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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Génesis»
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Mensaje 16

LA LINEA DEL CONOCIMIENTO A LO LARGO DE LAS ESCRITURAS

  Vimos ya que la Biblia empieza con dos árboles, el árbol de la vida, que produce vida, y el árbol del conocimiento, que produce conocimiento. No obstante, el conocimiento es un pretexto, pues en realidad el árbol del conocimiento es el árbol de la muerte y produce muerte. Por tanto, desde el principio de la Biblia vemos dos líneas que continúan en toda la Biblia. La primera es la línea de la vida, la cual empieza con el árbol de la vida y continúa a través de las Escrituras hasta su final en la Nueva Jerusalén, donde vemos también el árbol de la vida (Ap. 22:1-2, 14). La segunda línea es la línea del conocimiento, la cual empieza con el árbol del conocimiento y continúa en las Escrituras hasta su fin en el lago de fuego. En este mensaje consideraremos la línea del conocimiento que se extiende a lo largo de las Escrituras. En todos los libros de la Biblia podemos ver el conocimiento que trastorna, perjudica, mata y destruye. Ahora examinaremos muchos casos de personas que vivían, laboraban, obraban y actuaban apoyadas en el conocimiento, y no en la vida.

I. CAIN

  Caín, el primer hijo de Adán y la segunda generación de la humanidad, fue la primera persona que vivió conforme al conocimiento. Caín presentó el fruto de la tierra como ofrenda al Señor (Gn. 4:3). Eso parecía muy bueno, pero era incorrecto porque Caín presentó una ofrenda a Dios según su propio método, y no conforme a la manera que Dios deseaba. Lo que Dios exigía era que el hombre caído ofreciera un sacrificio redentor que le permitiera tener contacto con El. Pero Caín sólo ofreció el fruto de la tierra sin la sangre redentora. La ofrenda de Caín fue presentada conforme a los razonamientos que él tenía en su mente. Fue ofrecida según su propio método. Todos estos métodos se originan en la mente humana. Debemos tener cuidado. Como ya lo hicimos notar, el principio del árbol del conocimiento consiste en independizarse de Dios. Significa que tomamos nuestras decisiones de manera independiente. Aunque Caín hizo una buena obra, lo hizo independientemente de Dios. Todo lo que es bueno pero independiente de Dios conducirá a la muerte. Esto es semejante al aislante que interrumpe la corriente eléctrica. No importa cuál sea el material que se use como aislante, hasta un diamante, puede interrumpir la corriente eléctrica. En tanto que algo cree este aislante, no importa lo bueno o lo malo que sea. Del mismo modo, si una cosa nos aleja de Dios, por muy buena que sea, trae muerte.

  Como consecuencia de haber actuado independientemente, Caín salió de la presencia del Señor (Gn. 4:16). Esto era horrible. Por muy buenos que seamos, resulta terrible alejarnos de la presencia de Dios. No importa si somos buenos o malos, el resultado será el mismo si estamos fuera de la presencia del Señor.

  Cuando la gente sigue su propio camino y sale de la presencia de Dios, procura erigir un edificio para sí misma. Caín construyó una ciudad y la llamó Enoc, el nombre de su hijo (Gn. 4:17). Caín no le puso a la ciudad el nombre de Dios; le puso un nombre humano. Esto constituyó una declaración que indicaba que el hombre era independiente de Dios.

II. NIMROD

  Nimrod fue un poderoso cazador delante del Señor (Gn. 10:8-11). El fue un hombre poderoso en la tierra, una persona absolutamente independiente de Dios. El estableció un reino para sí, y el comienzo de dicho reino fue Babel. Aunque muchos cristianos saben que los hombres construyeron la torre y la ciudad de Babel, pocos saben que el reino de Babel fue establecido por Nimrod. El primer reino en la historia humana fue probablemente el reino de Babel formado por Nimrod, quien construyó también la gran ciudad de Nínive en Asiria. Su construcción fue la señal que indicaba que la humanidad se había independizado completamente de Dios. Por el contrario, Abraham sólo construyó un pequeño altar. El moraba en una tienda. Del mismo modo, Noé sólo construyó un arca y un altar. La gente que confía en Dios no se dedica a construir mucho. Cuanto más confiemos en Dios, menos edificios independientes tendremos. Sólo los obreros gigantes, aquellos que se independizan de Dios, construyen sus elevadas torres.

III. EL PUEBLO DE BABEL

  El pueblo de Babel formó un consejo (Gn. 11:3). No oraron ni inquirieron del Señor lo que debían hacer ni adónde debían ir. La historia humana es una historia de consejos. Después de la primera guerra mundial se formó la Liga de las Naciones; en realidad esta liga era un consejo. Al final de la segunda guerra mundial, la Liga de las Naciones se llamó las Naciones Unidas, y dispone de un gran edificio en Nueva York donde organizan un consejo casi a diario. Estos consejos humanos son totalmente independientes de Dios. El consejo en Babel dio por resultado la construcción de una torre alta que exaltaba el nombre de la humanidad, y la formación de una ciudad que era su posesión (Gn. 11:4).

IV. LOT

  Aunque Lot era salvo, se apartó de la línea de la vida al hacer una elección según lo que vieron sus ojos (Gn. 13:10-11, cfr. vs. 14-15). Cuando Lot se separó de Abraham, alzó los ojos, miró hacia la llanura del Jordán, y tomó una decisión basándose en lo que vio. El no oró: “Señor, no sé que hacer. ¿Qué debo hacer? Señor, ten misericordia de mí. Escoge Tú. Quiero hacer lo que Tú prefieras”. Lot no oró de esta manera, sino que escogió conforme a lo que vieron sus ojos. Como resultado, se trasladó a la ciudad maligna de Sodoma (Gn. 13:12-13, cfr. v. 18). Cada vez que usted siga un camino independiente de Dios, puede estar seguro de que su camino fracasará. Su camino conducirá a la ciudad pecaminosa de Sodoma.

V. ESAU

  Si leemos la historia de Esaú, veremos que desde el punto de vista ético, él no hizo nada malo. Jacob parecía ser peor. No obstante, Esaú era un cazador, y cazaba para su propia satisfacción (Gn. 25:27, 29). Esaú cazaba independientemente de Dios. Finalmente, él vendió su primogenitura para satisfacer su apetito (Gn. 25:30-34). Todos los que son independientes de Dios han vendido su primogenitura humana, el disfrute de Dios. Puesto que Dios creó al hombre a Su propia imagen para que fuera Su expresión, entendemos que, por nacimiento, el hombre tiene derecho a expresar a Dios. De modo que cada ser humano tiene una primogenitura, o sea, el derecho innato de expresar a Dios. Sin embargo, casi todo el mundo ha vendido su primogenitura por causa de su independencia. ¿Qué significa arrepentirse y creer en el Señor Jesús? El arrepentimiento significa tener un cambio en nuestro modo de pensar, en nuestra mentalidad. Anteriormente, yo iba en cierta dirección dando la espalda a Dios. Después de oír el evangelio, me volví. Esto es lo que significa el arrepentimiento. Creer en el Señor Jesús significa volver a nuestra primogenitura humana, volver a disfrutar a Dios y a expresarle. Este es el significado del arrepentimiento y de la fe en el Señor Jesús. Esaú no hizo eso, sino que iba en la dirección opuesta.

VI. FARAON

  En Exodo 1—12 vemos cuán independiente era Faraón. El no sólo era independiente, sino también rebelde, se oponía a Dios, y hasta llegó a preguntar: “¿Quién es Jehová?” (Éx. 5:2). Faraón no se interesaba en Dios y no tenía interés en conocerle. Por tanto, el corazón de Faraón se endureció. El endureció su corazón y también Dios lo endureció (Éx. 7:13, 22; 8:15, 19, 32; 9:34-35). El corazón de Faraón se endureció reiteradamente. En el mundo actual la gente ha endurecido su corazón porque no se interesa en Dios. Se preocupa por sus consejos, planes y conspiraciones, pero no se interesa en Dios. Por consiguiente, Dios la abandona, y sus corazones se endurecen.

VII. AARON

  El nombre de Aarón se refiere a un buen personaje. A pesar de haber sido sumo sacerdote y de haber estado en la línea de la vida, Aarón actuó conforme a la línea del conocimiento. Mientras Moisés estaba en el monte disfrutando a Dios como el árbol de la vida, Aarón y el pueblo se quedaron al pie del monte. No oraron al Señor ni acudieron a El. Cuando el pueblo le propuso a Aarón que le hiciera dioses de oro, él accedió (Éx. 32:1, 4, 24). A veces no debemos escuchar al pueblo, pues la congregación puede presentar una propuesta que va contra Dios. Aarón siguió el consejo de ellos, actuó de manera independiente y fabricó un ídolo de oro. El ídolo era muy atractivo; no era de barro sino de oro. Cuando Moisés bajó del monte, preguntó a Aarón qué había sucedido. Aarón contestó que él puso el oro en el fuego y que salió un becerro de oro (Éx. 32:24). Aarón parecía defenderse al pedirle a Moisés que no lo condenara pensando tal vez que no había hecho gran cosa. No obstante, cuando nos independizamos de Dios, no importa lo mucho o lo poco que hagamos. Cuando nos independizamos de Dios, aparece el becerro de oro. No necesitamos hacer mucho: simplemente independícese de Dios y el resultado será un becerro de oro.

VIII. NADAB Y ABIU

  Nadab y Abiú ofrecieron a Dios un “fuego extraño” al traer su incienso (Lv. 10:1-2). Aunque el incienso era bueno, el fuego era “extraño”. No era el fuego del altar donde se llevaba a cabo la expiación. El fuego que usaron era aceptable en su propia opinión, pero era “extraño” para Dios. Este “fuego extraño”, aplicado según el método de ellos, y no conforme a la revelación de Dios, fue la causa de la muerte de ellos.

IX. MIRIAM Y AARON

  Miriam y Aarón hablaron en contra de Moisés porque éste se había casado con una pagana (Nm. 12:1-2). Indudablemente Moisés había errado en ese caso. Sin embargo, Miriam y Aarón se opusieron a Moisés, no por haber tocado a Dios, sino por motivos personales. Su oposición a Moisés no se originaba en Dios, sino en ellos mismos, en su conocimiento. Esto trajo la ira de Dios sobre ellos, y como resultado Miriam contrajo lepra y, por ello, fue excluida del campamento durante siete días (Nm. 12:9-15).

  La Biblia nos relata que ha habido un solo liderazgo que no tuvo ninguna falta: el liderazgo del Señor Jesús. Los demás liderazgos presentan alguna deficiencia. Por lo tanto, todo liderazgo que no sea el del Señor Jesús, siempre exhibe errores. No obstante, debemos tener mucho cuidado con nuestro ataque, aun cuando el liderazgo esté equivocado.

X. LOS DOCE ESPIAS

  El fracaso de los diez espías consistió en observar la situación de la tierra según su vista (Nm. 13:28, 32-33). Mientras espiaban la tierra, vieron a los gigantes y las ciudades fortificadas y se asustaron. No volvieron sus ojos a Dios, con excepción de Josué y Caleb. Fracasaron porque confiaron en su conocimiento y no quisieron confiar en el Señor (cfr. Nm. 13:30; 14:6-9). Cada vez que usted se vea en una situación difícil, no la observe con sus propios ojos. Si lo hace, se apartará de Dios. En medio de una situación difícil debe cerrar los ojos, volverse en su espíritu a Dios y orar. Entonces será rescatado. Los diez espías no confiaron en el Señor por haber mirado la situación con sus propios ojos, mientras que Caleb y Josué sí confiaron en el Señor. Josué y Caleb dijeron al pueblo: “Olvídense de esa situación y confíen en el Señor. El Señor es más grande que las murallas de la ciudad y más fuerte que todos los gigantes”. La diferencia entre los diez espías y Josué y Caleb era que estos dos confiaban en el Señor mientras que los diez espías observaron la situación según su propio entendimiento, es decir, según su propio conocimiento.

XI. CORE Y SU SEQUITO

  Coré y su séquito atacaron la autoridad que Dios había delegado (Nm. 16:1-3). Todo ataque en contra de la autoridad de Dios, sea razonable o no, se origina en la mente. Lo mismo sucede con la iglesia hoy día. Es posible que ustedes ataquen a los líderes porque sienten que “se toman demasiadas atribuciones”, pero su ataque, originado en la mente, le trae muerte espiritual. Coré y su séquito sufrieron la destrucción de la muerte debido a sus ataques en contra de la autoridad de Dios. Usted pensará que tiene razón en su ataque en contra de los líderes de la iglesia, pero debe examinar el resultado: ¿trae muerte o trae vida? Si usted tiene la razón, el resultado de su ataque debe ser la vida. No obstante, puedo testificar que he visto varios ataques en contra del liderazgo de la iglesia, y cada uno de esos ataques causó la destrucción mortífera de los atacantes. ¡Esto es bastante grave! Usted debe preguntarse: “¿Mi ataque viene del espíritu, del trono de Dios, o procede de mi mente?” Los ataques en contra de la autoridad delegada de Dios, cualquiera que sea la razón, se encuentran en la línea del conocimiento que trae muerte.

  El ataque de Coré y su séquito se debió a que descuidaron la presencia de Dios (Nm. 16:19). Si hubieran prestado la debida atención a la presencia de Dios, habrían sido rescatados de su ataque en contra de Moisés y de Aarón. Se habrían vuelto de la línea del conocimiento a la línea de la vida.

XII. SAUL

  Saúl no actuó con inmoralidad como lo hizo David. No obstante, él combatió a los enemigos según sus preferencias (1 S. 15:8). Dios le pidió que matara a todos sus enemigos, pero Saúl salvó a algunos de ellos porque eran buenos ante sus propios ojos. Por tanto, Saúl actuó de manera independiente y no siguió al Señor (1 S. 15:11, 22-23). Como resultado de esta independencia, Saúl fue destronado y perdió su reino.

XIII. ABSALON

  Absalón se rebeló contra su padre, el rey David (2 S. 15:10-13). Según 2 Samuel 13—18, él actuó exclusivamente por su propia cuenta y por su conocimiento. El no confiaba en Dios, y el resultado no fue otra cosa que la muerte.

XIV. ACAB

  Acab fue un rey perverso. El se casó con Jezabel, una mujer idólatra y diabólica, y construyó un templo a Baal, el ídolo más famoso de aquel entonces (1 R. 16:30-32). Aunque Acab nació en la nación de Dios, él se independizó de Dios. Ni uno solo de sus pensamientos se dirigió a Dios. Estaba totalmente independiente de El.

XV. LOS PRINCIPALES SACERDOTES Y LOS ESCRIBAS

  Ahora llegamos al Nuevo Testamento. Los principales sacerdotes y los escribas conocían la Biblia. Cuando el rey Herodes preguntó en dónde habría de nacer el Cristo, le contestaron inmediatamente (Mt. 2:4-6). Aunque no hay nada malo en el conocimiento bíblico en sí, es peligroso aferrarse sólo al conocimiento, como lo hicieron los principales sacerdotes y escribas. Sabían que Cristo había de nacer en Belén, pero ninguno fue a verle. Esto demuestra que estaban en la línea del conocimiento, y no en la línea de la vida. Los hombres sabios del oriente, quienes no conocían nada de la Biblia, estaban en la línea de la vida. Siguiendo la estrella celestial, llegaron al lugar donde estaba Cristo y lo adoraron. Indudablemente estos hombres sabios que venían de una tierra pagana tenían vida, mientras que los principales sacerdotes y los escribas tenían muerte. Aunque los principales sacerdotes y los escribas conocían la Biblia, el resultado de su conocimiento era muerte. El conocimiento no puede dar vida.

XVI. NICODEMO

  Nicodemo era un hombre bueno. Sin embargo, cuando acudió por primera vez al Señor, estaba en la línea del conocimiento (Jn. 3:1-2). Le dijo al Señor Jesús: “Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro”. En Su respuesta, el Señor apartó a Nicodemo de la enseñanza y del conocimiento y lo condujo a la línea de la vida (Jn. 3:3). El Señor quiso decirle con esto a Nicodemo: “No necesitas enseñanza. Necesitas un nuevo nacimiento y una nueva vida. Nicodemo, no necesitas más conocimiento. Como maestro de la ley de Moisés ya tienes suficiente conocimiento. Lo que necesitas es una nueva vida”.

XVII. LA MUJER SAMARITANA

  Aunque la mujer samaritana era inmoral, era religiosa. Tenía el conocimiento tradicional de la religión, pero vivía en pecado, sin hallar satisfacción (Jn. 4:15-20). Esto demuestra que la religión no puede ayudarnos. La mujer samaritana estaba en la línea del conocimiento. El Señor Jesús la condujo a Dios, quien es el Espíritu, el agua viva que le satisfaría (14, Jn. 4:21-24). Aunque ella estaba en la línea del conocimiento, el Señor la volvió a la línea de la vida.

XVIII. LOS JUDIOS FANATICOS

  Ahora llegamos a los judíos fanáticos. Según Juan 5 el Señor Jesús sanó a un hombre que había estado enfermo treinta y ocho años. Esto sucedió en un día de sábado, y los judíos fanáticos se ofendieron (Jn. 5:1-16). Ellos se preocupaban únicamente por el sábado, y no por el verdadero descanso humano. El paralítico no había tenido ningún descanso, ni siquiera en el día de sábado, durante treinta y ocho años. Cuando el Señor Jesús lo vivificó, él experimentó el verdadero reposo. Los judíos fanáticos condenaron al Señor Jesús, y El les dijo: “Escudriñáis las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna ... pero no queréis venir a Mí para que tengáis vida”. En otras palabras, el Señor les dijo que ellos escudriñaban la Biblia pensando que en ella tendrían la vida eterna, pero que no querían acudir al Señor para recibir esa misma vida.

  En principio sucede lo mismo con la gente de hoy. Muchos cristianos escudriñan las Escrituras, pues piensan que en ellas tienen la vida eterna, pero no acuden al Señor viviente. Podemos leer muchos versículos y capítulos de la Biblia sin tocar al Señor. Nunca debemos separar nuestra lectura bíblica del contacto con el Señor. Ambas cosas deben ser una sola. Cada vez que leamos una línea de la Biblia, debemos decir: “Señor Jesús, permíteme tocarte a Ti en la Palabra divina. Señor, Tú eres la Palabra viva. Sin Ti como Palabra viva, no puedo obtener vida de la palabra escrita. Señor, tengo que tocarte a Ti. Aunque eres tan misterioso, Te alabo por haberme dado una Palabra tangible. Esta Palabra es sólida, concreta y palpable. Te doy las gracias por la Palabra que puedo leer y con la cual puedo orar. Pero Señor, lo que necesito no es la letra impresa, sino a Ti, el Espíritu viviente”. Esta es la manera correcta de usar las Escrituras. No toque jamás la Biblia independientemente del Señor. Usted no necesita leer una novela inmoral para experimentar la muerte. Si lee la Biblia sin estar en el espíritu, también experimentará muerte. Por consiguiente, aun la lectura de la Biblia puede estar en la línea del conocimiento que conduce a la muerte.

XIX. LOS ESCRIBAS Y LOS FARISEOS

  Los escribas y los fariseos se aferraban al conocimiento de la ley, pero todavía estaban bajo el cautiverio del pecado (Jn. 8:5, 9, 34). Trajeron a una mujer pecaminosa al Señor y, conforme a su conocimiento, insistieron en que El les diera un sí o un no acerca de lo que se debía hacer con la mujer. Le dijeron que Moisés había mandado que una persona sorprendida en tal circunstancia fuese apedreada. Aunque el libro de Juan revela que desafiaron varias veces al Señor Jesús, pidiendo un sí o un no, El se negó en todos los casos a hacerlo. El evitaba dar respuestas de esa índole, no por ser sabio, sino por Su interés en la vida. El Evangelio de Juan trata de la vida. La vida es simplemente la vida, y no conocimiento que se expresa con un sí o un no, como bueno o como malo. El sí y el no, lo mismo que el bien y el mal, pertenecen al árbol del conocimiento. Así que el Señor no les contestó de esta manera. El se inclinó y escribía en el suelo. Entonces les respondió: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. Cuando el Señor les dijo eso, Su palabra tocó la conciencia de ellos y, empezando con los más vividos, se retiraron. Ninguno de ellos estaba exento de pecado. La única persona que no tenía pecado era el Señor Jesús. Por consiguiente, la respuesta del Señor lo señalaba a El mismo como el árbol de la vida.

XX. LOS DISCIPULOS

  No se imaginen que por ser discípulos tenemos la garantía de estar en la línea de la vida. Los discípulos que estaban con el Señor seguían aferrados al conocimiento religioso tradicional cuando vieron a un hombre ciego de nacimiento (Jn. 9:1-3). Basándose en su conocimiento religioso, preguntaron: “¿Quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?” El Señor contestó: “No es que pecó éste, ni sus padres, sino que nació así para que las obras de Dios se manifiesten en él”. El Señor no les contestó ni sí ni no, sino que los dirigió a Dios. El sí y el no pertenecen al árbol del conocimiento del bien y del mal, pero Dios es el árbol de la vida. Por tanto, el Señor sacó a los discípulos de la línea del conocimiento y los introdujo en la línea de la vida.

XXI. MARTA

  Marta era un discípulo del Señor. No obstante, estaba ocupada en la línea del conocimiento, aferrándose a las enseñanzas sanas acerca de la resurrección que vendrá en el día postrero (Jn. 11:24). Marta se había quejado al Señor diciendo que si El hubiera estado presente, Lázaro no habría muerto. Cuando el Señor le dijo que su hermano resucitaría, Marta interpretó inmediatamente la palabra del Señor, diciendo que ella sabía que Lázaro se levantaría en la resurrección en el día final (Jn. 11:23-24). Ella pospuso dos mil años la vida de resurrección. El Señor se refería en Su respuesta, a la vida actual de resurrección, pero Marta, con su conocimiento religioso y su interpretación de la palabra del Señor, pospuso la resurrección para un futuro lejano. Esto era terrible. Marta dio una exposición bíblica buena y ortodoxa. No obstante, el Señor la condujo a la resurrección del momento, pues dijo: “Yo soy la resurrección y la vida” (Jn. 11:25). Aparentemente el Señor le decía a Marta: “No se necesita esperar dos mil años. No necesitas esperar el último día. Yo soy la vida de resurrección ahora mismo. No cambies Mi palabra por tu interpretación religiosa y ortodoxa. Yo soy la resurrección ahora mismo”.

XXII. PEDRO

  Pedro, inmediatamente después de recibir la revelación del Padre celestial (Mt. 16:17), se volvió a su mente y fue usado por Satanás para tratar de impedir que el Señor sufriese la crucifixión (Mt. 16:21-23). El Señor lo reprendió diciendo: “¡Quítate de delante de Mí, Satanás! ... porque no pones la mente en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”. El pensamiento proviene de la mente y del conocimiento. Resulta fácil ser usurpados y usados por Satanás cuando ejercitamos nuestra mente dentro de la línea del conocimiento para pensar de manera independiente del Señor. Aunque Pedro estaba en la línea de la vida, pasó a la línea del conocimiento sin darse cuenta. ¡Todos debemos tener cuidado con nuestra manera de pensar! De otro modo, podríamos ser vencidos por Satanás, la fuente de la muerte.

XXIII. JUDAS

  Judas era uno de los doce apóstoles, pero siempre permanecía en su mente contando el dinero (Jn. 12:4-6). El estaba totalmente embebido en la línea del conocimiento aniquilador y no en la línea de la vida, a pesar de que acompañaba al Señor Jesús, quien era el árbol de la vida en aquel entonces. Por tener la mente ocupada con el dinero, él abrió su ser al diablo, el cual puso en su corazón el pensamiento de traicionar al Señor (Jn. 13:2). Con el tiempo, “Satanás entró en él” (Jn. 13:27), y él entregó al Señor por treinta monedas de plata (Mt. 26:15). No obstante, el resultado fue el siguiente: él no sacó ningún beneficio del dinero y se perdió a sí mismo al ahorcarse (Mt. 27:5).

XXIV. LOS JUDIOS

  Los judíos observaban su ley y conforme a ella condenaron a muerte al Señor (Jn. 19:7). Dijeron: “Nosotros tenemos una ley, y según esa ley debe morir, porque se hizo a Sí mismo Hijo de Dios”. Conforme a la ley de ellos, el Señor había blasfemado a Dios al decir que era Su Hijo. Por consiguiente, lo condenaron a muerte conforme a su ley. Debemos tener cuidado al usar y citar la Biblia. Hay mucho de por medio cuando usamos las Escrituras dependiendo si lo hacemos según la vida o según el conocimiento. Las Escrituras deben ser el árbol de la vida, el cual trae vida, pero pueden ser el árbol del conocimiento, el cual trae muerte. Aun cuando usamos las Escrituras debemos tener cuidado.

XXV. SAULO DE TARSO

  Saulo de Tarso era un fanático destacado. El era sumamente celoso de la tradición de sus padres y aventajaba a muchos de sus contemporáneos en la religión judía. Como resultado, él persiguió a la iglesia (Gá. 1:13-14). La religión, con su conocimiento tradicional, siempre persigue a la iglesia viviente. ¿Cómo hizo Dios para hacer que Saulo de Tarso volviera a la línea de la vida? Mientras Saulo perseguía a las iglesias, Dios le reveló a Su Hijo, y Saulo llegó a vivir por El (Gá. 1:16; 2:20). Saulo era sumamente religioso. A pesar de que nadie piensa que la religión está equivocada, ésta se encuentra totalmente sumergida en el conocimiento. Sólo al volvernos al Cristo viviente pasamos de la línea del conocimiento a la línea de la vida.

XVI. LOS CORINTIOS

  Los creyentes corintios fueron enriquecidos en todo conocimiento, pero se enorgullecieron y siguieron siendo niños en Cristo (1 Co. 1:5; 8:1; 3:1). El conocimiento no ayuda a crecer ni un solo centímetro; sólo lo mantendrá a uno en la infancia espiritual. Cuanto más se aferre usted al conocimiento, más tiempo permanecerá como niño en Cristo. En la Primera Epístola a los Corintios, Pablo los sacó del conocimiento y los volvió al crecimiento en vida para que experimentaran la transformación a fin de producir el edificio de Dios (1 Co. 3:6-12). Pablo dijo: “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios”. Parecía decirles a los corintios: “Vosotros no necesitáis más conocimiento; lo que necesitáis es crecimiento en vida. Este crecimiento sirve para la transformación que produce los materiales preciosos con los que se construye el edificio de Dios. Necesitáis crecimiento en vida para ser transformados del estado carnal al estado verdaderamente espiritual a fin de que lleguéis a ser piedras preciosas para el edificio de Dios”.

XXVII. LOS GNOSTICOS

  En la época de los apóstoles existía una filosofía llamada el gnosticismo. El gnosticismo era un compuesto de ideas egipcias, babilónicas, judías y griegas. Esta filosofía ecléctica se infiltró en la vida de la iglesia y es descrita como una filosofía, una hueca sutileza, la tradición de hombres y como los rudimentos del mundo, en Colosenses 2:8. Esta filosofía distrajo y perjudicó a muchos creyentes, y los desvió de Cristo como vida. En aquel tiempo la política romana no hizo tanto daño a los creyentes como lo hicieron la religión hebrea y la filosofía griega. Por consiguiente, Pablo escribió la Epístola a los Colosenses, dándoles instrucciones de volver al Cristo que habían recibido. Por haber recibido a Cristo, también debían andar en El (Col. 2:6), y no según la filosofía, ni los conceptos humanos, ni los rudimentos del mundo.

XXVIII. LOS DISIDENTES QUE HAY EN LA IGLESIA

  El Nuevo Testamento alude a los disidentes que hay en la iglesia. En Romanos 16:17, Pablo nos exhorta a estar alerta en cuanto a los disidentes. Estos propagan enseñanzas disidentes y causan divisiones y tropiezos. Hablan con palabras aduladoras y seductoras y se pasan por personas serviciales. Si no hablaran con palabras aduladoras, nadie les haría caso. Pablo nos exhortó a tener cuidado con los disidentes porque a ellos les gusta enseñar cosas distintas y pelear por doctrinas contrarias. No obstante, no debemos aplicar la prueba del bien y el mal, de lo correcto y lo incorrecto cuando surjan palabras disidentes. Más bien debemos preguntarnos: “¿Esto edifica o destruye? ¿Preserva esto la unidad o causa división? ¿Ayuda a seguir adelante o causa tropiezo?” Antes de escuchar a los disidentes usted estaba vivo, pero después de escucharlos por una hora, quedó lleno de muerte, lo cual demuestra que las conversaciones facciosas propagan la muerte. No examine a los disidentes conforme al bien o al mal, pues si lo hace estará gustando del árbol del conocimiento del bien y el mal. Usted debe poner a prueba todas las opiniones de los disidentes sobre el criterio de la muerte o la vida. Después de escuchar una conversación tendenciosa, ¿está usted vivo o muerto? Si usted está verdaderamente vivo, entonces escuche todo lo que pueda. Pero si experimenta muerte, debe acudir al Señor y pedirle que lo limpie y lo rescate de esa muerte. En las décadas pasadas, vimos muchos disidentes. Debemos entender que ninguna iglesia presenta una situación siempre correcta. Así que, no se trata de tener la razón o no, sino que es asunto de vida o muerte. No examine jamás una conversación tendenciosa sobre la norma de lo correcto o lo incorrecto. Mídala siempre con la muerte o con la vida. Usted puede recibir todo lo que le avive y le dé vida. Debe renunciar a todo lo que le traiga muerte y lo mate.

  Pablo le pidió a Timoteo que se quedara en Efeso para hacer una sola cosa: mandar a los disidentes que no enseñaran cosas diferentes, y que prestaran atención a la edificación de Dios, al dispensar de Dios como vida (1 Ti. 1:3-4). Una vez más vemos que la prueba es la vida. Si lo que alguien dice le imparte a Dios como vida, entonces todo está bien. Si en lugar de darle vida, lo mata, aquello ciertamente está en la línea del conocimiento.

XXIX. BALAAM, LOS NICOLAITAS Y JEZABEL

  Apocalipsis 2 menciona la doctrina de Balaam, la doctrina de los nicolaítas, las enseñanzas de Jezabel y las profundidades de Satanás (Ap. 2:14, 15, 20, 24). Las iglesias primitivas fueron engañadas por esas enseñanzas y se apartaron, dejando así de comer al Señor y de cenar con El. Por consiguiente, para que las iglesias volvieran a disfrutar al Señor, El les prometió que si se apartaban de esta clase de conocimiento El les daría de comer de Sí mismo. En Apocalipsis 2:7, el Señor promete darles de comer el árbol de la vida. En Apocalipsis 2:17 promete darles el maná escondido. En estos dos versículos vemos el árbol que estaba en el huerto de Edén y el maná que se hallaba en el desierto; ambos son Cristo mismo. El Señor no les dijo que les daría enseñanzas o que les ofrecía una doctrina superior. Balaam y los nicolaítas poseen sus doctrinas, Jezabel su enseñanza, y Satanás sus profundidades, mientras que el Señor Jesús tiene el árbol de la vida y el maná escondido. Según Apocalipsis 3:20, el Señor promete un banquete a todo aquel que le abra cuando El toque la puerta. ¿Qué significa comer del árbol de la vida, participar del maná escondido y cenar con el Señor Jesús? Significa que debemos permanecer continuamente en la línea de la vida para disfrutar al Señor. Si en medio de las confusiones y divisiones actuales, seguimos las enseñanzas, seremos muertos. Pero si disfrutamos al Señor, es decir, si permanecemos en la línea de la vida, recibiremos vida y viviremos.

XXX. EL ANTICRISTO

  El anticristo será un hombre completamente intelectual, con una voluntad firme e independiente. Por tanto, estará totalmente poseído por Satanás y llegará a ser su encarnación (Ap. 13:5-8). El es llamado “el hombre de iniquidad”, “el hijo de perdición”, porque se exaltará a sí mismo como si fuera Dios (2 Ts. 2:3-4). El será el gigante de la línea del conocimiento bíblico, y no tendrá ni idea de la línea de la vida, y tampoco se interesará en ella. Su destino será sufrir la muerte eterna junto con Satanás, quien es la fuente de la muerte (Ap. 19:20; 20:10).

XXXI. EN GENERAL

  En conclusión quisiera referirme a 2 Corintios 3:6, donde dice: “La letra mata, mas el Espíritu vivifica”. Esta “letra” se refiere al Antiguo Testamento, y la misma palabra griega se traduce “Escrituras” en 2 Timoteo 3:15, donde Pablo menciona que Timoteo conocía las Sagradas Escrituras desde su infancia. Sin embargo, la Biblia en letra muerta, que pertenece al árbol del conocimiento, mata, mientras que el Espíritu, que pertenece al árbol de la vida, vivifica. Por consiguiente, sí tenemos alternativa. ¡Alabado sea el Señor por esta elección! ¡Podemos escoger la vida! Aparte de la línea del conocimiento está la línea de la vida. Debemos escoger entre la vida y el conocimiento. Debemos elegir entre la muerte y la vida.

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