Mensaje 48
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Lectura bíblica: Lc. 21:5-38
En 21:5—22:46 el Salvador-Hombre prepara a los discípulos para Su muerte. Les habla a fin de prepararlos para las cosas venideras (21:5-36). Ya dijimos que estas cosas incluyen la destrucción del templo (vs. 5-6), las plagas que sobrevendrán entre la ascensión y la gran tribulación (vs. 7-11), la persecución que sufren Sus discípulos en la edad de la iglesia (vs. 12-19), la gran tribulación y la venida del Señor (vs. 20-27). En este mensaje estudiaremos lo que el Señor dice en cuanto a la redención de los discípulos y el arrebatamiento de los vencedores (vs. 28-36).
En 21:28 el Salvador-Hombre dice: “Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque se acerca vuestra redención”. En este versículo la palabra redención, se refiere sin duda, a la redención de nuestro cuerpo, es decir, la transfiguración. Pablo habla de esta redención en Romanos 8:23: “Nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, aguardando con anhelo la plena filiación, la redención de nuestro cuerpo”. En Filipenses 3 él habla de la transfiguración de nuestro cuerpo: “Al Señor Jesucristo; el cual transfigurará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea conformado al cuerpo de la gloria Suya” (vs. 20-21). Por lo tanto, la redención mencionada en Lucas 21:28, la redención que se acerca, no es la redención de nuestro espíritu ni de nuestra alma, sino de nuestro cuerpo. Experimentaremos ésta redención cuando el Señor regrese.
En 21:29-31 el Señor cuenta una parábola a los discípulos: “Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios”. La higuera, que representa a la nación de Israel, fue maldecida en Mateo 21:19. La nación de Israel pasó por un largo invierno desde el siglo primero d. de C. hasta 1948, cuando fue restaurada, su rama se hizo tierna y brotaron sus hojas.
Esta higuera es una señal para los creyentes que se hallan en la conclusión de esta edad. El brote de la higuera (Mt. 24:32) es indicio de que el árbol tiene vida. Que las hojas broten representan actividades exteriores. El invierno representa el tiempo en que las cosas se secan, los tiempos de la tribulación; mientras que el verano representa la era del reino restaurado (Lc. 21:30-31), la cual comenzará con la segunda venida del Señor.
En el versículo 30 el Señor habla del verano que está ya cerca, y en el versículo 31 del reino de Dios que está cerca. Sin embargo, en la Biblia la palabra cerca no significa que algo ocurrirá dentro de unos días o dentro de unos años. Para el Señor un evento que sucederá en dos mil años puede considerarse cercano, puesto que “el tiempo y el espacio” no significan nada para El.
Cuando oí acerca de la formación de Israel en 1948, me alegré mucho. Me dije a mí mismo: “La conclusión de la edad debe estar cerca. La nación de Israel ha estado bajo el control de los gentiles desde el tiempo de Nabucodonosor. Ahora Israel se ha establecido como una nación”. Pensé que probablemente en pocos años el Señor volvería. Pero ya han pasado treinta y seis años, y las hojas siguen brotando. Aunque se devolvió a los judíos Jerusalén, sólo podemos decir que el tiempo está “cerca”.
En 21:32 y 33 el Señor añade: “De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras jamás pasarán”. La palabra generación mencionada en el versículo 32 no es la generación de un período de tiempo ni la vida de cierta persona, como la generación mencionada en Mateo 1:17, sino es una generación determinada por el lapso en que el pueblo está en cierta condición moral, como las generaciones mencionadas en Lucas 11:29-32 y Proverbios 30:11-14. Todo esto mencionado en el versículo 32 se refiere a las cosas predichas en los versículos anteriores. La palabra hasta implica que algunas cosas todavía no han ocurrido. Por lo tanto, se necesita más tiempo para que todo esto suceda.
En los versículos 34 y 35 el Señor dice: “Mirad también por vosotros mismos, no sea que vuestros corazones se carguen de disipación y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día como un lazo. Porque vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra”. La palabra griega traducida disipación alude a la resaca o el efecto posterior a la embriaguez. La frase disipacióny embriaguez se refiere a la concupiscencia en cuanto al disfrute de comer y beber.
Lo que el Señor dice aquí se asemeja a lo dicho en 17:27: “Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos”. La generación de Noé se caracterizaba por la concupiscencia del yo lujurioso. La disipación y la embriaguez mencionadas en 21:34 se refieren a la concupiscencia del yo lujurioso en cuanto a comer y beber con exceso. Lo que el Señor dice en cuanto a la disipación, la embriaguez y los afanes de la vida puede considerarse como la conclusión de Su mensaje contenido en los capítulos doce, catorce, y del dieciséis al dieciocho.
Los que se entregan a la concupiscencia de comer y beber, y los que se cargan de los afanes de la vida se hallarán en un estupor debido a sus placeres y afanes. “Aquel día” vendrá sobre ellos repentinamente como un lazo o una red. Dicho lazo vendrá sobre todos los que habiten sobre la faz de la tierra.
Yo, como persona de edad avanzada, puedo testificar que la tendencia, o sea, la corriente que existe en la humanidad ha cambiado mucho a través de los años, pero la disipación, la embriaguez y los afanes de la vida nunca han sido tan prevalecientes como hoy. Por un lado, la gente lucha por hallar placeres; por otro, se agobia por los afanes de la vida. La disipación, la embriaguez y los afanes de la vida llevan a diferentes clases de enfermedades. Estados Unidos es un buen país, pero miren cuánta gente se entrega a la concuspicencia. Muchos compiten con otros para tener automóviles y casas mejores. Pero mientras luchan por tener el disfrute, sufren por los afanes de la vida. Como resultado, aquel día vendrá sobre ellos como un lazo.
En 21:36 el Señor dice: “Velad, pues, en todo tiempo rogando para que logréis escapar de todas estas cosas que van a suceder, y estar en pie delante del Hijo del Hombre”. Aquí lograr indica fuerza y habilidad. La fuerza y la habilidad para escapar de la gran tribulación son el resultado de haber velado y rogado.
La palabra escapar mencionada en 21:36 significa ser llevado o arrebatado antes de la gran tribulación (Mt. 24:21), la cual será una prueba severa sobre toda la tierra habitada (Ap. 3:10; Lc. 17:34-36). Ser arrebatado de este modo equivale a ser guardado “de la hora de la prueba que ha de venir sobre toda la tierra habitada, para probar a los que moran sobre la tierra” (Ap. 3:10). Además todas estas cosas son lo que sucederá en la gran tribulación. Estar en pie delante del Hijo del Hombre corresponde a la expresión estar en pie de aquellos mencionados en Apocalipsis 14:1. Esto indica que los vencedores que habrán sido arrebatados estarán en pie delante del Salvador en el monte de Sión en los cielos antes de la gran tribulación (véase Ap. 12:5-6, 14).
En el versículo 36 el Salvador-Hombre nos exhorta a velar. En vez de estar bajo el estupor o de estar embotados, tenemos que velar. Además, en todo tiempo tenemos que rogar. Esto no es orar de una manera general, sino orar de una manera específica para lograr escapar de las cosas que están a punto de ocurrir. Como ya lo indicamos, lograr esto equivale a tener la fuerza y la habilidad para escapar de la gran tribulación. No debemos ser arrastrados por la corriente que existe en el mundo hoy. La fuerza y la habilidad para escapar son el resultado de haber velado y rogado. Si oramos de manera específica, lograremos escapar de todas las cosas que están a punto de suceder.
Ya vimos que escapar de todas las cosas que están a punto de suceder equivale a ser arrebatado antes de la gran tribulación y a ser guardado de la hora de la prueba, la cual vendrá sobre toda la tierra habitada para probar a los que moran sobre la tierra. Por lo tanto, lo que el Señor dice en 21:36 es el cumplimiento de Su promesa a la iglesia en Filadelfia: “Por cuanto has guardado la palabra de Mi perseverancia, Yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre toda la tierra habitada, para probar a los que moran sobre la tierra” (Ap. 3:10). Aquí la prueba se refiere indudablemente a la gran tribulación, como lo indican la quinta trompeta, la sexta trompeta, y las siete copas de la séptima trompeta (Ap. 8:13—9:21; 11:14-15; 15:1; 16:1-2). Es posible que esta prueba también incluya las calamidades sobrenaturales del sexto sello y de las primeras cuatro trompetas.
En Apocalipsis 3:10 el Señor promete a la iglesia recobrada, o sea la iglesia de Filadelfia, que la guardará de la hora de la prueba. El la guardará no sólo de la prueba, sino también de la hora de la prueba, porque ella ha guardado la palabra de la perseverancia del Señor. Esta promesa del Señor, tal como Su promesa en Lucas 21:36, indica que los santos que guardaron la palabra de la perseverancia del Señor serán arrebatados antes de la gran prueba. Esto implica que los que no guardaron la palabra de Su perseverancia serán dejados en la prueba.
Antes de la gran tribulación, el Salvador estará probablemente aún en el trono. La parusía (presencia) del Señor comenzará desde Su trono y continuará con Su venida a los aires y terminará con Su venida a la tierra. En parusía, se producirán el arrebatamiento de la mayoría de los creyentes a los aires (1 Ts. 4:15-17), el tribunal de Cristo (2 Co. 5:10) y las bodas del Cordero (Ap. 19:7-9). Sin embargo, algunos creyentes, tales como los ciento cuarenta y cuatro mil las primicias que se mencionan en Apocalipsis 14, serán arrebatados al trono de Dios y estarán en pie con el Salvador en el monte de Sión celestial. Esto es lo que quiere decir Lucas 21:36: “Estar en pie delante del Hijo del Hombre”. Por lo tanto, estar en pie delante del Hijo del Hombre equivale a ser arrebatado al trono para estar en pie delante del Salvador en los cielos. Después de este arrebatamiento, el Salvador dejará el trono junto con los que fueron arrebatados a los cielos y descenderá a los aires para ocuparse de los demás creyentes, que serán arrebatados más tarde.
Ha habido muchos debates entre los maestros de la Biblia con respecto al arrebatamiento de los santos y la segunda venida del Señor Jesús. Algunos afirman que el arrebatamiento ocurrirá antes de la gran tribulación, y otros que después. Conforme a la Escritura, no sólo creemos en el arrebatamiento general de todos los santos, sino también en el arrebatamiento de los vencedores. Al respecto, les animo a que estudien los mensajes que di sobre Mateo 24 y sobre el libro de Apocalipsis.
Tenemos que juntar los versículos 34, 35 y 36, los cuales nos ayudan a comprender que la corriente decadente que existe en la tierra es muy predominante. En realidad, esta corriente ha llegado a ser una ola que arrastra todo y a todas las personas. Nos es extremadamente difícil a los creyentes estar en pie en medio de esta corriente. Para estar en pie, tenemos que velar y orar diariamente de una manera específica, a fin de recibir la fuerza que proviene de la vida de resurrección, la cual se halla en nosotros, a fin de estar firmes en contra de la corriente, la ola, que existe en el mundo. Si somos fortalecidos de esta manera, la corriente de esta edad no nos capturará. Más bien, estaremos llenos de Cristo y de vigor. Nosotros, los que estamos llenos de Cristo como aire divino, seremos arrebatados y estaremos en pie delante del Hijo del Hombre.
Aunque la palabra arrebatamiento no se halla en 21:34-36, hay un indicio contundente al respecto en el versículo 36. Este versículo habla, por un lado, escapar de todas estas cosas que van a suceder, y por otro, estar en pie delante del Hijo del Hombre. ¿Dónde estará el Hijo del Hombre en el momento implícito en el versículo 36? Estará aún en el trono en los cielos. ¿Cómo, entonces, podemos estar en pie delante de El? La única manera en que podemos estar en pie delante del Hijo del Hombre es ser arrebatado, ser llevado a los cielos.
En la epístola a la iglesia que estaba en Filadelfia, el Señor promete a los vencedores que serán guardados de la hora de la prueba. Prometió guardarles de la hora de la gran tribulación. Esto quiere decir que serán arrebatados antes de los tres años y medio de la gran tribulación y no permanecerán en la tierra para enfrentarse con el anticristo.
Ser o no ser arrebatados antes de la gran tribulación y ser llevados al encuentro de Cristo en el trono no dependen de El, sino de que velemos y oremos de una manera específica. Tenemos que velar y rogar constantemente para lograr escapar de la gran tribulación. Tenemos que orar a fin de tener la fuerza y la habilidad para escapar de todas las cosas que van a suceder en la tierra.
La mujer de Lot es un ejemplo de uno que no logró escapar. En 17:32 el Señor dice: “Acordaos de la mujer de Lot”. La mujer de Lot se convirtió en una columna de sal porque miró con apego a Sodoma. Esto indica que ella amaba el mundo maligno que Dios estaba a punto de juzgar y destruir. No debemos ser como la mujer de Lot. Debemos lograr escapar, ser guardados de la gran tribulación. Tal como hemos recalcado, esto equivale a ser arrebatados para estar en pie delante del Hijo del Hombre en el monte de Sión celestial. Entonces El comenzará junto con nosotros Su parusía. Cuando El deje el trono para venir a la tierra, estaremos con El. ¡Qué emocionante será eso! Sin duda, los que estén en pie delante del Hijo del Hombre en el monte de Sión en los cielos estarán alegres y llenos de gozo en el Señor.
Lucas 21:37 y 38 dice: “Y enseñaba de día en el templo; y de noche, saliendo, permanecía en el monte que se llama de los Olivos. Y todo el pueblo venía a El de madrugada, para oírle en el templo”. La enseñanza del Señor narrada en 21:5-36 fue dada en el monte de los Olivos. Luego, tal como lo indican los versículos 37 y 38, El enseñaba diariamente en el templo. Sin embargo, de noche se quedaba en el monte de los Olivos. Al enseñar diariamente en el templo, lo preparó todo a fin de ser inmolado en el día de la Pascua. Se preparó a Sí mismo, a Sus discípulos, y las circunstancias en las cuales sería crucificado. Las personas que iban al templo temprano en la mañana para escucharle no sabían lo que estaba pasando. Pero El sabía perfectamente lo que sucedía. Sabía que estaba preparándose a Sí mismo, a Sus discípulos, a Sus oponentes, y las circunstancias para efectuar Su muerte redentora.