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Mensajes del libro «Cultivar la siguiente generación para la vida de iglesia»
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LECCIÓN CATORCE

EDIFICAR UNA OBRA PREVALECIENTE CON LOS NIÑOS EN LA IGLESIA

  Lectura bíblica: Sal. 127:3; He. 11:7; 2 Ti. 3:15; Ef. 4:7-16; Ro. 16:1, 12-13; 1 Ti. 4:12; Jue. 5:15-16; Dn. 11:32; 1 Co. 12:14-22

  1. Esperamos que la obra con los niños entre nosotros sea muy prevaleciente; por lo tanto, debemos tener el entendimiento y la preparación adecuados para este trabajo—Gn. 1:28; Sal. 127:3:
    1. Cuando hablamos de la obra con los niños, nos referimos a los niños que no se han graduado de la escuela primaria, pero que tienen más de cinco años de edad; éstos son el objeto de nuestra obra con los niños.
    2. Los santos deben abrir sus hogares para las reuniones con los niños; necesitamos que muchos hermanos y hermanas abran sus hogares; ¡cuán hermoso será este servicio y cuánto la obra del Señor se propagará!—Hch. 2:46; 6:7a.
  2. Los hermanos responsables y los colaboradores en cada lugar tienen que ver la importancia que tiene la obra con los niños en la familia de Dios; esto debe ser un gran asunto para nosotros—He. 11:7; Sal. 127:3; Gn. 33:5b; Dn. 1:3-4; Mt. 24:45; 25:16; Ro. 9:23; 2 Ti. 3:15; 1 Ti. 3:4-5; Hch. 16:31-32; Ef. 4:12-16; 1 Ti. 4:12:
    1. Ninguna familia menospreciaría a sus niños; la prioridad de una familia es cuidar de sus niños, criarlos y enseñarles; por ende, tenemos que servir a los muchos niños en la familia de Dios—Sal. 127:3; Ef. 6:4; Mt. 19:13-14.
    2. Los colaboradores no necesitan involucrarse personalmente en hacer la obra con los niños; ellos pueden reunirse con las hermanas que toman la delantera de este trabajo en cada localidad y confiarles la carga de la obra con los niños, y así pueden animarlas—Fil. 1:1c; Ro. 16:1, 12-13.
    3. Los ancianos tienen que dirigir a la iglesia a fin de que reciba la carga de la obra con los niños; la iglesia debe concentrar su esfuerzo en esta obra—1 Ti. 2:1-4 Gá. 1:4; 1 Ts. 2:7-11; Ro. 10:17; Hch. 16:31-32.
    4. Todas las iglesias deben tener una obra con los niños; si trabajamos con los niños, en seis o siete años todos ellos serán hermanos y hermanas jóvenes—Ef. 4:12-16; Zac. 4:10; cfr. Mt. 25:16.
    5. No podemos continuar trabajando como lo hacíamos en el pasado; debemos cambiar; en el pasado descuidábamos la obra con los niños.
  3. Para llevar a cabo esta obra, primero, un número de hermanas deben levantarse para tomar la iniciativa en la obra con los niños; los ancianos deben designar a algunas hermanas que tomen esta responsabilidad—Ro. 16:1, 6, 12-13; Mr. 15:41:
    1. Algunas hermanas mayores deben recibir esta carga; más del noventa por ciento de la obra con los niños requiere la participación de las hermanas; de lo contrario, no hay manera que la obra con los niños tenga éxito—1 Ti. 5:2a; cfr. Col. 4:17.
    2. Las hermanas en la iglesia deben ser persistentes al promover la carga por los niños—cfr. Lc. 18:1-8; 1 S. 1:11:
      1. Por un lado, ellas no deben dejar a los hermanos tranquilos; por otro lado, ellas deben aprender a no asumir la delantera, sino estar llenas de paciencia y saber cuándo deben proceder y cuándo deben esperar—1 Co. 11:3; Jn. 7:6; Mt. 15:21-28.
      2. Las hermanas deben ser persistentes en desarrollar la obra con los niños en la iglesia; además, según la dirección del Señor, ellas deben tener comunión con otras hermanas que también están sirviendo—1 Co. 15:10a; 1 Jn. 1:3, 7; 1 Co. 12:21-22.
    3. Las hermanas deben también traer a los niños a la reunión; cada semana las hermanas deben considerar cómo traer a los niños a la reunión.
    4. Debemos usar a las hermanas jóvenes para guiar las reuniones de los niños; la iglesia debe entrenar a maestros de manera que las hermanas jóvenes aprendan a enseñar y a guiar a los niños—2 Ti. 2:2.
    5. Muchas de las hermanas aman al Señor, pero ellas necesitan encontrar la manera de hacer algo por el Señor; si llevamos a los pequeños como fruto, el Señor los añadirá a nuestra cuenta—Mt. 25:14-30; 2 P. 1:8; 1 Ts. 2:19:
      1. Sólo la eternidad revelará el resultado de esto; quizás de entre el grupo de niños que estamos cuidando, algunos llegarán a ser apóstoles—2 Ti. 3:15; 1:2; 1 Co. 4:17.
      2. Por lo tanto, animo a las hermanas a hacer esta buena obra; todas las amas de casa pueden traer a los niños a las reuniones, y las hermanas más jóvenes pueden ser entrenadas para cooperar con ellas a fin de llevar a estos pequeños como fruto.
  4. También necesitamos la ayuda de los jóvenes en la obra con los niños; este asunto tiene que ser desarrollado—1 Ti. 4:12:
    1. Hay un número bastante grande de niños en cada localidad; tan pronto comencemos la obra con los niños, los jóvenes comenzarán a funcionar; todos ellos podrán participar en el servicio con los niños:
      1. Podemos pedir a los hermanos de la iglesia que perfeccionen a los jóvenes de la escuela intermedia y de la preparatoria para que ayuden como asistentes en la enseñanza de los niños.
      2. Con relación a la obra con los niños, aunque los estudiantes de la escuela intermedia y preparatoria pueden enseñar en las reuniones de los niños, el trabajo con los niños será llevado a cabo por los que sirven a tiempo completo, porque ellos prepararán el material de enseñanza y harán el horario.
    2. Los jóvenes deben darse a sí mismos para esta obra, y esto dará a todos la oportunidad para que practiquen su hablar.
  5. Los santos mayores podrían usar sus hogares; después que los niños salen de la escuela, los santos mayores podrían abrir sus hogares y preparar alguna merienda para recibir a los niños:
    1. Ellos podrían cantar con los niños, contarles historias, y guiarlos a conocer a Dios.
    2. Ganar personas de esta manera es muy seguro, porque ellos son enseñados por nosotros y reciben el evangelio de parte nuestra desde su juventud; por ende, ellos pueden ser muy sólidos.
    3. Espero que desde ahora en adelante los santos mayores tomen la carga y sean los primeros en hacer esto en sus hogares; el efecto a largo plazo es muy prometedor.
  6. Cuando toda la iglesia es movilizada de esta manera, todos los hermanos y hermanas tendrán la oportunidad de servir; algunos pueden abrir sus hogares, otros pueden traer los niños a las reuniones, e incluso otros pueden enseñarles a los niños; cuando todos los santos se esfuercen en unanimidad para llevar a cabo el deseo del corazón del Señor, el beneficio será inmensurable—Jue. 5:15-16; Dn. 11:32; 1 Co. 12:14-22; Ef. 4:7-16:
    1. Debemos tomar acción inmediatamente; todas las iglesias deben animar a los santos en esto, y nosotros debemos orar por ello—Jue. 5:15-16; Dn. 11:32; 1 Ti. 2:1.
    2. Todos los santos quieren que sus hijos reciban ayuda espiritual; incluso los santos inactivos quieren que sus hijos reciban guía espiritual.

Extractos de las publicaciones del ministerio:

LA OBRA CON LOS NIÑOS

  Esperamos que la obra con los niños entre nosotros sea muy prevaleciente. Por lo tanto, debemos tener el entendimiento y la preparación adecuados para este trabajo. Cuando hablamos de la obra con los niños, nos referimos a los niños que no se han graduado de la escuela primaria, pero que tienen más de cinco años de edad. Éstos son el objeto de nuestra obra con los niños. Si no podemos cuidar a los niños menores que éstos, los dejaremos bajo el cuidado de sus padres. Para dar un mensaje a los jóvenes o a los estudiantes universitarios, sabemos que debemos estar bien preparados. Pero, es posible que algunos piensen que es fácil cuidar a los niños entre las edades de cinco y doce años sencillamente dándoles un dulce. Sin embargo, tratar a los niños de esta manera no dará buenos resultados. Según mi observación, lo más difícil es hacer un trabajo eficiente en la obra con los niños. (The Collected Works of Witness Lee, 1967, t. 1, pág. 311)

ABRIR LOS HOGARES PARA LAS REUNIONES CON LOS NIÑOS

  Los santos deben abrir sus hogares para las reuniones con los niños. Una vez la obra con los niños se lleve a cabo bien, calculo que habrá trescientos grupos de veinticinco a treinta niños en cada grupo. Esto es alrededor de diez mil niños. Esto significa que necesitaremos varios cientos de lugares para tener las reuniones con los niños. Por supuesto, podemos usar los salones de reunión, pero la cantidad de salones de reuniones no cubrirá esta necesidad. Necesitamos que muchos hermanos y hermanas abran sus hogares. Sería bueno tener trescientos lugares para reuniones con los niños cada día del Señor. ¡Cuán hermoso será este servicio! ¡Y cuánto la obra del Señor se propagará! (págs. 305-306)

TODA LA IGLESIA DEBE ESFORZARSE EN LA OBRA CON LOS NIÑOS

  En cuanto a la obra con los niños, el hecho de que tengamos éxito o no depende en parte de los materiales que se usan para enseñar y en parte de los hermanos y hermanas que toman la delantera. Los hermanos responsables y los colaboradores de cada lugar deben ver la importancia de la obra con los niños en la familia de Dios. ¿Cómo puede una familia no cuidar de sus hijos? Esto debe ser un asunto de gran importancia para nosotros. Ninguna familia menospreciaría a sus niños; la prioridad de una familia es cuidar de sus niños, criarlos y enseñarles. Por ende, tenemos que servir a los muchos niños en la familia de Dios.

  Desde este momento en adelante, los colaboradores deben considerar más la manera en que ellos conducen a las personas a que conozcan al Señor. Deben prestar atención a las hermanas y a los niños. Los colaboradores no deben decir que no tienen el don para laborar con estos dos aspectos de la obra y que por consiguiente no pueden llevar a cabo dicha obra. Si ellos no pueden hacerlo, entonces tienen que aprender cómo hacerlo; siempre deben estar aprendiendo. Los colaboradores no necesitan estar involucrados personalmente en la obra con los niños. Pero pueden reunirse con las hermanas que toman la delantera en el servicio en una localidad y confiarles la carga de la obra con los niños, y ellos pueden animarlas. Ellos tienen que guiar a la iglesia a que reciba la carga de la obra con los niños. La iglesia debe concentrar sus esfuerzos en esta obra. (pág. 314)

  * * *

  Lo primero en el servicio de las hermanas es la obra con los niños. En mí hay verdaderamente una carga pesada acerca de la obra con los niños. Todas las iglesias deben tener una obra con los niños. Según las estadísticas, cuarenta y cinco por ciento de la población de Taiwán tiene menos de quince años de edad. Esto es aproximadamente seis millones de personas. Muchas de las iglesias locales tienen bastantes familias con niños. Calculo que hay alrededor de diez mil niños en la iglesia en Taipéi y alrededor del mismo número en las iglesias del resto de Taiwán. Si trabajamos con estos veinte mil niños, en seis o siete años, todos ellos llegarán a ser los hermanos y hermanas jóvenes; y esto es lo que las hermanas deben hacer.

  En el pasado, la iglesia en Taipéi no le prestó la atención suficiente a este asunto. De los diez mil niños en Taipéi, sólo alrededor de quinientos vienen a la reunión el día del Señor; entre ocho y nueve mil niños no están siendo cuidados. A pesar de todo el esfuerzo que invertimos en predicar el evangelio en Taipéi, tal vez no podamos traer a la salvación a tres mil ni aun dos mil personas en un año. Si cultivamos a nuestros diez mil niños, en seis o siete años, todos ellos llegarán a ser hermanos y hermanas jóvenes. Esto significa que tendremos un aumento promedio de mil personas cada año. (págs. 304-305)

  * * *

  No podemos continuar trabajando como lo hacíamos en el pasado; debemos cambiar nuestra manera de hacer las cosas. En el pasado descuidábamos la obra con los niños, los jóvenes y las hermanas. Teníamos en alta estima la obra general, pero le prestamos muy poca atención a la obra con los jóvenes, y solamente orábamos por la obra con los niños. Ahora debemos concentrar nuestros esfuerzos en los niños, los jóvenes y las hermanas. Más aún, los mensajes que damos deben ministrar a Cristo como el Espíritu de una manera sencilla y directa. Debemos enfocarnos en estos asuntos fundamentales y en nada más. (pág. 270)

  * * *

  Las hermanas que guían en las iglesias deben recibir la carga de la obra con los niños. Siguiendo el arreglo que ha hecho la iglesia y la dirección de los ancianos, ellas deben concentrarse en la obra con los niños y guiar a todas las hermanas a participar en ella. Debido a que los ancianos están muy ocupados para cuidar de los detalles, en lugar de esperar por los ancianos, las hermanas deben orar mucho y hacer planes. Luego, pueden presentar sus planes en cuanto a la obra con los niños a los ancianos para que ellos los aprueben. Esto es similar a lo que sucede en una familia cuando el esposo está muy ocupado con su trabajo y no puede cuidar de todos los pormenores de la casa. La esposa entonces puede hacer los planes y hacer las cosas con el consentimiento del esposo. De esta manera, la esposa no hace las cosas independientemente, pero sí podrá cuidar de los pormenores de la casa a tiempo. (pág. 314)

DESIGNAR ALGUNAS HERMANAS QUE SIRVEN A QUE TOMEN LA DELANTERA

  Para llevar a cabo esta obra, necesitamos prestar atención a algunos principios. Primero, un número de hermanas debe levantarse para tomar la iniciativa en la obra con los niños. Algunas hermanas mayores deben recibir esta carga. Los ancianos deben designar de tres a seis hermanas a que tomen esta responsabilidad. (pág. 305)

  * * *

  Más aún, las hermanas deben recibir una carga para servir en la iglesia, los hermanos no deben ser los únicos que sirven. Los hermanos deben de tener un cambio en su concepto. No deben pensar que puesto que las hermanas no deben asumir la posición como cabeza, ellas no pueden participar en los servicios de la iglesia. Debemos respetar mucho el servicio de las hermanas. Las hermanas deben tener su cabeza cubierta y no asumir la posición como cabeza, y también ellas deben servir en la iglesia. Las hermanas deben cuidar de las dos terceras partes del servicio de la iglesia, y los hermanos deben cuidar de una tercera parte. Esta es la proporción apropiada. Por ende, las hermanas deben recibir una carga. Sin la ayuda de las hermanas, la obra con los niños no se puede llevar a cabo apropiadamente. Lo mismo se aplica a la obra con los jóvenes. Si queremos que la obra con los jóvenes se lleve a cabo a la perfección, las hermanas deben ser introducidas en la obra. Más del noventa por ciento de la obra con los niños requiere la participación de las hermanas. De lo contrario, no hay manera que la obra con los niños tenga éxito. (págs. 269-270)

SER PERSISTENTES EN LA CARGA POR LOS NIÑOS

  Mi carga en este capítulo es encender un fuego en las hermanas. Las hermanas en la iglesia deben ser persistentes al promover la carga por los niños. Por un lado, ellas no deben dejar a los hermanos tranquilos; por otro lado, ellas deben aprender a no asumir la delantera, sino estar llenas de paciencia y saber cuándo deben proceder y cuándo deben esperar. Las hermanas deben ser persistentes en desarrollar la obra con los niños en la iglesia. Además, según la dirección del Señor, ellas deben tener comunión con otras hermanas que también están sirviendo. A medida que las hermanas tengan más y más comunión, la carga por los niños aumentará más y más, y el número de hermanas que tengan la carga también aumentará. Por medio de la comunión, más y más personas tendrán la carga por los niños.

  Las hermanas deben tener comunión en cuanto a la manera de cómo llevar a cabo la obra con los niños. Por ejemplo, ellas pueden determinar cuántas hermanas están disponibles para estar con los niños, cuántas hermanas jóvenes pueden enseñar a los niños, cuántos niños pueden venir y aun traer a otros niños a las reuniones, y aun cuántos no pueden venir. Una vez que tengan una idea general de cuál es la situación, las hermanas se deben reunir con los ancianos y dejarles saber acerca de las necesidades que hay en la obra con los niños. Esto activará la obra entre los niños. Aunque las hermanas no deben asumir la delantera ni encabezar nada, ellas deben ser persistentes para que los hermanos que toman la delantera puedan promover este asunto. Todos los servicios de las hermanas, incluso la obra con los niños, deben ser llevados a cabo de esta manera.

  Las hermanas que tienen una carga por los niños deben tomar la posición de hermanas que tienen su cabeza completamente cubierta. Ellas no deben tomar la delantera ni encabezar nada, sino que deben promover activamente las cosas. Ellas pueden hablar a los ancianos a fin de que los ancianos que no tienen una carga, con el tiempo reciban la carga. Sin embargo, no deben depender de los ancianos para todo, porque los ancianos no podrán considerar todos los detalles. Más bien, las hermanas deben orar acerca de cada asunto, tener una comunión cabal entre ellas, y luego pedir a los ancianos que les den la orden para proceder. Las hermanas no deben esperar que los ancianos hagan todos los planes y los arreglos por ellas. Las hermanas pueden planificar y hacer los arreglos, pero antes que implementen cualquier asunto, deben traer sus planes y consideraciones a los ancianos y pedirles que los examinen y aprueben. Si los ancianos no aprueban cierta parte del arreglo, las hermanas deben dejarlo. Las hermanas no deben hacer nada que los ancianos no hayan aprobado. Esta clase de comunión y coordinación resultará en que los ancianos tendrán más carga por la obra con los niños. (págs. 341-342)

LAS HERMANAS DEBEN LLEVAR LOS NIÑOS A LAS REUNIONES

  Las hermanas también deben traer a los niños a las reuniones. Si una hermana no puede traer a diez niños, por lo menos puede traer a cinco. Cada semana, las hermanas deben considerar cómo traer los niños a la reunión. Si el lugar de reunión no es adecuado, ellas pueden abrir sus hogares. Las hermanas son como nodrizas que cuidan de los niños y oran por ellos. Después de la reunión, las hermanas tienen que llevar a los niños a sus respectivos hogares. Todas las hermanas deben entregarse a este servicio.

ENTRENAR A LAS HERMANAS JÓVENES PARA QUE SEAN MAESTRAS

  Debemos usar a las hermanas jóvenes para tomar la delantera en las reuniones de los niños. Otras dos o tres hermanas pueden ayudar enseñándoles a los niños a cantar. La iglesia debe entrenar a los maestros a fin de que las hermanas jóvenes aprendan a enseñar y a dirigir a los niños. Algunos hermanos también deben recopilar y escribir material para las reuniones de los niños. Ellos deben preparar el material para el grupo de los niños más pequeños, para el grupo de niños en los grados intermedios y para los niños más grandes. (pág. 305)

  * * *

  Muchas hermanas aman al Señor, pero necesitan encontrar la manera de hacer algo para el Señor, no por ellas mismas, sino al permanecer en la vid a fin de impartir vida a otros. Si llevamos a los pequeños como fruto, el Señor los añadirá a nuestra cuenta. Sólo la eternidad revelará el resultado de esto. Tal vez, de un grupo de niños a quienes cuidamos, algunos llegarán a ser apóstoles. Por lo tanto, animo a las hermanas a que hagan esta buena obra. Todas las amas de casa pueden traer a los niños a las reuniones, y las hermanas más jóvenes pueden ser entrenadas para cooperar con ellas a fin de llevar a estos pequeños como fruto. (pág. 550)

MADRES EN LA VIDA DE IGLESIA

  A fin de tener la vida de iglesia práctica a lo máximo, debe haber algunas hermanas verdaderas y algunas madres verdaderas en las iglesias locales. En un mensaje anterior, mi carga era compartirles que necesitan ser hermanas que sirven; ahora mi carga es compartirles que necesitan ser madres. Siempre y cuando entre nosotros haya una escasez de hermanas como Febe, la vida de iglesia no será práctica. Sin embargo, el servicio de esta hermana se menciona al comienzo de Romanos 16, en el primer versículo. Cuando la vida de iglesia práctica llegue a la cumbre, en cada iglesia debe haber algunas madres verdaderas. (The Loving Mothers in the Church Life, págs. 7-8)

USAR A LOS JÓVENES PARA FORTALECER EL TRABAJO CON LOS NIÑOS

  También necesitamos la ayuda de los jóvenes en la obra con los niños. Este asunto tiene que ser desarrollado. Tenemos de veinte a treinta mil niños entre cinco y doce años de edad en los hogares de los santos en Taiwán. Si pudiéramos cuidar de estos niños, en seis años ellos llegarán a ser semillas del evangelio. Si el trabajo con los niños progresa bien, incluso los santos inactivos enviarán a sus niños a nosotros, y así podremos volver a ganar a los santos inactivos.

  Creo que tenemos un número bastante grande de niños en cada localidad. Tan pronto comencemos la obra con los niños, los jóvenes comenzarán a funcionar. Todos ellos podrán tomar parte en el servicio con los niños. Se necesitan dos maestros para una clase de veinte niños. Si hay veinte mil niños en Taipéi, debemos tener cien clases, y se necesitan que doscientos jóvenes coordinen y sirvan. Los jóvenes deben darse a sí mismos para esta obra, y esto dará a todos la oportunidad para que practiquen su hablar. (The Collected Works of Witness Lee, 1967, t. 1, pág. 326)

  * * *

  Había cuatro mil niños en las reuniones de niños cuando regresé a Taiwán en 1966 y 1967 y les dije a los hermanos que se pusieran la meta de tener diez mil niños en las reuniones. También les pedí a los hermanos que perfeccionaran a los jóvenes de escuela intermedia y preparatoria para que sean ayudantes en la enseñanza de los niños. Estos niños serían semillas del evangelio en la escuela intermedia, serían semillas del evangelio en la escuela preparatoria y serían semillas del evangelio en la universidad. Serían semillas durante todo el tiempo en que estén en la escuela. (Crucial Words of Leading in the Lord’s Recovery, Book 3: The Future of the Lord’s Recovery and the Building Up of the Organic Service, pág. 36)

  * * *

  En el futuro, los colaboradores a tiempo completo animarán a que se predique el evangelio en los recintos universitarios, en los hogares, a los niños y en la comunidad. Se necesitan servidores a tiempo completo para el evangelio en los recintos universitarios y en las escuelas; de lo contrario, será difícil mantener la obra del evangelio. En cuanto al trabajo con los niños, aunque los estudiantes de la escuela intermedia y preparatoria pueden enseñar en las reuniones de niños, la obra con los niños se llevará adelante por los servidores a tiempo completo porque ellos prepararán el material y harán un horario. (pág. 160)

  * * *

  En el pasado las reuniones de niños se llevaban a cabo en el local de reunión y era principalmente dirigidas por los jóvenes. Ahora la obra del evangelio en los recintos universitarios y en las escuelas secundarias y preparatorias está muy activa y los jóvenes todos tienen servicios específicos en esta obra. Por ende, ellos no pueden cuidar ya más de los niños. Por tanto, necesitamos depender de los santos mayores a fin de que inviertan tiempo y esfuerzo para enseñarles a los niños [...] Los santos mayores podrían usar sus hogares. Después que los niños salen de la escuela, los santos mayores podrían abrir sus hogares y preparar alguna merienda para recibir a los niños. Luego pueden cantar con los niños, contarles historias, y guiarlos a conocer a Dios.

  Cada uno de nosotros puede hacer estas tres cosas: orar cada día, unirse a las reuniones de grupo pequeño e ir a tocar puertas y tener reuniones de hogar cada semana. Lo cuarto es cuidar de los niños. Espero que más personas puedan recibir la carga de abrir sus hogares y cuidar de los niños. Hace veinte años les dije que debemos tener diez mil niños en Taipéi y que diez años después tendríamos diez mil hermanos y hermanas jóvenes. Si los santos hubieran tomado esta palabra y la hubiesen puesto en práctica, hoy tendríamos de veinte a treinta mil jóvenes. Además, ganar personas de esta manera es muy seguro, porque ellos son enseñados por nosotros y reciben el evangelio de parte nuestra desde su juventud. Así que ellos pueden ser muy sólidos. Si este fuera el caso, muchos santos jóvenes no necesitarán poner a un lado la obra del evangelio que llevan a cabo en la escuela para hacer la obra con los niños. Espero que desde ahora en adelante los santos de mayor edad tomen la carga y tomen la delantera en hacer esto en sus hogares. El efecto a largo plazo es muy prometedor. (Being Up-to-Date for the Rebuilding of the Temple, págs. 46-47)

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  Cuando toda la iglesia es movilizada de esta manera, todos los hermanos y hermanas tendrán la oportunidad de servir; algunos pueden abrir sus hogares, otros pueden traer los niños a las reuniones, incluso otros pueden enseñarles a los niños. Cuando todos los santos se esfuercen en unanimidad por llevar a cabo el deseo del corazón del Señor, el beneficio será inmensurable. Esto causará la impresión en los niños de que nosotros somos para el Señor y los cuidamos sin compensación alguna. Los que abren sus hogares no piden dinero, los que enseñan no piden dinero, y los que transportan a los niños no piden dinero. En lugar de pedir dinero, los santos gastan su propio dinero para pagar por los gastos de llevar a cabo la obra con los niños. Como resultado, todos estarán llenos de gozo. La manera como conducimos la reunión de niños impresionará a los niños profundamente desde su juventud. Ellos verán a personas que viven por Cristo y que se sacrifican por Cristo, sin preocuparse por sí mismos. Este será el beneficio máximo. Además, el impacto influirá inconscientemente en los familiares de los niños de tal manera que será fácil invitarlos a la reunión del evangelio. Por ende, la obra con los niños es un servicio principal. (The Collected Works of Witness Lee, 1967, t. 1, pág. 306)

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  Debemos tomar acción inmediatamente; todas las iglesias deben animar a los santos en esto, y nosotros debemos orar por ello. Todos los santos quieren que sus hijos reciban ayuda espiritual; incluso los santos inactivos quieren que sus hijos reciban guía espiritual. Una vez que comencemos esta obra, los santos responderán. Esto resultará en múltiples beneficios; la ganancia no se puede subestimar. (pág. 327)

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