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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Colosenses»
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Mensaje 40

LA REVELACIÓN OBJETIVA, EL MINISTERIO SUBJETIVO, Y LA EXPERIENCIA PRÁCTICA

  Lectura bíblica: Col. 1:15-19, 25-29; 2:2, 6, 9, 18, 23

  Aunque el libro de Colosenses es breve, la revelación que contiene es más elevada que la de cualquier otro libro de la Biblia. Podemos comparar la Biblia al monte Sion, el cual tiene varias cimas. Colosenses es la “cima” más elevada de la Biblia.

UNA COMPARACIÓN

  Si comparamos Colosenses con el Evangelio de Juan, esto nos ayudará a ver cuán elevada es la revelación que se presenta en Colosenses. La mayoría de nosotros aprecia el Evangelio de Juan debido a que es un libro de vida. También es un libro acerca del misterio de la vida. Sin embargo, aunque el Evangelio de Juan es misterioso, la revelación que contiene no tiene comparación con la revelación que vemos en Colosenses. El Evangelio de Juan empieza diciendo: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”. En 1:18, Juan añade: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, El le ha dado a conocer”. Colosenses no nos dice que el Verbo era Dios, pero sí nos dice que Cristo es “la imagen del Dios invisible” (1:15). Las palabras y expresiones que Pablo usa aquí son maravillosas. Luego, en aposición a esta cláusula, Pablo continúa en el mismo versículo diciendo que Cristo es el “Primogénito de toda creación”. Esto indica que “Primogénito de toda creación” es una frase equivalente a “la imagen del Dios invisible”. Esto comprueba que el Primogénito de toda creación es la imagen misma del Dios invisible.

  Leamos Juan 1:3: “Todas las cosas por medio de El llegaron a existir, y sin El nada de cuanto existe ha llegado a la existencia”. Comparemos esto con lo que dice Pablo en Colosenses 1:16-17: “Porque en El fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean señoríos, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de El y para El. Y El es antes de todas las cosas, y todas las cosas en El se conservan unidas”. Es fácil repetir de memoria Juan 1:3, pero es difícil aprender de memoria Colosenses 1:16-17, pues son versículos mucho más complejos. Conforme a Colosenses, el Cristo que recibimos como nuestro Salvador y nuestra vida es la imagen del Dios invisible. Además, Aquel que es la imagen de Dios es el Primogénito de toda creación porque en Él, por medio de Él y para Él fueron creadas todas las cosas. Además, vemos en 1:17 que Cristo es antes de todas las cosas y que todas las cosas en Él se conservan unidas. Esto se refiere a la preexistencia eterna de Cristo y al hecho de que todas las cosas se conservan unidas en virtud de Cristo, quien es el centro que las sostiene, al igual que las radios de una rueda se conservan unidos por el eje. La revelación contenida en estos versículos excede nuestra capacidad para entenderla plenamente.

  En 1:18 Pablo dice además que Cristo es la Cabeza del Cuerpo, la iglesia, y que Él es el principio, el Primogénito de entre los muertos. Luego, leemos en el versículo 19: “Por cuanto agradó a toda la plenitud habitar en El”. La plenitud consta de más de un aspecto. Por tanto, Pablo se esmera en especificar que a toda la plenitud, la plenitud con sus varios aspectos, le agrada habitar en Cristo. Entre los diferentes aspectos de la plenitud, tenemos la plenitud respecto al hecho de que Él es el Primogénito de toda creación, la plenitud respecto al hecho de que Cristo es antes de todas las cosas, la plenitud relacionada con el hecho de que la creación llegó a existir en Él, por medio de Él y para Él, la plenitud respecto al hecho de que Él es el Primogénito de entre los muertos, y la plenitud relacionada con el hecho de que Él es la Cabeza de la iglesia. A toda esta plenitud no sólo le agradó habitar en Cristo, sino también reconciliar consigo todas las cosas. ¿Dónde más podemos encontrar una revelación que se compare a ésta?

  En contraste con el Evangelio de Juan, Colosenses no usa palabras, expresiones y frases sencillas. Las oraciones que aparecen en esta epístola tienen una sintaxis compleja e incluyen muchas frases y cláusulas. De hecho, los versículos en el capítulo uno, del 9 al 20, deberían considerarse una sola oración. Esto difiere grandemente de las expresiones sencillas del Evangelio de Juan, como por ejemplo: “Yo soy el pan de vida”, “Yo soy la luz”, “Yo soy la puerta”.

COMPLETAR LA PALABRA DE DIOS

  En 1:25 vemos que Pablo fue hecho ministro, según la mayordomía de Dios, “para completar la palabra de Dios”. La palabra de Dios es la revelación divina. Sin lugar a dudas, Colosenses forma parte del completamiento de la revelación divina mediante Pablo. Sin esta epístola, la revelación divina no estaría completa. Puesto que Colosenses forma parte de la palabra que completó la revelación divina, la revelación presentada en este libro es sumamente elevada y rica. Debido a que esta revelación es tan elevada y lo que escribe Pablo es tan complejo, no muchos de los cristianos entienden certeramente esta epístola. Creemos que ahora, al final de esta era, el Señor está abriendo este libro para el bien de Su propósito.

UNA REVELACIÓN ACERCA DE QUIÉN ES CRISTO Y DE LO QUE CRISTO ES

  En el capítulo uno de Colosenses, encontramos una revelación elevada acerca de quién es Cristo y de lo que Él es. En realidad, este libro revela más con respecto a qué es Cristo que en cuanto a quién es Cristo. No obstante, la mayoría de los cristianos saben solamente quién es Cristo, pero conocen muy poco qué es Él. No obstante, si queremos conocer al Cristo todo-inclusivo, debemos conocer qué es Él y quién es Él. Es más fácil saber quién es Cristo que qué es Él. En Colosenses 1 vemos que Cristo es la porción de los santos (v. 12), la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda creación, la Cabeza del Cuerpo, el principio, el Primogénito de entre los muertos, y Aquel en quien toda la plenitud se agradó en habitar. ¿Está esta plenitud relacionada con la pregunta de qué es Cristo o de quién es Cristo? Es difícil decir. Sin embargo, tal parece que Pablo personificó la plenitud. Esto indica que él consideraba la plenitud como una persona, puesto que dijo que a esta plenitud le agradó habitar en Cristo y reconciliar consigo todas las cosas. Tales cosas sólo las puede hacer una persona viva, y no una cosa. Cuando consideramos los aspectos de Cristo que se revelan en el capítulo uno, notamos que algunos de ellos responden a quién es Cristo, mientras que otros responden a qué es Él.

LA META DEL MINISTERIO SUBJETIVO

  Hasta ahora, la revelación dada acerca de Cristo en el libro de Colosenses es completamente objetiva. Por ejemplo, objetivamente, Cristo es la imagen de Dios y el Primogénito de toda creación. Sin embargo, en los versículos del 24 al 29 tenemos la mayordomía, la economía, la dispensación, mediante las cuales el Cristo objetivo se imparte en nosotros. El Cristo que se revela de manera objetiva en los versículos del 15 al 19 nos es suministrado de una manera subjetiva mediante el ministerio del mayordomo de Dios, según se ve en los versículos del 25 al 29. Por lo tanto, en Colosenses 1, encontramos tanto la revelación objetiva como el ministerio subjetivo. La meta del ministerio subjetivo es impartir en nosotros al Cristo que se revela objetivamente. Si tuviéramos solamente los versículos del 15 al 19, y no los versículos del 25 al 29, tendríamos solamente la revelación objetiva, y no el ministerio subjetivo. Necesitamos el ministerio subjetivo para que el Cristo todo-inclusivo, que se revela objetivamente, nos sea suministrado.

  Ministrar subjetivamente al Cristo objetivo es completar la palabra de Dios. Por consiguiente, completar la palabra de Dios no es una mera doctrina, sino un ministerio. Mediante el ministerio subjetivo, el Cristo objetivo llega a ser el Cristo que mora en nosotros, conforme al versículo 27. En los versículos del 25 al 29, Cristo ya no es meramente objetivo, sino que ahora es el Cristo subjetivo que mora en nosotros para ser nuestra esperanza de gloria. Él ha llegado a ser subjetivo por haber sido impartido en nosotros mediante el ministerio del mayordomo. Ahora, el Cristo objetivo se ha convertido en el Cristo subjetivo, en el Cristo que vive en nosotros.

  Es relativamente fácil hablar del Cristo objetivo, pero es difícil suministrar a este Cristo en los santos para que Él llegue a ser subjetivo para ellos. Para esto, Pablo laboraba, luchando según la operación de Dios que actuaba en él con poder (v. 29). Pablo trabajaba, luchaba y sufría, a fin de que Cristo fuese suministrado a los santos y ellos lo pudiesen experimentar. La meta de Pablo al laborar de esta manera era “presentar perfecto en Cristo a todo hombre”. Su objetivo era ministrar a Cristo a los demás, a fin de que ellos llegasen a ser perfectos y completos al madurar con Cristo hasta alcanzar el pleno crecimiento. Primero, Pablo se esforzaba por ministrar a Cristo en los santos. Es por eso que en 1:27 él dice “Cristo en vosotros”, y más adelante dice que luchaba por los santos, a fin de presentar “perfecto en Cristo a todo hombre”. Por un lado, era necesario que Cristo estuviera en los santos; por otro, los santos debían madurar en Cristo. Esto exige mucha labor, incluso el hecho de luchar según la operación divina.

  No es fácil ayudar a los santos a experimentar al Cristo que se revela en el capítulo uno de Colosenses. En 2:1 Pablo habló de la gran lucha que él sostenía por causa de los creyentes de Colosas y Laodicea. Si deseamos que otros comiencen a experimentar al Cristo todo-inclusivo de una manera práctica, es necesario que también laboremos en favor de ellos.

  Después de presentar la revelación objetiva de Cristo, Pablo comenzó a hablar de la necesidad del ministerio subjetivo de Cristo. Mediante este ministerio, el Cristo objetivo, revelado en 1:15-19, es impartido en los santos con miras a que more en ellos como su esperanza de gloria. Además, se requiere cierta labora, cierta lucha, a fin de presentar a los santos perfectos en Cristo. Ministrar a Cristo en los demás es difícil, pero presentarlos perfectos en Cristo es aún más difícil. Es crucial que nosotros experimentemos al Cristo que vive en nosotros y también que experimentemos verdaderamente lo que significa llegar a ser plenamente maduros en Él.

LA EXPERIENCIA DEL CRISTO TODO-INCLUSIVO

  En el capítulo uno, vemos de una manera general la revelación objetiva de Cristo y el ministerio subjetivo de Cristo. Luego, en el capítulo dos, nos encontramos otro asunto: la experiencia práctica que tenemos del Cristo todo-inclusivo que ha sido ministrado a nosotros subjetivamente. Así pues, tenemos la revelación objetiva, el ministerio subjetivo y la experiencia práctica. Colosenses 2 abarca principalmente el pleno desarrollo de la experiencia práctica que tenemos del Cristo todo-inclusivo.

La necesidad de que nuestros corazones estén contentos

  Respecto a este desarrollo, Pablo dice que él luchaba por los santos para que sus corazones fuesen consolados, entrelazados en amor. Pablo era consciente de la importancia de que los corazones fueran consolados y alegrados. Puedo testificar que si nuestros corazones no están contentos, es muy difícil experimentar a Cristo. Por ejemplo, un día me sentí descontento por la manera en que me trató el personal de una aerolínea y por la posibilidad de tener que esperar un vuelo varias horas. Como no quise seguir descontento, oré y dije: “Señor, alégrame mientras espero tres horas hasta la llegada del próximo vuelo”. En aquella ocasión pude ver, tal como lo veo ahora, que es difícil experimentar al Cristo todo-inclusivo a menos que nuestro corazón esté contento. Cuando hay descontento en nuestro corazón, en nuestra experiencia nos parece que Cristo estuviera muy lejos de nosotros. Si usted quiere experimentar al Cristo todo-inclusivo, no permanezca enojado con su marido o esposa. Usted debe orar y pedirle al Señor que le quite todo su descontento. Puesto que Pablo conocía la importancia de que el corazón fuese consolado, él luchó por los santos para que sus corazones fueran reconfortados y así tuviesen el “pleno conocimiento del misterio de Dios, Cristo”.

Andar, ser arraigados y ser sobreedificados

  En 2:6-7 encontramos más aspectos acerca del hecho de experimentar a Cristo de una manera práctica. El versículo 6 dice: “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Cristo, a Jesús el Señor, andad en El”. Para experimentar a Cristo de una manera práctica, primero debemos recibirlo a Él y luego andar en Él.

  En el versículo 7 Pablo añade: “Arraigados y sobreedificados en El, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracia”. Aunque ya fuimos arraigados en Cristo, debemos avanzar para ser sobreedificados en Él y ser confirmados en la fe. Todos estos asuntos, incluyendo el de abundar en acciones de gracia, están relacionados con la experiencia práctica.

La filosofía, las tradiciones y los rudimentos del mundo

  El versículo 8 dice: “Mirad que nadie os lleve cautivos por medio de su filosofía y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo”. Este versículo habla de tres cosas negativas: la filosofía y las huecas sutilezas, las tradiciones, y los rudimentos del mundo. Estas cosas negativas son contrarias a Cristo. Debemos ser vigilantes para no ser llevados cautivos por estas cosas. En el versículo 9 Pablo explica que en Cristo “habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. Puesto que tenemos a este Cristo, ¿qué necesidad tenemos de la filosofía, de las tradiciones de los hombres, o de los rudimentos del mundo?

La humildad, la religión y las ordenanzas

  En 2:18 Pablo nos da otra advertencia: “Que nadie, con humildad autoimpuesta y culto a los ángeles, os defraude juzgándoos indignos de vuestro premio, hablando constantemente de lo que ha visto, vanamente hinchado por la mente puesta en la carne”. El premio mencionado aquí es Cristo como nuestro deleite. Pablo nos advierte que no debemos permitir que nadie nos prive de disfrutar a Cristo valiéndose de asuntos como la humildad, la mejor de las virtudes humanas, y del culto a los ángeles, una forma refinada de religión.

  En los versículos 20 y 21 Pablo habla acerca de las ordenanzas. En estos versículos dice: “Si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a ordenanzas (no manejes, ni gustes, ni aun toques”. Como lo indica Pablo en el versículo 22, éstas son cosas que “se destruyen con el uso)”.

LA CULTURA: UN ENEMIGO QUE NOS IMPIDE EXPERIMENTAR A CRISTO

  En 2:8, 18 y 20, Pablo menciona varios asuntos: la filosofía, las tradiciones, los rudimentos del mundo, la humildad, el culto a los ángeles y las ordenanzas. En realidad, todos estos asuntos pueden resumirse en una sola palabra: cultura. La filosofía es uno de los mejores productos de la cultura humana. Las tradiciones también tienen que ver con la cultura. De hecho, las tradiciones provienen de la cultura, y la cultura está corporificada en las tradiciones. Donde no hay cultura, no hay tradición alguna, y donde no hay ninguna tradición, no puede haber cultura. Asimismo, los rudimentos del mundo, que son los principios rudimentarios de las enseñanzas básicas, son también aspectos de la cultura. La humildad es una virtud que encontramos entre la gente más culta. Cuanto más refinada y culta sea una persona, más humilde será, pero cuanto más inculta y salvaje sea una persona, menos humilde será. Por lo tanto, la humildad está íntimamente relacionada con el refinamiento cultural. Además, quienes adoran ángeles son personas de un alto nivel cultural. La gente de una cultura inferior adoran animales, pero quienes adoran ángeles son personas más cultas. En realidad, el culto a los ángeles es una forma refinada de idolatría, una práctica que todavía hoy se encuentra en el catolicismo. Algunas personas justificarían el culto a los ángeles argumentando que esto es mejor que adorar animales. Por último, las ordenanzas del hombre están relacionadas con su cultura. Las ordenanzas son las reglas que se relacionan con nuestra manera de vivir. Un ejemplo de esto son los modales que hay que guardar en la mesa. Cuanto más culto sea un pueblo, más ordenanzas tendrá. Cuanto más culta sea una persona, más razones tendrá para decir: “No manejes, ni gustes, ni aun toques”.

  Aunque la palabra cultura no se menciona en Colosenses, en realidad este libro fue escrito para hacer frente a la cultura, un verdadero enemigo que nos impide experimentar y disfrutar a Cristo. Todos los pueblos aprecian y valoran su propia cultura. Es por eso que la cultura constituye un obstáculo que impide que la gente experimente a Cristo.

  En la sección de Colosenses donde se habla de la manera práctica de experimentar a Cristo, Pablo enumera muchos asuntos que nos estorban. Los asuntos que se mencionan en Colosenses son muy diferentes de aquellos que se enumeran en 1 Corintios, donde Pablo hace frente a la división, los celos, la fornicación y los pleitos judiciales. En Gálatas, Pablo confronta la ley y establece que ella nos impide experimentar a Cristo. Pero en Colosenses él habla de un asunto muy escondido y sutil, a saber, la cultura. Los cristianos condenan la fornicación y la división, y la mayoría de ellos está consciente de que la ley ha terminado. Pero, ¿quien rechaza la cultura como algo que nos impide disfrutar a Cristo? Incluso entre nosotros son muy pocos los que condenan la cultura por esta razón.

  La iglesia en Colosas había sido invadida por una mezcla de cultura judía y griega. Los elementos del gnosticismo y ascetismo se habían infiltrado en la vida de iglesia. Tanto el gnosticismo como el ascetismo son productos de culturas altamente desarrolladas. Los que practican el ascetismo, que consiste en tratar severamente el cuerpo, son generalmente personas refinadas, cultas.

  Debemos recordar que el libro de Colosenses no fue escrito para confrontar el pecado ni la ley, sino para hacer frente a la cultura. El Cristo que se revela en Colosenses no se puede experimentar, a menos que los obstáculos culturales sean expuestos y eliminados. Es posible conservar nuestra cultura y a la vez experimentar al Cristo que se revela en otros libros del Nuevo Testamento, pero para experimentar al Cristo todo-inclusivo que se revela en Colosenses tenemos que condenar el obstáculo que representa nuestra cultura.

  En Colosenses, Pablo presenta primeramente la revelación objetiva y luego el ministerio subjetivo. En el capítulo dos, al abordar el tema de cómo experimentar a Cristo de manera práctica, él hace notar que el obstáculo más sutil que nos impide disfrutar a Cristo es nuestra cultura. En cuanto a la revelación objetiva de Cristo, el libro de Colosenses nos proporciona la revelación más elevada. Del mismo modo, y con relación a la manera práctica de experimentar a Cristo, este libro revela la frustración más sutil. Espero que cause una profunda impresión en todos nosotros el hecho de que debemos desechar nuestra cultura si queremos experimentar al Cristo todo-inclusivo de una manera práctica.

VIVIR A CRISTO

  Algunos de los que han visto la importancia de desechar la cultura, tal vez digan que ya han hecho esto. Es posible que los santos estadounidenses digan que han abandonado su cultura americana, y los creyentes chinos digan haber abandonado su cultura china. No obstante, tal vez no hayan abandonado la cultura que ellos mismos han fabricado y desarrollado. En realidad, es posible que al abandonar nuestra cultura, simplemente nos inventemos otra cultura: la cultura de abandonar la cultura. En tal caso, reemplazamos nuestra cultura, mas no con Cristo, sino con una cultura anticultural. Lo importante aquí no es abandonar nuestra cultura, sino vivir a Cristo. El resultado no es la cultura contra la no cultura, sino la cultura contra Cristo. Lo que debe importarnos es Cristo y vivir por Él. Por consiguiente, lo importante aquí no es que, por el lado negativo, tratemos de abandonar nuestra cultura, sino que, por el lado positivo, vivamos a Cristo.

  Los niños deben ser criados conforme a ciertas normas culturales. De lo contrario, serán salvajes e incontrolables. Sería un grave error que los padres cristianos les dijeran a sus hijos que no necesitan la cultura, sino que simplemente deben disfrutar a Cristo. Los niños necesitan la cultura hasta que sean lo suficiente maduros para experimentar a Cristo y vivir por Él. Todo aquel que no ha recibido a Cristo debe tener cultura para vivir correctamente. La sociedad de hoy necesita la cultura. Cuanto más culta es la gente, menos necesita ser controlada por la policía o por los tribunales. Quiero poner muy en claro que de ninguna manera estoy diciendo que debemos simplemente abandonar nuestra cultura. En lugar de tratar de desechar nuestra cultura, debemos preocuparnos por ganar a Cristo. Cuanto más tengamos de Cristo, menos necesitaremos vivir por la cultura.

  En realidad, todo lo que tenemos que no es Cristo, es alguna forma de cultura. Por ejemplo, el hecho de comer con cuchillo y tenedor es un aspecto cultural, así como también el hecho de comer con palillos. Todos tenemos nuestra propia cultura que hemos creado y nos hemos impuesto. Eso significa que todos tenemos nuestra manera particular de vivir. Usted vive a su manera, y yo vivo a mi manera. Vivir conforme a nuestra manera es vivir conforme a nuestra cultura. Como ya hemos mencionado, éste es el obstáculo más grande que nos impide disfrutar a Cristo. Por consiguiente, preocupémonos cada vez más por experimentar a Cristo y por vivirlo a Él de una manera práctica cada día.

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