Mensaje 53
(2)
Lectura bíblica: Gá. 2:11-21; Mr. 1:1
En el mensaje anterior dijimos que el Evangelio de Marcos habla de una vida que concuerda con la economía neotestamentaria de Dios y que la cumple. La frase la economía neotestamentaria de Dios es común a la mayoría de nosotros. No obstante, con el fin de refrescar nuestra memoria, examinemos de manera sencilla y básica en qué consiste dicha economía.
La economía neotestamentaria de Dios consiste en que El se forja en Sus escogidos y los constituye miembros de Cristo para obtener un Cuerpo que lo exprese. Esta definición muestra algunos asuntos importantes, a saber, que Dios desea forjarse en Sus escogidos, hacerles miembros del Cuerpo de Cristo, la iglesia, y que el propósito de dicho Cuerpo es expresar a Cristo. En el Evangelio de Marcos se aprecia una vida que concuerda con dicha economía.
Como hemos expresado, si comparamos la epístola de Jacobo con el Evangelio de Marcos veremos que éstos presentan dos vidas diferentes. En aquella se ve la vida de Jacobo, mientras que en éste, la vida del Señor Jesús. No obstante, ambos se complementan. Sin el Evangelio de Marcos es posible que no entendamos claramente la epístola de Jacobo, y viceversa. Al comparar ambos relatos y ver las dos vidas que se revelan en ellos adquirimos un entendimiento correcto de dicha epístola y de dicho evangelio.
La epístola de Jacobo da énfasis a la perfección cristiana práctica, y por esto, como dijimos en el estudio-vida de dicha epístola, muchos cristianos la valoran profundamente; especialmente los creyentes piadosos, devotos y religiosos. Jacobo dice que pidamos sabiduría para que podamos conducirnos debidamente. También nos anima a restringir nuestro modo de hablar, es decir, a poner freno a nuestra lengua a fin de llevar una vida piadosa. En cada capítulo de su epístola presenta diversos aspectos relacionados con la piedad.
En la Biblia, así como en la historia de la iglesia, se tiene a Jacobo como un hombre caracterizado por la piedad. El pasaba mucho tiempo orando, y era muy respetado entre los cristianos judíos de antaño. Según Hechos 15 y 21 y Gálatas 2, los santos lo respetaban mucho. Por ejemplo, Gálatas 2:12 habla de algunos santos que vinieron “de parte de Jacobo”. Según este versículo, cuando ellos fueron a Antioquía, Pedro “se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión”. Esto muestra que la influencia que tenía Jacobo era tal que incluso Pedro, el apóstol prominente, estaba sumiso a ella.
Jerusalén estaba localizada al sur, mientras que Antioquía al norte. Muchos maestros de la Biblia consideran estas dos ciudades como dos centros prominentes. Había una iglesia en Jerusalén (Hch. 8:1), y otra en Antioquía (Hch. 13:1).
Al leer el libro de Hechos tal vez nos parezca que la iglesia de Jerusalén tenía una apariencia judía, mientras que la de Antioquía, una gentil. Y puede ser que algunos piensen que esto era necesario ya que Jerusalén estaba ubicada en Judea, y Antioquía en el mundo gentil. Quizás usted dirá: “¿Acaso no sería anormal que la iglesia de Jerusalén, una ciudad compuesta de judíos, no tuviera una apariencia judía? ¿Cómo puede ser que la iglesia de Antioquía no tuviera un tono gentil? Ciertamente las iglesias de Japón tienen una apariencia japonesa y las de Estados Unidos, una estadounidense”. Desde la perspectiva humana esto puede parecer lógico. Pero el Nuevo Testamento revela que la iglesia no es ni judía ni gentil. En 1 Corintios 10:32 se habla de tres categorías de personas: los judíos, los gentiles y la iglesia, lo cual indica claramente que ésta es algo diferente a los judíos y los gentiles. Dios ha llamado a Sus escogidos de entre los judíos y los gentiles para que constituyan la iglesia. Así que, ésta no debe ser ni judía ni gentil. Si tiene apariencia ya sea judía o gentil, entonces, hasta cierto punto, ha perdido su carácter, o por lo menos algunas de sus características.
Si leemos detenidamente Hechos 15 y 21 y Gálatas 2 nos daremos cuenta que en el tiempo de Pedro, de Pablo y de Jacobo, Jerusalén ejercía una influencia considerable sobre Antioquía, lo cual significa que la iglesia de Jerusalén influía mucho en las iglesias del mundo gentil. Es muy posible que a Jacobo le preocupara que las iglesias del mundo gentil no observaran la ley mosaica, y por eso haya enviado a algunos hermanos de Jerusalén a Antioquía. Cabe la posibilidad de que éstos hayan ido a observar la situación que allí se vivía entre los creyentes.
Antes de que fuesen algunos a Antioquía de parte de Jacobo, Pedro se comportaba debidamente como hermano y como miembro del Cuerpo de Cristo. En particular, él comía con los gentiles. Pablo, refiriéndose a esto dice: “Antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles” (Gá. 2:12). Sin embargo, después de que vinieron los hermanos de parte de Jacobo, Pedro tuvo miedo y comenzó a retraerse, es decir, a comportarse de nuevo como judío. Pablo denominó esta actitud como hipocresía: “Y se le unieron en esta hipocresía también los otros judíos, de manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos” (Gá. 2:13).
Tal vez algunos tengan objeciones y pregunten qué tiene de malo la manera en que Pedro se condujo. Quizá les parezca que no hizo nada malo. Pero para los que conocen la economía neotestamentaria de Dios, está claro que Pedro cometió un grave error. La manera en que se condujo al retraerse y separarse de los creyentes gentiles implicaba una mezcla que dañaba la economía neotestamentaria de Dios.
La economía neotestamentaria de Dios no es cuestión de guardar la ley, practicar ritos, ni simplemente hacer el bien según la ética y la filosofía humanas. Más bien, consiste en que Dios se forje en Su pueblo escogido para que éste posea al Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— como vida. Al poseer esta vida, el pueblo de Dios automáticamente queda capacitado para vivirla, lo cual significa sencillamente vivir por causa de Dios e incluso vivirlo a El. Así que, la economía de Dios no consiste en guardar la ley judía ni en hacer el bien según la filosofía humana, sino en poseer a Dios como vida y vivirle. Es sumamente importante todos veamos esto.
Desde la época de los apóstoles hasta hoy ha habido mucho debate acerca de las enseñanzas y la teología bíblicas. Por lo general, esto se debe a un solo factor: errar al blanco de la economía neotestamentaria de Dios. A lo largo de los siglos, los maestros cristianos han discutido sobre doctrinas y prácticas, pero han pasado por alto el centro de la economía neotestamentaria de Dios. ¡Qué pérdida tan grande es desviarse de la economía neotestamentaria de Dios!
Algunos cristianos, en especial los que dan énfasis a la santidad, discuten en cuanto a la forma apropiada de vestirse. Por ejemplo, tal vez debatan acerca de cuán largas deben ser las faldas o las mangas de las blusas de las hermanas. Este es sólo un ejemplo de cómo los santos se han distraído de la economía neotestamentaria de Dios.
Es nuestra convicción que si los creyentes ven que Dios, en Su economía, desea forjarse en Su pueblo escogido para que le posean como vida y le vivan, no será necesario discutir respecto a la manera de vestir.
Ya vimos que la economía neotestamentaria de Dios no depende de que observemos leyes ni ritos. Tampoco de que hagamos el bien de manera ética. La economía neotestamentaria consiste en que poseamos a Dios como vida y le vivamos.
Si leemos Gálatas 2:11-21 con detenimiento veremos que la atmósfera que prevalecía en Antioquía cambió después de la llegada de algunos hermanos que iban de parte de Jacobo. Antes de que ellos llegaran, Pedro y los otros creyentes de Antioquía disfrutaban la economía neotestamentaria de Dios. No obstante, debido a la influencia de Jacobo, cuando llegaron los hermanos, la atmósfera espiritual cambió, y el cielo espiritual se nubló. Había caído cierta oscuridad sobre la economía neotestamentaria de Dios.
La situación de Antioquía era tan grave que Pablo resistió a Pedro cara a cara (Gá. 2:11), dándole así una muy buena lección. Según Gálatas 2:14, Pablo dijo a Pedro delante de todos: “Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como los judíos, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?”
Estas palabras continúan hasta Gálatas 2:21. Tal vez usted ha citado Gálatas 2:20 muchas veces, especialmente las palabras: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”, sin darse cuenta del contexto. El contexto empieza en el versículo 11 e incluye la reprimenda pública que Pablo dirigiera a Pedro, en la cual hace hincapié en que nosotros, los que creemos en Cristo, debemos llevar una sola vida, a saber, vivir a Cristo. No se trata de que comamos o no con los gentiles, sino de que experimentemos el hecho de haber sido crucificados con Cristo y que El viva en nosotros. Pablo pudo decir: “Puesto que he sido crucificado con Cristo y que El vive en mí, en cuestiones de comida, ya no vivo yo. No depende de si como con los gentiles o no. Lo que importa es que Cristo viva en mí”.
Jacobo era una persona piadosa, dedicada a la perfección cristiana. No obstante, si comparamos su vida con el principio de la economía neotestamentaria de Dios, veremos sus defectos. En su epístola él no habla de que Cristo viva en nosotros; ni siquiera hace mención de la vida divina. En lugar de esto, nos remite al pueblo del Antiguo Testamento y a sus prácticas. La mayor parte de sus escritos se basa en el Antiguo Testamento y no contiene muchos términos neotestamentarios. Incluso cuando emplea alguno, inmediatamente se vuelve a las prácticas del Antiguo Testamento.
La epístola de Jacobo no debe juzgarse según el concepto natural, ético ni religioso, sino según la economía neotestamentaria de Dios, la cual consiste en que Dios se forja en nosotros como vida, para que le vivamos como miembros del Cuerpo de Cristo. Al juzgarla de esta manera podremos ver su posición con relación al resto del Nuevo Testamento.
Por algunos siglos fue incierta la autenticidad de la epístola de Jacobo. Fue en el concilio de Cártago celebrado en 397 d. de C. que final y oficialmente se reconoció como parte del Nuevo Testamento. El debate se debía principalmente a que, con respecto a la economía neotestamentaria de Dios, este libro no tenía una posición definida; más bien era incierta, o sea, era una mezcla del Antiguo Testamento y del Nuevo. En algunos aspectos tiene el matiz del Nuevo Testamento. Por ejemplo, dice que el Padre de las luces nos engendra para que seamos las primicias de Sus criaturas (1:18), y habla respecto a la palabra implantada, la ley de la libertad y del Espíritu que mora en nosotros (1:21, 25; 4:5). Todo lo anterior pertenece a la economía neotestamentaria de Dios, pero se encuentra en una epístola que contiene un matiz y un tono obviamente antiguotestamentarios. Por esta razón dije que en este libro vemos una vida que no concuerda con el nivel de la economía neotestamentaria de Dios ni cumple dicha economía.
Al volvernos de la epístola de Jacobo al Evangelio de Marcos, vemos en él una vida que no es difusa en ningún aspecto. Lo que ahí se revela es la vida que experimentó el Señor Jesús en calidad de Salvador-Esclavo, una vida claramente definida que concuerda con la economía de Dios y que la cumple.
Se necesita visión espiritual para captar lo que presenta el Evangelio de Marcos. Sin ella, tal vez pensaríamos que Marcos es un libro de historias, y no nos daríamos cuenta de que se trata de la biografía de una vida que concuerda con la economía neotestamentaria de Dios. En efecto, la vida que ahí se presenta es la realidad, la substancia y el modelo de la economía de Dios.