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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Hechos»
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Mensaje 20

La propagacion en jerusalen, judea y samaria mediante el ministerio de la compañia de pedro

(15)

  Lectura bíblica: Hch. 6:8-15

  Hch. 6:8-15; 7:1-60; 8:1-3 describe cómo se intensificó la persecución por parte de los religiosos judíos. En 6:8—7:60, tenemos el martirio de Esteban. En este mensaje estudiaremos 6:8-15.

SE OPONEN A EL Y LO ARRESTAN

  Leamos el versículo 8: “Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo”. Como ya mencionamos, estos prodigios y señales no formaban parte del testimonio central de Dios, el cual es el Cristo encarnado, crucificado, resucitado y ascendido; tampoco formaban parte de Su plena salvación.

  Leamos los versículos 9 y 10: “Pero se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con Esteban. Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba”. El versículo 9 habla de la sinagoga de los libertos. Los libertos eran hombres que habían sido liberados de su condición de esclavos. En Jerusalén había muchas sinagogas formadas por judíos que regresaron de la dispersión, las cuales fueron establecidas conforme a los idiomas aprendidos en la dispersión (véase 2:9-11). La palabra “sinagoga” es el equivalente en español de la palabra griega sunagogé, la cual se compone de sun, juntos, y ágo, traer; por lo tanto, significa juntarse, reunirse o congregarse; por consiguiente, denota el lugar de reunión. Se usa en el Nuevo Testamento para denotar la congregación de los judíos (13:43; 9:42; Lc. 12:11), y su lugar de reunión (Lc. 7:5), donde buscaban el conocimiento de Dios estudiando las santas Escrituras (Lc. 4:16-17; Hch. 13:14-15). En Jerusalén había muchas sinagogas, las cuales pertenecían a varios grupos de judíos.

  Hechos 6:11 y 12 dicen: “Entonces instigaron a unos hombres para que dijesen que le habían oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios. Y soliviantaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas; y arremetiendo, le arrebataron, y le trajeron al sanedrín”. El sanedrín era la corte suprema de los judíos y se componía de los principales sacerdotes, los ancianos, los intérpretes de la ley y los escribas. El sanedrín condenó al Señor Jesús a muerte (Mt. 26:59) y después persiguió a los creyentes. Esto indica que el judaísmo había caído en manos del enemigo de Dios, Satanás el diablo, y era usado por él en su intento de estorbar y destruir el mover de Dios en Su economía neotestamentaria, el cual tiene como fin llevar a cabo el propósito eterno de Dios.

LAS ACUSACIONES DE LOS PERSEGUIDORES

  Hechos 6:13 y 14 dicen: “Y presentaron testigos falsos que decían: Este hombre no cesa de hablar palabras contra este lugar santo y contra la ley; pues le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará las costumbres que nos dio Moisés”. En el versículo 13 la frase “este lugar santo” se refiere al templo (Mt. 24:15; Sal. 68:35; Ez. 7:24; 21:2).

  Leamos el versículo 15: “Entonces todos los que estaban sentados en el sanedrín, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel”. El hecho de que el rostro de Esteban pareciera el rostro de un ángel indica que él tenía una apariencia celestial. A pesar de que Esteban era un hombre terrenal, tuvo una apariencia celestial mientras fue perseguido.

UN CAMBIO DE DISPENSACION Y UN PERIODO DE TRANSICION

  Según el versículo 14, los que se oponían a Esteban lo acusaban de declarar que Jesús destruiría el templo y cambiaría las costumbres que les dio Moisés. Esto indica que debe de haber circulado rumores entre los creyentes acerca de la destrucción del templo, como el Señor profetizó en Mateo 23:37-39 y 24:2, y tocante a la terminación de la dispensación de la ley como dijo el Señor en Mateo 11:13. De la misma manera en que los judíos opositores tergiversaron lo que el Señor dijo en Juan 2:19 cuando le crucificaron (Mt. 27:40), también tergiversaron las palabras de los creyentes. Indudablemente, la oposición de los judíos fue instigada por Satanás con la intención de estorbar la economía neotestamentaria de Dios. Sin embargo, la base usada por Satanás en esta instigación fue el cambio de dispensación, el cual contradecía las tradiciones judías. La economía neotestamentaria de Dios consiste en tener una nueva dispensación absolutamente separada del judaísmo. Esto ofendió a los judíos porque tocó las tradiciones que ellos heredaron por generaciones y provocó oposición, la cual empezó con el ministerio del Señor en los evangelios y se volvió más violenta durante el ministerio de los apóstoles en este libro, cuando el mover neotestamentario del Señor pasaba por un período de transición.

  Conforme a lo narrado por Lucas en Hechos, la iglesia entre los judíos, incluyendo a los primeros apóstoles, no pasó por esta transición con buen resultado debido a la influencia que aún ejercía en ellos su trasfondo judío y a la oposición con la cual los enredaban sus parientes judíos. Esta dificultad los perturbó una y otra vez en Hechos (11:1-3; 15:1-5; 21:18-26). Hasta el apóstol Pablo, durante su última visita a Jerusalén, estuvo en peligro de volver a las prácticas judías (21:20-26).

  En Hechos, los creyentes judíos aún observaban la ley del Antiguo Testamento, como lo indican las palabras que Jacobo y los ancianos de Jerusalén dirigieron a Pablo en 21:20. Jacobo, los ancianos de Jerusalén y miríadas de creyentes judíos aún permanecían en una mezcla de fe cristiana y ley mosaica. Incluso le aconsejaron a Pablo que practicara tal mezcla judaica (21:17-26). Ignoraban que la dispensación de la ley estaba totalmente terminada y que la dispensación de la gracia debería ser totalmente honrada, y que también hacer caso omiso de la distinción entre estas dos dispensaciones sería contrario a la administración dispensacional de Dios y dañaría en gran manera el plan de Dios en Su economía con respecto a la edificación de la iglesia como expresión de Cristo.

  Los hijos de Israel habían recibido la ley por medio de Moisés. También tenían un sistema de adoración que tenía el templo, los sacerdotes y las ofrendas como sus principales elementos. Los hijos de Israel consideraban dos cosas como centro de su adoración: la ley y el templo. Tanto la ley como el templo tipifican a Cristo. Dios en Su economía neotestamentaria no desea tener una ley escrita y un templo físico, sino al Cristo viviente como ley de vida y como templo vivo. Dios desea que Cristo sea la ley viviente en nosotros y el templo viviente fuera de nosotros, lo cual cumple Su economía neotestamentaria. Tal economía gira en torno al Dios Triuno quien se mezcla con Su pueblo elegido a fin de producir una entidad corporativa que lo exprese. Esta fue la intención que Dios tuvo desde el principio en el libro de Génesis. No obstante, los hijos de Israel consideraron la ley y el templo de una manera tradicional según la letra muerta.

  Aproximadamente mil quinientos años después de que la ley fue dada, el Dios Triuno se encarnó. Un día este Dios encarnado dijo: “Todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan” (Mt. 11:13). Esto indicaba que la dispensación del Antiguo Testamento había llegado a su fin. Aunque los principios de la ley todavía siguen vigentes, la dispensación de la ley sí concluyó.

  Además vemos en Mateo 23:37-39, que el Señor abandonó a Jerusalén con su templo. En el versículo 38, El dijo: “He aquí vuestra casa os es dejada desierta”. La palabra “casa” denota la casa de Dios, es decir, el templo (Mt. 21:12-13). Esta profecía acerca de la desolación del templo corresponde a la de Mateo 24:2, en donde el Señor dijo: “De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada”. Esto se cumplió en el año 70 d. de C. cuando Tito destruyó a Jerusalén con su ejército romano. Por consiguiente, en Mateo 23:38 y 24:2, el Señor indicó a Sus discípulos que el templo material, el cual se había convertido en un estorbo para la economía de Dios, sería destruido.

  El Señor Jesús indicó claramente que [la dispensación de] la ley acabaría y que el templo sería destruido. Sus palabras, sin duda, dejaron una profunda impresión en los discípulos, y probablemente ellos tuvieron comunión al respecto, puesto que la ley y el templo eran dos asuntos muy importantes para los judíos.

  Después de la ascensión del Señor a los cielos y del derramamiento del Espíritu, se produjo un mover prevaleciente entre los discípulos. Los que se oponían a ellos comenzaron a tergiversar las palabras que deben de haber circulado entre los creyentes con respecto al fin de la dispensación de la ley y a la destrucción del templo. Los opositores de Esteban lo acusaron particularmente de “decir palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios” y de declarar que “Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará las costumbres que nos dio Moisés” (Hch. 6.11, 14). Indudablemente, quienes se oponían a él tergiversaron la verdad. Efectivamente, el Señor Jesús había hablado acerca del fin de la dispensación de la ley y de la destrucción del templo, pero estas personas tergiversaron Sus palabras.

  La antigua dispensación era la dispensación de la ley y del templo. La nueva dispensación es la dispensación de Cristo como ley de vida y como templo viviente. Entre estas dos dispensaciones había un período de transición en el cual Dios debía trasladar a Su pueblo elegido, de la vieja dispensación a la nueva. Todos los primeros discípulos, incluyendo a Pedro, estaban pasando por este traslado divino. Ellos habían nacido en la antigua dispensación y habían crecido con el conocimiento de ella. Por tanto, ellos eran personas de la antigua dispensación. No obstante, fueron llamados por el Señor y pasaron tres años y medio con El. Además, estuvieron cuarenta días con El después de Su resurrección de una manera maravillosa y espiritual. Quizás pensemos que eso fuera suficiente para que Dios los trasladara de la antigua dispensación a la nueva, es decir, de la ley de letras y del templo material a Cristo como ley de vida y como el templo viviente. A pesar de que ellos habían llegado a conocer a Cristo de esta manera, todavía se encontraban bajo la fuerte influencia del judaísmo, y estaban rodeados de sus parientes judíos. Por lo tanto, les fue muy difícil liberarse de su viejo trasfondo.

  Este fue particularmente el caso de Jacobo, un hermano carnal del Señor Jesús. Jacobo era un hombre piadoso a quien los judíos respetaban mucho. A él le resultó muy difícil ser trasladado y abandonar su trasfondo judío. De hecho, él fue el primero en permanecer en el judaísmo como lo indica Hechos 21.

  Según Hechos 21, cuando Pablo estuvo por última vez en Jerusalén, fue a visitar a Jacobo, y todos los ancianos estaban presentes (v. 18). En esa ocasión, Jacobo alentó a Pablo a que siguiera ciertas prácticas judías, diciendo: “Tenemos aquí cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley” (vs. 23-24). Pablo siguió el consejo y fue al templo con aquellos que habían hecho voto. Es difícil creer que Pablo hiciera esto después de haber escrito las epístolas a los romanos y a los gálatas, en las cuales él indicaba que la dispensación de la ley había terminado. No obstante, como vemos en Hechos 21, Pablo no pudo vencer el entorno judaico.

  El libro de Hechos nos enseña que la iglesia en Jerusalén, incluyendo a los doce apóstoles, no pasó por este período de transición con buen resultado. Por el contrario, ellos fracasaron. Este fracaso fue una de las razones por las cuales el Señor mandó que el ejército romano destruyera a Jerusalén y su templo. Este evento también puso fin a la mezcla religiosa que había en Jerusalén.

LA SITUACION ACTUAL

  Al hablar acerca de la necesidad de experimentar una transición de la antigua dispensación a la nueva, no nos interesa únicamente tener el conocimiento bíblico, sino saber cómo aplicarlo a nuestra situación actual. No sólo las cosas del Antiguo Testamento se han convertido en tradición religiosa, sino también las del Nuevo Testamento. De hecho, a finales del primer siglo, los cristianos empezaron a convertir lo relacionado con la economía neotestamentaria de Dios en una tradición religiosa. Si usted estudia la historia de la iglesia, verá que esta degradación comienza después de la época de los apóstoles. Finalmente, en el siglo veinte, se nos presentó un cristianismo tradicional, el cual nos impidió ver la economía neotestamentaria de Dios.

  ¡Qué gran misericordia que estemos hoy en el recobro del Señor! Podemos afirmar con toda sinceridad que por lo menos hasta cierto punto, hemos regresado a la economía neotestamentaria de Dios. Yo creo que si los católicos y los cristianos de las denominaciones nos visitaran mientras tomamos la mesa del Señor, reconocerían, si son sinceros, que nosotros tenemos, por lo menos en parte, la realidad de economía neotestamentaria de Dios.

  El cristianismo se ha convertido en una religión de tradiciones. En el transcurso de los siglos, se han usado algunos elementos de la economía neotestamentaria de Dios para formar una tradición. Así como Pedro y Juan nacieron y crecieron en las tradiciones de la antigua dispensación, muchos de nosotros nacimos en las tradiciones del cristianismo y fuimos criados conforme a ellas. Por tanto, es necesario que el Señor restaure Su verdadera economía neotestamentaria.

  Tal como Pedro y Juan pasaron por un período de transición, nosotros también atravesamos hoy lo mismo. Mientras pasamos por la transición que nos lleva hacia la economía neotestamentaria de Dios, debemos recordar los fracasos que tuvieron Jacobo, Pedro y los demás, y aprender de ellos. Debemos aprender a no prestar atención a las tradiciones y salir de toda influencia religiosa. Debemos ser trasladados por el Señor completa y definitivamente a fin de salir de toda tradición y volver a la economía neotestamentaria pura de Dios. ¿En qué consiste la economía neotestamentaria de Dios? Su economía no es más que Jesucristo, el Dios-hombre, como nuestro todo. El es nuestra ley, nuestro templo y nuestro todo.

  En este estudio-vida de Hechos no nos interesa aprender la letra de la Biblia. No buscamos solamente adquirir conocimiento bíblico. Por la misericordia del Señor, debemos estar dispuestos a que El nos conduzca a las profundidades de Sus verdades a fin de conocer el deseo de Su corazón. El pueblo de Dios debe tomar conciencia de que la religión actual está muy lejos de lo que Dios desea. Espero que Dios tenga misericordia de todo Su pueblo elegido, incluyendo a todos los creyentes que están en la iglesia católica romana y en las denominaciones, a fin de que vean en la Biblia la luz y la revelación verdaderas con respecto a Su economía neotestamentaria. Nosotros, quienes estamos en el recobro del Señor, le agradecemos por lo que El nos ha mostrado en la Palabra en cuanto a Su economía. Que todos recibamos la ayuda del Señor y veamos la luz de las verdades divinas en la Biblia a fin de ser plenamente introducidos en la economía neotestamentaria de Dios.

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