Mensaje 9
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Lectura bíblica: Dn. 7:1-8, 11-12, 15-28
El libro de Daniel tiene dos secciones principales. La primera sección (1:3—6:28), que abarca seis casos, nos habla de la victoria que, en medio de su cautiverio, los jóvenes descendientes del pueblo elegido de Dios —que había caído en degradación— lograron sobre las estratagemas adicionales de Satanás. La segunda sección (caps. 7—12) relata las visiones del Daniel vencedor. La fidelidad y victoria de Daniel hicieron que él tuviera la posición y ángulo correctos para recibir las visiones procedentes de Dios.
Daniel recibió una visión tras otra. Él recibió visiones procedentes de Dios no solamente con respecto al destino del pueblo elegido de Dios, sino también con respecto a la eternidad de Dios. Este libro, en su punto más elevado, toca el asunto de cómo Dios se ha propuesto pasar Su eternidad.
En los capítulos 2 y 4, Nabucodonosor, un rey gentil, vio dos grandes visiones: una gran imagen humana y un gran árbol. Aunque Nabucodonosor vio estas visiones, fue necesario que Daniel las interpretase. El gran árbol en el capítulo 4 corresponde a la cabeza de la imagen humana en el capítulo 2: ambos representan a Nabucodonosor. Cuando la cabeza fue tocada por Dios, el árbol fue talado, y Nabucodonosor se convirtió en una bestia (4:16, 25).
En la primera visión, la cabeza de la gran imagen humana era de oro. Cada una de las secciones siguientes de la imagen humana estaba hecha de diferentes metales, variando de la plata al bronce para finalmente convertirse en hierro. A los ojos del hombre, estos cuatro metales representan cuatro grandes gobiernos humanos y culturas. Sin embargo, lo que Daniel vio en la visión del capítulo 7 fue muy diferente. En lugar de cuatro metales distintos, él vio cuatro bestias crueles. Debemos estudiar cuidadosamente la descripción de esas cuatro bestias.
Daniel 7:1 dice: “En el primer año de Belsasar, rey de Babilonia, Daniel vio un sueño y visiones de su cabeza mientras estaba en su cama. Luego escribió el sueño y relató la suma del asunto”. Esto indica que el año de la visión descrita en el capítulo 7 fue el primer año del gobierno de Belsasar como rey de Babilonia, alrededor del año 555 a. C. El cautiverio comenzó en el año 606 a. C., y el retorno de los hijos de Israel procedentes del cautiverio tuvo lugar el año 536 a. C., diecinueve años después que Daniel vio esta visión.
Daniel 7:2-8 describe las cuatro bestias que emergieron del mar Mediterráneo. El mar Mediterráneo era el centro de la tierra habitada. La economía de Dios concerniente a Su creación hizo del área del Mediterráneo el centro de la cultura hasta los tiempos de Colón. La cultura humana se ha convertido en un gran mar lleno de vientos y tormentas.
Los cuatro vientos del cielo agitaron el gran Mar, y cuatro bestias emergieron de dicho mar (vs. 2-3). Esto no quiere decir que el cielo fuese la fuente de las cuatro bestias, sino que el cielo dispuso la situación para que ellas fueran producidas. Los cuatro vientos representan el mover que viene del cielo procedente de cuatro direcciones, que el gran Mar fuese agitado representa la agitación de la situación política alrededor del mar Mediterráneo, y las cuatro bestias que emergieron del mar representan cuatro grandes reyes fieros, crueles e inhumanos junto con sus imperios (v. 17).
En el capítulo 2, en el sueño de Nabucodonosor, el gobierno humano sobre la tierra estaba representado por una gran imagen humana, llena de gloria y esplendor. En el capítulo 7 le fue revelado a Daniel, el profeta de Dios, que los cabezas de los gobiernos humanos sobre la tierra así como los gobiernos mismos estaban representados por bestias salvajes.
La primera bestia (v. 4) corresponde a la cabeza de oro de la gran imagen humana descrita en 2:36-38, que representa a Babilonia con su fundador y rey: Nabucodonosor.
La primera bestia era como un león: el rey de las bestias, la más fiera y cruel.
La primera bestia también tenía alas de águila. El águila es el rey de las aves. Las alas de águila de la bestia representan que ella estaba en el aire —región que pertenece a Satanás, el príncipe del aire— y que su mover era veloz.
Daniel nos dice que él estaba mirando hasta que las alas de esta bestia le fueron arrancadas. Que se le arrancaran las alas significa que su poder para moverse le fue quitado y se volvió como una bestia en el campo, según se menciona en 4:23-25a. Cuando Dios tocó a Nabucodonosor, éste se volvió como una bestia en el campo.
“Fue levantada de la tierra y puesta sobre dos pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre” (7:4b). Esto quiere decir que esta bestia se volvió similar a un hombre de pie sobre la tierra y poseedor de un corazón de hombre, según se indica en 4:25b y 32b.
La segunda bestia (7:5) corresponde al pecho y los brazos de plata de la gran imagen humana descrita en 2:32 y 39a, que representa a Medo-Persia.
La segunda bestia era semejante a un oso. Esto significa que no era tan fuerte ni veloz como el león, pero que todavía era muy feroz y cruel.
Esta bestia se levantó sobre uno de sus costados. Esto significa que Media y Persia se convirtieron en un solo dominio.
Tenía tres costillas en su boca, entre sus dientes. Esto significa que esta bestia devoró tres reinos: Babilonia, Asia Menor y Egipto.
A la segunda bestia se le ordenó levantarse y devorar mucha carne. Esto significa que habría de devorar a más naciones.
La tercera bestia (7:6) corresponde al vientre y los muslos de bronce de la gran imagen humana descrita en 2:32, 39b, que representa a Grecia con su rey, Alejandro Magno.
La tercera bestia era semejante a un leopardo. Esto significa que ella era feroz, cruel y veloz (Hab. 1:8a).
Esta bestia tenía cuatro alas de ave en su espalda. Esto significa que ella era veloz por medio de sus cuatro generales, como un ave con cuatro alas.
Esta bestia tenía cuatro cabezas. Esto significa que las cuatro alas que le daban rapidez se convirtieron en cuatro cabezas, cuatro generales, los cuales, a su vez, se convirtieron en cabezas de cuatro reinos. Después de la muerte de Alejandro Magno, sus cuatro generales dividieron su imperio en cuatro reinos.
Se le dio dominio a la tercera bestia. Esto significa que le fue dada autoridad para regir a las naciones.
La cuarta bestia (7:7-8) es la bestia revelada en Apocalipsis 13:1-2.
La cuarta bestia corresponde a las piernas de hierro así como a los pies y sus dedos —en parte de hierro y en parte de barro cocido— de la gran imagen humana descrita en 2:40-43, que representa al Imperio romano.
Según es representado por el hierro, la cuarta bestia era espantosa, terrible y en gran manera fuerte.
Esta bestia tenía grandes dientes de hierro y garras de bronce, y ella devoraba, desmenuzaba y hollaba con sus pies todo lo demás (v. 19). Esto significa que tenía gran poder para devorar a las naciones y desmenuzarlas así como para hollar todo lo demás.
La bestia tenía diez cuernos (7:20a). Esto significa que tenía diez reyes (Ap. 17:12-13).
Un pequeño cuerno subió entre los diez cuernos, y tres de ellos fueron arrancados delante de éste (Dn. 7:8a, 20b, 24). Esto significa que el anticristo surgirá entre los diez reyes y que ante él serán destruidos tres de esos reyes. De este modo, el anticristo se convertirá en el cuerno más fuerte.
En este cuerno había ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas (Dn. 7:8b, 20c, 25a). Esto significa que el anticristo poseerá perspicacia muy aguda para percibir las cosas y con su boca blasfemará en contra de Dios (Ap. 13:5a, 6). Debido a esto, el anticristo será muerto, y su cuerpo será destruido y dado al fuego ardiente (Dn. 7:11; Ap. 19:20).
Este cuerno (el anticristo) hará guerra contra los santos, desgastará a los santos del Altísimo durante tres años y medio, y prevalecerá sobre ellos (Dan. 7:21, 25; Rev. 13:7a).
Este cuerno (el anticristo) pensará en cambiar los tiempos y la ley (Dn. 7:25).
Este cuerno (el anticristo) será juzgado por Dios y su dominio le será quitado, de modo que será aniquilado y destruido hasta el fin (vs. 11b, 26).
Según 7:22 y 27, el reino, el dominio y la grandeza de los reinos debajo de todo el cielo será dado al pueblo de los santos del Altísimo.
En cuanto a las demás bestias, su dominio (su autoridad y reinado) fue quitado, pero se les otorgó prolongación de vida (la cultura) por un tiempo y plazo (v. 12). Esto indica que aunque a Babilonia, Persia y Grecia les fue quitado el dominio y la autoridad que tenían, su vida, esto es, su cultura, fue prolongada y continúa existiendo. En la actualidad formamos parte de la cultura occidental, la cultura romana. La cultura occidental es la consumación de las culturas romana, griega, persa y babilónica.
Belsasar, el rey babilónico, fue derrotado por Darío el medo. Después, Alejandro Magno vino a derrotar a Darío el persa (un Darío diferente) en el año 330 a. C. Los cuatro generales de Alejandro le sucedieron para regir sobre cuatro reinos. En el año 27 a. C. César Augusto se convirtió en el emperador del Imperio romano, reemplazando al Imperio griego. Aunque el Imperio romano llegó a su fin alrededor del año 476 d. C., su espíritu, cultura, ley, política y costumbres continúan existiendo. Por tanto, en cierto sentido, al presente todavía formamos parte del Imperio romano.
Los libros de Daniel y Apocalipsis revelan la economía de Dios. Conforme a Su economía, Dios regirá sobre el mundo, producirá una situación para que Israel sea Su elegido, ganará a la iglesia como Su pueblo misterioso y obtendrá a todas las naciones en calidad de pueblos presentes en el reino eterno de Dios. Si vemos esto, sabremos dónde estamos y conoceremos el significado de nuestra vida humana.