Mensaje 46
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Lectura bíblica: Lc. 20:1-47; 21:1-4
En 20:1-38 el Salvador-Hombre es examinado por los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos (vs. 1-19), por los fariseos y los herodianos (vs. 20-26), y por los saduceos (vs. 27-38). En 20:39-44 el Señor hace callar a todos los examinadores. Los escribas respondieron: “Maestro, bien has dicho” (v. 39). Se nos dice que “no osaron preguntarle nada más” (v. 40). En 20:41-44 el Señor les hizo una pregunta a los examinadores acerca del Cristo.
En 20:1-38 el Señor estaba rodeado por los principales sacerdotes, los ancianos, los fariseos, los herodianos y los saduceos, quienes trataron de enredarlo con preguntas capciosas. Primero, los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, que representaban la autoridad del pueblo judío, le preguntaron acerca del origen de Su autoridad (v. 2). Esta pregunta provenía de su concepto religioso. Segundo, los fariseos conservadores y los herodianos, un grupo con intereses políticos, le hicieron una pregunta relacionada con el gobierno. Tercero, los saduceos le preguntaron con respecto a la resurrección. Después de contestar sabiamente todas las preguntas, el Señor les hizo una pregunta acerca del Cristo. Esta es la gran pregunta. Los interrogantes que ellos presentaron tenían que ver con la religión, la política y las creencias. La pregunta que El hizo tenía que ver con el Cristo, quien es el centro de todas las cosas. Ellos conocían la religión, la política y las creencias, pero no prestaban atención al Cristo.
En los versículos del 41 al 44 el Señor les dijo a los examinadores: “¿Cómo es que dicen que el Cristo es hijo de David? Pues David mismo dice en el libro de los Salmos: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a Mi diestra, hasta que ponga a Tus enemigos por estrado de Tus pies”. David, pues, le llama Señor; ¿cómo entonces es su hijo?” Cristo en Su divinidad es el Señor de David, y en Su humanidad es el Hijo de David. Sus examinadores conocían sólo parcialmente las Escrituras con respecto a la persona de Cristo; es decir, sólo sabían que El era el Hijo de David en el aspecto humano. No tenían un conocimiento cabal con respecto a la divinidad de Cristo como Hijo de Dios. La intención que el Señor tenía en 20:41-44 era ayudar a Sus examinadores a que vieran que Aquel que ellos estaban interrogando era en realidad el Señor.
Tenemos que entender que Aquel que estaba siendo examinado era el Dios-Hombre. Ciertamente, en aquella situación el Salvador-Hombre era un hombre, pero también era Dios. Esto significa que como Dios estaba rodeado por los opositores quienes le estaban examinando. ¡Qué ciegos, insensatos e ignorantes eran! No entendieron que el que ellos estaban examinando era Dios mismo.
Si entendemos esto, veremos cuánta paciencia tuvo el Dios-Hombre cuando estaba siendo examinado por los principales sacerdotes, los escribas, los ancianos, los fariseos, los herodianos y los saduceos. El fue franco, directo y sabio, pero no se enfadó con ellos. Aunque El era Dios, estuvo dispuesto a ser examinado por Su creación.
Nos debe impresionar profundamente que quien estaba siendo examinado era el Dios-Hombre. El propio Creador de todo estaba rodeado por Sus criaturas y estaba siendo examinado por ellas de una manera capciosa e insultante. Sin embargo, fue paciente y no se enojó. Les respondió con propiedad y con sabiduría.
En este capítulo vemos un cuadro bien claro en cuanto al nivel supremo de moralidad. Dicha moralidad está expresada en las virtudes humanas del Señor junto con Sus atributos divinos. Aquí vemos las riquezas en las virtudes humanas del Salvador-Hombre junto con Sus atributos divinos. Después de ser examinado por Sus examinadores, El intentó ayudar a Sus criaturas a comprender que El era tanto hombre como Dios, el hijo de un ser humano y del Señor Dios. La pregunta que El hizo acerca de Cristo les dejó callados.
En la tipología, el cordero pascual era examinado cuatro días antes de ser inmolado (Ex. 12:3-6). El Salvador-Hombre también como el verdadero Cordero pascual (1 Co. 5:7), fue examinado cuatro días antes de ser inmolado. Llegó a Betania seis días antes de la Pascua (Jn. 12:1; Mr. 11:1). Al día siguiente entró en Jerusalén y regresó a Betania (Jn. 12:12; Mr. 11:11). El tercer día fue otra vez a Jerusalén (Mr. 11:12-15) y comenzó a ser examinado por los líderes judíos, según la ley judía (Mr. 11:27—12:37; 14:53-65; Jn. 18:13, 19-24), y por Pilato, el gobernador romano, según la ley romana (Jn. 18:28—19:6) hasta el día de la Pascua, cuando fue crucificado (Mr. 14:12; Jn. 18:28). Esta examinación insidiosa y capciosa, que provino de muchas direcciones, duró exactamente cuatro días. El Salvador-Hombre pasó la examinación, lo cual comprueba que El satisfacía todos los requisitos para ser el Cordero que Dios requería para efectuar la redención, y sobre esta base Dios no juzgó a los pecadores, tanto judíos como gentiles.
En 20:46-47 el Señor advirtió a los discípulos en cuanto a los escribas: “Guardaos de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y los primeros asientos en las sinagogas, y los puestos de honor en las cenas; que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones; éstos recibirán mayor condenación”. El Salvador, después de hacer callar a todos Sus opositores, advirtió a Sus discípulos acerca de la hipocresía y la maldad de los escribas. Esto indica que ellos eran juzgados por Aquel en quien procuraron arduamente encontrar falta.
¿Qué habría hecho usted si hubiera sido un escriba? ¿Se habría atrevido a dar la cara? No creo que los escribas supieran qué responder. Según lo que se dice en Judas 19, parece que no tenían espíritu.
En 21:1-4 vemos el Salvador-Hombre alabó a la viuda pobre. El vio los ricos que echaban sus ofrendas en las arcas y “vio también a una viuda indigente echando allí dos leptos” (v. 2). La palabra griega traducida indigente es más enfática que pobre, lo cual indica una condición de penuria.
En los versículos 3 y 4 el Señor dice: “En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos. Porque todos aquéllos echaron para las ofrendas de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía”. El Salvador-Hombre era Dios y vivía en humanidad. Como tal, le interesaba ver cómo el pueblo de Dios expresaba su lealtad en las ofrendas que hacía. De esta manera, El alabó la lealtad de la viuda para con Dios. La observación del Salvador-Hombre es más penetrante que la del hombre.
No se debe separar Lucas 21:1-4 del capítulo veinte. En él se advierte en contra de los escribas y se alaba a la viuda pobre, Lucas nos demuestra de nuevo un elevado nivel de moralidad. La moralidad de los escribas era muy baja, pero la de la viuda era muy elevada.
¿Por qué pone Lucas estos dos pasajes después de que los oponentes examinaron al Salvador-Hombre? Porque el principio gobernante de su evangelio es el más alto nivel de moralidad, pues dicta la escritura de este libro. Por lo tanto, los primeros cuatro versículos del capítulo veintiuno deben tenerse en cuenta junto con el capítulo veinte, a fin de tener una visión clara en cuanto al nivel supremo de moralidad. Los que examinaron al Señor poseían un nivel moral bajo. Pero el Salvador-Hombre, por tener un nivel moral elevado, alabó a la viuda pobre, ya que ella también llevaba una vida conforme a una moralidad elevada.
Según Exodo 12, cada familia debía tomar un cordero sin defecto para la Pascua (Ex. 12:3-5). Podemos decir que el Señor Jesús era el Cordero pascual designado a morir por toda la familia humana. En el Antiguo Testamento el cordero tenía que ser examinado para ver si tenía defecto. En Lucas 20 los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, los fariseos y los saduceos examinaron al verdadero Cordero pascual. Pero no se dieron cuenta de que Aquel a quien ellos estaban examinando era el Cordero que Dios había provisto para que muriera por ellos. El Cordero poseía el más alto nivel de moralidad. Exodo 12 dice que El estaba libre de defecto; es decir, era completamente perfecto e inmaculado. Por lo tanto, la expresión sin defecto equivale a la expresión “el nivel supremo de moralidad”.
Piense quién era el que estaba siendo examinado en Lucas 20. El que estaba siendo examinado era el Dios-Hombre como Cordero pascual. Siendo así, el Señor tenía una triple condición: la condición de Dios, la de hombre y la de Cordero pascual. El era el Cordero ordenado y provisto por Dios para los judíos y los gentiles. El era el Cordero único ordenado por Dios antes de la fundación del mundo. Por lo tanto, El tenía que ser examinado no solamente por los fariseos, un grupo religioso, sino también por los herodianos, un partido político. Esto significa que el Cordero pascual fue examinado por los judíos y los gentiles. Además, antes de morir, fue probado no solamente por el sanedrín judío, sino también por Pilato, el gobernador romano, y el rey Herodes.
El Señor Jesús, el Dios-Hombre, es único. El posee tanto la esencia divina como la humana. La esencia divina se halla en Su humanidad. Dios mismo es, en realidad, la esencia de Su ser. Por lo tanto, El como Cordero pascual, está compuesto esencialmente de dos elementos: el elemento divino y el humano. Al ser tanto humano como divino, es el Dios-Hombre.
El Dios-Hombre era el Cordero único y universal, el que fue examinado por las dos notables familias de la humanidad: los judíos y los gentiles. Esta examinación demostraba que este hombre poseía el nivel de moral más elevado y también exponía la astucia, la bajeza y la deshonestidad de los que le examinaban. Mientras que Sus examinadores eran expuestos, el Señor revelaba Su sabiduría, autenticidad y veracidad. La examinación narrada en el Evangelio de Lucas manifiesta la perfección de este Cordero Pascual único.
Vemos que el Señor Jesús revela tres veces Su muerte y Su resurrección a Sus discípulos (9:22; 9:44-45; 18:31-34). ¿Por qué el Señor reveló Su muerte y Su resurrección a Sus discípulos? La respuesta completa a dicha pregunta requiere las catorce epístolas de Pablo.
La muerte del Señor incluye el hecho de que se tenía que dar fin a Sus seguidores. Los seguidores del Salvador-Hombre se hallaban en la vieja creación, por eso era necesario llevarla a la cruz y darle fin. Después de que se le pone fin a uno en la cruz, se le hace germinar, y para que esto suceda, se necesita la resurrección. Por lo tanto, era necesario que el Señor muriese y después, resucitase. El murió con el fin de dar fin a Sus seguidores, y resucitó para introducirlos en una vida nueva.
Cuando el Señor reveló Su muerte y Su resurrección a Sus discípulos, parecía que les decía: “Si ustedes permanecen en la vieja creación, no podrán disfrutar del jubileo. Para disfrutarlo tienen que estar en la nueva creación. Necesitan ser recreados. Así que, primero es necesario darles fin y luego hacerles germinar. De esta manera llegarán a ser la nueva creación. El jubileo no es para la vieja creación, sino para la nueva. Si desean participar en el jubileo, tienen que ir conmigo a la cruz”.
En Marcos vemos la idea del reemplazo universal. Pero en Lucas tenemos la idea de dar fin y hacer germinar. Cuando se le dé fin a la vieja creación y se haga germinar a los redimidos para que sean la nueva creación, estaremos en el jubileo.
En el Evangelio de Lucas el Salvador-Hombre recalca que hay que hacer un lado con las riquezas y los bienes materiales. Vemos que se da este énfasis en el caso de Zaqueo: “He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado” (19:8). Zaqueo pudo renunciar a las riquezas y los bienes materiales porque recibió al Salvador viviente como su salvación dinámica. Esto indica que no podemos renunciar los bienes materiales por medio de nuestra vieja creación. Aunque lo pudiéramos hacer por medio de la vieja creación, esto no significaría nada. La manera de renunciar a los bienes terrenales es recibir al Salvador viviente para que sea nuestra salvación dinámica.
Zaqueo no oyó los mensajes que el Señor dio en cuanto a las riquezas y los bienes materiales. No estaba presente cuando el Señor habló de ello en el capítulo doce, catorce, dieciséis, diecisiete y dieciocho. Sin embargo, recibió al Salvador-Hombre como su salvación dinámica. Por lo tanto, pudo dar automática y espontáneamente la mitad de sus bienes a los pobres.
Los pecadores hoy también necesitan que el Salvador-Hombre les sea infundido como el Espíritu todo-inclusivo. Cuando el Señor se infunde de esta manera en nosotros, El llega a ser nuestra salvación dinámica.
El caso de Zaqueo es un ejemplo de lo rico y completo que es el Evangelio de Lucas. En estos mensajes sólo puedo darles unas cuantas instrucciones en la manera de estudiar este libro. Les animo a que dediquen más tiempo a profundizar en las riquezas de este evangelio.