Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Estudio-Vida de Juan»
Чтения
Marcadores
Mis lecturas


Mensaje 17

LA NECESIDAD DEL SEDIENTO: SER SACIADO POR LA VIDA

(1)

  Hemos abarcado cinco de los nueve casos presentados en este evangelio. En el primer caso, el Señor habló con un hombre superior, moral, acerca de la regeneración que efectúa la vida. Por medio de nuestro nuevo nacimiento, el Señor llega a ser nuestra segunda vida, la vida divina. En el segundo caso, el Señor habló a una mujer inferior, inmoral, acerca de la satisfacción que provee la vida. El Señor mismo es el agua viva que satisface a los corazones insatisfechos. En el tercer caso, el Señor sanó a un niño que estaba a punto de morir. El Señor sana a los moribundos por Su palabra vivificante y mediante la fe. En el cuarto caso, el Señor vivificó a un hombre imposibilitado que había estado enfermo por treinta y ocho años. Esto muestra que el Señor vivifica a los impotentes por medio de la vida. En el quinto caso, el Señor alimentó a los cinco mil con el pan de vida. Esto indica que Él es el pan vivo y celestial que satisface el hambre de la multitud. En resumen: en el primer caso el Señor regenera con Su vida divina; en el segundo, da el agua viva; en el tercero, sana a los moribundos por medio de la palabra que da vida; en el cuarto, vivifica al hombre incapacitado; y en el quinto caso, alimenta a la multitud con el pan de vida.

  Ahora en el capítulo 7 llegamos al sexto caso, el cual nos muestra la necesidad de los sedientos. Este caso contrasta con el quinto, que presenta la necesidad de los hambrientos. En el caso anterior, el Señor se revela claramente como el pan de vida que satisface nuestra hambre, pero en este caso, el Señor trae el fluir del agua viva para apagar nuestra sed. En el quinto caso, la gente tiene hambre, pero en el sexto, tiene sed. El quinto caso presenta el pan vivo, y el sexto introduce el agua viva. El pan de vida es para las personas hambrientas, y los ríos de agua viva son para los sedientos. Para ellos, Cristo es la vida que apaga la sed. Cristo es esta vida que apaga la sed del hombre.

  El pensamiento de que el Señor es nuestra comida y bebida se encuentra a lo largo de las Escrituras. Por ejemplo, en Génesis 2 el árbol de la vida es un cuadro del Señor como nuestra provisión de alimento de vida. Además del árbol de la vida tenemos en Génesis 2 el río, el cual representa al Señor trayéndonos los ríos de agua viva. En otras palabras, esto manifiesta el propósito con el cual el Señor creó al hombre: el hombre debe comer y beber. Si no come, tendrá hambre, y si no bebe, tendrá sed. El Señor es la comida que satisface nuestra hambre, y tiene el agua viva que apaga nuestra sed.

  Posteriormente en las Escrituras los hijos de Israel, mientras viajaban por el desierto, también recibieron alimento y agua. Por un lado, tenían el maná del cielo como su alimento diario (Éx. 16:14-15). Por otro, tenían el fluir del agua viva que brotaba de la peña golpeada y que apagaba su sed (17:6).

  En el Evangelio de Juan también vemos que el Señor es el pan vivo que satisface el hambre, y ofrece el agua viva que sacia la sed de la multitud. El Padre, el Hijo y el Espíritu, las tres Personas del Dios Triuno, están relacionadas con el alimento y el agua. Dios el Padre es la fuente, Dios el Hijo es la comida, y Dios el Espíritu es la bebida. La primera Persona del Dios Triuno es la fuente de la segunda Persona como el alimento, de quien a su vez la tercera Persona fluye como la bebida.

  En 1 Corintios 10:3-4 también se mencionan estos dos asuntos. Aquí, Cristo mismo es el alimento espiritual y es la peña golpeada de la cual fluye la bebida espiritual. El Espíritu Santo es la bebida espiritual que sale del Cristo crucificado. Por lo tanto, Cristo es nuestra comida, y el Espíritu Santo que fluye de Cristo es nuestra bebida.

  Al final de las Escrituras vemos la Nueva Jerusalén. También ahí el fluir del agua de vida es el Espíritu Santo, y Cristo es el árbol de la vida que crece en este fluir (Ap. 22:1-2). De manera que, hay una línea que corre a través de todas las Escrituras y nos muestra que Cristo es nuestra comida espiritual, que el Espíritu Santo es nuestra bebida espiritual, y que el hombre necesita comer y beber a fin de satisfacer su hambre y su sed.

  El Evangelio de Juan es un libro de cuadros descriptivos. El escritor utilizó figuras y cuadros, así como palabras claras, porque los asuntos de la vida son muy profundos, misteriosos y abstractos. Si Juan hubiera usado sólo palabras sencillas, habría sido difícil para la gente explorar las riquezas e introducirse en ellas. Así que Juan, bajo la inspiración de Dios, utilizó diversos cuadros descriptivos. En el capítulo 4 vemos al Salvador sediento y una pecadora sedienta encontrándose junto al pozo de Jacob. En el capítulo 5 encontramos a una multitud de personas enfermas, ciegas, cojas y secas, esperando junto al estanque. En el capítulo 6 vemos un desierto, una montaña y un mar tormentoso; en ese mar se hallaba una barca azotada por las olas, y la gente de la barca aterrorizada. De repente, se les acerca un hombre caminando sobre las olas. Era el mismo hombre que alimentó a la multitud hambrienta con cinco panes y dos peces. Y en el capítulo 7 vemos aún otro cuadro descriptivo.

I. LA ESCENA DE LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS

A. En contraste con la escena de la fiesta de la Pascua del capítulo 6

  El sexto caso es una continuación del quinto, porque el alimento se relaciona con el agua. En esta relación también existe otro contraste. En el quinto caso se celebraba la fiesta de la Pascua. En el caso descrito en el capítulo 7 vemos la fiesta de los Tabernáculos. La fiesta de la Pascua es la primera fiesta anual de los judíos, y la fiesta de los Tabernáculos es la última (Lv. 23:5, 34). La fiesta de la Pascua, por ser la primera fiesta del año, implica el comienzo de la vida del hombre (cfr. Éx. 12:2-3, 6), e incluye la búsqueda que éste hace para obtener satisfacción y da por resultado el hambre en él. La fiesta de los Tabernáculos, por ser la última del año, implica la culminación y el éxito de la vida del hombre (cfr. 23:16), la cual acabará y dará por resultado que el hombre tenga sed. En la escena de la fiesta de la Pascua el Señor se presentó como el pan de vida, que satisface el hambre del ser humano. En la escena de la fiesta de los Tabernáculos, el Señor prometió que Él haría fluir el agua viva que apaga la sed del hombre.

  La fiesta de la Pascua se efectuaba a principios de año, cuando la gente se encontraba laborando arduamente. En el caso de la alimentación de los cinco mil, la gente se encontraba trabajando para satisfacer su hambre, pero no podían lograrlo. Ellos se esforzaron, laboraron y buscaron algo que los satisficiera, sin poder lograrlo. Por el contrario, la fiesta de los Tabernáculos se efectuaba en un tiempo cuando la cosecha había terminado. El pueblo ya había cosechado la siembra y obtenido el vino (Dt. 16:13-14). Toda la siembra había sido ya cosechada y la gente venía y se reunía en la fiesta de los Tabernáculos para disfrutar de todo el fruto con sus familias y aun con sus criados. Debemos entender que durante la fiesta de los Tabernáculos no laboraban más, pues todo trabajo había terminado; la cosecha había sido segada y el fruto y el vino habían sido obtenidos. Ese era el tiempo para regocijarse en su disfrute, ¡pero ellos seguían sedientos! El sexto caso revela que su sed no fue apagada ni aun por sus éxitos.

  Al leer los versículos que tratan de la Pascua en Éxodo 12, vemos que la Pascua indica o implica el comienzo de la vida. Sabemos que la Pascua es para la salvación. Cuando fuimos salvos tuvimos un nuevo comienzo. La Pascua siempre se celebraba en el primer mes del año. Así que, marcaba un nuevo principio. En cierto sentido, todos los jóvenes se encuentran en la Pascua, porque su vida recién ha comenzado y tienen grandes expectativas. Aunque quizás usted no se ha graduado de la universidad, espera tener, después de la graduación, una maestría, doctorado o licenciatura. Esta es la fiesta de la Pascua. Ya hemos visto que la fiesta de la Pascua siempre termina con hambre. Después de la graduación usted únicamente tendrá hambre. Cuanto más alta sea la posición que alcance en su profesión, más hambre sentirá. Cuanto más dinero gane, más insatisfecho estará. La fiesta de la Pascua en Juan 6, como el paso inicial de la vida, termina en hambre.

B. La fiesta de los Tabernáculos representa la culminación y el éxito de la vida humana con su disfrute de una manera religiosa

  Después de recoger toda la cosecha, los judíos celebraban la fiesta de los Tabernáculos para que en la adoración a Dios ellos disfrutasen de lo que habían segado (Éx. 23:16; Dt. 16:13-15). Por lo tanto, esta fiesta representa la culminación, los logros y el éxito de la carrera y el estudio del hombre, y de los demás asuntos de la vida humana, incluyendo la religión, con su respectivo gozo y disfrute. Así que, la fiesta de los Tabernáculos implica la culminación de su ocupación, sus logros y su carrera. Aunque usted tenga éxito en su ocupación o carrera, debe entender que posteriormente todo esto le producirá sed. Finalmente, después de trabajar durante toda su vida, usted tendrá sed, porque todo llega a su último día, todo se acaba. El último día es siempre un gran día. Después de que las personas obtienen cierto éxito, otros les ofrecen una conmemoración. El día de conmemoración de una persona es siempre su último día. Es la terminación, y el final es vacío y produce sed. En Juan 6 tenemos el comienzo de la vida, en el cual hay hambre; en Juan 7 tenemos el éxito y la culminación de la vida, la cual termina en sed. El caso anterior presenta a las personas que laboran, se esfuerzan y buscan algo que satisfaga su hambre, pero no lo pueden obtener. Este caso presenta a las personas que ya han obtenido todo lo que necesitan, y aun así descubren que esto no puede apagar su sed. Ellos lo han obtenido todo, y lo han disfrutado. Pero a pesar de todo su éxito y de todo lo que han logrado, aun con todas las cosas relacionadas con sus fiestas, su religión y su templo, la sed de ellos no se puede apagar. Por lo tanto, estos dos casos comparan a los que trabajan con los que descansan. Sin embargo, no importa si usted trabaja o descansa, no puede saciar su hambre ni apagar su sed.

  No obstante, el Señor es el alimento para los que trabajan, y Él proporciona el agua viva a aquellos que reposan. En realidad, hay dos condiciones en las que el hombre puede encontrarse: una es que debido a su carencia, el hombre tiene que buscar, esforzarse y laborar; la otra es, que como lo tiene todo, debe regocijarse y disfrutar de sus riquezas. En otras palabras, al principio usted se da cuenta de que no tiene nada, y por lo tanto, debe esforzarse y laborar arduamente. Por ejemplo, tal vez usted se encuentre en el primer año de su carrera universitaria y tiene necesidad de dedicarse a sus estudios. Esto es como la fiesta de la Pascua. Y después que se ha graduado, recibido su título y obtenido un excelente empleo, llega a ser rico. Esto es como la fiesta de los Tabernáculos, porque la obra y la labor han terminado. Ahora usted se encuentra descansando y en posición de regocijarse y disfrutar de los beneficios de su labor.

  ¿A cuál fiesta asiste usted, a la de la Pascua o a la de los Tabernáculos? No importa a cuál de estas fiestas asista, aún se encuentra hambriento o sediento. Ya sea que se halle en una situación de pobreza o riqueza, reconocerá que todavía tiene hambre o sed. Muchos estudiantes extranjeros vienen a los Estados Unidos, un país rico, para prepararse profesionalmente, pero en realidad su condición es de hambre. Después de esforzarse durante algunos años y obtener su doctorado, algunos llegarán a ser muy ricos, pero permanecerán sedientos.

  Tal vez usted sea joven y esté considerando casarse. Esto revela que usted tiene hambre, hambre por una esposa, por una compañera, por una familia e hijos. Debo decirle que aunque usted se case con la mejor esposa, tenga los mejores hijos, y obtenga lo mejor de todo, con el tiempo tendrá setenta u ochenta años de edad. Esa será su fiesta de los Tabernáculos en la cual usted se gozará y disfrutará de todos sus logros. En ese tiempo usted descubrirá que nada ha podido apagar su sed. En la Pascua usted tenía hambre, pero después de la fiesta de los Tabernáculos, usted aún tendrá sed. Cuando llenó su solicitud para ingresar a la universidad, se encontraba hambriento; pero después de su graduación, todavía seguirá sediento. Cuando usted se casó, tenía hambre; pero después de un tiempo de casado, aún tiene sed.

  Alabado sea el Señor porque Cristo es el pan de vida para aquellos que se hallan laborando en la fiesta de la Pascua. Una carrera universitaria nunca podrá ser el pan de vida. Únicamente el Señor puede ser nuestra satisfacción. Además, sólo Cristo puede saciar la sed de aquellos que están descansando y regocijándose en la fiesta de los Tabernáculos. Aun cuando el hombre lo tiene todo, después que obtiene el trigo y el vino, se da cuenta de que una sed interior persiste en él. Puede regocijarse y disfrutar del producto que está en sus manos, pero solamente el Señor tiene el agua viva que apaga su sed.

  Si usted comprende el pensamiento relacionado con estas dos fiestas, entenderá las dos fases de la condición del hombre, y los dos aspectos de Cristo como nuestra provisión de vida. Por un lado, Él es el pan de vida mientras estamos laborando; por otro, nos suministra el agua viva mientras estamos descansando. Una vez que usted capte este pensamiento, entenderá todo el capítulo 7 de Juan. Aunque este es un capítulo muy largo, su pensamiento es breve y consiste en que, cuando usted ha tenido éxito y logrado lo que buscaba, y cuando ha disfrutado de todas sus posesiones, y se ha regocijado en todas sus mejores circunstancias, entonces se dará cuenta de que su sed no ha sido saciada. Nada puede apagar su sed. Únicamente el Señor puede hacerlo, proporcionándole el agua viva.

C. Nos recuerda que necesitamos el tabernáculo eterno junto con el agua de vida que fluye allí

  Dios estableció la fiesta de los Tabernáculos para que los hijos de Israel recordaran que sus padres habían vivido en tiendas cuando vagaban por el desierto (Lv. 23:39-43) mientras tenían la expectativa de entrar en el reposo de la buena tierra. Por lo tanto, esta fiesta también es un recordatorio de que aún hoy el pueblo de Dios sigue en el desierto y necesita entrar en el reposo de la Nueva Jerusalén, la cual es el Tabernáculo eterno (Ap. 21:2-3). Abraham, Isaac y Jacob también vivían en tiendas y anhelaban este tabernáculo eterno (He. 11:9-10), en el cual habrá un río de agua de vida que sale del trono de Dios y del Cordero para apagar la sed del hombre (Ap. 22:1, 17). Al final de esta fiesta con todo este trasfondo, Cristo clamó a gran voz y dio la promesa de los ríos de agua viva, los cuales satisfarían las expectativas del hombre por la eternidad (Jn. 7:37-39).

  La fiesta de los Tabernáculos recordaba al pueblo que necesitaba el tabernáculo eterno donde fluía el río de la vida. Hace muchos años leí unos artículos que decían que cuando los israelitas celebraban la fiesta de los Tabernáculos en Jerusalén, en tiempos antiguos, ellos erigían una gran roca y sobre ella tenían agua fluyendo como un recordatorio de que sus padres vagaron por el desierto y bebieron allí del agua que fluía de la peña golpeada. Cerca de la roca posiblemente también tenían tiendas, lo cual mostraba cómo sus antepasados moraron en tiendas mientras vagaron por el desierto, pero tenían la peña golpeada de donde procedía el agua viva que apagaba su sed. Esto significa que toda la vida humana se encuentra en el desierto. Sin importar si uno es un recolector de basura, el Presidente, un obrero o un erudito, se encuentra vagando por el desierto. Ya sea que viva en un lujoso apartamento o en una casa de ladrillos, está viviendo en una tienda. Una tienda representa una morada temporal. Comparado con la Nueva Jerusalén, incluso un palacio es una tienda. Todos somos peregrinos y estamos vagando en el desierto, viviendo en tiendas y con la necesidad de beber del agua viva que sale de la peña. Esto nos recuerda que un día llegará la verdadera fiesta de los Tabernáculos. Esto será en el cielo nuevo y la tierra nueva, donde la Nueva Jerusalén será el tabernáculo eterno. Apocalipsis 21:3 dice que la Nueva Jerusalén es el tabernáculo de Dios con los hombres. Este es el tabernáculo verdadero, constante y eterno. En el tabernáculo de la Nueva Jerusalén estará el río de agua fluyendo continuamente para saciar la sed de los elegidos de Dios. De manera que, la fiesta de los Tabernáculos nos recuerda que nos espera esta clase de futuro, y nos hace comprender que nunca podremos estar satisfechos con las cosas de esta era. Esto se refiere a las cosas de nuestro peregrinar, las cuales terminarán. Nosotros somos peregrinos y estamos viajando hacia nuestra meta final, que es el tabernáculo eterno de la Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nueva. Aquí no tenemos el agua verdadera, la que apaga la sed; esta agua se encuentra en la Nueva Jerusalén.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración