Mensaje 27
En este mensaje llegamos a la tercera caída del hombre, la cual se relata en el capítulo seis de Génesis. Si estudiamos Génesis detenidamente, nos daremos cuenta de que el Espíritu Santo tiene la intención de mostrar la degradación continua del hombre. En cada paso el hombre cayó cada vez más bajo. El relato de Génesis revela que la caída del hombre se produjo por lo menos en cuatro etapas. Podemos llamar a estos pasos las cuatro caídas del hombre. En cada caída el hombre descendió un paso más, cayendo cada vez más hasta llegar al punto más bajo. La tercera caída del hombre no fue la peor caída sino un paso más en su degradación. Como veremos, después de la tercera caída, hubo una cuarta. La caída del hombre fue tal que difícilmente podríamos imaginarla.
Primero, debemos considerar la causa de la tercera caída del hombre. Podemos encontrar una razón o causa para cada caída. La causa de la tercera caída del hombre no fue sencilla. Incluso la causa de la primera caída no fue sencilla, porque no fue producida por el hombre, sino por una fuente diferente de éste: la serpiente, es decir, el diablo, Satanás, el enemigo de Dios. Vimos que el enemigo de Dios, quien había entrado en el hombre caído, llegó a ser una causa subjetiva de la segunda caída. Por tanto, en cada caída, hubo una causa distinta del hombre mismo. Por supuesto, en cada caída fue el hombre quien cayó, pero en cada caso la causa no fue el hombre solo, sino el hombre en compañía del enemigo de Dios. En la primera caída, el enemigo de Dios estaba fuera del hombre; en la segunda caída, se hallaba dentro. Ahora, en la tercera caída, el enemigo dio otro paso, e hizo caer aún más al hombre. Debemos descubrir cuál fue ese paso adicional. Es mucho peor de lo que podemos imaginar. Aunque usted tal vez haya estudiado el libro de Génesis varias veces, es probable que no haya observado el misterio secreto de la trampa de Satanás. Mientras consideramos esta trampa satánica, debemos acudir al Señor a fin de ser cubiertos por Su sangre prevaleciente, pues este mensaje toca el poder maligno y expone la trampa sutil del enemigo de Dios.
En la primera caída, Satanás sedujo al hombre para que éste tomara algo que no fuese Dios. En la segunda caída, Satanás, quien estaba en la naturaleza del hombre, distrajo al hombre apartándolo del camino de salvación de Dios. En la tercera caída, Satanás incitó a los espíritus malignos, es decir, a los ángeles caídos, a mezclarse con el hombre y a unirse con el hombre por medio de un matrimonio ilícito. Cuando Satanás cayó, antes de la creación del presente mundo, él cautivó a un gran número de ángeles (véase Estudio-vida de Génesis, mensaje dos). Apocalipsis 12:4 nos muestra que la tercera parte de los ángeles siguió a Satanás en su rebelión. Esta es la razón por la cual Efesios 6:12 habla de los principados y potestades que están en los aires. El Señor Jesús nos dijo que Satanás tiene un reino (Mt. 12:26). Este universo contiene el reino maligno del astuto enemigo de Dios, que es el reino de Satanás. Satanás tiene un reino, lo cual significa que tiene bajo su dominio un gran número de principados, dominios y potestades.
Según la revelación completa de la Palabra santa, en los tiempos de la tercera caída del hombre, los ángeles caídos y controlados por Satanás hicieron algo que contaminó el género humano. Incitaron al linaje humano a pecar en exceso y a mezclarse. El género humano dejó de ser simplemente el linaje humano y se convirtió en un linaje mezclado con ángeles caídos. Es posible que esto les parezca extraño. Pocos cristianos saben que el género humano se contaminó anteriormente mezclándose con ángeles caídos, con espíritus caídos. Pero esto consta en la Biblia. Durante la tercera caída del hombre, muchos ángeles caídos, los principados de Satanás, descendieron a la tierra, tomaron cuerpo y usaron estos cuerpos para formar matrimonios ilícitos con las hijas de los hombres. De esta manera, el género humano se mezcló con los espíritus caídos.
Esta interpretación de Génesis 6 no es una invención mía ni un descubrimiento que hice. Cuando empecé a estudiar Génesis 6:2 hace cincuenta años, este pasaje me confundía. No tenía ninguna dificultad con 6:1, pero el versículo 2 me planteaba un problema. ¿Quiénes son los hijos de Dios mencionados allí? Luego me enteré de que algunos maestros de la asamblea de Hermanos enseñaban que existen dos líneas en Génesis 4: la línea de los descendientes de Set, es decir, la línea del pueblo piadoso, y la línea de los descendientes de Caín. Ellos decían que los hijos de Dios eran los descendientes de Set. Por pertenecer a Dios, los descendientes de Set eran hijos de Dios. También enseñaban que las hijas de los hombres eran las hijas de los descendientes de Caín. Yo no quedé satisfecho con esa interpretación. No me parecía lógica. ¿Cómo pueden decir que los hijos de Dios eran los descendientes de Set y que las hijas de los hombres eran los descendientes de Caín? ¿Acaso no eran también hombres los descendientes de Set? Yo no podía aceptar esa interpretación. Finalmente encontré la interpretación correcta en los escritos del hermano Watchman Nee. El dijo en sus escritos que los hijos de Dios mencionados en 6:2 eran ángeles. El hizo notar el hecho de que el Antiguo Testamento muestra claramente que los ángeles son llamados hijos de Dios (Job 1:6; 2:1). Aunque esto tenía más sentido, me parecía muy difícil de creer. Yo me preguntaba cómo podían los ángeles casarse con seres humanos. El hermano Nee añadió que la versión siriaca del Antiguo Testamento traduce “hijos de Dios” como “ángeles” y que algunos manuscritos antiguos también usan “ángeles” en lugar de “hijos de Dios” en Génesis 6:2. Entonces el hermano Nee explicó que no podemos decir que sólo las hijas de Caín eran descendientes de los hombres y los hijos de Set no. Ya estaba de acuerdo con este punto. El hermano Nee agregó que Judas 6 y 7 comprueba claramente que los hijos de Dios mencionados en Génesis 6 eran ángeles caídos. Indudablemente el hermano Nee había estudiado el libro Earth’s Earliest Ages [Las primeras eras de la tierra] de G. H. Pember. En dicho libro, el señor Pember demostró claramente que los hijos de Dios a los que se alude en Génesis 6 eran ángeles caídos. Así que, después de mucho estudio, quedé plenamente convencido de que en Génesis 6 los hijos de Dios eran ángeles caídos.
Los ángeles caídos cometieron fornicación con seres humanos, dando así un ejemplo que habrían de seguir Sodoma y Gomorra. Tocante a ese punto, debemos leer cuidadosamente Judas 6 y 7: “Y a los ángeles que no guardaron su principado, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día; como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, se dedicaron a la fornicación y fueron en pos de una carne diferente, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno”. Cuando Pedro y Judas escribieron acerca de la degradación, usaron como trasfondo los hechos relatados en Génesis. En el versículo 6, Judas dice que los ángeles no guardaron su principado. Aquí el principado significa el dominio o gobierno de los ángeles, y se refiere a la esfera de su dominio. ¿Cuál es el principado o la esfera de los ángeles? En Efesios 2:2 y 6:12 se nos indica que su principado es el aire. La morada de Dios es el tercer cielo, la morada del hombre es la tierra, y la de Satanás y sus ángeles es el aire. Cuando Judas 6 dice que los ángeles no guardaron su principado, sino que abandonaron su habitación, quiere decir que abandonaron la esfera del aire, bajaron a la tierra, y contrajeron matrimonio ilícitamente con seres humanos. Dios ha guardado estos ángeles caídos bajo las tinieblas en prisiones eternas hasta el juicio del gran día.
¿Cuándo abandonaron estos ángeles su principado? ¿Cuándo salieron de su principado en el aire los ángeles caídos y descendieron a la tierra para hacer algo que condujo Dios a echarlos en prisiones hasta el juicio del gran día? Deben de haber hecho algo muy grave para que Dios actuase así. ¿Cuándo sucedió eso? Debe de haberse producido durante el tiempo mencionado en Génesis 6.
La palabra “como” de Judas 7 indica que este versículo es la continuación del versículo 6. Puesto que el sujeto de esta frase no es solamente Sodoma y Gomorra, sino también “las ciudades vecinas”, necesitamos una coma después de “vecinas”. Por tanto, Sodoma, Gomorra y las ciudades vecinas son el sujeto de la frase. El predicado es “fueron puestas”. Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas fueron puestas como ejemplo. Entre el sujeto y el predicado tenemos el calificativo “de la misma manera que aquéllos, se dedicaron a la fornicación y fueron en pos de una carne diferente”. ¿A quiénes se refiere “aquéllos”? Se refiere a los ángeles caídos mencionados en el versículo anterior. ¿Qué significa “de la misma manera”? Significa la manera de ir “en pos de una carne diferente”. Los ángeles caídos fueron en pos de la carne humana. Sodoma, Gomorra y las ciudades vecinas también fueron “en pos de una carne diferente”. Esto significa que estas ciudades siguieron el ejemplo de los ángeles caídos. No inventaron esa clase de fornicación, sino que siguieron el ejemplo de los ángeles caídos que la inventaron. Sodoma, Gomorra y las ciudades vecinas fueron seguidores; los ángeles fueron los inventores.
Ahora quisiera dirigirme especialmente a los jóvenes. El matrimonio es algo santo. Dios instituyó el matrimonio a fin de preservar el linaje humano que El creó para Su propósito. Nadie debe considerar el matrimonio de manera liviana. Todos debemos considerarlo santo. Hebreos 13:4 nos aconseja respetar al matrimonio, considerándolo como algo santo. Hay un principio estricto acerca del matrimonio: el principio de que el marido debe tener una sola esposa. Dios dispuso este principio santo para preservar el linaje humano en la debida condición a fin de cumplir Su propósito. No obstante, cuando el hombre cayó por tercera vez, el enemigo astuto se introdujo para quebrantar el principio santo del matrimonio humano, usando a sus ángeles caídos, quienes tomaron cuerpos humanos a fin de casarse con mujeres. Esto violó el principio del matrimonio que protegía la pureza del género humano. El matrimonio ilícito de ángeles caídos con seres humanos no sólo quebrantó el principio del matrimonio, sino que contaminó la humanidad. ¿Cuál era la intención del diablo al hacer eso? Su intención no consistía solamente en corromper el linaje humano, sino también en contaminarlo hasta el punto de convertirlo en una mezcla de humanidad con espíritus caídos. Los ángeles caídos establecieron ese ejemplo de quebrantar el principio del matrimonio. Sodoma, Gomorra y las ciudades circunvecinas siguieron ese ejemplo al quebrantar el principio que Dios había establecido.
Ahora podemos entender la razón por la cual Dios envió el diluvio sobre el género humano y lo condenó a muerte. Dios decidió hacerlo porque el hombre se había mezclado. Ahora podemos entender también la razón por la cual Dios consumió con fuego a Sodoma, a Gomorra y a las ciudades vecinas. Cuando yo era joven, leí acerca del diluvio, la destrucción de Sodoma y Gomorra, y la matanza de los cananeos, y no aprobé lo que hizo Dios. Dije: “¿Acaso no es Dios un Dios de amor? ¿Cómo puede un Dios de amor hacer semejante cosa? ¿Cómo puede un Dios amoroso ahogar en agua a la gente, quemar sus ciudades, y dar muerte a los cananeos por medio de los israelitas?” Le dije a Dios: “Dios, no fuiste justo. ¿No crees que los israelitas también eran pecaminosos? ¿Por qué destruiste a todos los cananeos? ¿Cómo puedes decir que eres un Dios de amor?” Finalmente, Dios me dijo: “Hijo, ¿no has visto que antes del diluvio la humanidad se había convertido en una mezcla? No pude conservar a ese linaje mezclado sobre esta tierra. Tenía que eliminarlo. ¿No ves que entre los cananeos había nefileos [es decir, gigantes], lo cual demuestra que los cananeos habían dejado de ser un linaje puramente humano, y se habían mezclado con los ángeles caídos? Tuve que eliminarlos”. Entonces, me incliné y dije: “Señor, Tú eres Dios. Te adoro. Actuaste correctamente”.
Si leen Judas 6 y 7, verán que los ángeles caídos inventaron este enlace ilícito, quebrantando así el principio establecido por Dios con respecto al matrimonio, y fueron “en pos de una carne diferente”, en pos de los seres humanos. Esta invención estableció un ejemplo que fue seguido por Sodoma, Gomorra y las ciudades vecinas. Junto con esos ángeles, las ciudades vecinas cometieron fornicación y buscaron “una carne diferente”. En cierto momento, hubo algunos ángeles que habían caído hasta tal punto que Dios intervino y los juzgó. ¿Cuándo sucedió eso? Debemos aplicarlo a Génesis 6.
Este matrimonio ilícito entre los ángeles caídos y el género humano produjo los nefileos. “Los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre” en 6:4 fueron el resultado de la mezcla de los espíritus caídos con el género humano (cfr. Nm. 13:33). La palabra hebrea nefilim, o sea nefileos, que algunas versiones traducen “gigantes” en Génesis 6:4 y Números 13:33, significa “seres caídos”. G. H. Pember dice en su libro Earth’s Earliest Ages, que esta palabra se refiere probablemente a los ángeles caídos. No obstante, los nefileos no eran ángeles solamente, sino el producto de la mezcla entre los ángeles caídos y las hijas de los hombres. Fueron el resultado de la mezcla entre el género humano, es decir, la sangre humana, y los espíritus angélicos.
La Biblia revela que los nefileos eran “hombres de grande estatura” (Nm. 13:32). Al verlos uno se atemorizaría. Es exactamente lo que les ocurrió a diez de los doce espías que Moisés envió a explorar la tierra de Canaán. Ellos vieron a los nefileos y se horrorizaron (Nm. 13:33). Dijeron a los israelitas que no debían entrar en el país, pues habían visto allí a los nefileos. Los nefileos que ellos vieron deben de haber sido los descendientes de los ángeles caídos que se habían mezclado con las hijas de los hombres. Los nefileos eran gigantes, hombres poderosos y de renombre.
Dios mandó el diluvio para exterminar la generación de Noé porque la sangre de esa generación se había hecho impura. Del mismo modo, Dios mató a todos los cananeos porque los nefileos estaban nuevamente entre ellos, y la sangre de ese linaje había vuelto a ser impura. Dios no podía tolerar esa situación. Para cumplir Su propósito, El no podía permitir la existencia de una humanidad así.
Todos debemos aprender esa lección: la fornicación es algo grave. En toda la Biblia, y particularmente en la enseñanza del Señor Jesús (Mt. 19:9), la fornicación se considera un asunto grave. Cuando usted lee las epístolas del Nuevo Testamento, puede ver que los apóstoles eran muy estrictos, y no toleraban la fornicación en la vida de iglesia (1 Co. 6:9-10, 18; Ef. 5:5). ¿Por qué eran tan estrictos? Si lee la Biblia, descubrirá que la fornicación está relacionada con la idolatría (Ap. 2:14, 20). El culto a los ídolos fomenta la fornicación. En el budismo, los que adoran ídolos no prestan mucha atención a su fornicación. El culto que rinden a los ídolos los conduce a la fornicación. En China, en frente de los templos donde la gente adoraba a los ídolos, se presentaba la ópera a menudo con historias de fornicación. Si usted lee el libro de Números, verá que cuando los israelitas adoraban ídolos, cometían fornicación (25:1-2). El culto a los ídolos lleva a la fornicación, y la fornicación conduce a la idolatría. Pero eso no sucede en la verdadera adoración de Dios. El verdadero culto a Dios nos mantiene puros en cuanto al matrimonio, preservando el principio que Dios estableció. Hace varios años, algunos jóvenes vivían juntos en San Francisco y se entregaron a la fornicación. Con el tiempo, la fornicación los condujo a la brujería. La fornicación pone a la gente en contacto con los demonios. ¿Por qué? Porque los demonios, los espíritus caídos, buscan cuerpos humanos. Si usted usa correctamente sus facultades intelectuales y su razón, no permitirá que ningún espíritu maligno entre en usted. Pero cuando la gente se embebe en la fornicación, no se preocupa por su intelecto; pierde la razón, y deja la puerta abierta para que entren los demonios, los cuales toman plena posesión de su persona. Ningún fornicario se preocupa por su intelecto ni por su raciocinio. Deja de ser lógico y normal. Si usted es racional y normal, se preocupará por su intelecto o su raciocinio, y no hará nada que quebrante el principio establecido por Dios. Caer en la fornicación es algo horrible.
La Biblia relata que durante la tercera caída, el hombre se hizo carne. Estaba lleno de lujuria. Los hombres se encontraban en esa condición; por tanto, abrieron la puerta a los ángeles, los seres caídos, y éstos podían entrar. En ese momento, el hombre no sólo tenía al diablo en su naturaleza maligna, sino que algunos hombres fueron poseídos por los ángeles caídos, los cuales usaron sus cuerpos para contraer matrimonios ilícitos y producir un linaje mezclado. Esta fue la peor maldad a los ojos de Dios, y El no podía tolerarla.
Ya vimos que la primera causa de la tercera caída del hombre fue la mezcla de los espíritus malignos con la humanidad. Consideremos ahora la segunda causa. La segunda causa de esta caída fue que el hombre se hizo carne. Génesis 6:3 dice: “Y dijo Jehová: no contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne”. En la primera caída, el hombre no ejercitó su espíritu. En la segunda caída, él usó excesivamente su alma. Caín no sabía nada acerca de su espíritu, pero sí ejercitó sobremanera su alma, e inventó una religión. En la tercera caída, el hombre abusó del cuerpo caído y se volvió carne. El hombre no sólo descuidó su espíritu, sino también su alma. El hombre descuidó el intelecto y el raciocinio de su alma.
Hoy en día, mucha gente se encuentra en la misma situación. Ellos no se preocupan por el espíritu, por la presencia de Dios, y tampoco se preocupan por su alma ni por su intelecto ni por su raciocinio. Sólo temen a la policía. Si se aboliera la policía nacional o la guardia civil, la carne afloraría, haciendo caso omiso del espíritu, del intelecto humano y del raciocinio del hombre. La gente simplemente abusaría de su carne y actuaría casi como animales. Cuando el hombre se encuentra en tal condición, casi ha llegado a lo más vil. La primera caída expone el hecho de que el hombre no usó el espíritu, y la segunda caída expone el uso excesivo del alma. Por abusar de su alma, el hombre cayó aún más y empezó a abusar de su cuerpo. Así, el hombre se hizo totalmente carne.
La Biblia revela que el peor y más maligno enemigo de Dios es nuestra carne. La Epístola a los Romanos así lo revela, particularmente en los capítulos siete y ocho. Dios aborrece totalmente la carne; no la tolera. En cierto sentido, Dios puede tolerar nuestros errores y transgresiones, pero jamás tolerará la carne. Todo lo que procede de nuestra carne constituye una ofensa para El. Durante la tercera caída, todo el linaje humano se hizo carne. Por tanto, Dios se presentó y dijo a Su siervo Noé que iba a destruir a toda esa generación.
No es difícil entender el proceso. El primer paso del proceso fue satisfacer la lujuria de la carne. Cuando una persona se hace carne, no tiene otra alternativa que satisfacer los apetitos de la carne. Como resultado, el hombre se hace maligno y totalmente corrupto (6:5, 11-13). La Biblia es muy económica, y no desperdicia ninguna palabra; sin embargo, en Génesis 6 se repite varias veces que la tierra se había corrompido y estaba llena de violencia (vs. 11-13). A los ojos de Dios, la tierra estaba corrupta. No sólo era maligna, sino corrupta, hasta tal punto que Dios no la pudo tolerar más.
La primera consecuencia de la tercera caída del hombre fue la retirada del Espíritu Santo, lo cual significa que Dios abandonó al hombre. El Señor dijo: “No contenderá mi Espíritu con el hombre para siempre”. Esto indica la obra de gracia que efectúa el Espíritu Santo de Dios. Dicho pasaje demuestra que antes de aquel tiempo el Espíritu de Dios obraba y contendía continuamente con el hombre. Es la segunda vez que se menciona el Espíritu en el libro de Génesis. La primera vez aparece en 1:2, donde vemos que el Espíritu de Dios se cernía sobre la situación de muerte para traer la vida a la existencia. Cuando se menciona el Espíritu por segunda vez, vemos que Dios el Espíritu dejaría de contender con el hombre, lo cual demuestra que antes de eso el Espíritu había luchado y trabajado. Dios estaba lleno de gracia. No se imagine que Abel era bueno por sí mismo. Eso era imposible. Todos los santos mencionados en Génesis 5 fueron ayudados por el Espíritu de Dios. ¿Cree usted que Enoc pudo haber caminado con Dios por su propia cuenta? Yo no creo. Enoc fue ayudado, fortalecido y motivado por el Espíritu de Dios. El Espíritu de Dios luchaba contra la rebelión del hombre. No obstante, en Génesis 6 alcanzamos el punto en que el Espíritu de Dios dejó de luchar contra el hombre. ¡Cuán terrible es eso! Si el Espíritu de Dios se apartase de nosotros, ¡qué terrible sería!
La segunda consecuencia de la tercera caída del hombre fue la venida del diluvio, el cual trajo el juicio de destrucción (6:17; 7:10-12). Una de las consecuencias de la tercera caída del hombre fue que algo muy bueno, el Espíritu Santo, habría de apartarse de él, y que algo muy terrible, el juicio del diluvio, habría de venir para ejecutar la condena a muerte sobre el hombre caído.
La tercera caída del hombre prefiguraba la era presente. El Señor Jesús comparó el presente siglo con los días de la tercera caída (Mt. 24:37-39). El Señor dijo que antes del diluvio, estaban comiendo, bebiendo, casándose y dándose en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca y vino el diluvio y se los llevó a todos. Lo único que la gente hacía era comer, beber, casarse y darse en casamiento. En la época de la tercera caída, el hombre caído abusaba del matrimonio. Ocurre exactamente lo mismo hoy en día: comen, beben y abusan del matrimonio. Estar casados no es malo; es algo santo. Pero no abuse de ello. Su matrimonio debe conformarse al principio de Dios. Esto traerá la gracia y la bendición de Dios sobre usted y su familia. Pero si el hombre abusa del matrimonio, vendrá juicio sobre él. Miren la situación de hoy. Es idéntica a la situación que precedió el diluvio. La gente está entregada a comer, beber y casarse, pero no conoce el juicio venidero. Ellos actúan como si no hubiera un Dios en el universo. No se preocupan por el juicio venidero. Pero la Biblia asegura que Dios todavía está en el trono y que la tierra le pertenece a El. Un día El intervendrá y ejercerá Su juicio sobre esta era impía. ¿Qué haremos pues? Vayamos a Noé y veamos lo que hizo. En el siguiente mensaje consideraremos a Noé.