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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Los Salmos»
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Mensaje 7

¿QUE TIPO DE HOMBRE PUEDE MORAR CON DIOSPARA SATISFACER EL DESEO DE SU CORAZONY SU BENEPLACITO?

  Lectura bíblica: Sal. 15; Sal. 16

  En este mensaje vamos a hablar de otros dos salmos, el salmo 15 y el salmo 16. Hemos visto que el salmo 1 y el 2 fueron soberanamente arreglados por Dios como par. Salmos 1 dice que bienaventurado es el varón cuya delicia está en la ley de Jehová (vs. 1-2). Así que, vemos el concepto humano de ser bienaventurado por medio de guardar la ley en contraste con el concepto divino de ser bienaventurado por medio de refugiarse en el Hijo. En Salmos 1 y 2 se hace una comparación entre la ley y Cristo.

  Los salmos 15 y 16 también presentan una comparación. La parte final del salmo 15 dice: “El que hace estas cosas, no será sacudido jamás”. La frase estas cosas se refiere a lo bueno según la ley, aludido en los versículos precedentes. Por un lado, Salmos 16:8b dice: “Porque está a mi diestra, no seré conmovido”. El salmo 15 dice que si uno hace todo lo bueno conforme a la ley, no será uno sacudido. Luego el salmo 16 dice respecto a Cristo que debido a que Dios está a Su diestra, El no será conmovido. Sin duda, los salmos 15 y 16 fueron arreglados de esta manera para mostrarnos una comparación entre guardar la ley y participar del Hijo. ¿Nosotros guardamos la ley o participamos de Cristo? ¿Nosotros guardamos la ley o disfrutamos a Cristo como nuestra porción?

  En esta coyuntura me gustaría que leyésemos juntos el salmo 15 y el salmo 16 para que podamos ver los diferentes conceptos contenidos en estos salmos. Después hablaremos de ellos con más detalle.

  Al comienzo del salmo 15, el salmista pregunta: “Jehová, ¿quién habitará en Tu tienda? ¿Quién morará en Tu monte santo?” La tienda se refiere a la casa de Dios, al templo. David dice que éste será “el que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad de corazón. El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su compañero, ni admite reproche alguno contra su vecino. Aquel a cuyos ojos el réprobo es menospreciado, pero honra a los que temen a Jehová. El que aún jurando en daño suyo, no por eso cambia; quien su dinero no da a interés, ni contra el inocente admite cohecho. El que hace estas cosas, nos será sacudido jamás” (vs. 2-5). Tal vez éste parezca un salmo excelente, pero en realidad es un salmo que está en la línea del árbol de la ciencia del bien y del mal.

  El salmo 16, por otro lado, es un salmo que revela al Dios-hombre, a Cristo. Salmos 16:1 no dice: “Guárdame, oh Dios, porque la ley he guardado, y en ella medito día y noche”. Esto está completamente mal. Salmos 16:1 dice: “Guárdame, oh Dios, porque en Ti me refugio”. Es como si el salmista dijera: “No me importa la ley; me importas Tú y te disfruto”. Luego Salmos 16:2 dice: “Oh, alma mía, dices a Jehová: Tú eres mi Señor; no hay para mí bien fuera de Ti”. Cuando el Señor Jesús vivió en la tierra como hombre, siempre tuvo esta actitud de reconocer al Dios el Padre como Su Señor. Su actitud para con el Padre pudo haber sido expresada al decir El: “Nada tengo aparte de Ti que sea mi bien. No tengo bendición, placer ni disfrute aparte de Ti”.

  El versículo 3 dice: “Para los santos que están en la tierra, y para los íntegros, es toda mi complacencia”. El Señor Jesús amaba a Dios el Padre. El también tenía Su complacencia en los santos, en los creyentes, en los miembros de Su Cuerpo. El no se complacía en los mandamientos de la ley, sino en los miembros de Su Cuerpo, los santos que están en el reino de Dios.

  El versículo 4 dice: “Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios. No ofreceré Yo sus libaciones de sangre, ni en Mis labios tomaré sus nombres”. Sus nombres se refiere a los nombres de los ídolos, los nombres de otros dioses.

  El versículo 5 dice: “Jehová es la porción de Mi herencia y Mi copa; Tú sustentas mi suerte”. Dios es la porción de dos cosas: la herencia y la copa. La herencia se refiere a la substancia de la suerte, y la copa se refiere al disfrute de Dios como nuestra bendición. En la mesa del Señor bebemos la copa de bendición (1 Co. 10:16a). La estrofa 3 de Hymns #223 hace ver que en esta copa Dios es nuestra porción. Por tanto, Dios es nuestra porción para que sea nuestra herencia y nuestro disfrute. Dios el Padre fue la porción misma de estas dos cosas para Cristo, cuando éste vivió como hombre en la tierra. El versículo 5b dice: “Tú sustentas Mi suerte”. La suerte es la porción de la herencia.

  El versículo 6a dice: “Los cordeles de medir me cayeron en lugares deleitosos”. Para poder entender este versículo, tenemos que leer Salmos 2:8, el cual dice que Dios le dio a Cristo las naciones como herencia y los confines de la tierra como posesión. La expresión los confines son los cordeles de medir de Dios en Su economía divina. Dios ha medido la tierra. Todo lo que Dios ha medido será posesión de Cristo. Los cordeles de medir le han caído a Cristo en lugares deleitosos.

  Hoy día toda la tierra no es un lugar deleitoso, no es un lugar placentero. Aunque todo el mundo trata de entretenerse, no tienen un verdadero placer. La tierra de hoy es un lugar desordenado, no un lugar deleitoso. En Génesis 2 la tierra era un huerto deleitoso, pero después de la caída del hombre, ese huerto deleitoso se convirtió en una tierra desordenada. Sin embargo, cuando la tierra sea medida y entregada a Cristo, será una tierra deleitosa. El versículo 6b dice: “La heredad es hermosa para Mí”. Todas las naciones y la tierra no sólo serán deleitosas, sino también hermosas para Cristo, el hombre que recibió la herencia de Dios.

  El versículo 7a dice: “Bendeciré a Jehová que me aconseja”. ¿Le gusta a usted que alguien más sea su consejero? Tomar el consejo de otros requiere humildad. Una persona que desea recibir el consejo de otros es humilde. El Señor Jesús bendijo a Jehová, quien lo aconsejaba. Isaías 50:4 dice de la actitud de Cristo como siervo de Jehová: “Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios”. Cristo, en Su vivir humano, tenía lengua de sabio, y oía como sabio. El tomó a Dios el Padre como consejero.

  Salmos 16:7b dice: “Aún en las noches me enseñan Mis entrañas”. Esto nos muestra que cuando Dios aconsejaba a Cristo, estando éste en Su forma de hombre, las entrañas de Cristo le instruían. Las entrañas de Cristo eran uno con Dios. Esto corresponde a nuestra propia experiencia hoy. Por un lado, es Dios quien nos aconseja. Por otro lado, son nuestras entrañas las que nos instruyen. Nuestras entrañas nos instruyen mayormente durante las noches cuando estamos tranquilos. Por la noche, de cuatro a seis de la mañana, recibo muchas cosas y muchas instrucciones de parte del Señor. La mayor parte de la luz que he escrito en los bosquejos para estos mensajes la he recibido durante esas horas. Esta es una experiencia de cómo nuestras entrañas nos instruyen por las noches.

  El versículo 8a dice: “A Jehová he puesto siempre delante de Mí”. Según el concepto natural de David, pudo haber dicho: “La ley he puesto siempre delante de mí”. Tal vez quisiéramos decir: “La Biblia he puesto siempre delante de mí”. Con todo, ni siquiera esto es tan bueno como decir: “A Jehová, la persona, he puesto siempre delante de mí”.

  El versículo 8b dice: “Porque está a Mí diestra, no seré conmovido”. Debido a que el Padre estaba a la diestra de Cristo, El no sería conmovido. Nuestra seguridad no radica en guardar la ley, sino en tener a Jehová, la persona, a nuestra diestra. No seremos conmovidos porque le tendremos a El como nuestro salvaguarda.

  El versículo 9 dice: “Se alegra por tanto Mi corazón, y exulta Mi gloria; Mi carne también reposa en seguridad”. La gloria se refiere a nuestro espíritu. Este versículo habla de nuestra alma, la cual está incluida en nuestro corazón; de nuestro espíritu, el cual es la gloria; y de nuestro cuerpo, el cual es la carne. Lo dicho en este versículo se llevó a cabo en la muerte de Cristo. Cuando estuvo en el Hades, El dijo: “Se alegra Mi corazón, y exulta Mi espíritu, y Mi cuerpo también reposa en seguridad”. Su cuerpo reposaba en una tumba segura.

  El versículo 10 dice: “Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que Tu santo vea la fosa”. A Cristo no le preocupaba estar en el Hades, en el Seol. La palabra Hades proviene del griego, y la palabra Seol proviene del hebreo. Ambas se refieren a lo mismo. En la Septuaginta la palabra fosa es traducida corrupción. Esto quería decir que el cuerpo de Cristo no vería corrupción. Su cuerpo no se consumiría. Esto es debido a que en tres días Su cuerpo fue resucitado y salió de la tumba, y Su alma fue levantada del Hades.

  El versículo 11 dice: “Me darás a conocer la senda de la vida”. La senda de la vida es el camino de la resurrección. Dios el Padre le dio a conocer a Cristo el camino de la resurrección. El versículo continúa así: “En Tú presencia hay plenitud de gozo”. Esto aconteció en la ascensión de Cristo. Ante la presencia de Dios en los cielos hay plenitud de gozo. Por último, el versículo 11 dice: “Delicias a Tu diestra para siempre”. En la ascensión, a la diestra de Dios, Cristo disfruta delicias para siempre.

  Debemos notar que en todo este salmo, Salmos 16, no se hace mención alguna del bien o del mal. La revelación contenida en el salmo 16 va mucho más allá de nuestro entendimiento natural.

  Desde el día que nacimos se nos ha enseñado a prestar atención al bien y al mal. Se nos ha enseñado que debemos hacer el bien y apartarnos del mal. En todas las culturas en todos los continentes se enseña lo mismo. Es posible que seamos personas distintas, pero en lo que respecta a nuestro modo de pensar respecto al bien y al mal, somos completamente iguales. Con respecto al bien y el mal, todos fuimos cortados por la misma tijera. En el salmo 15 es evidente el concepto del bien y el mal. Sin embargo, en el salmo 16 no es posible ver el bien y el mal. En su lugar, lo que reemplaza al bien y el mal es el Señor mismo, la persona en sí.

  En el siguiente mensaje hablaré respecto a las líneas, los principios y el espíritu de la Biblia. Para que podamos leer y estudiar la Biblia adecuadamente, tenemos que conocer las dos líneas, los principios y el espíritu de la Biblia.

  En la Biblia existen dos líneas. Después de que Dios creara al hombre, Dios lo hizo entrar al huerto y lo puso enfrente de dos árboles. Estos dos árboles no eran uno del bien y otro del mal. El bien y el mal pertenecen al mismo árbol. No se nos debe olvidar esto. A los ojos de Dios, el bien es lo mismo que el mal. Ambos están considerados como una sola unidad, como un solo árbol. El otro árbol es el árbol de la vida. Así que, un árbol es el árbol de la ciencia del bien y del mal y el otro es el árbol de la vida (Gn. 2:8-9).

  En el árbol de la ciencia del bien y del mal tenemos conocimiento, bien, mal y muerte. Por tanto, el conocimiento, el bien, el mal y la muerte forman una sola familia. Si usted está en la familia del bien, entonces usted también está en la familia del mal. Donde está el bien, también está el mal; donde están el bien y el mal, también está el conocimiento; y donde está el conocimiento, también está la muerte. Esta familia es muy complicada y terrible. Esta familia incluye las buenas enseñanzas de Confucio y las malas obras de los que asaltan bancos. ¿Qué familia es ésta? Es la familia del bien y el mal. En cambio, en la familia del árbol de la vida sólo existe una cosa: ¡vida, vida, vida y más vida! No hay bien, sino vida; no hay mal, sino vida; no hay conocimiento, sino vida; y no hay muerte, sino vida. Esto es el árbol de la vida.

  El árbol de la ciencia del bien y del mal y el árbol de la vida son dos fuentes, las cuales producen dos líneas. Estas dos líneas comienzan en Génesis 2 y recorren todo el Antiguo Testamento y el Nuevo hasta llegar a dos extremos. El extremo correspondiente al árbol de la ciencia del bien y del mal es el lago de fuego, y el extremo que corresponde al árbol de la vida es la Nueva Jerusalén. El lago está lleno de fuego abrasador, mientras que la santa ciudad está llena de agua, la cual corre, apaga la sed, riega y satura. Si usted está en la fuente del bien y el mal y si usted siempre va por la línea del bien y el mal, llegará al lago de fuego. Sólo existen dos extremos en todo el universo: el lago de fuego y la ciudad de agua.

  La revelación divina de la Biblia nos muestra dos comienzos, dos fuentes, dos líneas y dos extremos o resultados. Si podemos ver estas dos líneas, llegarán a ser para nosotros principios gobernantes en nuestro entendimiento de la Biblia. Seremos gobernados y no caeremos en errores. A lo largo de los años, en todos los mensajes que hemos dado, hemos sido gobernados por estos dos principios que son las dos líneas principales en las sagradas Escrituras.

  Es necesario que consideremos el libro de Salmos a la luz de estas dos líneas. Si somos de los que aprecian la ley, como David lo era en el Salmo 1, estaremos en la línea del bien y el mal. Tal vez alguien se pregunte qué tiene de erróneo el bien y el mal. Pero si recorremos esta línea hasta el final de la Biblia, llegaremos al lago de fuego. Cuando uno se conduce hacia el final de la revelación divina sobre esta línea y llega allá, llega uno a saber que está equivocado. La línea del bien y el mal conduce al lago de fuego.

  El personaje del salmo 2 se refugia en el Hijo y besa al Hijo, es decir, ama al Hijo (v. 12). Este personaje sin duda está en la línea de la vida, la cual conduce hacia la Nueva Jerusalén. Debemos ser de los que están en la línea de la vida. El personaje del salmo 15 está en la línea del bien y el mal. El Salmo 16, sin embargo, revela a Cristo como el Dios-hombre. El siempre ha estado, aún está y siempre estará en la línea de la vida. Los que estemos en la línea de la vida al final estaremos en la Nueva Jerusalén, la ciudad de agua viva.

  Luego de la caída del hombre, la Biblia nos dice que Adán engendró dos hijos. En realidad, creo que Adán tuvo más hijos, pero en la Biblia sólo se habla de dos de ellos debido a que estos dos hijos representan dos líneas. El primer hijo fue Caín, y el segundo fue Abel. Caín representaba el bien y el mal. Al principio, él era bueno. El presentó a Dios las ofrendas de la labor de sus propias manos. Esto era bueno según la manera de Caín, pero él fue rechazado. Dios rechaza lo malo del hombre. Dios también rechaza como mal lo bueno del hombre. Cuando Caín fue rechazado por Dios, de inmediato fue y mató a su hermano. Esto fue malo (Gn. 4:1-8). Por un lado, él hizo algo bueno. Por otro lado, él hizo algo malo. Tanto el bien como el mal pertenecen a la misma línea. Caín estaba en la línea del árbol de la ciencia del bien y del mal. Abel, en cambio, no estaba en esa línea. El disfrutaba a Cristo como su holocausto para tener contacto con Dios y para tomar a Dios como su porción. Abel estaba en la línea de la vida.

  Este mensaje lleva por título una pregunta. Esta es la pregunta que David se hace en el salmo 15: “¿Qué tipo de hombre puede morar con Dios para satisfacer el deseo de Su corazón y Su beneplácito?” Tal vez pensemos que el hombre bueno puede morar con Dios, más no así el hombre malo. El bien y el mal constituyen nuestras dos líneas. Los maestros de filosofía y muchos de los maestros religiosos dirían que, si hay Dios, solamente un buen hombre y jamás un hombre malo, podría morar con El. Todos ellos sostendrían el mismo concepto. Pero gracias al Señor, en la Biblia, la cual es Su revelación divina, tenemos un par de salmos, el salmo 15 y el 16, que nos muestran cuál es el hombre que Dios desea. Dios no desea un hombre malo ni tampoco un hombre bueno. Dios rechaza al hombre bueno tanto como al hombre malo. Ambos tienen el mismo origen, la misma naturaleza y la misma entidad. Ambos están en la misma línea y llegarán al mismo fin. Sólo un Dios-hombre puede satisfacer el deseo de Dios y satisfacer Su beneplácito.

I. EL CONCEPTO DE DAVID: SALMOS 15

A. Conforme a la ley dada por Diosen el monte Sinaí como línea paralelaa la línea central de la economía de Dios

  En el salmo 15 el concepto de David era según la ley dada por Dios en el monte Sinaí como línea paralela a la línea central de la economía de Dios. Su concepto en este salmo no estaba en Sion en la línea central de la economía de Dios. Estaba en Sinaí. ¿Le gusta a usted el nombre Sinaí? Según Gálatas 4, Sinaí simboliza una fuente que produce esclavos, a los cuales la gracia de Dios rechaza (vs. 24-31). La ley que Dios dio en Sinaí es secundaria a la línea central de la economía de Dios. Esta línea siempre corre paralela a la línea central.

  Satanás siempre está donde está Dios. El libro de Job nos muestra que Satanás entró al santuario en los cielos donde Dios estaba (1:6-7). Antes de tener alguna reunión, oro desesperadamente, pidiéndole al Señor que ahuyente todas las tinieblas, todos los demonios y todos los espíritus malignos. Esto se debe a que dondequiera que Dios está, Satanás también está. A dondequiera que va la línea central, la línea lateral también va para molestar y distraer.

B. El hombre perfecto según la ley

  Salmos 15:2-5 nos muestra que el concepto de David en este salmo era que el hombre que fuera perfecto según la ley podía morar con Dios para satisfacer el deseo de Su corazón y Su beneplácito. Por consiguiente, el versículo 5 dice que el que hace estas cosas no será sacudido jamás.

II. LA REVELACION DIVINA: EL SALMO 16

  Después del salmo 15 vemos la revelación divina en el salmo 16.

A. Según la economía de Dios

  La revelación divina en el salmo 16 es según la economía de Dios, en la cual Cristo es la centralidad y la universalidad, como fue ordenado por Dios en la eternidad (Ef. 3:9, 11).

B. El Dios-hombre, Cristo

  El salmo 16 revela al Dios-hombre, a Cristo, no a un buen hombre. Dios no desea tener un buen hombre, sino un Dios-hombre. El salmo 16 nos muestra a Cristo en las cuatro etapas por las cuales pasó: la etapa del vivir humano, de la muerte, de la resurrección y de la ascensión. Solamente Dios con Su Espíritu podría escribir un salmo así. La mente humana jamás podría componer un escrito como éste.

1. En Su vivir humano

  Salmos 16:1-8 revela al Dios-hombre, a Cristo, en Su vivir humano. El no es simplemente un buen hombre, sino un Dios-hombre. Dios se hizo hombre y vivió sobre la faz de la tierra por treinta y tres años y medio. El vivió en Nazaret hasta la edad de treinta años. Luego ejerció Su ministerio por tres años y medio. El era el Dios mismo viviendo una vida humana en una pequeña área geográfica. En los tiempos de Jesús, la tierra de Palestina era una muy pequeña y estrecha faja de tierra. El creció por treinta años en la pequeña villa de Nazaret, en el menospreciado lugar llamado Galilea. ¡Qué paciencia tuvo El! Luego El comenzó a viajar para cumplir Su ministerio. Por supuesto, no existían los modernos medios de transporte que nosotros disfrutamos actualmente. Jesús tenía que andar a pie dentro de la región de Palestina.

  Los cuatro Evangelios nos muestran el maravilloso vivir humano de este Dios-hombre. Ninguna biografía puede ser comparada con la vida de Jesús. Millones de personas que han leído estos cuatro Evangelios han sido inspiradas por la manera en que Jesús vivió en la tierra. Después de Su vivir humano, El entró en la muerte por tres días y tres noches. Luego El salió de la muerte y entró en la resurrección. Por último, El ascendió a los cielos donde Dios el Padre está. Hoy día El está en la ascensión a la diestra de Dios el Padre. El salmo 16 es un salmo breve, pero habla de esta maravillosa Persona y de las cuatro etapas por las cuales pasó: Su vivir humano, Su muerte, Su resurrección y Su ascensión.

a. Implica Su encarnación

  Su vivir humano espontáneamente implica Su encarnación. Si El no se hubiese encarnado y no hubiese tenido la naturaleza humana y un cuerpo humano, El no habría podido vivir en la tierra. Debido a que El estaba por completo en la humanidad, no representaba una amenaza para nadie. Hasta los niños pequeños podían ir a El (Lc. 18:15-16). El era muy maravilloso: debido a que El era Dios nacido para ser hombre. Dios, en este hombre, en esta humanidad, vivió en la tierra.

  Su vivir humano denota Su encarnación en la cual El vino a ser un hombre e introdujo a la divinidad en la humanidad (Jn. 1:14a). Previamente, es decir, antes de la encarnación, la divinidad estaba separada de la humanidad. Pero cuando Jesús nació, la divinidad entró en la humanidad, y la divinidad y la humanidad se mezclaron para producir un Dios-hombre.

b. Se refugió en Diosy confió en que Dios le guardaría

  Cristo se refugió en Dios y confió en que Dios le guardaría (Sal. 16:1). Nosotros podemos orar así: “Señor Jesús, protégenos; presérvanos”. Cuando Cristo era un hombre y vivía en la tierra, el propio Dios en quien El confiaba también le guardaba.

c. Tenía a Dios como Su Señor ypara El no había bien fuera de Dios

  Cristo tenía a Dios como Su Señor y para El no había bien fuera de Dios (Sal. 16:2). Hoy día en la tierra todos los hombres, hasta los más pecadores, reclaman sus derechos. En cambio el Señor Jesús, cuando estuvo como hombre en la tierra, no reclamó para Sí ningún derecho. El tenía a Dios como Su Señor. Todos los hombres necesitan que Dios sea su Señor. Sin el Señor, no podemos saber quién es Aquel que nos posee. No somos posesión de nuestros padres ni de nuestros cónyuges. Cristo el Señor es el único que nos posee. A El le pertenecemos. Cristo en Su vivir humano no tenía bien aparte de Dios. Su bien era exclusivamente Dios mismo como Su porción.

d. Tenía Su complacencia en los santos,los íntegros de la tierra

  Cristo tenía Su complacencia en los santos, los íntegros de la tierra (Sal. 16:3). La expresión los santos se refiere a la iglesia, el Cuerpo de Cristo. ¿Por qué Cristo se complace en los santos? Porque los santos son los miembros que constituyen Su Cuerpo, la iglesia. Mientras nosotros estamos en una reunión, muchos otros se reúnen para entregarse a entretenimientos mundanos y placeres pecaminosos. ¿Qué grupo es íntegro ante los ojos de Dios? Por la misericordia del Señor, nosotros somos los íntegros. A los ojos de Cristo, nosotros somos personas singulares e íntegras. Cristo tiene Su complacencia en el pueblo de Dios, y El nos ha hecho íntegros.

e. No tenía nada que vercon otros dioses ni con sus ofrendas,ni en Sus labios tomaba los nombres de ellos

  En Su vivir humano, Cristo no tenía nada que ver con otros dioses ni con sus ofrendas, ni en Sus labios tomaba los nombres de ellos (Sal. 16:4). El no mencionaría el nombre de ningún ídolo. El ni siquiera mencionaría los nombres de los que adoraban a los ídolos. Hacer eso contaminaría Sus labios.

f. Tenía a Dios como porciónde Su herencia y de Su copa,y confiaba en que Diossustentaría Su suerte

  Cristo tenía a Dios como porción de Su herencia y de Su copa (Sal. 16:5). La herencia se refiere a una posesión, y la copa se refiere a un disfrute. En el vivir humano de Cristo, Dios vino a ser Su posesión y también Su disfrute. Dios era Su herencia y Su copa. Con respecto a la herencia, existe una porción, y con respecto a la copa también existe una porción. La porción de nuestra herencia y de nuestra copa ahora es Cristo. Además, Cristo confiaba en que Dios sustentaría Su suerte (v. 5). Actualmente toda la tierra es un desorden. Parece que no hay esperanza para esta tierra. Tal vez nosotros pensemos que la tierra no tiene esperanza, pero Dios aún la sostiene para Cristo. Con el tiempo, Cristo heredará la tierra como Su posesión.

g. Apreciaba la posesión que Dios lehabía dado bajo los cordeles de medirque cayeron en lugares deleitososy también apreciaba la hermosaheredad que Dios le había dado

  Cristo apreciaba la posesión que Dios le había dado bajo los cordeles de medir que cayeron en lugares deleitosos y también apreciaba la heredad hermosa que Dios le había dado (Sal. 16:6; 2:8; Ap. 11:15). Esta tierra que está en desorden llegará a ser un planeta agradable para Cristo cuando El regrese a heredarlo.

h. Bendecía a Dios quien le aconsejaba,y recibía instrucción de Sus entrañas en las noches(por medio de Su contacto con Dios)

  Bendecía a Dios quien le aconsejaba, y recibía instrucción de Sus entrañas en las noches por medio de Su contacto con Dios (Sal. 16:7; Lc. 6:12).

i. Ponía a Dios siempre delante de Ely nunca era conmovidoporque Dios estaba a Su diestra

  Cristo ponía a Dios siempre delante de El y no era conmovido (cfr. Sal. 15:5b) porque Dios estaba a Su diestra (Sal. 16:8; Hch. 2:25). En Juan 8:29 el Señor dijo que mientras El estaba en la tierra, no estaba solo, porque Dios el Padre siempre estaba con El. En el vivir humano de Jesús, Dios el Padre estaba con El.

2. En Su muerte

  En Salmos 16:9-10 vemos la revelación del Dios-hombre, Cristo, en Su muerte (Hch. 2:26-27).

a. Su corazón se alegrabay Su Espíritu exultaba con Su lengua

  Salmos 16:9a dice que el corazón de Cristo se alegraba y que Su gloria exultaba. Esto quiere decir que Su corazón se alegraba en el Hades. La palabra hebrea traducida gloria en el versículo 9 puede ser interpretada como espíritu o lengua. En hebreo esta palabra significa gloria, pero la versión Septuaginta Griega tradujo lengua la palabra que en hebreo significa gloria. Cuando Pedro citó Salmos 16:9 de la versión Septuaginta en Hechos 2, él dijo: “se gozó mi lengua” (v. 26). Algunas otras versiones traducen boca la palabra que en hebreo significa gloria. Por lo tanto, la palabra gloria puede referirse a tres cosas: a nuestro espíritu, a nuestra lengua y a nuestra boca. En la muerte de Cristo, Su corazón se alegraba, y Su espíritu junto con Su lengua exultaban.

  En las reuniones tenemos que ejercitar nuestro espíritu, nuestra boca y nuestra lengua. Tal es la manera de profetizar. Muchos santos vienen a las reuniones y se sientan en silencio. Estos santos se parecen a las estatuas de María que se encuentran afuera de algunas catedrales católicas. Me gustaría preguntarles: “¿Dónde está el espíritu de ustedes? ¿Dónde está su boca? ¿Dónde está su lengua?” En las reuniones, ni el espíritu, ni la lengua ni la boca de estos santos son ejercitados. Cuando estemos en las reuniones debemos ejercitar nuestro espíritu, nuestra boca y nuestra lengua para hablar de parte del Señor. Entonces seremos gloriosos; estaremos en la gloria. Cuando no nos ejercitamos de esta manera, nuestra condición es baja. Es necesario que ejercitemos nuestro espíritu, nuestra boca y nuestra lengua para que nos hablemos Cristo unos a otros en las reuniones. Entonces somos gloriosos porque estamos ejercitando las tres partes de nuestra gloria: el espíritu, la boca y la lengua.

  Que el corazón de Cristo se alegrara y que Su gloria, es decir, Su espíritu con Su lengua exultaran indica que Cristo obedecía a Dios hasta la muerte, una muerte de cruz (Fil. 2:8). El fue obediente hasta la muerte, no una muerte ordinaria, sino una muerte singular, la muerte en la cruz. Esto indica que Cristo estaba dispuesto a morir con miras al cumplimiento de la economía de Dios, y en esto se alegraba. El nos dijo en Juan 10:17-18 que nadie le quitaba la vida, sino que El la ponía. El además tenía la autoridad de tomar de nuevo Su vida. El murió para la realización de la economía de Dios.

b. Su carne (Su cuerpo físico)reposaba en seguridad

  En la muerte de Cristo, Su carne (Su cuerpo físico) reposaba en seguridad (Sal. 16:9b). Esto indica que el Cuerpo de Cristo fue sepultado en una tumba segura (Mt. 27:59-60). Esto es además indicación de que Cristo reposaba físicamente en Su sepultura en espera de ser resucitado.

c. Su alma fue al Seol (Hades)y permaneció allí por tres días

  Su alma fue al Seol (Hades) y permaneció allí por tres días (Sal. 16:10a; Ef. 4:9).

d. No había de ver la corrupción (descomposición)en Su cuerpo físico

  El no vio corrupción (descomposición) en Su cuerpo físico (Sal. 16:10b). Esto habla de Su muerte y sepultura.

3. En Su resurrección

  Ahora hablaremos de la tercera etapa de Cristo en el salmo 16: Su resurrección (Sal. 16:10-11a; Hch. 2:27-28a).

a. Dios no iba a dejar el alma de Cristo en el Seol

  Dios no iba a dejar el alma de Cristo en el Seol, ni permitiría que El como el Santo de Dios viera la corrupción, es decir, la descomposición (Sal. 16:10; Hch. 2:31). Esto indica que el alma de Cristo sería levantada del Hades y que también el cuerpo físico de Cristo sería resucitado de la sepultura (Mt. 28:6; Jn. 20:5-9).

b. Dios había de darle a conocer a Cristola senda de la vida: la resurrección

  Dios había de darle a conocer a Cristo la senda de la vida: la resurrección (Sal. 16:11a; Mt. 28:6) En Su encarnación, Cristo introdujo la divinidad en la humanidad; en Su resurrección El introdujo la humanidad en la divinidad. En Su encarnación, Cristo hizo que algo divino fuera humano; en Su resurrección El hizo que algo humano fuera divino.

  En la resurrección Cristo fue además engendrado por Dios para que fuera el primogénito Hijo de Dios (Sal. 2:7; Hch. 13:33; Ro. 8:29). Por medio de haberse encarnado Cristo se vistió de humanidad. En Su resurrección El introdujo Su parte humana en la divinidad para nacer de Dios a fin de que así El fuera el primogénito Hijo de Dios. En la eternidad pasada y antes de Su resurrección, El era el unigénito Hijo de Dios (Jn. 3:16). Sin embargo, en la resurrección, el Unigénito de Dios fue hecho el Primogénito de Dios por medio de que Su humanidad naciera de Dios.

  En la resurrección de Cristo los creyentes fueron regenerados para ser los muchos hijos de Dios y los muchos hermanos de Cristo (1 P. 1:3; He. 2:10; Ro. 8:29). En 1 Pedro 1:3 se dice que mediante la resurrección de Cristo Dios nos regeneró a todos los creyentes. En realidad, no fuimos regenerados cuando creímos. Eso es simplemente lo que nosotros pensamos. Conforme al hecho divino, todos fuimos regenerados juntamente hace casi dos mil años. Cuando Cristo en Su humanidad fue engendrado por Dios para que fuera el Primogénito de Dios, todos los creyentes también fuimos engendrados por Dios para que fuéramos los muchos hijos de Dios. Así que ahora, por la resurrección de Cristo, Dios posee un grupo de hijos, una filiación corporativa. Como hijos de Dios, tenemos que comprender que la divinidad fue introducida en nuestra humanidad y que ahora nuestra humanidad está siendo introducida en la divinidad de Cristo. Cristo era divinamente humano y nosotros somos humanamente divinos. Por lo tanto, somos iguales a El en vida y en naturaleza, pero no en cuanto a la Deidad.

4. En Su ascensión

  Por último, el salmo 16 revela al Dios-hombre, a Cristo, en Su ascensión (v. 11b y c; Hch. 2:28b).

a. En la presencia de DiosEl participa en la plenitud de gozo

  Cristo está ante la presencia de Dios, donde participa en la plenitud de gozo, lo cual indica que Cristo ha ascendido a los cielos para disfrutar lo que logró y obtuvo (Sal. 16:11b; Hch. 1:11; Fil. 2:9-11). En Su ascensión, entre muchas otras cosas, El logró el reinado, el señorío y la autoridad soberana y además fue calificado para ser un Salvador que pudiera salvar a otros (Hch. 5:31). El también obtuvo muchas cosas en Su ascensión.

b. A la diestra de Dios, disfruta delicias para siempre

  En Su ascensión, Cristo disfruta delicias para siempre a la diestra de Dios, lo cual indica que Cristo está también a la diestra de Dios en Su ascensión para sobrepasar todo con miras a que sea cumplida la economía eterna de Dios respecto a la iglesia, el Cuerpo de Cristo (Sal. 16:11c; Ef. 1:20b-23). Este es el maravilloso Dios-hombre presentado en el salmo 16.

  Es necesario que veamos la revelación divina de esta maravillosa persona en los salmos. Tal vez seamos como el ciego que fue sanado por el Señor en Marcos 8. Después de que el Señor posara Sus manos en él, le preguntó si podía ver algo. El ciego respondió que veía a los hombres como árboles que andaban. El Señor tuvo que volver a poner Sus manos en este hombre para que pudiera ver claramente (vs. 22-25). Quizás seamos como este hombre debido a que nuestros ojos todavía no se abren totalmente. Pero al profundizarnos más en los salmos con el transcurso de las semanas, nuestros ojos se abren cada vez más y podemos ver mejor.

  Es necesario que nuestros ojos se abran hasta que tengamos una visión completa, una revelación completa, respecto a esta maravillosa persona. El es la Palabra de Dios; más aún, El es Dios mismo. En la eternidad pasada, El era totalmente divino y no poseía la naturaleza humana. Pero un día en el tiempo El se encarnó y se vistió de la humanidad. El vino a ser un Dios-hombre, poseyendo un cuerpo humano, y vivió en la tierra por treinta y tres años y medio. Luego El entró en la muerte para cumplir la redención conforme al propósito eterno de Dios, conforme a la economía de Dios.

  Cristo salió de la muerte y entró en la resurrección. En Su resurrección, El introdujo Su humanidad en la divinidad y así fue engendrado por Dios para llegar a ser el Primogénito de Dios, y Dios regeneró a todos los que creían en El para que éstos fueran los muchos hijos de Dios. Además, en la resurrección El llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45b). Como el Espíritu vivificante, El está ahora en Sus creyentes como vida y como suministro de vida para ellos.

  El ascendió a los cielos para lograr muchas posiciones y para obtener muchas calificaciones. En Su ascensión El fue hecho Señor, Rey, Soberano, Salvador y Cristo para el cumplimiento de la economía de Dios a fin de que Dios pudiera producir un organismo, es decir, el Cuerpo de Cristo en resurrección como la iglesia.

  Este es el Cristo revelado en el salmo 16. Este es el hombre que puede morar en el templo de Dios y habitar en el monte santo de Dios. Un hombre como éste no es un buen hombre conforme a la ley, sino un Dios-hombre conforme a Dios mismo como vida y como suministro de vida.

III. LA HISTORIA DE LOS SALMOS DEL 1 AL 16

  Del salmo 1 al salmo 16 hay una historia que debemos ver. La historia comienza en el salmo 1 con un hombre que aprecia la ley, que atesora el guardar la ley y que aprecia sumamente a los que guardan la ley. Luego en el salmo 2 Dios viene a declarar que Cristo era Su Ungido. Dios lo ungió y lo puso para que fuese Rey. Dios también lo engendró en Su humanidad para que fuese el Primogénito de Dios. Por consiguiente, todos tenemos que refugiarnos en El, creer en El. También tenemos que besarlo, amarlo. Esto es el segundo paso de la historia.

  Después de que el salmo 2 fue escrito, David, el que apreciaba la ley, cometió el peor de los pecados. El cometió adulterio con la mujer de Urías y mató a Urías (2 S. 11). Ya hemos visto que mediante ese terrible pecado, David quebrantó los últimos cinco mandamientos (Ex. 20:13-17). El asesinó a Urías, cometió fornicación, le robó su mujer a Urías, le mintió a Urías y codició la mujer de Urías.

  El título del salmo 3 dice que este salmo fue escrito cuando David huía de su hijo Absalón. David huía de su hijo debido a que éste se había rebelado contra él. Esta rebelión fue producto del pecado que David cometió de fornicación y asesinato. Debido a este pecado, Dios permitió que la fornicación y el asesinato ocurrieran en la familia de David entre sus hijos. Uno de los hijos de David cometió fornicación con su hija, y luego Absalón mató al hijo del que hizo aquello (2 S. 13). Por último, Absalón se rebeló contra David (2 S. 15).

  Después de esto quisiera agregar algo que debemos ver. Cuando David cometió su terrible pecado, Dios apartó Su mano de David y dejó de sostenerlo. Si Dios lo hubiera querido, El pudo haber arreglado la situación de tal modo que David nunca hubiera visto a la mujer de Urías. Hubo una serie de circunstancias que le dieron a David la oportunidad de pecar. Dios permitió que esto le ocurriera a David. Debemos considerar por qué Dios permitió esto. David apreciaba la ley y hasta se apreciaba sumamente a sí mismo. Por consiguiente, Dios apartó Su mano de David y dejó de sostenerlo a fin de que David se viera totalmente expuesto, no sólo ante sí mismo, sino también ante todos los hijos de Dios a lo largo de las generaciones hasta hoy.

  David fue totalmente expuesto. No creo que ninguno de nosotros haya sido totalmente expuesto o declarado culpable de nuestro pecado. Esto se debe a que Dios en Su misericordia no nos ha expuesto hasta el grado en que expuso a David. Es difícil creer que un siervo de Dios tan piadoso como David pudiera cometer un pecado tan terrible. ¡Conspiró para asesinar a uno de sus soldados, y luego le robó su mujer! ¿Quién podría creer que un rey tan piadoso como David hubiera podido hacer esto? Dios permitió que eso ocurriera. Por un tiempo Dios apartó de David Su mano, y dejó de preservarlo, protegerlo y sostenerlo. David pensaba que él guardaba la ley, pero Dios arregló el ambiente para mostrarle a David que él no podía guardar la ley. Alrededor de David se formó un ambiente que correspondía con la pecadora carne de David, permitiendo que su carne surgiera y que él fuera totalmente expuesto.

  David cometió este gran pecado aproximadamente mil años antes de que Cristo viniera. Muchos años después, el Nuevo Testamento todavía hace referencia a este pecado. Hasta en la genealogía de Cristo, Mateo 1:6 dice: “David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías”. ¡Qué relato tan desagradable! ¿Cómo podría alguien engendrar un hijo de la mujer de otro? Aún ahora David es expuesto.

  David fue expuesto y más tarde fue probado con la rebelión de Absalón. Cuando Absalón perseguía a David, éste oró las oraciones contenidas en los salmos 3—7. Después de considerar los salmos 3—7 a la luz de la economía neotestamentaria de Dios, hemos visto que estos salmos no deben ser tomados como modelo para nuestra oración. En ellos vemos los sufrimientos de David, su deseo de ser vengado de sus adversarios, y su autojustificación. No vemos ningún arrepentimiento, ninguna confesión de su falta, ni autocondenación alguna. Esta es la historia de alguien que apreciaba la ley y que fue expuesto. No hay señal ni indicación alguna de que él fuera humilde, de que se negara a sí mismo, ni de autocondenación. El estuvo a prueba durante la rebelión de Absalón, y tal prueba no sacó a flote nada positivo en estos salmos.

  Luego, en el salmo 8, Dios vino e inspiró a David. Este salmo es la inspirada alabanza de David tocante a la excelencia de Cristo. Después del salmo 8, la historia continúa con los salmos 9—14, los cuales muestran el concepto humano de David tocante al juicio de Dios sobre los enemigos de David y su concepto tocante a la condición del hombre delante de Dios. Luego el salmo 15 habla del concepto de David respecto a que un hombre que sea perfecto según la ley puede morar con Dios para satisfacer el deseo del corazón de Dios. Sin embargo, en el salmo 16 vemos la revelación divina de que el único que puede morar con Dios para satisfacer el deseo del corazón de Dios es el Dios-hombre, Cristo. Cristo, el Dios-hombre, en Su vivir humano, Su muerte, Su resurrección y Su ascensión es la centralidad y la universalidad de la economía de Dios; El es el hombre que puede morar con Dios para satisfacer el deseo de Su corazón y Su beneplácito. Espero que podamos tener presente la historia de estos dieciséis salmos. Luego podremos entender su verdadera importancia.

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