Mensaje 34
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En este mensaje estudiaremos Mt. 12:38-50.
Debido a que los fariseos no pudieron argumentar con el Señor Jesús, cambiaron de tema, aparentemente de lo negativo a lo positivo. El versículo 38 dice: “Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de Ti señal”. Ya que no pudieron derrotar al Señor Jesús con argumentos, cambiaron sutilmente de tema para salvar las apariencias, pidiendo al Señor una señal. Una señal es un milagro que tiene algún significado espiritual. Los judíos acostumbran buscar señales (1 Co. 1:22). De nuevo, esto le dio al Señor la oportunidad de revelar a todo el universo algo adicional respecto a Su Persona.
El versículo 39 dice: “El respondió y les dijo: La generación malvada y adúltera busca señal; y señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás”. Si usted hubiera sido uno de esos fariseos, ¿no se habría ofendido por la respuesta del Señor? Es como si los fariseos dijeran: “Queremos que nos muestres una señal y Tú nos llamas una generación malvada y adúltera, y antes nos llamó ‘cría de víboras’. Reconocemos que Tú eres un buen maestro; por eso, te pedimos que nos muestres una señal, un milagro con algún significado”. El Señor Jesús parecía decir: “Sí, veréis una señal. Aunque no sois una generación sincera ni pura, sino malvada y adúltera, tengo una señal para vosotros; la señal de Jonás”.
El Señor procedió a decirles el significado de la señal de Jonás. En el versículo 40 dijo: “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. Esta era una señal muy significativa para ellos. El “corazón de la tierra” también se llama “las partes más bajas de la tierra” (Ef. 4:9) y el Hades (Hch. 2:27), a donde el Señor fue después de Su muerte. El Hades, el cual equivale al Seol del Antiguo Testamento, tiene dos secciones: la sección de tormento y la sección de consuelo (Lc. 16:23-26). La sección de consuelo es el Paraíso adonde el Señor y el ladrón salvo fueron después de morir en la cruz (Lc. 23:43). Así que, el corazón de la tierra, las partes más bajas de la tierra, el Hades y el Paraíso, son sinónimos, y se refieren al lugar donde el Señor estuvo durante tres días y tres noches después de Su muerte y antes de Su resurrección.
En el versículo 41 el Señor continuó el tema: “Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron ante la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar”. La palabra griega traducida “más”, la cual también se encuentra en el versículo 42, es pléion, la cual significa “superior en calidad y mayor en cantidad”, y por lo tanto, “más”. Difiere de méizon, la palabra traducida “mayor” en el versículo 6, la cual significa “mayor en tamaño exterior o en medida”. Cristo como el Profeta enviado por Dios a Su pueblo (Dt. 18:15, 18), es más que el profeta Jonás. Jonás fue el profeta que se volvió de Israel a los gentiles y que fue llevado al vientre del gran pez. Después de estar ahí tres días, salió y llegó a ser una señal a aquella generación, para que ésta se arrepintiera (Jon. 1:2, 17; 3:2-10). Este tipificaba a Cristo, quien se volvería de Israel a los gentiles y sería sepultado en el corazón de la tierra durante tres días, y luego resucitaría, llegando a ser así una señal a esta generación, para salvación.
En el versículo 41 parece que el Señor decía: “Los habitantes de Nínive se arrepintieron a causa de la señal de Jonás. Pero vosotros, una generación malvada y adúltera, la cual verá la señal del Hijo del Hombre sepultado en el corazón de la tierra durante tres días y tres noches, aún con esto no se arrepentirá”. Lo que el Señor dijo en los versículos 40 y 41 no fue un dicho ordinario, sino una predicción. Antes de que el Señor fuera sepultado en el corazón de la tierra, profetizó a los fariseos que El se quedaría allí tres días y tres noches. Creo que el Señor Jesús se les mostró misericordioso al decirles esto. Es como si les dijera: “Esta es una predicción que os doy acerca de Mi muerte y sepultura; será una señal para vosotros, tal como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, la cual les hizo arrepentirse. Yo predigo esto ahora para que cuando lo veáis, podáis arrepentiros”. Sin embargo, ellos no se arrepintieron. En esto vemos lo necios que eran los fariseos.
Repentinamente otra señal apareció mientras el Señor conversaba con los fariseos. El versículo 42 dice: “La reina del sur se levantará en juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar”. Cristo como Hijo de David, como futuro Rey, es más que el rey Salomón. Salomón edificó el templo de Dios y habló palabras de sabiduría. A él también vino la reina gentil (1 R. 6:2; 10:1-8). En este sentido Salomón tipificaba a Cristo, quien edifica la iglesia haciéndola el templo de Dios, quien habla palabras de sabiduría, y a quien se vuelven los gentiles que buscan a Dios.
Este tipo y el que se halla en el versículo 41 indican que Cristo, ya sea como Profeta enviado por Dios o como Rey ungido también por Dios, se volvería de Israel a los gentiles, como lo vemos profetizado en los versículos 18 y 21.
Según la historia, el rey Salomón precedió al profeta Jonás; pero según el significado espiritual, Jonás vino primero, como consta en Mateo. Esto también demuestra que el relato de Mateo no sigue el orden cronológico sino el doctrinal. Conforme a la doctrina Cristo debía primero morir y luego resucitar; después, edificaría la iglesia y hablaría palabras de sabiduría. La muerte y resurrección de Cristo son la verdadera señal para esta generación, tanto a judíos como a gentiles (1 Co. 1:22,24).
En los versículos del 40 al 42 el Señor claramente profetizó acerca de Su muerte, sepultura y resurrección. En cuanto a la muerte de Cristo y Su sepultura, Jonás tipificaba a Cristo; y en cuanto al Cristo que está en resurrección, Salomón lo tipificaba. Si los fariseos no hubieran sido tan necios, habrían entendido que el Señor no hablaba a la ligera. Por el contrario, la palabra del Señor era muy seria y significativa, pero tal parece que los fariseos no le dieron importancia. Si nosotros hubiéramos estado ahí y hubiéramos oído estas palabras, sin duda, les habríamos dado la seriedad, el peso y el significado que en realidad tenían. Si los fariseos hubieran recibido la palabra del Señor, se habrían arrepentido y creído después de que el Señor fue crucificado, sepultado y resucitado. El Señor fue muy misericordioso en Su respuesta a los fariseos. A pesar de que parecía que estaba reprendiéndolos, Su misericordia superaba a Su reprensión. El les dio la señal de Jonás y la de Salomón, indicando que Su muerte, sepultura y resurrección estaban cerca. Su muerte y resurrección sería la única señal para esa generación y esta era. Esto es también verdad ahora en el siglo veinte. La muerte y resurrección de Cristo sigue siendo la única señal para esta era. Su muerte y resurrección son en verdad muy significativas; no obstante, los fariseos obstinados, representantes de la generación malvada y adúltera, no le dieron importancia.
La palabra del Señor respecto a Jonás y Salomón también indicaba que a partir de ese tiempo El no haría ningún milagro para los judíos. Hasta que El muriera y resucitara, no les daría ninguna señal. Su muerte y resurrección llegaron a ser la verdadera señal para todos los judíos tercos, la única señal para esa generación.
Los versículos del 43 al 45 indican que la generación que rechaza al Señor empeora. El versículo 43 dice: “Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla”. El espíritu inmundo o demonio (v. 22), busca reposo pero no lo puede encontrar en lugares secos, porque después del juicio que Dios trajo por medio del agua, en Génesis 1:2, el mar se convirtió en la morada de los demonios. Debido a que el demonio no puede encontrar reposo en lugares secos, vuelve al cuerpo humano que originalmente poseía, y se establece allí (vs. 44-45).
Los versículos 44 y 45 continúan el tema: “Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a esta generación malvada”. Doctrinalmente el versículo 43 es la continuación del versículo 42. Entre estos dos versículos encontramos el relato de cómo los judíos rechazaron a Cristo y cómo El los abandonó. Aquí el Señor compara a la generación maligna de los judíos que lo habían rechazado, con el hombre poseído por demonios. A los ojos del Señor los judíos que lo habían rechazado eran semejantes a personas poseídas por demonios. Las señales de Jonás y Salomón indican que los gentiles se arrepentirían, pero el caso del hombre poseído por demonios indica que los judíos que lo habían rechazado no se arrepentirían. Sólo barrerían el polvo y se adornarían añadiendo cosas buenas para embellecerse, pero no recibirían a Cristo quien los podría llenar. Por el contrario, permanecerían vacíos y desocupados. Esta es la verdadera condición de los judíos de hoy. Casi al final de esta era estarán siete veces más poseídos por demonios, y su condición será peor que nunca.
El Señor Jesús comparó a esa generación maligna con una persona endemoniada de la cual un demonio había salido. Debido a que tal persona no se arrepentía ni aceptaba a Cristo, permanecía vacía y desocupada. Aunque el demonio había sido echado fuera, Cristo no podía entrar; por lo tanto, esa persona era como una casa vacante. El Señor Jesús dijo que esa generación era como tal persona. El Señor describió este caso utilizando tres palabras: desocupada, barrida y adornada. Lo que el Señor dijo sirvió como una profecía, la cual ha sido cumplida y que aún ha de cumplirse. Los judíos, quienes han regresado para formar la nación de Israel, se encuentran barridos, adornados y desocupados. Toda la nación de Israel hoy ha sido limpiada y muchas cosas han sido echadas fuera. Además, están adornados con buenas cosas, ya que los judíos sobresalen en ciencias y en otras áreas. Sin embargo, la nación de Israel permanece desocupada. En estos versículos el Señor predecía la condición de la terca generación de judíos de hoy.
Aunque amo la nación de Israel, debo hablar conforme a la revelación de Dios. En una reciente visita a Israel vimos que los judíos se encuentran barridos, limpiados y adornados, pero que están desocupados. Estoy de acuerdo con la palabra del Señor, pues cuando el demonio se da cuenta de que una persona está vacante, toma consigo siete espíritus peores que él y entran a morar en ella. Esto indica que año tras año la nación de Israel se volverá más y más diabólica, y más y más cosas demoníacas se encontrarán en ella. Los judíos son como una casa limpia, pero ellos rehusan aceptar a Cristo y recibirle; prefieren permanecer vacíos. Reflexionemos sobre la nación de Israel de hoy. ¿Cuál es la meta de los judíos? Muchos dirían que ellos no tienen otra meta que mantener la existencia de su nación. Pero ésa no debería ser su meta. Si la nación de Israel existe o no, no depende del esfuerzo de los judíos, sino de la misericordia de Dios. No estoy preocupado por la existencia de la nación de Israel, pues Dios la ha restaurado y nadie puede abolirla. Todo lo que los árabes están haciendo es en vano porque la restauración de la nación de Israel es obra de Dios. No obstante, la nación de Israel hoy no tiene meta, de manera que está vacante.
Hace más de 45 años que llegué a entender claramente este pasaje referente a Israel. Por supuesto, en ese tiempo no pude ver la restauración de Israel ni el regreso a Jerusalén. Pero nunca olvidaré el día en Shanghai cuando leí en el periódico acerca de la restauración de Israel; tampoco olvidaré aquél día de 1967 cuando me enteré de que Jerusalén había sido regresado a Israel. No cabe duda de que la nación de Israel existirá hasta que el Señor regrese, pero mi preocupación es que Israel permanece vacante. ¿Por qué los judíos no aceptan a su Mesías? ¿Por qué no permiten que Cristo los ocupe? Hasta hoy permanecen vacantes, y su situación se volverá cada vez peor.
Después de esto, mientras el Señor Jesús hablaba a las multitudes, Su madre y Sus hermanos estaban afuera, y como procuraban hablar con El, alguien le dijo: “He aquí Tu madre y Tus hermanos están afuera, y te quieren hablar” (vs. 46-47). Esta también fue una situación que le dio la oportunidad al Señor para revelar algo. El Señor respondió: “¿Quién es Mi madre, y quiénes son Mis hermanos? Y extendiendo Su mano hacia Sus discípulos, dijo: ¡He aquí Mi madre y Mis hermanos! Porque todo aquel que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos, ése es Mi hermano, y hermana, y madre” (vs. 48-50). Esto indica que el Rey celestial renunció a la relación que tenía en la carne con los judíos. En este capítulo los judíos rechazaron a Cristo al máximo, lo cual hizo que Cristo los abandonara por completo. Allí empezó la ruptura entre ellos y Cristo, y fueron separados de El (Ro. 11:17, 19-20). Después de romper relaciones con los judíos, Cristo se volvió a los gentiles. De ahí en adelante Su relación con Sus seguidores no era en la carne sino en el espíritu. Todo aquel que hace la voluntad de Su Padre es un hermano que lo ayuda, una hermana que lo entiende y una madre que lo ama con ternura.
En los versículos del 46 al 50 vemos un gran cambio, el cual tiene que ver con la dispensación. De ahí en adelante, la relación que el Señor tiene con la gente no se basa en el nacimiento natural sino en el espiritual. Todo el que haga la voluntad del Padre que está en los cielos es familiar de Jesús. En otras palabras, al final del capítulo doce el Señor indicó claramente que había renunciado por completo al pueblo de Israel. Después de eso Su relación con la gente estaría basada en lo espiritual. Todo el que hiciera la voluntad del Padre sería Su familiar. ¡Aleluya que no somos únicamente Sus familiares, sino Sus miembros! Y somos Sus miembros no debido a nuestra sangre natural ni a nuestro nacimiento natural, sino por nuestro nacimiento espiritual en nuestro espíritu. Porque el que se une al Señor, es un solo espíritu con El (1 Co. 6:17). Ahora, no sólo somos Sus hermanos y hermanas sino que somos un espíritu con El, y además somos un cuerpo y un nuevo hombre en El.
Al final del capítulo doce el Señor Jesús hizo una declaración a todo el universo de que ya no tenía relación con Israel conforme a lo natural. Así que Romanos 11 dice que Israel fue arrancado. Esto se llevó a cabo al final de Mateo 12. Romanos 11 también dice que los gentiles fueron injertados [en el olivo cultivado]. Esto también se llevó a cabo al final de Mateo 12. En el siguiente mensaje veremos los misterios del reino. A partir de ese capítulo no volveremos a ver a Israel sino a los gentiles, quienes como iglesia fueron injertados [en el olivo cultivado].