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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Apocalipsis»
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Mensaje 17

LA ESCENA CELESTIAL DESPUES DE LA ASCENSION DE CRISTO

  Todos los cristianos saben que Cristo ascendió al cielo y que allí está hoy. Sin embargo, pocos están familiarizados con la escena que se ve en el cielo después de la ascensión. Esta escena es bastante particular, y necesitamos verla claramente.

  Apocalipsis 4:1 dice: “Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y Yo te mostraré las cosas que han de suceder después de éstas”. El plan de Dios está escondido en el cielo. Pero cuando Dios encuentra en la tierra un hombre cuyo corazón esté entregado a El, le abre el cielo. El cielo se le abrió a Jacob (Gn. 28:12-17), a Ezequiel (Ez. 1:1), a Jesús (Mt. 3:16), a Esteban (Hch. 7:56), y a Pedro (Hch. 10:11). Aquí y en 19:11 le fue abierto a Juan, el autor de este libro, y les será abierto a todos los creyentes del Señor en la eternidad (Jn. 1:51).

I. UN TRONO EN EL CIELO

  El versículo 2 dice: “Y al instante yo estaba en el espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo”. En el cielo primeramente vemos un trono, y el libro de Apocalipsis se centra en ese trono. A partir del capítulo cuatro, el libro de Apocalipsis revela la administración universal de Dios. El trono de Dios, mencionado en Apocalipsis, es el centro de Su administración. El trono que se menciona en las epístolas es el trono de gracia, del cual recibimos misericordia y donde hallamos gracia (He. 4:16); pero este trono es el trono de juicio desde el cual el mundo recibe juicio. Este es el trono de Dios en el cielo. El universo entero, especialmente la tierra, está bajo la autoridad de este trono. Cualquier cosa que Satanás haga en los aires, y que el hombre haga en la tierra, está sujeto al trono de Dios que está en el cielo. Hoy el hombre puede hacer todo lo que quiera, pero el trono de Dios en el cielo continúa siendo la autoridad sobre todos los hombres y sobre todas las cosas. Nadie puede hacer nada fuera del gobierno del trono de Dios, y nada puede ocurrir sin la aprobación de este trono. Aparentemente este trono es invisible, y el hombre no lo percibe, pero en realidad está detrás del escenario rigiendo a cada uno y todas las cosas. En el tiempo de Dios y en cumplimiento de Su propósito, el debido juicio siempre viene de este trono y cae sobre la humanidad y sobre las cosas que suceden en la tierra. En el libro de Apocalipsis, el resultado final procede de la ejecución del juicio de Dios. Este juicio viene del trono y aclara toda la confusión que hay en el cielo y en la tierra, que fue causada por la rebelión de Satanás y la caída del hombre.

A. Un arco iris alrededor del trono, semejante a la esmeralda

  En el versículo 3 vemos que hay “alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda”. El arco iris es una señal del pacto que Dios hizo con el hombre y con los seres vivos en el cual afirma que no los destruirá otra vez con un diluvio (Gn. 9:8-17). En el libro de Apocalipsis, Dios juzgará a la tierra y a todos sus habitantes. El arco iris alrededor de Su trono significa que Dios es el Dios que guarda Su pacto, el Dios fiel, y que guardará Su alianza al traer su juicio sobre la tierra; es decir, no destruirá a toda la humanidad con un diluvio y preservará algunas naciones de la tierra para Su gloria (21:24, 26). Este arco iris indica que Dios es fiel en Su administración sobre la humanidad. En este capítulo, Dios se prepara para juzgar a la humanidad, pero al juzgarla, El recordará el pacto que hizo con Noé. El es un Dios que juzga y también un Dios que guarda Su pacto.

  Este arco iris es “semejante en aspecto a la esmeralda”. La esmeralda es una piedra preciosa cuyo color verde representa los seres vivos de la tierra. Esto indica que cuando Dios ejecute Su juicio sobre la tierra, recordará Su pacto y preservará a algunos de los seres vivos de la tierra, como lo indica Génesis 9:11. La esmeralda, siendo una piedra preciosa, es sólida. El hecho de que Dios se acuerde de cumplir Su pacto, muestra la solidez del mismo. Alrededor del trono está este sólido recordatorio.

B. Del trono salen relámpagos, voces y truenos

  En el versículo 5 se nos dice: “Y del trono salían relámpagos y voces y truenos”. Todo esto representa la ira que Dios ejerce al juzgar. En las epístolas vemos que del trono de gracia brotan gracia y misericordia para los que se acercan a Dios por la sangre redentora de Cristo. Pero aquí salen relámpagos, voces y truenos del trono de juicio como advertencia para el mundo pecador. En el libro de Apocalipsis, después de que todos los juicios de Dios hayan sido ejecutados, el trono de Dios será el trono del suministro de la vida eterna, del cual brotará el río de agua viva, en el cual crece el árbol de la vida. Todos los creyentes que hoy participan de la misericordia y la gracia de Dios al acercarse al trono de la gracia, disfrutarán el río de vida y el árbol de vida que salen del trono de Dios, que serán su suministro de vida por la eternidad, mientras que los incrédulos, quienes serán juzgados ante el trono de juicio, no tendrán parte alguna en el eterno disfrute que brota del trono eterno de Dios.

C. Siete lámparas de fuego que arden delante del trono

  El versículo 5 también nos dice que “delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete Espíritus de Dios”. Esto indica que Dios tocará la tierra con las siete lámparas, Sus siete Espíritus, los cuales consumen, iluminan, observan, escudriñan, buscan y juzgan. Estas siete lámparas están relacionadas con las siete lámparas del candelero que se menciona en Exodo 25:37 y con las siete lámparas del candelero que aparece en Zacarías 4:2. Las siete lámparas de fuego, las cuales son los siete Espíritus de Dios, representan la iluminación y el escrutinio que efectúa el Espíritu de Dios siete veces intensificado. En Exodo 25 y en Zacarías 4 las siete lámparas, que simbolizan la iluminación que el Espíritu de Dios efectúa en el mover de Dios, sirven para producir el edificio de Dios, ya sea para la edificación del tabernáculo o para la reedificación del templo. Aquí las siete lámparas son usadas para el juicio de Dios, que también dará por resultado el edificio de Dios: la Nueva Jerusalén. Mientras que Dios ejecuta Su juicio, Su Espíritu siete veces intensificado edificará la morada eterna de Dios, escudriñando, alumbrando, juzgando e impartiéndose. Esto se desarrolla detalladamente en los siguientes capítulos. El resultado o la consumación es la ciudad santa, la Nueva Jerusalén.

D. Un mar de vidrio delante del trono

  El versículo 6 dice: “Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal”. El mar de vidrio es el lugar donde se recoge y se almacena todo lo que Dios ha juzgado. El mar no es de agua sino de fuego (15:2). Desde el diluvio, Dios, conforme a Su promesa de no juzgar nuevamente con agua a la tierra y a todos los seres vivos (Gn. 9:15), siempre ejecuta Su juicio sobre el hombre con fuego (Gn. 19:24; Lv. 10:2; Nm. 11:1; 16:35; Dn. 7:11; Ap. 14:10; 18:8; 19:20; 20:9-10; 21:8). El trono del juicio de Dios es como llama de fuego del cual procede un río de fuego (Dn. 7:9-10). La llama del juicio de Dios arroja todas las cosas negativas del universo entero en este mar de vidrio, el cual finalmente será el lago de fuego (20:14). El mar de vidrio, por ser la totalidad del juicio ardiente de Dios, es como cristal, lo cual significa que todas las cosas negativas bajo el juicio de Dios quedan claras. Todo lo que sea juzgado y echado en el mar de vidrio queda completamente expuesto; nada queda oculto. Aquí tenemos el arco iris alrededor del trono de Dios, lo cual significa que Dios guardará la promesa que hizo en Génesis 9:8-17. También tenemos el mar de fuego semejante al cristal, el cual es una señal de que Dios juzgará todas las cosas negativas con fuego.

II. DIOS ESTA SENTADO EN EL TRONO

A. Semejante a piedra de jaspe y cornalina

  Cuando Juan vio el trono en el cielo, describió al que estaba sentado allí: “Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda”. El Dios que está en el trono es semejante a piedra de jaspe. De acuerdo con 21:11, el jaspe es una “piedra preciosísima ... diáfana como el cristal”. Su color debe de ser un verde oscuro, el cual simboliza la vida en sus riquezas. El jaspe aquí, según lo indica 21:11, representa la gloria que Dios trasmite en Su vida rica (2, Jn. 17:22). La apariencia de Dios es como jaspe, como también lo será la apariencia de la ciudad santa, la Nueva Jerusalén (21:11). El muro de la ciudad y su primer cimiento están construidos con jaspe (21:18-19). En la Biblia el color verde representa la vida. Así que el color del jaspe indica que el Dios que está sentado en el trono es el Dios de vida. El color de Dios primeramente es verde, lo cual da testimonio de que El es la fuente de la vida.

  El Dios que se sienta en el trono, también tiene aspecto como de piedra de cornalina. La cornalina es una piedra preciosísima, y su color rojo simboliza la redención. Hoy Dios no es solamente el Dios de vida, sino también el Dios de redención. El jaspe representa a Dios como el Dios de gloria en Su vida rica, y la cornalina representa a Dios como el Dios de la redención. El vino a redimirnos con la sangre de Cristo, debido a que nosotros Sus criaturas habíamos caído. De modo que Dios tiene dos colores, el color de la vida y el color de la redención. El es el Dios dador de vida y también el Dios redentor. En el pectoral del sumo sacerdote en el Antiguo Testamento, la primera piedra era una cornalina y la última era un jaspe (Ex. 28:17, 20). Esto significa que el pueblo que Dios redimió tiene su comienzo en la redención y su consumación en la gloria de la vida de Dios.

B. Tiene un libro en Su diestra

  De acuerdo con 5:1, en la mano del que está sentado en el trono había un libro. El Dios vivificante y redentor tiene un misterio en Su mano. Este misterio se relaciona con el destino del universo y está sellado con siete sellos. El misterio, el secreto del universo, está en la mano del Dios de vida y redención.

III. VEINTICUATRO ANCIANOS SENTADOS EN VEINTICUATRO TRONOS ALREDEDOR DEL TRONO

  El versículo 4 dice: “Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y sentados en los tronos, veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas”. Estos ancianos no son los ancianos de la iglesia, sino los ancianos de los ángeles, porque en este pasaje, antes de la segunda venida del Señor, ellos ya se encuentran sentados en tronos (cfr. Mt. 19:28; Ap. 20:4). En la creación, los ángeles son los más antiguos. En la Biblia hay diferentes clases de ancianos: los ancianos de los israelitas, los ancianos de las iglesias y, como en este caso, los ancianos de los ángeles. Los ancianos de los ángeles son los ancianos de toda la creación. El hecho de que estén sentados en tronos y lleven coronas de oro sobre sus cabezas, indica que deben de ser los que gobiernan el universo hasta que venga el reino milenario, cuando la autoridad para gobernar la tierra será dada a los santos vencedores (He. 2:5-9; Ap. 2:26-27; 20:4). Las vestiduras blancas indican que estos ancianos angélicos no tienen pecado y que, a diferencia de los santos redimidos, no tienen necesidad de ser lavados por la sangre del Cordero (7:14).

  Estos veinticuatro ancianos están vestidos con vestiduras blancas y tienen coronas en sus cabezas. El hecho de que estén vestidos con vestiduras blancas y tengan arpas y copas de oro llenas de incienso (5:8), indica que ahora ellos también son sacerdotes ante Dios; sin embargo, en el reino milenario los vencedores gobernantes serán los sacerdotes de Dios y de Cristo (20:6). Estos veinticuatro ángeles deben de ser los sacerdotes universales. Las coronas de oro que llevan puestas denotan su reinado. Por consiguiente, ellos son sacerdotes que sirven a Dios y reyes que reinan sobre la creación. Antes de la creación del hombre, Dios había puesto a los ángeles como Sus sacerdotes y regidores. De acuerdo con Ezequiel 28, antes de que Satanás cayera, era sacerdote de Dios y rey. Inclusive, cuando el diablo, Satanás, tentó al Señor Jesús, “le mostró en un momento todos los reinos de la tierra”, y le dijo: “A Ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy” (Lc. 4:5-6). El mundo le había sido dado a él antes de la era de Adán. Así que hubo una era durante la cual Dios dio autoridad a Satanás y lo puso por rey sobre el universo. De la misma manera, estos veinticuatro ancianos eran sacerdotes de Dios y reyes.

  El número de ancianos angélicos, veinticuatro, se forma al multiplicar doce por dos. Doce representa el completamiento de la administración de Dios (Mt. 19:28). David dividió a los sacerdotes y a los levitas en veinticuatro grupos (1 Cr. 24—25) para llevar a cabo el servicio de la administración de Dios. El número veinticuatro indica que, antes que los veinticuatro ancianos angélicos sean reemplazados por la iglesia, son ellos quienes llevan a efecto la administración de Dios. Doce multiplicado por dos significa un fortalecimiento doble, lo cual indica que la administración divina realizada por los veinticuatro ancianos angélicos es firme.

IV. CUATRO SERES VIVIENTES EN MEDIO DEL TRONO Y ALREDEDOR DEL MISMO

  En la Biblia, el número de los seres vivientes, cuatro, siempre representa los cuatro confines del universo o de la tierra. En Génesis 2:10 el río se repartía en cuatro brazos para regar toda la tierra. En Jeremías 49:36 se mencionan los cuatro puntos del cielo, y en Isaías 11:12, Apocalipsis 7:1 y 20:8 se alude a los cuatro ángulos de la tierra. Por lo tanto, el número de los cuatro seres vivientes revela que ellos representan todas las criaturas de la tierra y del cielo, con excepción de los ángeles, los cuales están representados por los veinticuatro ancianos.

A. Llenos de ojos, alrededor y por dentro

  El versículo 6 dice que había “en medio del trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás”. De acuerdo con el versículo 8 ellos también “alrededor y por dentro estaban llenos de ojos”. La característica más sobresaliente de los cuatro seres vivientes son sus ojos. Están llenos de ojos delante y detrás, y también alrededor y por dentro y pueden mirar en cualquiera dirección sin tener que volverse. Los ojos les permiten a los seres vivos recibir luz y visión. Queda implícito que los cuatro seres vivientes no son opacos sino transparentes por todos lados y en todo aspecto como el cristal, puesto que están llenos de ojos. Los cristianos también deberíamos estar llenos de ojos. Cuando estamos llenos de ojos, somos transparentes. Si una persona no tiene ojos, es completamente opaca. Nuestros ojos nos hacen transparentes. Si tuviéramos centenares de ojos por todo nuestro cuerpo, por dentro y por fuera, todo nuestro ser sería transparente. En la presencia de Dios, nosotros los redimidos debemos ser así.

B. Cada uno tiene seis alas

  El versículo 8 dice: “Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas”. En apariencia, los cuatro seres vivientes se asemejan a los querubines mencionados en Ezequiel 1:5-10 y 10:14-15. Por tener seis alas, se parecen a los serafines mencionados en Isaías 6:2. De acuerdo con sus seis alas ellos son semejantes a los serafines de Isaías 6:2 (Los querubines mencionados en Exodo 25:20 y en 1 Reyes 6:27 tienen dos alas, y los querubines de Ezequiel 1:6 tienen cuatro.) Tal vez sean una combinación de querubín y serafín. Los serafines están relacionados con la santidad de Dios (Is. 6:3), que es la naturaleza de Dios, y los querubines están relacionados con la gloria de Dios (Ez. 10:18-19; He. 9:5), que es la expresión de Dios. Por lo tanto, estos seres vivientes representan la naturaleza y la expresión de Dios.

C. Semejantes a un león, un becerro, un hombre y un águila volando

  El versículo 7 dice: “El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando”. Los veinticuatro ancianos que están alrededor del trono de Dios representan a todos los ángeles, mientras que los cuatro seres vivientes representan a todos los demás seres vivos. El primero de los seres vivientes, el cual es semejante a un león, representa las fieras; el segundo, semejante a un becerro, representa el ganado; el tercero, semejante a un hombre, representa a la humanidad; y el cuarto, el cual es semejante a un águila, representa las aves. De las seis categorías de seres vivos creados por Dios (Gn. 1:20-28), dos no están representadas aquí: los seres que se arrastran sobre la tierra y los seres que viven en el agua. La cabeza de los seres que se arrastran es la serpiente, que representa a Satanás, el enemigo de Dios, quien será arrojado al lago de fuego y no tendrá lugar en el cielo nuevo y la tierra nueva. Los seres que viven en el agua están en las aguas del juicio de Dios, las cuales no existirán en el cielo nuevo y la tierra nueva (21:1). Así que, en la eternidad estas dos categorías no estarán representadas ante Dios.

  De los cuatro seres vivientes, el becerro es un animal limpio, mientras que el león y el águila son inmundos (Lv. 11:3-8, 13-19). Después de ser redimidos todos ellos, llegaron a ser limpios (Hch. 10:11-16). Entre ellos, el becerro y el hombre son mansos y dóciles, pero el león y el águila son salvajes y feroces. Mediante la redención, todos ellos pueden morar juntos (Is. 11:6-9). La redención que Cristo efectuó no sólo se aplica al hombre, sino también a “todas las cosas” (Col. 1:20), porque El murió por “todas las cosas” (He. 2:9).

V. LA ADORACION DE DIOS

  En Apocalipsis 4:8-11 vemos la adoración de Dios. Aquí todavía no tenemos la adoración del Cordero, puesto que éste no se menciona sino hasta el capítulo siguiente. Este capítulo solamente presenta la escena a la cual Cristo ascendió. La adoración de Dios aquí es ofrecida por los cuatro seres vivientes, quienes representan a todos los seres vivos (vs. 8-9), y por los veinticuatro ancianos que representan a los ángeles (vs. 10-11). En esta escena todos los seres creados adoran a Dios. En el versículo 8 los seres vivientes dicen: “Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir”. El hecho de que se diga santo tres veces, tal como en Isaías 6:3, implica que Dios es triuno. También el uso de tres tiempos verbales al hablar de la existencia de Dios también implica que Dios es triuno. Las alabanzas de los cuatro seres vivientes (v. 9) y las de los veinticuatro ancianos (v. 11) se componen de tres elementos, lo cual implica que tanto los seres vivientes como los ancianos alaban al Dios Triuno. Los primeros dos elementos, la gloria y la honra, se repiten en ambos casos, pero el último elemento es diferente. En las alabanzas de los cuatro seres vivientes, la última es la acción de gracias porque ellos fueron redimidos y están agradecidos por la redención realizada por la gracia de Dios; en cambio, en las alabanzas de los veinticuatro ancianos la última es el poder porque, como gobernantes del universo y no como criaturas que hayan sido redimidas, aprecian el poder de Dios, con el cual gobiernan.

  En el versículo 11 los veinticuatro ancianos dicen: “Digno eres Tú, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y la honra y el poder; porque Tú creaste todas las cosas, y por Tu voluntad existen y fueron creadas”. Dios es un Dios determinado, y Su voluntad concuerda con Su deseo. El creó todas las cosas según Su voluntad para así cumplir y llevar a cabo Su propósito. Este libro, el cual da a conocer la administración universal de Dios, nos muestra Su propósito. Por tanto, en la alabanza que los veinticuatro ancianos rinden a Dios por Su obra creadora, vemos que la creación está relacionada con la voluntad de Dios.

  Los veinticuatro ancianos angélicos, por ser quienes llevan a cabo la administración de Dios en el universo, expresan en sus alabanzas la voluntad de Dios manifestada en la creación. El hombre puede apreciar fácilmente la creación, pero le es difícil conocer la voluntad de Dios, el propósito por el cual lo creó todo. Las alabanzas de los ancianos angélicos son una introducción al contenido de este libro, el cual revela la voluntad de Dios y Su propósito al crear cuanto existe: tener una morada eterna para Su satisfacción y expresión. Esta es la santa ciudad, la Nueva Jerusalén. En la Nueva Jerusalén, la voluntad de Dios al crear todo lo que existe será completamente revelada y cumplida. Dios quedará completamente satisfecho y se expresará enteramente en la Nueva Jerusalén y por medio de ella. Esta es la intención que Dios tenía al crear el universo, y ésta es la meta del libro de Apocalipsis. La alabanza de los ancianos angélicos nos indica esto, y Apocalipsis se desarrolla en esta dirección. Por último nos conduce a la máxima consumación de la voluntad de Dios, por la cual creó todas las cosas.

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