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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Efesios»
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Mensaje 8

HACER QUE EN CRISTO SEAN REUNIDAS BAJO UNA CABEZA TODAS LAS COSAS

(1)

  En este mensaje abordaremos el tema de que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas. Para muchos de nosotros esto tal vez sea un pensamiento totalmente nuevo. Ef. 1:10 dice: “Para la economía de la plenitud de los tiempos, de hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra”. Algunas versiones traducen parte de este versículo de la siguiente manera: “De reunir todas las cosas en Cristo”. Esta traducción es deficiente. En griego, la palabra que se traduce: “hacer que ... sean reunidas bajo una cabeza” es la forma verbal del sustantivo “cabeza”. La traducción correcta de esta frase es: “Hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas”.

LA GRACIA SOBREABUNDANTE DE DIOS OPERA PARA HACER QUE EN CRISTO SEAN REUNIDAS BAJO UNA CABEZA TODAS LAS COSAS

  No debemos aislar los versículos 9 y 10 de los versículos precedentes, pues los versículos del 3 al 14 son en realidad una larga frase. Puesto que los versículos 9 y 10 no contienen oraciones desligadas, debemos referirnos a los versículos 7 y 8, que hablan de las riquezas de la gracia de Dios y de la gracia que El hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría y prudencia. Si leemos estos cuatro versículos juntos, veremos que todo lo que contienen está relacionado a la gracia sobreabundante. La gracia sobreabundante hace tanto por nosotros. Por ejemplo, ella nos constituye la herencia de Dios y hace que El sea nuestra herencia. En una familia, los hijos son la herencia del padre. Un hombre puede ser muy rico, pero si no tiene hijos, en realidad es pobre, y posiblemente tenga la sensación de no tener nada. Esto indica que los hijos son la herencia del padre. Según la Biblia, cuantos más hijos tenemos, más ricos somos. Nada se puede comparar con ellos. Como hijos de Dios, somos Su herencia. La gracia sobreabundante nos hace hijos de Dios y herencia Suya. También hace que Dios sea nuestra herencia. En una familia, no sólo los hijos son herencia del padre, sino que también el padre es la herencia de los hijos. Muchos hijos pueden testificar que preferirían perder cualquier cosa antes que perder a su padre. El padre viviente es la mejor herencia. Estamos en el proceso de llegar a ser la herencia de Dios, y El está en el proceso de llegar a ser nuestra herencia. Esto lo hace posible la sobreabundante gracia de Dios.

  La cuestión de la herencia mutua, sin embargo, no es el fin, pues como lo indican los versículos 9 y 10, la gracia sobreabundante logrará que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas. Por medio de la gracia sobreabundante, se llevan a cabo ciertas cosas en el universo con miras a que Cristo sea la Cabeza sobre todas las cosas. Es necesario que veamos cómo la gracia sobreabundante lleva a cabo esto.

  Antes de examinar esto, debemos decir algo acerca de los que estamos en la iglesia en el recobro del Señor. Aunque somos pocos, somos las personas más importantes de la tierra, más importantes que los líderes del gobierno, los líderes del ejército y los líderes de la industria. Sin embargo, los cristianos en su mayoría no han tenido la visión de que la gracia que efectuó la redención, que aplicó el perdón, que nos regeneró y que ahora opera en nosotros para hacernos herencia de Dios y a El herencia nuestra, también opera para reunir bajo una cabeza todas las cosas en Cristo. Los predicadores y los maestros cristianos no hablan de esto, y los libros cristianos no lo mencionan. No tratan el punto crucial de que la gracia sobreabundante opera en los miembros de la iglesia para hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas.

EL RESULTADO DE MUCHAS COSAS

  Hemos visto, en el versículo 10, el hecho de que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas. Pero este versículo no está desligado de los demás; es la continuación de los versículos del 3 al 9. Esto indica que el hecho de que Cristo sea la Cabeza sobre todas las cosas es el resultado de todo lo abarcado en los versículos del 3 al 9, a saber: la elección, la predestinación, la alabanza de la gloria de la gracia de Dios, el ser agraciados en el Amado, el tener la redención y el perdón, y el hecho de que la gracia de Dios sobreabunde para con nosotros en toda sabiduría y prudencia. El versículo 9 habla del misterio de la voluntad de Dios según el beneplácito que El se había propuesto en Sí mismo. Luego tenemos el versículo 10, que habla de que todo ha de ser reunido bajo una cabeza en Cristo. La frase “hacer que sean reunidas bajo una cabeza” del versículo 10 está relacionada con todo lo mencionado en los versículos precedentes. Esto significa que Dios nos escogió, nos predestinó para filiación, efectuó la redención por nosotros por medio de la sangre de Cristo, nos agració e hizo sobreabundar Su gracia para con nosotros en toda sabiduría y prudencia, con el fin de hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas. El hecho de que Cristo sea la Cabeza sobre todas las cosas es el resultado de todo lo anterior.

LA META CONSUMADA

  Muchos cristianos nunca se han dado cuenta de que Dios nos escogió, nos predestinó, nos redimió, nos perdonó y nos agració con el propósito de que en Cristo todo sea reunido bajo una cabeza. ¿Se había dado cuenta que usted fue escogido y predestinado para que Dios pueda hacer que Cristo sea la Cabeza sobre todas las cosas? ¿Había considerado que Dios lo redimió y perdonó sus pecados con el fin de que todo sea reunido bajo una cabeza? Los cristianos tal vez sepan mucho acerca de la elección y la predestinación, pero probablemente no saben que la meta de esto es que en Cristo todo sea reunido bajo una cabeza. Quizá ni nosotros mismos veamos esto claramente. Estamos acostumbrados a decir que la meta de Dios no es ni la santidad ni la espiritualidad, sino la iglesia. Sin embargo, la meta consumada no es la iglesia, sino reunir todas las cosas en Cristo, la Cabeza. Sí, la iglesia es la meta de Dios, pero no la meta consumada, la meta en su última etapa. La iglesia es la meta en la etapa inicial. La meta consumada es que Cristo sea Cabeza sobre todas las cosas. Este concepto se halla únicamente en Efesios 1:10; no se halla en ningún otro versículo de la Biblia.

  Dios hizo a Cristo Cabeza sobre todas las cosas (v. 22). Por todas las diferentes dispensaciones de Dios en todas las edades, todas las cosas serán sometidas a Su autoridad como Cabeza en el cielo nuevo y la tierra nueva. Eso será la administración y economía eterna de Dios.

LA IGLESIA PARTICIPA EN LA AUTORIDAD DE CRISTO

  Para hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas, Dios primeramente reúne en Cristo a Sus escogidos. Por tanto, la vida de iglesia es una vida en la cual tomamos a Cristo por Cabeza. Efesios 1:22-23 dice: “Y sometió todas las cosas bajo Sus pies, y lo dio por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es Su Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. El versículo 22 dice que Dios dio a Cristo por Cabeza sobre todas las cosas. Esto indica que El no es únicamente la Cabeza de la iglesia, sino también de todo lo demás. Dios dio a Cristo por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia. La preposición “a” denota una trasmisión. Esto indica que la autoridad de Cristo la Cabeza es trasmitida a la iglesia, o sea, que en cierto sentido podemos participar de la autoridad que Cristo ejerce sobre todas las cosas. Aunque no somos la cabeza, podemos participar de Su autoridad. Dicho de otro modo, aunque no somos el rey, podemos participar del reinado.

  La iglesia tiene parte en la autoridad de Cristo porque la iglesia es el Cuerpo de Cristo. El Rey no sólo es la Cabeza, sino también la Cabeza y el Cuerpo. Cristo no es la Cabeza únicamente, sino también el Cuerpo (1 Co. 12:12). Puesto que la iglesia es el Cuerpo, y Cristo es tanto la Cabeza como el Cuerpo, podemos decir que en cierto sentido, nosotros, por ser Su Cuerpo, somos también Cristo. Aunque no somos la Cabeza, podemos participar de la autoridad de Cristo. Somos el Cuerpo de la Cabeza, y la Cabeza es cabeza sobre todas las cosas. Nosotros no sólo tenemos autoridad sobre los insectos, los gatos y los perros, sino también sobre presidentes, reyes, generales y líderes industriales; estamos por encima de todos ellos. ¿Está por encima de nosotros el Presidente de los Estados Unidos, o nosotros por encima de él? En realidad, nosotros estamos sobre él. Al decir esto, de ninguna manera estoy fomentando una insurrección; simplemente estoy declarando el hecho espiritual de que nosotros, los miembros del Cuerpo de Cristo, estamos por encima de todas las cosas. Lo único que está sobre la iglesia es el propio Cristo; nosotros estamos por encima de todo lo demás porque somos el Cuerpo de Aquel que está por encima de todas las cosas. ¿Tiene la confianza de decir que usted está por encima del presidente de los Estados Unidos y de la reina de Inglaterra? Probablemente no la tenga. Pero yo puedo decir con honestidad que si estuviera en la presencia del presidente de los Estados Unidos, tendría la sensación de que estoy por encima de él. Esto no lo digo para vanagloriarme; simplemente estoy consciente del hecho espiritual.

UNA MONTAÑA DE ESCOMBROS

  La razón por la cual usted no se atreve a declarar su posición quizás se deba a que usted mismo no se ha sometido a la autoridad de Cristo. Tal vez sea salvo y esté en la iglesia, pero todavía no toma a Cristo por cabeza. Es posible que aún se halle en la montaña de escombros del universo, es decir, en el desplome universal provocado por la rebelión. Debido a las dos rebeliones, la de los ángeles y la de los hombres, todo el universo está en estado de desplome. A los ojos de Dios no existe orden en la tierra; lo que hay es una montaña de escombros provocada por un desplome universal. Supongamos que un edificio grande se derrumba repentinamente y se convierte en una montaña de escombros. En este montón unas cosas están sobre otras. Del mismo modo, en el desplome provocado por la rebelión, ciertas personas, tales como el presidente o los jefes de estado, están por encima de otras. En el desplome, el presidente de los Estados Unidos, por supuesto, ocupa una posición más alta que nosotros. Con todo, todos los líderes mundiales permanecen en este estado de derrumbamiento.

  Puedo testificar que por la gracia del Señor yo ya no estoy entre los escombros; ya fui rescatado. Ser rescatado de los escombros equivale a ser sometido a la autoridad de Cristo la Cabeza. ¡Aleluya, estoy bajo Su autoridad! Por haberme sometido a la Cabeza, he sido sacado de la montaña de escombros provocada por el desplome universal. Por tanto, ahora ocupo una posición superior a los que todavía están ahí. ¿Se ha sometido usted a la autoridad de Cristo la Cabeza? ¿Ha sido rescatado de los escombros de la rebelión? Todos necesitamos ser liberados de la montaña de escombros y tomar a Cristo por Cabeza.

  Todo el universo es una montaña de escombros provocada por la rebelión. Dios creó el universo en perfecto orden, pero un arcángel, el cual era la cabeza durante la edad antes de la de Adán, se rebeló y vino a ser Satanás (véase Isaías 14). La rebelión de Satanás provocó el primer desplome en el universal. En Génesis 1, Dios intervino para restaurar la creación que había sido arruinada a raíz de dicha rebelión. En realidad, el capítulo uno de Génesis no es principalmente una crónica de la creación, sino de la restauración. En el universo restaurado, Dios creó al hombre y lo puso por cabeza de la creación. Pero este hombre, Adán, cayó. Esta fue la segunda rebelión, la cual provocó un segundo desplome. Como resultado de estas dos rebeliones, todo el universo se convirtió en una montaña de escombros. Como dije anteriormente, en este montón, aunque algunas personas están por encima de otras, todas están en un estado de desplome.

LA INTENCION ETERNA DE DIOS

  La intención eterna de Dios es hacer que en Cristo, quien fue designada la Cabeza universal, sean reunidas todas las cosas. El primer paso que Dios da para llevar a cabo esto es hacer que Sus elegidos sean reunidos en Cristo bajo una cabeza . Uno por uno, Dios rescata a Su pueblo de entre la montaña de escombros provocada por el desplome universal. No obstante, la mayoría de los cristianos no se dan cuenta de que esto es lo que Dios está haciendo, y por ende, no oran por ello. Por el contrario, ellos tienen el concepto natural de que el hombre cayó y necesita ser rescatado del infierno. Pero según la Biblia, la salvación de Dios no consiste principalmente en salvarnos del infierno, sino en rescatarnos de la montaña de escombros. Dios nos sacó del desplome universal y nos puso bajo una sola Cabeza, Cristo. Debido a la rebelión de los ángeles y del hombre, ningún ser creado está sometido a la autoridad. Simplemente no hay orden en el universo. No obstante, Efesios 1:10 afirma que en Cristo todas las cosas serán reunidas bajo una cabeza. A la mayoría de los mandatarios no le importa Cristo, ni están sujetos a Su autoridad. Ante esta situación, ¿cómo puede ser Cristo la Cabeza sobre todas las cosas? Dios sigue operando para lograr este propósito. El labora para hacer que todas las cosas que se hallan en el desplome universal, sean sometidas de nuevo a la autoridad de la Cabeza, Cristo.

LA IGLESIA ES LA PRIMERA EN TOMAR A CRISTO POR CABEZA

  Ya vimos que el primer paso consiste en que Dios saque a Sus escogidos, a Sus hijos, del desplome universal y que los ponga bajo la autoridad de Cristo. Bajo la autoridad de la Cabeza, estamos fuera de la montaña de escombros provocada por el desplome universal y estamos por encima de todo. Por tanto, la vida de iglesia tiene que ser una vida en la cual tomamos a Cristo por Cabeza. En la vida de iglesia son los elegidos de Dios, y no los líderes mundiales, los incrédulos ni los animales, que toman a Cristo por Cabeza . Dios reúne bajo una cabeza a Sus elegidos para que sean el Cuerpo de Cristo, cuya Cabeza es Cristo mismo. Un día, este Cuerpo, cuya Cabeza es Cristo, llegará a ser la Cabeza universal de todas las cosas. Hoy, los que estamos en la iglesia somos los primeros en tomar a Cristo por Cabeza. Si en la vida de iglesia no estamos dispuestos a someternos a El, postergaremos el sometimiento de las demás cosas. De hecho, Dios no podrá hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas, si nosotros, los escogidos, no estamos dispuestos a someternos a Su autoridad. Pero si estamos dispuestos a hacer esto, Dios dirá con gozo: “Estos son los pioneros, los primeros en tomar a Cristo por Cabeza. Ellos preparan el camino para que Yo pueda hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas”. Cuando la iglesia toma la iniciativa y se sujeta a la autoridad de Cristo, Dios puede hacer que todas las demás cosas sean reunidas bajo una cabeza.

LA RESTAURACION DE TODAS LAS COSAS

  Hemos visto que a causa de las dos rebeliones, toda la creación se convirtió en una montaña de escombros. Todo carece del orden apropiado. Por ejemplo, en el reino animal no hay orden; los animales se pelean entre sí. En el reino vegetal no hay armonía. Y lo mismo es cierto de la vida humana: nación pelea contra nación, pueblo contra pueblo y raza contra raza. Con todo, la Biblia revela claramente que cuando venga el milenio, las naciones dejarán de pelear. En la actualidad se llevan a cabo muchas negociaciones en cuanto al control de armamento, pero en el milenio no habrá armas. Isaías 2:4, refiriéndose al milenio, dice: “Y forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en podaderas; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra”. En cuanto a la situación que prevalecerá en el reino animal durante el milenio, Isaías 11:6 declara: “Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos”. Esto indica que todos los animales estarán bajo autoridad y vivirán juntos en paz. Además, Isaías 55:12 dice: “Todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso”. Ellos cantarán alabanzas a Dios juntos y en armonía. Salmos 96:12-13 declara: “Regocíjese el campo, y todo lo que en él está; entonces todos los árboles del bosque cantarán con gozo delante de Jehová”. Esto es una descripción de la situación que existirá cuando en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas. Cuando esto ocurra, habrá paz y harmonía en el reino humano, el reino animal y el reino vegetal, pues todas las cosas habrán sido plenamente rescatadas de la montaña de escombros provocada por el desplome universal. A este rescate se le llama “la restauración de todas las cosas” (Hch. 3:21). Esta restauración comienza cuando nosotros tomamos a Cristo por Cabeza en la vida de iglesia.

LA LLAMADA IGLESIA ES UNA MONTAÑA DE ESCOMBROS

  Sin embargo, ni aun en la llamada iglesia hay orden. No sólo el universo y la sociedad humana están en un estado de desplome, sino que también la llamada iglesia se halla en la misma condición. Por la gracia de Dios, todos debemos decir: “Señor, queremos ser los primeros en tomar a Cristo por Cabeza. Señor, condúcenos a tomar a Cristo por Cabeza. No queremos permanecer en el desplome. Queremos someternos a Ti y así ser rescatados del desplome”. Después de que hayamos salido del desplome, estaremos por encima de todo. Hasta que esto suceda, no tendremos la confianza de afirmar que estamos por encima del presidente. Si no nos sometemos a Cristo, aunque seamos salvos, permaneceremos en la montaña de escombros. ¡Que el Señor abra nuestros ojos para que veamos la revelación contenida en el libro de Efesios!

  Muchos cristianos hablan de la iglesia, pero en su conversación la palabra “iglesia” ha perdido su significado. Sin embargo, en el libro de Efesios, la iglesia reviste mucha importancia. Pero si no sabemos lo que es someternos a la autoridad de Cristo, la Cabeza, no podremos saber qué es la iglesia. La iglesia no es un montón de personas caídas que permanecen todavía en el desplome. La iglesia se compone de los elegidos de Dios que se han sometido a la autoridad de Cristo, la Cabeza. En contraste con la iglesia auténtica, el cristianismo actual es una montaña de escombros. No importa a dónde uno vaya en el cristianismo, lo único que se ve es pila tras pila de escombros. La razón por la que se ven tantas pilas de escombros en las denominaciones o en los grupos libres cristianos es que, al igual que en la sociedad, no hay orden. Pero en la vida de iglesia apropiada estamos siendo reunidos bajo una cabeza en Cristo.

DEPENDE DE QUE CREZCAMOS EN VIDA

  Es importante que veamos que la experiencia de ser reunidos bajo una cabeza en Cristo, lo cual se tiene en la iglesia, depende de que crezcamos en la vida divina. Si intentamos tomar a Cristo por Cabeza sin haber crecido en vida, nos convertiremos en una organización. Establecer el orden en la iglesia sin crecer en vida simplemente equivale a formar una organización. La experiencia de estar bajo Cristo, la Cabeza, depende del crecimiento en vida. Cuanto más crezcamos en vida, más vida tendremos, más nos someteremos a la autoridad de la Cabeza y más librados estaremos de la montaña de escombros provocada por el desplome universal. Ni la mano humana ni la organización humana puede lograr esto. Ningún esfuerzo humano puede contribuir al establecimiento del orden en la vida de iglesia. Yo no puedo ayudarle a usted, ni usted me puede ayudar a mí. Lo único que puede lograrlo es el crecimiento en vida. ¡Cuánto necesitamos crecer y ayudar a otros a crecer! Debemos ministrarnos mutuamente la vida para ayudarnos unos a otros a crecer. El establecimiento del orden en la vida de iglesia depende exclusivamente del crecimiento en vida.

  Quisiera dejar en ustedes la impresión profunda de que todo el universo está en un estado de desplome. Nosotros fuimos salvos no sólo de nuestra condición caída y pecaminosa, sino también de la montaña de escombros. Ahora, para ser rescatados de ese montón de manera práctica, necesitamos crecer en vida. Cuanto más crecemos, más salimos del desplome.

POR MEDIO DE LA LUZ

  En la vida de iglesia, el orden se establece también por medio de la luz (Ap. 21:23-25). Esta luz, por supuesto, no es la luz del conocimiento, sino de la vida. Juan 1:4 dice: “En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. Esta luz resplandece de la vida en la cual crecemos. Cuando crecemos en vida, experimentamos la luz de la vida, y bajo esta luz, todo se mantiene en orden. Pero si en lugar de vida y luz tenemos muerte y tinieblas, todavía estamos en el desplome universal. Dondequiera que haya muerte y tinieblas, allí habrá ruina. En la sociedad humana, incluyendo el cristianismo actual, no hay nada sino muerte y tinieblas, y por tanto, una montaña de escombros. Pero debido a que nosotros estamos llenos de vida y bajo la luz, no somos parte de eso. Puesto que estamos en la vida divina y hacemos todas las cosas en la luz, no nos hallamos en la montaña de escombros. Aunque el cristianismo actual es una montaña de escombros, hundida en la muerte y las tinieblas, los que estamos en la vida de iglesia estamos en la vida y bajo la luz. La vida y la luz hacen posible que tomemos a Cristo por Cabeza.

  Ya vimos que la iglesia es la primera en tomar a Cristo por Cabeza. Al final, llegará el milenio, y después, el cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén. En el cielo nuevo y la tierra nueva, todas las cosas estarán reunidas bajo una cabeza en Cristo. En la Nueva Jerusalén no habrá ni muerte ni noche; antes bien, todo estará lleno de vida y bajo la luz. En la Nueva Jerusalén como centro, todas las cosas que existirán en el cielo nuevo y la tierra estarán reunidas bajo una cabeza en Cristo. Entonces se cumplirá plenamente Efesios 1:10. Allí nos daremos cuenta de que Cristo es la Cabeza sobre todas las cosas dada a la iglesia, Su Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. Hoy, los que estamos en la vida de iglesia somos los primeros en tomar a Cristo por Cabeza. Para esto, necesitamos crecer en vida y tener la luz de la vida.

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