el maestro principal de la escuela de la pretribulación era J. N. Darby. Darby era un excelente maestro de la Palabra, y aprendimos mucho de él. Sin embargo, no seguimos su enseñanza sobre la pretribulación. La escuela de la postribulación es más acertada. En cuanto a la venida del Señor, en la enseñanza de Darby hay muchas conjeturas. Por ejemplo, él dice que en Apocalipsis 4, Juan fue arrebatado y que ese arrebatamiento tipifica el arrebatamiento de la iglesia antes de la tribulación. Según el concepto de Darby, la tribulación empieza a partir de Apocalipsis 4. Darby dice que en Apocalipsis 4, Juan era un representante de la iglesia y que su arrebatamiento alude al arrebatamiento de la iglesia antes de la tribulación. En este asunto, Darby hace demasiadas conjeturas o suposiciones.
Benjamín Newton no concordó con la interpretación de Darby. Él hizo referencia al segundo capítulo de 2 Tesalonicenses, donde Pablo dice claramente que la venida del Señor no sucederá sin que antes venga la apostasía y se manifieste el hombre de iniquidad, es decir, el anticristo. Como hemos dicho, esto significa que la venida del Señor ocurrirá después de la tribulación.
Ni los que defienden la escuela de la pretribulación ni los que siguen la escuela de la postribulación han visto toda la verdad concerniente a la parousía del Señor. Aquellos que solamente ven un aspecto de la parousía, enseñan que el Señor vendrá antes de la tribulación, y aquellos que ven el otro aspecto, enseñan que el Señor vendrá después de la tribulación. Debido a que nosotros hicimos un estudio exhaustivo de la parousía, no estamos a favor de la escuela de la pretribulación ni de la postribulación.
En el versículo 4 Pablo da una descripción más detallada del anticristo: “El cual se opone y se exalta sobre todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios, proclamándose Dios”. Esto cumple la profecía acerca del anticristo dada en Daniel 11:36 y 37. Esto sucederá a la mitad de la última semana, como fue profetizado en Daniel 9:27.
El templo de Dios del que habla el versículo 4 es “el lugar santo” mencionado en Mateo 24:15. El versículo 4 indica que el templo de Dios será reedificado antes del regreso del Señor. El templo fue destruido hace más de diecinueve siglos. Sin embargo, este versículo declara que el anticristo se sentará en el templo de Dios. Por lo tanto, el templo tiene que ser reconstruido. Israel fue formado nuevamente como nación, y también le fue devuelta la ciudad de Jerusalén. Sin embargo, el templo aún no ha sido construido. Algunos judíos se sienten profundamente emocionados con respecto a la reconstrucción del templo. Un día, el templo será reedificado, y según la profecía de Daniel, el anticristo se sentará en él.
En el versículo 5 Pablo dice: “¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto?”. Pablo, a pesar de haber estado con los tesalonicenses solamente tres semanas, ya les había hablado de estas cosas.
En el versículo 6 Pablo añade: “Y ahora vosotros sabéis lo que lo retiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste”. Este versículo indica que hay algún poder que impide que el hombre de iniquidad, el anticristo, sea revelado. Las palabras “a su debido tiempo” denotan el tiempo señalado por Dios, el cual será la última de las setenta semanas, como fue profetizado en Daniel 9:27; 7:24-26, y Apocalipsis 13:1-8.
En el versículo 7 Pablo dice a continuación: “Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad, pero sólo hasta que aquel que lo retiene ahora sea quitado de en medio”. La iniquidad que caracterizará al anticristo ya está operando misteriosamente en esta era. Se trata del misterio de iniquidad que opera hoy entre las naciones y en la sociedad humana. Aun hoy en día vemos que la iniquidad tiende a prevalecer.
El anticristo será la totalidad de la iniquidad. Nadie puede ejercer poder sin restricción alguna a menos que sea inicuo. Una persona justa no puede valerse de su poder de forma ilimitada, ya que es restringido por la ley. Los inicuos, quienes no aceptan las limitaciones que les impone la ley sino que hacen lo que les place, pueden llegar a ser muy poderosos. Hitler es un ejemplo de una persona inicua.
Por la soberanía de Dios, hay uno que lo retiene ahora, el cual será quitado de en medio. Esto probablemente significa que el factor restrictivo será quitado. Aunque el misterio de la iniquidad ya está en acción, la iniquidad ahora está restringida. Pero un día, lo que lo retiene será quitado. Debemos comprender que, de acuerdo con la profecía bíblica, un día el factor restrictivo será quitado, y entonces el anticristo actuará sin ninguna restricción.
En un país democrático como Estados Unidos, incluso el presidente está limitado por las leyes. Él no puede hacer lo que se le antoje. Pero si fueran quitadas las restricciones de la ley, el que está en el poder se volvería inicuo y haría lo que quisiera. En dado caso, el gobernante de un país podría llegar a ser muy poderoso. En la actualidad la iniquidad ya está en acción, pero el factor que la restringe todavía está presente. Es debido a este factor restrictivo que nadie puede obrar inicuamente ni llegar a ser muy poderoso. Pero cuando el factor restrictivo sea quitado, alguien se levantará, rechazará todo tipo de ley y hará lo que bien le plazca. Entonces llegará a ser extraordinariamente poderoso. Este hombre de iniquidad será el anticristo.
El versículo 8 dice: “Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor Jesús matará con el aliento de Su boca, y destruirá con la manifestación de Su venida”. Esto se cumplirá en Apocalipsis 19:19-20. Este versículo indica que la venida (parousía) del Señor estará oculta antes de ser manifestada abiertamente. Esto también indica que la venida del Señor durará cierto tiempo. Primero, ocurrirá en secreto, y después, se manifestará públicamente.
En el versículo 9 Pablo declara: “Inicuo cuyo advenimiento es conforme a la obra de Satanás, con todo poder, señales y prodigios de mentira”. Este versículo revela que la venida del anticristo será conforme a la obra de Satanás. La razón por la cual el anticristo será tan inicuo es que él actuará bajo la obra de Satanás. Debido a la instigación de Satanás, él se volverá extremadamente poderoso. La obra de Satanás se efectuará con poder, señales y prodigios de mentira. La obra de Satanás, con la cual engaña a la gente (vs. 9-10), es, en su totalidad, una mentira, así como él mismo es mentiroso y padre de mentira (Jn. 8:44).
La obra de Satanás se ve en Apocalipsis 13. En aquel tiempo, la gente será engañada con señales y prodigios de mentira. Una de estas señales será que un ídolo, la imagen inanimada del anticristo, podrá hablar.
El versículo 10 dice: “Y con todo engaño de injusticia entre los que perecen, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos”. Muchísima gente seguirá al anticristo. Ellos aceptarán su engaño por no recibir el amor de la verdad para ser salvos.
En el versículo 11 Pablo añade: “Por esto Dios les envía una fuerza de error, para que crean la mentira”. Como los que perecen no reciben el amor de la verdad, la cual Dios quería darles para que fueran salvos, Dios les enviará una fuerza de error, un poder activo de engaño, para que crean la mentira.
En el versículo 12 Pablo concluye, diciendo: “A fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia”. Los creyentes tienen buena voluntad de hacer el bien (1:11), mientras que los que perecen, quienes rechazan la verdad de Dios, se complacen en la injusticia. Para ellos, pecar es un deleite (Ro. 1:32).
Todos debemos tener claro todo lo relacionado con la venida del Señor y no dejarnos mover ni conturbarnos por enseñanzas extrañas. Hoy en día, hay quienes enseñan que los cristianos no pasarán por la tribulación, sino que serán arrebatados antes de la tribulación. Esta enseñanza azucarada no es acertada. No presten atención a semejantes enseñanzas acerca de la venida del Señor y de nuestro encuentro con Él. Lo que se nos dice en 2:1-12 es breve, pero es muy saludable y claro. Para conocer más detalles sobre este tema, les recomiendo que lean los mensajes del Estudio-vida de Mateo y de Apocalipsis.
No solamente debemos adquirir conocimiento acerca de la venida del Señor. También es preciso que llevemos una vida que cumpla los requisitos del Señor, a fin de que seamos tenidos por dignos de ser parte del hijo varón, o de estar entre los ciento cuarenta y cuatro mil, o entre los creyentes que aún estén vivos y sean arrebatados, según lo mencionado en Mateo 24. Aquellos creyentes que velen y estén preparados, serán arrebatados antes de la tribulación; no obstante, los que no velen ni estén preparados, tendrán que pasar por la tribulación.