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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Apocalipsis»
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Mensaje 63

LA NUEVA JERUSALEN

(5)

  En este mensaje abarcaremos dos aspectos muy cruciales de la Nueva Jerusalén: sus puertas y su calle. Indudablemente, la ciudad, el muro y los cimientos son muy importantes. Sin embargo, si la Nueva Jerusalén no tuviera puertas, no habría forma de entrar en ella. Una ciudad así no tendría utilidad práctica; sólo serviría de exhibición. Pero la Nueva Jerusalén tiene doce puertas, y esto la hace muy práctica.

  Algunos ministerios son buenos. Sin embargo, debido a que no tienen puertas ni calles, realmente no hay acceso a lo que ellos ofrecen. El aspecto especial del ministerio del hermano Nee es que cuando él ministraba algo específico, nos daba una visión clara de la manera de penetrar en ello. Muchos hablan de Romanos capítulos cinco, seis, siete y ocho. Pero no importa cuánto hablen, no explican cómo asimilarlos y recibirlos. El libro del hermano Nee titulado La vida cristiananormal nos muestra las puertas y la manera definida de practicar lo que dicho libro describe. Cuanto más lee uno ese libro, más puede ver las entradas que provee para asimilarlo. Aunque yo antes estimaba algunos ministerios, descubrí después que no había ninguna manera de entrar en lo que presentaban. Ellos podían mostrar un bello edificio en el aire que yo podía admirar, pero no proveían la manera práctica de entrar en él. El ministerio que se tiene en el recobro del Señor hoy, continúa el principio del ministerio ofrecido por el hermano Nee. Todo lo que nosotros ministramos es presentado en una manera práctica. Por consiguiente, uno tiene la manera de entrar en lo que el ministerio suministra. Igualmente, la Nueva Jerusalén es práctica. Su aspecto práctico se ve en sus puertas y en su calle. No importa desde qué dirección usted se acerque a esta ciudad, de todos modos tendrá acceso.

  Este aspecto práctico me ha hecho perder amigos íntimos en el Señor. En cierta ocasión un hermano que tenía un ministerio sobresaliente me invitó a Inglaterra. Cuando lo visité pasamos largas horas conversando sobre el aspecto práctico del Cuerpo de Cristo. Ambos habíamos visto lo que era el Cuerpo de Cristo, el testimonio actual de Dios y el principio de la vida de resurrección. Yo había recibido lo que este hermano había visto, y él aceptaba lo que yo había visto, especialmente en lo relacionado con el Cuerpo del Señor. Sin embargo, había una diferencia ente nosotros. Con la ayuda del hermano Nee, yo vi el aspecto práctico del Cuerpo de Cristo y tuve la carga de ocuparme de ello. Pero los que estaban relacionados con aquel ministerio en Inglaterra no se interesaron en el aspecto práctico. Finalmente, por nuestras largas conversaciones, me di cuenta de que este hermano tenía solamente una visión del Cuerpo, pero no la manera práctica de experimentarlo. El no vio el aspecto práctico y tampoco mostró interés en verlo. Yo le aclaré que nosotros no solamente queríamos la visión del Cuerpo sino también el aspecto práctico del mismo. Debido a mi interés por la práctica de la vida de iglesia publiqué un libro titulado La expresión práctica de la iglesia. Aunque he perdido algunos amigos por este asunto, el camino correcto sigue siendo el aspecto práctico del Cuerpo. Durante más de dieciocho años, desde mi visita a este hermano de Inglaterra, el Señor ha vindicado el aspecto práctico de la iglesia.

XII. SUS PUERTAS

  Fijemos ahora nuestra atención en las puertas de la Nueva Jerusalén. El significado de las puertas no es menos profundo que el de los fundamentos. Es crucial comprender el significado de las doce puertas.

A. Tres puertas en cada uno de los cuatro lados

  En Apocalipsis 21:13 se revela que en la Nueva Jerusalén hay tres puertas al oriente, tres al norte, tres al sur y tres al occidente. La ciudad se halla establecida en cuadro (v. 16), y tiene tres puertas en cada uno de sus cuatro lados. El frente de la ciudad, que da al oriente, hacia la gloria del nacimiento del sol, es el primero en importancia. El lado norte, que está arriba, va en segundo lugar. El lado sur, el cual está abajo, es el tercero. El lado occidental, que está detrás, se tiene como el cuarto en categoría. Las puertas, por estar en los cuatro lados, miran en las cuatro direcciones de la tierra, lo cual indica cuán accesible es la entrada a la ciudad santa para todos los pueblos de la tierra. (Compare esto con los cuatro brazos del río mencionado en Gn. 2:10-14.)

1. El Dios Triuno está disponible para todos los pueblos

  Las tres puertas de cada lado indican que el Dios Triuno, o sea, el Padre, el Hijo y el Espíritu, obran conjuntamente para conducir las personas a la ciudad santa. Esto está indicado en las tres parábolas de Lucas 15 e implícito en lo dicho por el Señor en Mateo 28:19. Las tres parábolas que constan en Lucas 15 se relacionan con el pastor que busca la oveja perdida, la mujer que busca la moneda perdida y el padre que recibe a su hijo pródigo. El pastor corresponde al Hijo; el padre al Padre [celestial], y la mujer representa el Espíritu. Para que un pecador sea traído a la casa del Padre, se necesita que el Hijo, el pastor, regrese la oveja perdida, que el Espíritu ilumine el corazón de las personas para que se arrepientan, y que el Padre reciba al hijo pródigo que se arrepiente. Por lo tanto, el Dios Triuno es la entrada en la Nueva Jerusalén.

  El hecho de que el Dios Triuno está activo trayendo las personas a la ciudad santa, también está implícito en lo que dice el Señor en Mateo 28:19. Ser bautizado en el Padre, el Hijo y el Espíritu es entrar en la ciudad santa. Así que el Padre, el Hijo y el Espíritu son las tres puertas que están en cada lado de la ciudad. Las tres puertas no están sólo en tres lados respectivamente, sino que están repetidas en los cuatro lados. Las puertas de un lado son exactamente las mismas de los otros tres. Esto indica que el Dios Triuno está disponible para los cuatro ángulos del mundo.

  Las tres puertas indican que el Dios Triuno llegó a nosotros para introducirnos en Su economía eterna. Los tres de la Deidad, a saber: el Padre, el Hijo y el Espíritu, han venido a nosotros en la economía de Dios para conducirnos de nuevo a Su economía. En el Nuevo Testamento hay varios versículos que hablan del Dios Triuno. En Efesios 3:14-17 Pablo dice: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de Su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu; para que Cristo haga Su hogar en vuestros corazones por medio de la fe”. En este pasaje vemos al Padre, al Espíritu y a Cristo, el Hijo. En 2 Corintios 13:14 también se muestra al Dios Triuno: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. En este versículo el propósito de los tres de la Deidad es impartirse, extenderse y entrar en los creyentes, es decir, que la Deidad se extienda y nosotros podamos entrar.

  La primera vez que aparece el hombre en la Biblia, se habla de él con relación al Dios Triuno. Génesis 1:26 dice: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. El sujeto de “hagamos” en este versículo es el Dios Triuno. Así que en este versículo, donde el hombre se menciona por primera vez, se alude a un Dios triuno. Si Dios no fuera triuno, no podría impartirse en nosotros ni mezclarse con nosotros. Pero como Dios es triuno, puede entrar en los seres humanos. El Padre es la fuente, el Hijo es el cauce y el Espíritu es el flujo. Es así como el Dios Triuno entra en nosotros.

2. El Dios Triuno se mezcla con Su criatura, el hombre

  Las tres puertas que hay en cada uno de los cuatro lados, lo cual compone el número doce, también denota la mezcla del Dios Triuno con el hombre, Su criatura. El número cuatro representa la criatura (4:6), y el tres representa al Dios Triuno. El número doce no indica suma sino multiplicación. Tres multiplicado por cuatro indica que el Dios Triuno se mezcla con Su criatura, el hombre, para producir una composición, una mezcla.

B. Cada puerta es una perla

  El versículo 21 dice: “Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla”. Ya vimos que el oro representa la naturaleza divina y que las piedras preciosas representan lo que produce la obra transformadora del Espíritu. El significado de la perla se ve en la forma en que es producida. Las perlas son producidas por las ostras en las aguas de muerte. Cuando la ostra es herida por una partícula de arena, segrega un zumo de vida alrededor del granito de arena y hace de éste una preciosa perla. Esto muestra al Cristo viviente, quien, estando en las aguas de la muerte, es herido por nosotros, y segrega Su zumo vital sobre nosotros a fin de hacernos perlas preciosas, útiles en la edificación de la expresión eterna de Dios.

  Debemos admirar la sabiduría de Dios. Casi todo lo que hay en la creación muestra algún aspecto de Su economía. Cuando el Señor Jesús estaba en la tierra, usaba muchas cosas de la naturaleza en Sus parábolas. La luz, el trigo, la comida y hasta las perlas producidas por ostras son usadas como parábolas. El Cristo vivo llegó a nuestra situación de muerte. Al estar viviendo en las aguas de muerte fue herido. Después de que lo herimos, permanecimos cerca de Su herida. Esto significa que nos arrepentimos, creímos y le recibimos. ¡Cuánto apreciamos las heridas que El recibió por nosotros en la crucifixión! Cuando permanecemos cerca de Sus heridas, El segrega el zumo vital de Su vida de resurrección, y éste nos envuelve y, con el tiempo, nos transforma en perlas. Al estar cerca de las heridas de Cristo, recibimos Su vida y somos regenerados. Si permanecemos ahí después de ser regenerados, somos transformados en perlas.

  Las doce puertas de la ciudad santa son doce perlas, lo cual significa que la regeneración efectuada por el Cristo que vence la muerte e imparte vida, es la entrada a la ciudad. Esta entrada reúne todos los requisitos de la ley, representada por Israel, y observada por los ángeles guardianes (v. 12). Por consiguiente, la perla es la entrada a la ciudad. ¿Cómo entró usted en la Nueva Jerusalén? ¿Acaso se trepó por el muro? Esto es imposible porque el muro es demasiado alto. La única manera de entrar a la Nueva Jerusalén es a través de las perlas, las puertas constituidas de la muerte vencedora y la resurrección que imparte la vida de Cristo. ¡Alabamos al Señor porque todos entramos en la Nueva Jerusalén de esta manera! Nos hemos confesado y arrepentido, valoramos Su muerte y disfrutamos estar junto a Sus heridas. Así recibimos la secreción de vida que nos regeneró y que ahora nos transforma. Al experimentar la muerte y la resurrección de Cristo, pasamos por las puertas que son perlas y estamos ahora en la ciudad. ¡Aleluya!

  El hecho de que cada una de las puertas sea una perla, indica que la entrada a la ciudad es única y definitiva; esto es, solamente se entra mediante esta única regeneración, de la muerte vencedora y la resurrección de Cristo que imparte vida.

C. Tiene los nombres de las doce tribus de Israel

  Los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel están inscritos en las doce puertas de la ciudad (v. 12). En este versículo Israel representa la ley del Antiguo Testamento, lo cual indica que las puertas de la Nueva Jerusalén representan la ley. La ley vigila y se asegura de que las comunicaciones, las entradas y las salidas de la ciudad santa cumplan todos los requisitos de la ley. Por consiguiente, todas las comunicaciones de esta ciudad concuerdan con la ley de Dios.

  Los apóstoles representan la gracia, mientras que las doce tribus de Israel representan la ley. Las doce puertas fueron producidas según la ley. Cristo murió por nuestros pecados en conformidad con la ley y, de hecho, también resucitó para complementar la ley. Aun nuestro arrepentimiento concuerda con la ley, pues nos arrepentimos por haber violado la ley, y confesamos nuestros pecados de acuerdo con ella. Por consiguiente, la ley fue el factor básico en la muerte de Cristo y también lo es en nuestro arrepentimiento y en nuestra confesión. Esto significa que las doce perlas que son las puertas concuerdan con la ley y cumplen sus requisitos. Nuestra entrada en la ciudad santa no viola la ley; por el contrario, concuerda con ella y la complementa. Todo lo que la ley requería fue satisfecho para que pudiéramos tener acceso a la ciudad. En otras palabras, entramos en la Nueva Jerusalén en conformidad con la ley. Nuestra entrada fue absolutamente legal, pues la muerte y resurrección de Cristo cumplió a cabalidad los requisitos de la ley. Este asunto es muy profundo.

  Debido a que nuestro acceso a la Nueva Jerusalén por las puertas de perlas tenía que concordar con la ley, todos nosotros tuvimos que arrepentirnos, confesar nuestros pecados y decir: “Señor Jesús, no solamente moriste por mis pecados, sino también por mí. Señor, confieso que soy pecador, que he cometido muchos pecados y que no merezco más que la muerte. Señor, te doy muchas gracias por morir por mí”. Este arrepentimiento y esta confesión cumplen los requisitos de la ley y hacen legal nuestra entrada a la ciudad.

D. Tiene doce ángeles en las doce puertas

  En medio del versículo 12 dice: “Con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles”. Las doce puertas de la ciudad sirven para comunicarse, para entrar y para salir. El número doce indica perfección absoluta y eterna consumación en la administración de Dios. Por consiguiente, las doce puertas indican que la comunicación de la Nueva Jerusalén es absolutamente perfecta, eterna y completa dentro de la administración de Dios.

  El versículo 12 nos dice que en las puertas de la ciudad hay doce ángeles. En la economía eterna de Dios, los ángeles son espíritus que ministran y sirven a los que han heredado la salvación y participan de la bendición eterna de la Nueva Jerusalén, la cual es el centro del cielo nuevo y la tierra nueva. Los ángeles serán los porteros de nuestra heredad, mientras que nosotros disfrutaremos de la rica herencia que tendremos en la economía eterna de Dios. Esto es lo que significa el número doce.

  Los ángeles que están en las doce puertas observan el disfrute de los que entran. En Lucas 15:10 el Señor dijo: “Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente”. Cuando un pecador se arrepiente los ángeles del cielo se regocijan. Cuando usted se arrepintió y recibió al Señor, ¿notificó usted a los ángeles de este hecho? Indudablemente no lo hizo. Antes de que usted fuera salvo, los ángeles observaban su conducta constantemente, sabiendo que Dios lo había escogido, predestinado y marcado de antemano. Pero debido a su obstinación, se demoró quince o veinte años para arrepentirse. Sin embargo, el día que se arrepintió e invocó el nombre del Señor Jesús, los ángeles que lo observaban se regocijaron. Su ángel puede que haya dicho: “Este que he estado observando más de veinticinco años finalmente se ha arrepentido. ¡Aleluya!”

  Los ángeles nos han estado observando de acuerdo con la ley para ver si verdaderamente nos hemos arrepentido, si hemos confesado nuestros pecados a Dios y si hemos entrado en la Nueva Jerusalén de acuerdo con la ley de Israel. Los hijos de Israel representan la ley, y los ángeles, “espíritus ministradores, enviados para servicio en favor de los que han de heredar la salvación” (He. 1:14), son los porteros. Primeramente, los ángeles observan en la puerta hasta que nos arrepentimos. Después que nos arrepentimos y entramos en la Nueva Jerusalén, se convierten en nuestros siervos. Nosotros somos los herederos, los dueños del universo, y los ángeles son nuestros siervos. Según la costumbre antigua de los judíos de Palestina, los siervos estaban pendientes de que los herederos recibieran la porción de su herencia. De la misma manera, los ángeles, los siervos de la familia de nuestro Padre, velan sobre nuestra herencia pues saben que los herederos se habían perdido y estaban caídos. De modo que los porteros angélicos esperan que regresemos. Cuando nos ven regresar, se alegran e inmediatamente empiezan a ministrarnos, ayudándonos a nosotros los herederos arrepentidos a disfrutar nuestra herencia legítima. Con esta simple observación de los ángeles, vemos una vez más que para entender cualquier aspecto del Apocalipsis, debemos seguir el desarrollo de dicho asunto en las Escrituras.

  En Salmos 34:7 dice: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende”. Según este versículo, los ángeles acampan alrededor de nosotros y nos protegen. Muchas noches he dicho: “Señor, ejerce Tu autoridad y envía un destacamento de ángeles a proteger mi casa”. He orado de esta manera especialmente cuando viajo y me hospedo en un hotel. Frente a la posibilidad de incendio, oro al Señor para que envíe ángeles que acampen a mi alrededor. Los ángeles son verdaderamente los siervos de los herederos legítimos de las riquezas de Dios.

E. Abiertas continuamente.

  El versículo 25 dice: “Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche”. El muro de la ciudad la separará de las naciones, pero las puertas la mantendrán accesible a ellas.

XIII. SU CALLE

  El versículo 21 dice: “Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio”. Por las puertas se puede entrar a la ciudad, mientras que por la calle se puede vivir y andar diariamente. Uno entra en la ciudad por la muerte y resurrección de Cristo, mientras que uno vive y anda diariamente en la ciudad según la naturaleza divina, representada por la calle de oro puro. Después de que los santos entran por la regeneración, su vida y su andar diario deben concordar con la naturaleza divina. La naturaleza divina es su manera de vivir.

  La Biblia difiere del concepto natural humano. Según el concepto humano, primero caminamos por la calle y luego entramos por la puerta. Pero en la Biblia, primero entramos por la puerta y después caminamos por la calle. En el catolicismo les dicen a las personas que deben hacer obras primero y sólo entonces pueden recibir la salvación. Este concepto es diabólico. En la economía de Dios recibimos salvación primero y luego laboramos. Primero entramos en la gracia, y después andamos en ella. No piense que por hacer obras o portarse bien va a ser apto para recibir gracia. No, la gracia es gratuita. Después que uno cruza las puertas por la gracia, comienza a andar por el camino y debe andar mucho.

  Es un largo camino que va desde la puerta hasta la cima de la montaña de oro donde está el trono de Dios. Recuerde que la Nueva Jerusalén, que es una montaña de oro, mide doce mil estadios (más de dos mil doscientos kilómetros). Además, la calle de oro desciende en espiral y hace el camino mucho más largo. Aun así, no tenemos otra alternativa que caminar por esta calle. Yo he estado caminando por esta calle más de cincuenta y un años, y aún sigo en el camino. Inclusive deseo andar rápido, pero algunas veces los hermanos no me dejan avanzar y me obligan a esperarlos.

A. Es una sola

  En la Nueva Jerusalén hay una sola calle. No hay confusión ni extravío ni posibilidad de perderse. No hay más que una calle. No importa por cuál puerta entre uno en la ciudad, siempre estará en la misma calle. En la Nueva Jerusalén no existe una calle bautista ni una calle presbiteriana ni metodista ni luterana. Esta calle tampoco se relaciona con ningún “ismo”. La calle es la naturaleza de Dios. En dicha naturaleza nosotros somos uno solo.

B. Es de oro puro

  El versículo 21 dice que la calle de la ciudad es de oro puro. Ya vimos que el oro representa la naturaleza divina. Cuando somos salvos y entramos en la Nueva Jerusalén, la naturaleza divina debe ser nuestra manera de vivir y nuestro andar. La naturaleza divina es nuestro camino y nuestra fortaleza. Suponga que una hermana me dice: “Hermano Lee, yo amo al Señor y deseo vivir en la Nueva Jerusalén. ¿Podría usted decirme qué clase de atuendo debo llevar y cómo debo arreglarme el cabello?” Yo le diría a esta hermana que debe escoger sus vestidos y arreglar su cabello en conformidad con la naturaleza divina que está en ella. El estilo, el color, el material y el diseño de su ropa debe concordar con el oro divino que hay en ella. Nuestra calle, nuestro camino, es la naturaleza divina, y debemos andar según la misma. Nuestra manera de obrar no se basa en reglas, sino en la naturaleza divina ¿Tiene usted la naturaleza de oro? Entonces viva de acuerdo con ella. Ya que tiene la vida y la naturaleza divinas, ¿por qué no anda en ellas? ¿Concuerda su manera de hablar con la naturaleza divina o con su pobre naturaleza humana? Ojalá todos veamos que hoy la naturaleza de Dios es nuestra calle.

  Quienes estamos en el recobro del Señor andamos en la naturaleza divina. Muchos de los hermanos que están en el liderazgo pueden testificar que yo no les digo a los demás qué deben hacer. Al contrario, los animo a andar según la naturaleza divina que se halla en ellos. Debido a que la naturaleza divina es nuestra calle de oro, en la vida de iglesia no se necesitan reglas. La calle misma es nuestra norma; nada regula más a una persona que una calle. Los conductores de los automóviles espontáneamente son limitados por la calle en la cual conducen. En la Nueva Jerusalén cada uno es regulado por la única calle, por la naturaleza de oro de Dios, la cual está en nosotros.

C. Como vidrio transparente

  El oro puro, que simboliza la calle y la ciudad, la Nueva Jerusalén, es como vidrio claro (v. 18). Esto significa que toda la ciudad es transparente. La calle de oro es como vidrio transparente, carente de toda opacidad. Aunque las perlas pueden ser opacas, cada una de ellas es una gran puerta abierta que no se cerrará ni de día ni de noche.

D. Una espiral que desciende desde el trono de Dios

  La calle de la Nueva Jerusalén es una espiral que desciende desde el trono de Dios y llega a los escogidos de Dios. Por consiguiente, esta calle llega a todas las puertas y nos conduce de las puertas al trono de Dios.

E. Una calle para las doce puertas en cuatro direcciones

  La única calle sirve a las doce puertas en cuatro direcciones. En esta calle todos los redimidos del Señor caminan en absoluta unidad, guiados por la calle hasta el trono de Dios. Por consiguiente, en la Nueva Jerusalén hay una sola calle y conduce a una sola meta.

F. Con el suministro de vida

  Apocalipsis 22:1 dice: “Y me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en medio de la calle”. Este versículo revela que el río de agua de vida fluye en medio de la calle. Por lo tanto, en esta calle está el suministro de vida. Además, el versículo 22:2 dice: “Y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto”. Aquí vemos que el árbol de la vida, el cual está en el río, crece a ambos lados del río que corre a lo largo de la calle. De modo que el suministro de vida está relacionado con la calle. Cuanto más andamos, actuamos y nos mantenemos en la naturaleza divina, más suministro de vida recibimos. Pero si a usted no le interesa la naturaleza divina que hay en su interior, sino que prefiere hacer obras que concuerden con su gusto, entonces pierde el suministro de vida. Pero si se ocupa de manera práctica en su vida diaria de la naturaleza divina que está en usted, disfrutará el rico suministro de vida que se halla a lo largo de la calle de oro.

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