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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Efesios»
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Mensaje 66

LA ARMADURA SE APLICA POR MEDIO DE LA ORACION

  En este mensaje llegamos a Ef. 6:18-20, que abarca específicamente el tema de la oración.

I. LA ORACION ES EL MEDIO POR EL CUAL APLICAMOS LOS COMPONENTES DE LA ARMADURA DE DIOS

  Ya vimos que la armadura de Dios se compone de seis piezas: el cinto de la verdad, la coraza de justicia, el firme cimiento del evangelio de la paz, el escudo de la fe, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu. Cuando estamos equipados con una armadura tan completa como ésta, podemos estar firmes contra los ataques del enemigo e incluso arremeter contra él. Después de describir los componentes de la armadura de Dios, Pablo se dirige al tema de la oración.

  El versículo 18 dice: “Con toda oración y petición orando en todo tiempo en el espíritu, y para ello velando con toda perseverancia y petición por todos los santos”. La frase “con toda oración y petición” califica la palabra “recibir” mencionada en el versículo 17. Con toda oración recibimos tanto el yelmo de la salvación como la palabra de Dios, lo cual indica que debemos recibir la palabra de Dios por medio de toda oración y petición. Debemos orar mientras recibimos la palabra de Dios. Ya vimos que la armadura completa de Dios se compone de seis piezas. La oración puede considerarse la séptima; es el medio por el cual aplicamos los otros componentes.

  La frase calificativa “con toda oración y petición” del versículo 18 está relacionada con las seis piezas de la armadura presentadas en los versículos del 14 al 17. Con toda oración y petición nos ceñimos de la verdad, nos ponemos la coraza de justicia y nos calzamos los pies con el firme cimiento del evangelio de la paz. Además, con toda oración tomamos el escudo de la fe y recibimos el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, el cual es la palabra de Dios. Cada vez que queramos vestirnos de toda la armadura, o usar cualquier parte de ella, necesitamos orar. No podemos ni debemos intentar usar ninguno de sus componentes sin la oración. La oración es el único medio para aplicar la armadura de Dios. Es la oración la que pone la armadura a nuestra disposición de una manera práctica. Por ejemplo, si bien tenemos el yelmo de la salvación, es la oración la que lo hace disponible y prevaleciente. Vemos así que la oración es crucial y vital.

II. ORAR

  En el versículo 18 Pablo no habla de una sola clase de oración, sino de toda oración y petición. La oración es general, mientras que la petición es específica. Debemos orar de una manera ordinaria y también, cuando sea necesario, de una manera extraordinaria, si es posible, renunciando al sueño o a la comida para pedirle al Señor con respecto a cierta situación.

A. En todo tiempo

  En el versículo 18 Pablo dice que debemos orar “en todo tiempo”. Algunos piensan que la frase “en todo tiempo” se refiere simplemente al momento en que oramos, mientras que para otros significa todo el tiempo. Orar siempre corresponde a lo que dijo Pablo en 1 Tesalonicenses 5:17, donde habla de orar sin cesar.

B. En el espíritu

  En el versículo 18 Pablo declara específicamente que debemos orar en el espíritu. Este espíritu es nuestro espíritu regenerado, en el cual habita el Espíritu de Dios. Puede considerarse el espíritu mezclado: nuestro espíritu mezclado con el Espíritu de Dios. Siempre que estamos en nuestro espíritu, estamos también en el Espíritu Santo, porque nuestro espíritu es uno con el Señor (1 Co. 6:17). Por tanto, la exhortación de Pablo en cuanto a orar en el espíritu implica que debemos también orar en el Espíritu de Dios, porque los dos espíritus están mezclados en nosotros.

  Al orar, la principal facultad que debemos emplear es nuestro espíritu. Si nuestra mente está muy activa o si nuestras emociones no están moderadas, nos será difícil orar. Cuando oramos, nuestra mente debe estar en reposo y nuestras emociones, reguladas, es decir, no deben ser ni muy fervientes ni muy frías. Conforme a mi experiencia, si mi mente está ocupada con otras cosas, me distraigo fácilmente cuando oro. Del mismo modo, si mi parte emotiva no está moderada, me es difícil decir algo desde mi espíritu cuando oro. Por ello, para poder orar en el espíritu, necesitamos una mente recalibrada y una parte emotiva equilibrada. Esto requiere muchísimo ejercicio interior.

  Además, si deseamos orar en el espíritu en todo tiempo, nuestra voluntad debe ser fuerte. Una persona que tiene una voluntad de medusa no puede orar. Aparentemente orar es fácil, pero en realidad no lo es. Es muy fácil hablar o leer, pero no es fácil orar. A esto se debe que la oración requiera el ejercicio de nuestra voluntad.

  Un cristiano debe ser una persona que ora. Es pecado no orar. Si usted no ora por los demás, sean los santos, o los miembros de su familia, está pecando. Sin embargo, muy pocos cristianos consideran que no orar sea un pecado. Para poder ser personas de oración es necesario que ejercitemos nuestra voluntad. Si deseamos tener una vida de oración, nuestra mente debe ser sobria, nuestras emociones, reguladas, y nuestra voluntad, fortalecida. Entonces podremos orar en todo tiempo en el espíritu.

III. VELAR

A. Para esta oración

  En el versículo 18 Pablo añade: “Y para ello velando con toda perseverancia y petición por todos los santos”. Esto indica que debemos velar, estar alerta, para mantener esta vida de oración. Debemos vigilar para no ser despojados del tiempo que debemos dedicar a la oración. Con el fin de velar de una manera práctica, en las iglesias muchos santos dedican un tiempo específico para orar.

  La expresión ”velar para ello” implica la necesidad de ejercitar nuestra voluntad, sosegar nuestra mente y regular nuestras emociones para poder orar apropiadamente. Se requiere bastante ejercicio para lograr que nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad sean sumisas y obedientes. Debido a que muchos creyentes no practican esto, sus mentes son rebeldes. Cuando le ordenan a su mente que se calme, ésta se vuelve más activa. Otros tienen problemas con sus emociones. Debemos soler ejercitarnos en la oración hasta el punto de que podemos orar aun después de haber sostenido una larga conversación. La necesidad de esta clase de oración está implícita en lo que dice Pablo tocante a velar para la oración.

  Si no velamos en cuanto a nuestra vida de oración, perderemos tiempo; durante el día lo desperdiciaremos, un poco aquí y un poco ahí. Tal vez perdemos tiempo porque ni hacemos un horario, ni lo mantenemos bajo control. Cuando estamos en el trabajo, nuestro tiempo está bastante regulado; pero cuando se trata de orar, muchos no programamos nuestro tiempo, y como resultado, perdemos tiempo que debería dedicarse a la oración. Si no redimimos el tiempo y aprovechamos cada oportunidad, perderemos tiempo innecesariamente. Aunque estemos muy ocupados, no debemos tomar esto como pretexto para no orar. Si valoramos nuestra vida de oración, velaremos para ello y le dedicaremos el tiempo necesario. Por muy ocupados que estemos, tendremos tiempo para la oración.

  Los ejemplos bíblicos muestran que es mejor separar más de un tiempo al día para la oración. Por ejemplo, Daniel oraba tres veces al día (Dn. 6:10). El salmista hablaba de orar por la mañana, al mediodía y al atardecer (Sal. 55:17). Si desarrollamos el hábito de orar en tiempos señalados todos los días, recibiremos una gran bendición. Esta bendición no sólo afectará nuestra vida personal, sino también a la iglesia, a nuestro vecindario e incluso a nuestra nación.

B. Con toda perseverancia

  Pablo nos insta a velar en oración con toda perseverancia. Para mantener una vida de oración, necesitamos toda perseverancia, es decir, una dedicación constante y persistente. Una vez que dediquemos cierta hora de la mañana a la oración, necesitamos velar con persistencia con respecto a esa hora. No permitamos que nada nos distraiga; si es posible, desconectemos el teléfono durante ese tiempo. Si no somos persistentes en velar para ello, el enemigo nos enviará muchas distracciones.

C. Con toda petición

1. Por todos los santos

  En el versículo 18 Pablo también habla de hacer “petición por todos los santos”. Esto indica que debemos orar por los santos. Velar por nuestra vida de oración requiere que oremos de manera específica. Esto quiere decir que debemos pedir particularmente que podamos velar en cuanto a la oración, es decir, debemos orar por nuestra vida de oración, por nuestro tiempo de oración. También tenemos que hacer petición por todos los santos. Pensemos por un momento en todo el tiempo que se necesita para orar por los santos de nuestra localidad y por los santos de otras ciudades y países.

2. Por el apóstol

a. Para que le sea dada palabra

  En el versículo 19 Pablo añade: “Y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio”. El término griego traducido “palabra” también significa mensaje, expresión. Pablo pedía a los creyentes que ellos hicieran petición a fin de que le fuera dada palabra. El deseaba abrir su boca con denuedo para dar a conocer el misterio del evangelio. Pablo necesitaba la palabra y también el denuedo para declararla.

  El misterio del evangelio es Cristo y la iglesia, los cuales cumplen el propósito eterno de Dios. Algunos cristianos predican un evangelio en el que no hay ningún misterio. En cambio, Pablo proclamaba el misterio del evangelio. Este misterio comprende toda la economía neotestamentaria. Cristo es el misterio de Dios, y la iglesia es el misterio de Cristo. Cristo y la iglesia cumplen la economía de Dios, la cual también es un misterio. Todos estos misterios están relacionados con el evangelio.

  Es mi firme creencia que el Señor tiene la intención de que en todas las iglesias locales se desarrolle un ambiente de predicación del evangelio. Debemos orar para que dicho ambiente llegue a ser prevaleciente. En nuestras reuniones de predicación del evangelio, no sólo debemos cantar y decirle a la gente que Cristo puede satisfacer sus necesidades. Al contrario, debemos dar mensajes completos que revelen las verdades elevadas de la economía de Dios. Hablémosles a los incrédulos del deseo eterno de Dios. No subestimemos la capacidad que ellos tienen de entender. Ellos tal vez entienden mucho más de lo que nos imaginamos. Sin duda alguna, esta clase de predicación atraerá a muchos incrédulos al Señor.

  En nuestras reuniones del evangelio, debemos predicar y a la vez enseñar. Debemos enseñar en un ambiente evangélico. Ciertamente los santos querrán traer a sus parientes y amistades a este tipo de reuniones. Nuestra carga es dar a conocer el misterio del evangelio. Oren por esto, oren que el Señor nos conceda la palabra y abra nuestra boca para enseñar y predicar con denuedo el misterio del evangelio. Todos necesitamos proclamar el evangelio de una manera elevada.

b. Para que él hable con denuedo

  En el versículo 20 Pablo dice a continuación: “Por el cual soy embajador en cadenas, para que en ello hable con denuedo, como debo hablar”. Pablo era embajador por causa del evangelio. Un embajador es una persona enviada por una autoridad específica para comunicarse con cierto pueblo. Pablo se consideraba un embajador enviado por Dios; él era enviado por la autoridad más alta del universo. Sin embargo, él era un embajador en cadenas. La palabra griega traducida “cadenas” se refiere a la cadena que une un prisionero a su guardia. Pablo deseaba que en estas cadenas él pudiera hablar con denuedo. Aunque Pablo estaba encadenado a su guardia, su deseo era poder hablar con denuedo, como debía hablar.

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