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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Proverbios»
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Mensaje 8

USAR LOS PROVERBIOS PARA EDIFICAR AL NUEVO HOMBRE

  Lectura bíblica: Ro. 8:20-21, 23; 1 P. 1:18-19; Ef. 4:30; 2 Co. 4:16

  En este mensaje me gustaría añadir algo con respecto a la manera apropiada de recibir y de usar el libro de Proverbios.

LA POSICION QUE OCUPAN PROVERBIOS, ECLESIASTES Y CANTAR DE LOS CANTARES EN LA SECUENCIA DE LOS LIBROS BIBLICOS

  La Biblia fue exhalada por Dios a través de más de cuarenta personas diferentes. Dios dispuso la secuencia de los sesenta y seis libros de la Biblia, y según esta secuencia ubicó a los libros de Proverbios, Eclesiastés, y Cantar de los cantares inmediatamente antes de los libros proféticos.

  Hay dos ministerios en el Antiguo Testamento: el ministerio de la ley, representado por Moisés, y el ministerio de los profetas, representado por Elías. Los libros de Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los cantares aparecen al final de la sección de la ley, justo antes de los profetas. ¿Pertenecen estos libros a la ley o a los profetas? Yo diría que pertenecen a la sección de la ley. Podemos considerar el libro de Proverbios como un accesorio o auxiliar de la ley.

SABIDURIA, VANIDAD Y SATISFACCION

  Salomón, el escritor de los libros de Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los cantares, fue el último escritor de la sección sobre la ley. Dios lo levantó a la cima más elevada de la humanidad. Lo que Salomón fue, tuvo e hizo fue incomparable. Es difícil creer que él acabó por degradarse a lo máximo. Fue después de arrepentirse y de volverse a Dios que El escribió los últimos dos libros.

  De estos tres libros, el primero trata de la sabiduría; el segundo, de la vanidad, y el tercero, de la satisfacción. El libro de Proverbios gira en torno a la verdadera sabiduría, y Eclesiastés, al verdadero significado de la vida humana debajo del sol, lo cual es vanidad de vanidades, el correr tras el viento. El Cantar de los cantares es la satisfacción de satisfacciones. Sin Cristo, no hay satisfacción en todo el universo. Cristo, la corporificación de Dios, es la única satisfacción, no solamente para el hombre sino para todo el universo, el cual fue sujetado a vanidad (Ro. 8:20). El hecho de que la creación esté ahora sujetada a vanidad significa que debajo del sol todo es vanidad. En la actualidad, Dios está corporificado en Cristo, y Cristo es hecho real como el Espíritu vivificante, compuesto, séptuplo y todo-inclusivo, la consumación misma del Dios Triuno procesado. Esta persona que mora en nosotros es nuestra satisfacción subjetiva.

NECESITAMOS CONOCER LA MANERA APROPIADA DE RECIBIR EL LIBRO DE PROVERBIOS

  Podemos conocer la posición que ocupan Proverbios, Eclesiastés, y Cantar de los cantares en la Biblia, sin saber cómo aplicar el libro de Proverbios. Los proverbios nos dan sabiduría con el fin de que seamos personas apropiadas y hagamos lo correcto. Pero ¿para quién se da esta sabiduría, y cómo se debe usar? ¿Está la sabiduría de Proverbios destinada al hombre caído? El Antiguo Testamento no revela la manera apropiada de recibir el libro de Proverbios, porque en la época de Salomón la revelación divina no había alcanzado tal nivel. Salomón no recibió mucha revelación divina; por el contrario, escribió Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los cantares según sus propias observaciones sobre la humanidad y el universo, y conforme a sus experiencias en cuanto a apartarse de Dios, arrepentirse y regresar a Dios.

LA OBRA REDENTORA DE DIOS ES UNA PARTE IMPORTANTE DE SU ECONOMIA

  Para usar correctamente el libro de Proverbios debemos conocer la economía de Dios. La economía de Dios es ésta: Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios en vida y en naturaleza, pero no en la Deidad, para producir el organismo del Dios Triuno, el Cuerpo de Cristo, lo cual da consumación a la Nueva Jerusalén.

Se necesita la redención

  La obra redentora de Dios es una parte importante de Su economía. La redención indica que algo está mal y que se necesita un rescate, un remedio. Se requiere la redención porque después de que Dios creó al hombre para cumplir Su economía, Satanás, el sutil, vino y apartó al hombre de la línea de la economía de Dios, por medio del pecado. El hombre cayó en pecado, y Satanás inyectó el pecado, o sea, su naturaleza pecaminosa, en la naturaleza del hombre. Como resultado de esto, el hombre creado por Dios se convirtió en pecado, ya que fue envenenado por Satanás.

La manera en que Dios lleva a cabo Su obra redentora

  ¿Cómo realiza Dios Su redención y así rescatar al hombre caído? Ninguno de los sistemas teológicos tradicionales da una respuesta clara y adecuada a esta pregunta. Podemos encontrar dicha respuesta, sólo después de un estudio cuidadoso, completo y minucioso de la Biblia.

  No es nada fácil entender la Biblia. Hemos pasado más de setenta años estudiándola. La Biblia es semejante a un gran rompecabezas con miles de piezas esparcidas. Debemos unir todas las piezas para obtener el panorama completo. El hermano Nee leyó más de tres mil libros cristianos clásicos sobre varios temas, y reunió muchos puntos preciosos, o “piezas,” que él me comunicó. Durante los últimos 70 años, hemos reunido las piezas de este gran “rompecabezas”. Ahora tenemos un panorama completo de toda la Biblia, y podemos ver detalladamente cómo la obra redentora de Dios se relaciona con Su economía y cómo se lleva a cabo Su redención.

Aniquila al viejo hombre caído

  La Biblia nos muestra que el hombre cayó y que necesita ser redimido. En la obra redentora de Dios, la primera parte consiste en aniquilar, en destruir al viejo hombre caído.

Rescata la humanidad creada por Dios

  La segunda parte consiste en rescatar lo que Dios creó, o sea la humanidad creada por Dios. Algo de la humanidad que Dios creó permanece, y Dios no se resigna a abandonarla. El la creó, y a pesar de que ésta cayó, El la sostendrá y la devolverá a Sí mismo. Así que, por una parte, Dios, en Su redención, destruye lo que está caído y, por otra, rescata lo que El creó.

Eleva la parte redimida del hombre creado

  En la tercera parte de la obra redentora, Dios eleva a la humanidad redimida que El creó. Cuando nosotros hacemos cierta cosa, y ésta se pierde y se deteriora, muchas veces la podemos recuperar y reparar de tal modo que resulta mejor que en su estado original. Esto es lo que Dios ha hecho en Su redención. El logró que el hombre que El había creado, resultase mejor que al principio. Esto significa que Dios elevó al hombre redimido impartiéndose en éste.

  La humanidad que Dios creó era muy buena, pero no poseía la naturaleza de Dios. Era únicamente humana, sin divinidad. Pero después de la caída de esa humanidad, Dios, en Su redención, destruyó la parte caída, rescató la parte que El había creado, y se impartió a Sí mismo en esta humanidad redimida.

  Ahora debemos señalar que, según la Biblia, la obra redentora de Dios no sólo incluye la muerte, sino también la resurrección. Sin la resurrección Dios no podría recuperar al hombre perdido que El había creado en el principio. Recobrar al hombre perdido que había sido creado por Dios originalmente, en realidad equivale a resucitar al hombre creado. En resurrección, Dios usó Su propia vida, naturaleza y elemento como la substancia necesaria para elevar al hombre creado y redimido. Además, al resucitar a la humanidad muerta, Dios se introdujo en el hombre. Ahora, este hombre ha sido regenerado y elevado, y todo lo que Dios es ya está en él. El Dios completo entró en este hombre resucitado, regenerado y elevado. Este hombre es lo que la Biblia llama el nuevo hombre (Ef. 4:24).

  El propósito de Dios no gira en torno al viejo hombre. A los ojos de Dios, el viejo hombre fue aniquilado, terminado; por tanto, ya no existe. Dios, en Su redención, tiene los ojos puestos en el nuevo hombre. Todos debemos ver esto.

La obra redentora de Dios es conforme a Su economía

  La obra redentora de Dios es conforme a Su economía. En cierto sentido, la redención ya se ha cumplido, pero la aplicación o práctica de la redención requiere un proceso largo. Desde la perspectiva de la economía de Dios, caímos en Adán hace seis mil años (Ro. 5:12); Cristo como Cordero de Dios fue inmolado desde la fundación del mundo (Ap. 13:8); y fuimos regenerados por medio de la resurrección de Cristo hace casi dos mil años. Esta es la perspectiva conforme a la economía de Dios.

Sellados con el Espíritu hasta el día de la redención

  No obstante, en la economía de Dios, toma tiempo experimentar la redención otorgada en la muerte de Cristo, en Su resurrección y en el Espíritu todo-inclusivo y vivificante. Fuimos sellados por el Espíritu cuando fuimos salvos inicialmente, y seguiremos siendo sellados hasta el día de la redención (Ef. 4:30). Esta redención no alude a la redención de nuestro espíritu ni de nuestra alma, sino a la redención de nuestro cuerpo, el cual sigue en un estado no redimido. La redención en su totalidad fue cumplida por Dios en un instante, pero en su práctica y aplicación, aún no se ha cumplido cabalmente.

  Cuando creí en el Señor Jesús, experimenté Su redención en Su muerte, pero en aquel momento no conocía la redención efectuada por medio de la resurrección. Entonces empecé a amar al Señor, a buscarle y a amar la Biblia. Estudié la Biblia durante muchos años y finalmente aprendí que la redención no sólo se efectúa por medio de la muerte de Cristo, sino también por Su resurrección. Sin la resurrección de Cristo, Dios como vida no podría sacarnos de la muerte y hacernos germinar (1 P. 1:3).

  Después de mi salvación inicial y durante más de setenta años, he aprendido una lección: a seguir al Espíritu, a andar en El, según El y con El, a estar en el Espíritu y con El, y a ser mezclado con el Espíritu y a mezclarme con El. Incluso hasta hoy sigo aprendiendo esto. Durante los últimos meses he confesado a menudo: “Señor, siento no haber hecho eso conforme a Tu Espíritu. Oh Señor, perdóname. Cuando hablé con mi esposa, no lo hice conforme a Tu Espíritu”. Aún sigo aprendiendo esta lección.

  Dios, en el último paso de Su obra redentora, redimirá nuestro cuerpo cuando llegue la plenitud de los tiempos. Cuando Cristo regrese, El transfigurará nuestro cuerpo (Fil. 3:21). Entonces se completará la obra redentora de Dios.

  Aún no hemos sido plenamente redimidos, pero estamos en el proceso. Por una parte, la Biblia declara que ya fuimos redimidos (1 P. 1:18-19). Pero por otra, dice que fuimos sellados por el Espíritu hasta el día de la redención. Romanos 8:23 afirma que los que tenemos las primicias del Espíritu, también gemimos dentro de nosotros mismos, aguardando con anhelo la plena filiación, la redención de nuestro cuerpo. Cuando nos pregunten si hemos sido redimidos, debemos contestar: “Sí, yo he sido redimido, pero necesito ser redimido todavía más”. Aunque fuimos redimidos en nuestro espíritu y nuestra alma, aún esperamos la redención de nuestro cuerpo.

Dios tiene paciencia con nosotros y obra paulatinamente

  Cuando Pablo recibió numerosas revelaciones y fue arrebatado hasta el tercer cielo y al Paraíso, Dios no quería que se exaltase desmedidamente (2 Co. 12:1-7). Así que, envió un mensajero de Satanás a Pablo, un aguijón en su carne. Dios lo permitió como un perfeccionamiento para Pablo, que aún no había sido absolutamente purificado y podía enorgullecerse. Por tanto, Dios lo purificó, lo perfeccionó con una aflicción en el cuerpo. Esta es la economía de Dios. Nuestro Dios es omnipotente, pero El tiene que ser muy paciente y proceder de una manera lenta con nosotros.

El hombre exterior se va desgastando, pero el hombre interior se renueva de día en día

  En 2 Corintios 4 se nos revela que “aunque nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día“ (v. 16). Día tras día, nuestro hombre exterior se va desgastando, consumiendo, y nuestro hombre interior se renueva. Esto indica que Dios no nos renueva fácilmente; esto no es algo que pueda llevarse a cabo únicamente por nuestras oraciones. Dios debe usar Su “terapia” para renovarnos.

EL LUGAR QUE OCUPA EL LIBRO DE PROVERBIOS EN LA ECONOMIA DE DIOS

  Ahora podemos ver el lugar que ocupa el libro de Proverbios en la economía de Dios. Según Su economía, el libro de Proverbios no debe usarse para edificar al viejo hombre. Los grandes proverbios, que son como pepitas de oro, y los pequeños, que son como gemas, no fueron dados para que edifiquemos nuestro viejo hombre, ni para cultivar nuestro yo ni nuestro hombre natural. Por el contrario, dichos proverbios son útiles para edificar nuestro nuevo hombre. Este es su propósito. Mientras sigamos viviendo en este cuerpo, necesitaremos que el libro de Proverbios nos proporcione instrucciones sobre la manera en que podemos vivir correctamente en cuanto a tantos aspectos, con el fin de edificar nuestro nuevo hombre.

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