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Mensajes del libro «Línea central de la revelación divina, La»
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La línea central de la revelación divina

LA ECONOMÍA DIVINA Y LA IMPARTICIÓN DIVINA

MENSAJE DOCE

LA TOTALIDAD DE LA BENDICIÓN QUE TODO LO ABARCA, LA BENDICIÓN DEL EVANGELIO COMPLETO DE DIOS EN CRISTO, CON MIRAS A QUE SE REALICE LA IMPARTICIÓN DIVINA CONFORME A LA ECONOMÍA DIVINA

(3)

  Lectura bíblica: Ro. 8:2; Hch. 13:52; Ef. 3:8; 1:23; Hch. 1:8a; 2:4a, 17, 33; 4:4, 8, 30; Lc. 24:49; Hch. 16:6-10; 2 Co. 3:17-18; Ro. 12:2a; 8:29; 1 Jn. 3:2; Ro. 8:30b; He. 2:10a; 1 P. 5:10a; Col. 1:27; Ap. 1:4; 4:5; 5:6; 2:7, 11, 17, 26-29; 3:5-6, 12-13, 21-22; 22:17a; 21:1-3, 9-23; 22:1-2, 14

  Este mensaje es una continuación de los mensajes anteriores sobre los treinta y un aspectos de lo que es el Espíritu todo-inclusivo como totalidad de la bendición que todo lo abarca, la bendición del evangelio completo de Dios en Cristo, con miras a que se realice la impartición divina conforme a la economía divina.

EL ENTENDIMIENTO DE LA VERDAD DIVINA

  He encontrado que, sin la ayuda apropiada, es muy difícil entender la Biblia. La clave para entender la Palabra es semejante a la llave maestra que abre la puerta de una gran casa. Si uno tiene esa llave, la puede usar para abrir todas las puertas de la casa. Yo no tenía tal llave sino hasta que comencé a tener contacto directo y personal con el hermano Watchman Nee.

  Comencé a tener correspondencia con el hermano Nee en 1925, el primer año de mi salvación. Luego, en 1932, el Señor nos reunió. Fui a ver al hermano Nee después de haber empezado a servir al Señor a tiempo completo, y me pidió que me quedara allí con él. Durante ese tiempo con él, recibí la llave para entender la Biblia. Cuanto más tiempo pasaba con el hermano Nee, más recibía el secreto para entender la Palabra. Antes de quedarme con el hermano Nee, no conocía los aspectos cruciales de la iglesia, el Espíritu, la vida y la identificación con Cristo en Su muerte, Su resurrección y Su ascensión. Pero desde 1933 comencé a conocer estos puntos cruciales, y todo mi ser empezó a estar ocupado con ellos. Descubrí que la iglesia, el Espíritu, la vida y la identificación con Cristo son minas insondables. Cuanto más las he cavado, más profundas han llegado a ser. He descubierto que el significado espiritual, celestial y divino de estas cosas bíblicas nunca puede agotarse.

Avanzar en el entendimiento de la Biblia

  El hermano Nee fue salvo a la edad de diecisiete años, y comenzó a ministrar en 1922 cuando tenía veinte años. En aquel año la primera iglesia local en la China continental se estableció por medio de su ministerio. El ministerio del hermano Nee abarcó tres décadas, desde 1922 hasta 1952. En 1952 él fue encarcelado y estuvo en la cárcel hasta su muerte en 1972. En los primeros años de su ministerio, desde 1922 hasta 1932, su conocimiento en cuanto a ciertos asuntos todavía no era pleno ni completo. Más tarde, desde 1932 hasta 1942, obtuvo un mejor entendimiento. Pero desde 1942 hasta 1952, él llegó a la etapa de la madurez en su ministerio. Todo lo que habló o publicó desde 1940 hasta el fin de su ministerio era muy exacto. El hermano Nee progresó continuamente en su entendimiento de las profundidades de la Biblia. Necesitamos tener esto en cuenta al leer lo que el hermano Nee escribió en las tres décadas de su ministerio.

  Por ejemplo, el libro La vida cristiana normal se compone de los mensajes dados por el hermano Nee en el norte de Europa y en China antes del año 1938. En ese libro el hermano Nee dio énfasis al asunto de considerarnos muertos al pecado y vivos para Dios, según Romanos 6:11. Pero con el tiempo muchos encontraron que la práctica de considerarse muerto no surtió efecto en su experiencia.

  El libro de Romanos no termina en el capítulo 6. Romanos tiene dieciséis capítulos, los cuales pueden dividirse en cuatro secciones. Estas cuatro secciones y sus temas principales son: del capítulo 1 al 4, la justificación; del capítulo 5 al 8, la santificación; del capítulo 9 al 11, la elección; y del capítulo 12 al 16, la vida del Cuerpo, la cual tiene su consumación en las iglesias locales. Decir que los capítulos del 5 al 8 tratan de la santificación, es un entendimiento superficial de esa sección. En realidad, el tema de estos capítulos es el Cristo pneumático, es decir, Cristo en calidad de Espíritu. En el capítulo 8 Cristo está en nosotros (v. 10), y el Espíritu de Cristo también está en nosotros (v. 9). Cristo es el Espíritu de Cristo, y el Espíritu de Cristo es uno con Cristo. En el Cristo pneumático experimentamos la muerte y la resurrección de Cristo. No lo experimentamos al considerarnos muertos, sino al identificarnos con Cristo. Este Cristo con quien estamos identificados no es meramente el Cristo encarnado o crucificado, sino el Cristo que llegó a ser pneumático en Su resurrección. A menos que veamos esto, nunca podremos experimentar lo que se revela en Romanos 5—8.

  La cuarta sección de Romanos comienza con la vida del Cuerpo en el capítulo 12 y tiene su consumación con las iglesias locales en el capítulo 16. Finalmente, todo el libro de Romanos es un libro que trata del evangelio de Dios (1:1; 16:25). Así que, las iglesias locales son parte del evangelio de Dios. Sin las iglesias locales como parte del evangelio de Dios, dicho evangelio no estaría completo. Romanos comienza con pecadores en el capítulo 1 y concluye con las iglesias locales en el capítulo 16. De esta manera, Romanos revela que Dios en Su economía soberana puede hacer que los pecadores lleguen a ser las iglesias locales.

Aprehender el significado espiritual al estudiar la Biblia

  Necesitamos adentrarnos en la Palabra de Dios, no en la manera natural de simplemente estudiar la geografía, la historia y las palabras hebreas y griegas de la Biblia, sino en la manera de aprehender el significado espiritual de lo que se revela en la Biblia. Necesitamos adoptar la manera que el Señor usó para interpretar la Biblia. En Mateo 22:23-33 los saduceos vinieron al Señor con una pregunta acerca de la resurrección. No creían en la resurrección (Hch. 23:8), y querían discutir con el Señor Jesús acerca de este asunto. El Señor les contestó dándole la interpretación de Éxodo 3:6. Según la interpretación del Señor, la cláusula: “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob” deja implícita la resurrección. El Señor dijo que Dios “no es Dios de muertos, sino de vivos” (Mt. 22:32). Dios nunca podría ser Dios de muertos; Él es Dios de vivos. Puesto que Dios es Dios de vivos y es llamado “el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”, Abraham, Isaac y Jacob, que están muertos, serán resucitados. En este título de Dios está implícita la resurrección. Simplemente recordar el título en sí es fácil y no vale mucho; pero la implicación de tal título es de gran importancia. Ésta es la manera de interpretar la Biblia, y ésta es la manera que debemos aprender para estudiar la Biblia. Pablo también citó e interpretó muchas porciones del Antiguo Testamento de la misma manera, tal como el libro de Hebreos, el cual es una interpretación del libro de Levítico. No sólo debemos leer la Palabra según las letras impresas; más bien, debemos leer, estudiar y orar, pidiéndole al Señor que nos muestre el verdadero significado de las palabras impresas.

EDIFICAR LA IGLESIA CON LA VIDA, EL ESPÍRITU Y LA VERDAD

  Hoy en día hay un gran debate acerca de cómo edificar la iglesia. Las personas del movimiento pentecostal dicen que la iglesia se edifica por medio del Espíritu. Pero éste es un entendimiento superficial de la manera de edificar la iglesia. El movimiento pentecostal comenzó en los Estados Unidos a principios del siglo veinte. En 1906 se extendió a la calle Azusa en Los Ángeles. En este movimiento el Espíritu Santo se derramó y ardió por un tiempo entre los creyentes. Pero más tarde encontraron que no pudieron edificar la iglesia simplemente con el Espíritu. Las Asambleas de Dios, uno de los grupos que están en el movimiento pentecostal, descubrió esto, estableció un editorial y comenzó a educar a su pueblo. Dijeron a la gente que no era posible edificar la iglesia solamente por medio del Espíritu; tenían que edificar con la enseñanza adecuada de la Biblia. Cincuenta años después de la fundación de las Asambleas de Dios en 1914, esa denominación tenía el mayor índice de crecimiento entre las principales denominaciones cristianas. Ellos aumentaron porque se ejercitaron en la práctica de enseñar. Esto es una prueba de que para edificar la iglesia se necesita la enseñanza adecuada.

  Los bautistas del sur también han recalcado el asunto de enseñar. Han puesto énfasis en la Palabra de Dios y han aconsejado a sus predicadores que no hablen mucho del Espíritu. Para ellos la Palabra es sólida, pero el Espíritu es muy abstracto y misterioso. También han dependido de la enseñanza de la Biblia en las clases de sus escuelas dominicales. Usan a los laicos para enseñar esas clases, y han edificado sus iglesias por medio de la enseñanza de la Biblia.

  Otros han dicho que para edificar el Cuerpo de Cristo, sólo se necesita la vida. El hermano T. Austin-Sparks era un ejemplo típico de los que tenían esta perspectiva. Yo lo conocí muy bien, y fui a quedarme con él por unas cinco semanas. Él se mantenía firme en no usar enseñanzas ni doctrinas, y sólo hacía hincapié en la vida, especialmente en la vida de resurrección. En la década de los veinte el hermano Nee y yo apreciábamos mucho sus libros. En aquellos años el hermano Nee tradujo al chino varios de sus libros. El hermano Sparks se centraba en la vida de resurrección, pero no veía la importancia de enseñar la Biblia. Debido a esto la eficacia de su ministerio en edificar la iglesia era muy reducida.

  Debido a que hemos aprendido las lecciones de la historia de la iglesia, continuamente ponemos énfasis en la vida, el Espíritu y la verdad. La verdad es una especie de doctrina o enseñanza, pero no todas las doctrinas o enseñanzas son la verdad. Necesitamos darnos cuenta de que estas tres cosas —la vida, el Espíritu y la verdad— tienen una sola esencia. Juan 6:63 dice: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. En este versículo la palabra, la vida y el Espíritu están combinados. Luego en Juan 17:17 se dice: “Santifícalos en la verdad; Tu palabra es verdad”. Según este versículo, la palabra de Dios, la cual puede considerarse como doctrina o enseñanza, es la verdad. Por lo tanto, la palabra, el Espíritu, la vida y la verdad son uno. Recibir la “verdad” de la palabra sin tocar al Espíritu es vaciedad. Cada vez que tocamos la verdad, debemos tocar al Espíritu. El Espíritu siempre acompaña la verdad. En realidad, la palabra y el Espíritu son uno. La palabra es la verdad, y la verdad es el Espíritu (1 Jn. 5:6b). Además, el Espíritu es llamado “el Espíritu de vida” (Ro. 8:2). De esta manera, la palabra es el Espíritu y la vida. Cuando tocamos la palabra como verdad, ciertamente debemos tocar al Espíritu, y este Espíritu es la vida. En realidad, no hay diferencia entre el Espíritu y la vida. Es por medio de estos tres —la vida, el Espíritu y la verdad— que la iglesia se edifica.

  La palabra, el Espíritu y la vida están completamente relacionados con nuestro espíritu. Así que, debemos aprender a estudiar la Palabra ejercitando nuestro espíritu, y también debemos aprender a estudiarla con oración. Lo que estudiemos, lo debemos convertir en oración, y luego debemos convertir nuestra oración en experiencia. Cuando la palabra en el Espíritu llega a ser nuestra experiencia, el resultado es la vida. El producto de la palabra y del Espíritu es la experiencia de vida. La única manera de crecer es tocar la palabra con oración y hacer que esa palabra con oración se convierta en el Espíritu, lo cual produce la experiencia de vida. Con la vida del Espíritu que proviene de la palabra, podemos edificar la iglesia.

  La palabra es la base de la edificación de la iglesia. Algunos ancianos, conscientes de su carencia de la palabra, invitan oradores a su localidad. Pero ésta es la práctica de la vieja manera. La nueva manera es la de reemplazar a los oradores al capacitar a todos los santos para profetizar. Con la práctica de profetizar se satisface la necesidad de ministrar la palabra el día del Señor por la mañana. De otra manera, la carga de dar un mensaje cada día del Señor llegaría a ser una carga fatal para los ancianos. Aun cuando haya buenos oradores en una localidad, después de dos años se agotarán, y los oyentes perderán el deseo de escucharlos. La manera ordenada por Dios es que el hablar de uno o dos oradores sea reemplazado con la profecía de todos los santos.

  Profetizar no es meramente hablar. Simplemente hablar puede resultar en palabras descuidadas, pero profetizar es hablar algo de la Palabra con puntos definidos. Las hermanas al igual que los hermanos deben profetizar. El Nuevo Testamento nos muestra claramente que las hermanas pueden profetizar (1 Co. 11:5; 14:31). Pero las hermanas no deben enseñar con autoridad en el sentido de definir doctrinas (1 Ti. 2:12). Hacer eso es sobrepasar su límite. Las hermanas deben profetizar para ministrar a Cristo, ministrar la vida, a otros. Esto tiene como fin la edificación de la iglesia.

I. EL ESPÍRITU TODO-INCLUSIVO ES LA TOTALIDAD DE LA BENDICIÓN QUE TODO LO ABARCA, LA BENDICIÓN DEL EVANGELIO COMPLETO DE DIOS EN CRISTO, CON MIRAS A QUE SE REALICE LA IMPARTICIÓN DIVINA CONFORME A LA ECONOMÍA DIVINA

  El Espíritu todo-inclusivo, quien es el Cristo todo-inclusivo (la descendencia triple en la humanidad), es la totalidad de la bendición que todo lo abarca, la bendición del evangelio completo de Dios en Cristo (Gá. 3:14), con miras a que se realice la impartición divina conforme a la economía divina. Este Espíritu todo-inclusivo comprende muchos elementos.

U. Como Espíritu de vida, nos llena interiormente con Él mismo como Espíritu vivificante

  Como Espíritu de vida, este Espíritu nos llena interiormente con Él mismo como Espíritu vivificante para que seamos saturados e impregnados de las inescrutables riquezas de Cristo a fin de que seamos la plenitud de Cristo para Su expresión (Ro. 8:2; Hch. 13:52; Ef. 3:8; 1:23). Las palabras saturar e impregnar son semejantes en significado, pero cada una tiene su denotación especial. Saturar significa llenar hasta la capacidad máxima, empapar completamente, y conlleva el pensamiento de profundidad. Impregnar significa extenderse o fluir por todas partes, inundar completamente, y conlleva el pensamiento de anchura. Sería más significativo decir que un cuarto está impregnado, en lugar de saturado, del olor de perfume. El Espíritu de vida nos llena interiormente para que seamos saturados y también impregnados de las inescrutables riquezas de Cristo. Las inescrutables riquezas de Cristo siempre se encuentran en el Espíritu vivificante. Cristo como descendencia triple en la humanidad ahora es el Espíritu vivificante. El Espíritu vivificante es el Espíritu esencial, quien es la esencia espiritual, divina y celestial de todas las riquezas de Cristo. Cuando estas riquezas nos llenan, somos saturados de Cristo, y cuando Él nos llena más, somos impregnados de Cristo. Finalmente, somos llenos de Cristo tanto vertical como horizontalmente. Verticalmente, somos saturados de Cristo y, horizontalmente, somos impregnados de Cristo. Esto es el llenar interior del Espíritu de vida (Hch. 13:52).

V. Como Espíritu de poder, que nos llena exteriormente con Él mismo como Espíritu derramado

  El Espíritu todo-inclusivo como Espíritu de poder nos llena exteriormente con Él mismo como Espíritu derramado, para que seamos investidos de poder desde lo alto como nuestra autoridad a fin de que participemos en la obra del Señor conforme a la economía de Dios (1:8a; 2:4a, 17, 33; 4:4, 8, 30; Lc. 24:49). La palabra griega que se usa para indicar el llenar interior es pleróo, y la palabra correspondiente que se usa para indicar el llenar exterior es plétho. Según su uso en el libro de Hechos, pleróo denota llenar un vaso por dentro, tal como el viento llenó la casa interiormente en Hechos 2:2, y plétho denota llenar a las personas exteriormente, tal como el Espíritu llenó a los discípulos exteriormente en Hechos 2:4.

  El Espíritu de poder es el Espíritu en Su aspecto económico cuyo fin es llevar a cabo la economía de Dios. Este aspecto del Espíritu es diferente del aspecto del Espíritu de vida, o Espíritu esencial. En el día de Pentecostés, lo que se derramó en los discípulos no fue el Espíritu esencial, sino el Espíritu económico, no el Espíritu de vida, sino el Espíritu de poder (v. 4), porque en el día de Pentecostés lo que se necesitaba principalmente no era la vida, sino el poder (1:8). El poder que se derramó desde lo alto fue el Espíritu económico que vino para investir a los discípulos como su autoridad. Hoy en día, al manejar por la calle, uno tal vez tenga temor de ver un policía uniformado. Esto se debe a que su uniforme es su autoridad. Un gran camión puede estar lleno de fuerza y poder; pero cuando el policía uniformado le da al conductor del camión la señal de detenerse, el camión debe detenerse. Conducir un camión es un asunto de poder, pero hacer parar el camión con un ademán es un asunto de autoridad. El poder desde lo alto es nuestra autoridad. Todo aquel que verdaderamente habla por el Señor tiene esta autoridad. Su hablar es la autoridad. El poder desde lo alto llega a ser la autoridad con la cual participamos en la impartición del Señor conforme a Su economía.

W. Como Espíritu Santo y Espíritu de Jesús, dirige el mover de los ministros de Cristo mediante la dirección interior por la impartición divina

  El Espíritu todo-inclusivo como Espíritu Santo y Espíritu de Jesús dirige el mover de los ministros de Cristo mediante la dirección interior por la impartición divina (16:6-10). En Hechos 16 Pablo y sus colaboradores estaban viajando por Asia Menor. Querían dirigirse a Asia, pero les fue prohibido por el Espíritu Santo (v. 6); luego, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió (v. 7). Finalmente, se detuvieron y en la noche Pablo tuvo una visión acerca de un varón macedonio que les rogaba a los hermanos que pasaran a Macedonia y los ayudaran. Pablo y sus colaboradores concluyeron que Dios los había llamado para que anunciaran las buenas nuevas en Macedonia (vs. 9-10). Cruzaron el mar Egeo y entraron en Europa oriental y en la principal ciudad de esa región, Filipos (vs. 11-12).

  Pablo y sus colaboradores tenían la dirección exterior y la interior. El sueño en que el varón macedonio les dijo: “Pasa a Macedonia y ayúdanos” fue la dirección exterior. La dirección interior vino mientras consideraban el sueño, llegando a la conclusión que Dios los había llamado a que anunciaran las buenas nuevas a los macedonios. Esta dirección interior se dio mediante el Espíritu por la impartición divina. Mediante la dirección del Espíritu, Pablo y sus colaboradores recibieron cierta medida de impartición. Esto fue su dirección interior.

  Hoy en día debemos tomar esto como nuestro modelo. Muchas veces los colaboradores vienen a verme y dicen: “Hermano Lee, recibí una invitación para ir a cierto lugar. ¿Debo ir o no?”. Normalmente no les digo si deben hacerlo o no. Simplemente les digo que oren. Cuando les digo esto, mi sentir es que reciban un “llamamiento macedonio”. Una vez que reciban el llamamiento, según el ejemplo de Pablo, necesitan considerarlo. Esta consideración se lleva a cabo interiormente en el espíritu humano con el Espíritu divino.

X. Como Espíritu que renueva, nos transforma con todos los atributos de Cristo en la gloriosa imagen del Cristo resucitado y glorificado

  Como Espíritu que renueva, el Espíritu todo-inclusivo nos transforma con los atributos de Cristo en la gloriosa imagen del Cristo resucitado y glorificado a fin de que expresemos Su imagen para Su gloria (2 Co. 3:17-18; Ro. 12:2a). Los atributos de Cristo incluyen muchos elementos, tales como Su humildad, Su paciencia y Su bondad. Cuando son expresados exteriormente, estos elementos son las virtudes de Cristo, pero dentro de Él se hallan Sus atributos.

Y. Como Espíritu que transforma, nos conforma a nosotros, Sus muchos hermanos transformados, a Su imagen

  Como Espíritu que transforma, el Espíritu todo-inclusivo nos conforma a nosotros, Sus muchos hermanos transformados, a Su imagen, la imagen del Hijo primogénito de Dios, a fin de que seamos completamente lo que Él es (8:29; 1 Jn. 3:2). La transformación efectuada por el Espíritu tiene una meta, la cual es conformarnos a la imagen del Hijo primogénito de Dios. Cristo como Hijo primogénito de Dios es el modelo, el molde, al cual todos debemos ser conformados. Al hacer pan, se necesita un molde. Una vez que tenemos el molde, la masa puede ser puesta allí para que tenga la misma imagen que el molde. Cristo es el molde y nosotros somos la masa. Antes de ser puestos en el molde, no tenemos una imagen adecuada. Pero una vez puestos en el molde, tenemos la imagen adecuada. Todos los santos tienen la misma imagen porque todos han sido puestos en el mismo molde.

  Colosenses 1:15 nos dice que Cristo “es la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda creación”. Luego, el versículo 16 dice que todas las cosas fueron creadas en Cristo. Cristo es el molde. Antes que Dios creara las cosas, primero creó a Cristo para que fuese el molde, el modelo. En este modelo fueron creadas todas las otras criaturas. ¿Cómo pudiera Cristo ser creado primero? Fue creado al ponerse la naturaleza humana. Al hacer esto, Cristo llegó a ser una criatura. Pero ¿cómo podría este hecho de que Él se vistió de la naturaleza humana, que tuvo lugar después de la creación de Adán, causar que se hiciera el Primogénito, la primera criatura? La respuesta es que con respecto a Dios no hay elemento de tiempo. En Él sólo existe el hecho. En el universo existe el hecho de que, de entre todas las criaturas, Cristo fue creado primero. Luego, este Primogénito de la creación llegó a ser un molde, o un modelo, para la producción en serie.

  ¿Fue Cristo crucificado antes de Adán o después? Según Apocalipsis 13:8, Cristo fue inmolado desde la fundación del mundo. Esto indica que fue crucificado antes que Adán fuera creado. Después de dibujar un círculo, no se puede localizar el punto de partida ni el punto final. Si se pone una marca en algún punto en el círculo, sería un poco difícil determinar qué es lo que viene antes de la marca y qué después. Adán precedió a Cristo, y también vino después. En realidad, Cristo es el primero porque Él es el centro y la centralidad del mover de Dios (Col. 2:16-17). Es difícil decir si existimos antes o después de Él. Según la historia humana, Abraham existió antes de Cristo. Pero en Juan 8:58, Jesús dijo: “Antes que Abraham fuese, Yo soy”. La gramática adecuada para la frase Yo soy debe ser Yo era. Dado que Abraham estaba en el pasado, el Señor Jesús cometió un error gramatical. Pero según el hecho verdadero, tenía razón porque Él es eterno. Él es el gran Yo Soy y, como tal, Él es el Dios eterno que existe para siempre. Él existía antes de Abraham, y es mayor que Abraham. En Él no hay elemento de tiempo.

  El Espíritu que transforma nos conformará a la imagen del Hijo primogénito de Dios de tal manera que seamos totalmente lo que Él es. En 1 Juan 3:2 se nos dice: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser. Sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es”. El verdadero significado de este versículo es que el Cristo glorificado que está en nuestro espíritu nos saturará verticalmente y nos impregnará horizontalmente, llenándonos así para que lo expresemos. Finalmente, seremos conformados a Su imagen glorificada y seremos exactamente como Él es.

Z. Como Espíritu que conforma, nos glorifica con la gloria divina de Dios y de Cristo

  Como Espíritu que renueva, Él nos transforma; y como Espíritu que transforma, Él nos conforma. Luego, como Espíritu que conforma, Él nos glorifica con la gloria divina de Dios y de Cristo para que la gloria divina que está en nosotros hoy, sea expresada exteriormente, en la cual seremos semejante a Cristo en la gloria de Dios (Ro. 8:30b; He. 2:10a; 1 P. 5:10a; Col. 1:27). Ser glorificado en la gloria divina no es meramente un hecho objetivo. En los primeros años de mi vida cristiana, se me enseñó que aunque somos pedazos de barro muy bajos e inferiores, un día, cuando venga el Señor Jesús, seremos introducidos en la gloria de Dios. En aquel entonces, yo no entendía de qué se trataba la glorificación, así que acepté esa enseñanza. Más tarde, me di cuenta de que esta clase de enseñanza es demasiado objetiva. Si nosotros como pedazos de barro somos introducidos en la gloria, seguiremos siendo pedazos de barro. La única diferencia será que hoy estamos vestidos de barro, pero en aquel día seremos pedazos de barro vestidos de gloria.

  La manera en que somos glorificados no es objetiva, sino muy subjetiva. Cristo, quien es la gloria hoy en día, ya está dentro de nosotros en calidad de esperanza de gloria (v. 27). No está en nosotros de una manera inactiva, sino que nos está saturando e impregnando para llevarnos por el proceso de la conformación. Su obra de conformación también es Su obra de glorificación. Cuando esta glorificación llegue a su cumbre, nuestro cuerpo será redimido (Fil. 3:21; Ro. 8:23). Para entonces, ya no seremos barro, sino que nuestro barro será transformado y conformado a la expresión de Cristo en gloria.

AA. En calidad de los siete Espíritus de Dios, como las siete lámparas de fuego y como los siete ojos del Cordero

  El Espíritu todo-inclusivo, en calidad de los siete Espíritus de Dios, las siete lámparas de fuego y los siete ojos del Cordero, cumple la función de escudriñar al iluminar y de infundir al observar las iglesias con todos los santos mediante la impartición divina (Ap. 1:4; 4:5; 5:6). Los siete Espíritus son el Espíritu de Dios siete veces intensificado. Los siete Espíritus como Espíritu de Dios son los siete ojos del Cordero, Cristo (v. 6).Esto contradice claramente la teología tradicional que dice que los tres de la Trinidad Divina son personas separadas. En Apocalipsis 5:6 el tercero de la Trinidad Divina, quien es el Espíritu, es los ojos del segundo, quien es el Cordero, Cristo el Hijo de Dios. ¿Son ellos dos personas separadas o una sola persona? Los ojos de una persona no pueden separarse de esa persona para llegar a ser otra. El tercero de la Trinidad Divina es uno con el segundo de la Trinidad Divina. ¡Cuán maravilloso es esto!

  Los siete Espíritus de Dios, siendo los ojos del Cordero, también son siete lámparas de fuego (4:5). Cuando cerramos los ojos, nos encontramos en tinieblas; no tenemos “lámparas” con las cuales ver. Así que, nuestros dos ojos son dos lámparas. Si fuéramos ciegos, no tendríamos luz, porque no tendríamos lámparas. Para tener luz, necesitamos una lámpara. Sin nuestros ojos, no tendríamos luz, no tendríamos lámpara que nos ilumine. Esto nos muestra cómo los ojos son las lámparas. Debido a que nuestros ojos son nuestras lámparas, debemos orar pidiendo que el Señor abra nuestros ojos para que tengamos luz (Hch. 26:18; Ef. 1:18). Proverbios 20:27 dice: “Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre”. Nuestro espíritu es la lámpara que trae al Señor, quien es la luz. Nuestro espíritu no es la luz; es la lámpara que recibe la luz. Pero sin la lámpara, no podemos recibir la luz. Por lo tanto, debemos ejercitar nuestro espíritu, que es la lámpara, para tener una conciencia limpia a fin de que la luz brille en nosotros.

  Las siete lámparas de fuego tienen como fin escudriñar al iluminar. Si vamos a escudriñar un cuarto oscuro, necesitamos luz. Los siete ojos del Cordero sirven para infundir al observar. Cuando lo observo a usted, mis ojos imparten algo en usted. Si estoy enojado con usted, mis ojos le infunden el enojo y hacen que usted también se enoje; pero cuando estoy gozoso, mis ojos le infunden gozo, y hacen que usted se alegre. Esto significa que o mi gozo o mi enojo le es impartido. Así que, antes que miremos a otros, debemos estar llenos del Espíritu. Entonces nuestra mirada les impartirá el Espíritu, tal como el Señor lo hace cuando nos mira.

BB. En calidad de los siete Espíritus, el Espíritu siete veces intensificado, habla a las iglesias como Cristo mismo

  El Espíritu todo-inclusivo, en calidad de los siete Espíritus, el Espíritu siete veces intensificado, habla a las iglesias como Cristo mismo para transfundir e infundir en los santos que procuran ser vencedores, todo lo que Cristo es, tal como Cristo lo declaró al comienzo de cada una de las siete epístolas (Ap. 2:7, 11, 17, 26-29; 3:5-6, 12-13, 21-22). En cada una de las siete epístolas de Apocalipsis 2 y 3, Cristo mismo, Aquel que hablaba, declaró quién y qué es Él. Luego, al final de cada epístola, se nos dice que el Espíritu habla a las iglesias. Esto indica que el Espíritu y Cristo son uno. Esto también indica que el Espíritu que habla imparte el mismo Cristo en las iglesias constituidas de todos los santos. Él transfunde e infunde en los santos que procuran ser vencedores todo lo que Cristo es. Puesto que deseamos ser vencedores, cada mañana debemos escuchar lo que dice el Espíritu. Mientras le escuchamos, algo de Cristo es transfundido e infundido en nuestro ser. Esto es Su impartición.

CC. Como consumación del Dios Triuno procesado, se casa con los santos tripartitos, redimidos y transformados, para que Él y nosotros seamos una pareja universal

  El Espíritu todo-inclusivo, quien ahora es séptuplo, es la consumación del Dios Triuno procesado. Este Dios Triuno consumado se casa con los santos tripartitos, redimidos y transformados, para que Él y nosotros, nosotros y Él, seamos una pareja universal, a fin de que Sus redimidos disfruten las riquezas y la plenitud del Dios Triuno procesado como la bendición todo-inclusiva de la Nueva Jerusalén por medio de Su impartición conforme a Su economía, por la eternidad (22:17a). Toda la Biblia, compuesta de sesenta y seis libros, culmina en la Nueva Jerusalén, la corporificación de la bendición del evangelio de Dios. Gálatas 3:14 revela que el Espíritu es la bendición del evangelio. La Nueva Jerusalén es la suma total del Espíritu, quien es la bendición asignada a nosotros en el evangelio de Dios para nuestro disfrute eterno.

DD. Como bendición que todo lo abarca, la bendición del evangelio completo de Dios en Cristo, tiene Su consumación en la Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nueva

  El Espíritu todo-inclusivo, como bendición que todo lo abarca, la bendición del evangelio completo de Dios en Cristo, tiene Su consumación en la Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nueva como la suma total, la totalidad, de Cristo, la descendencia triple en la humanidad (Ap. 21:1-3, 9-23; 22:1-2, 14). El Espíritu es la consumación de Cristo, la descendencia triple de María, Abraham y David.

EE. Esta bendición total es la mezcla, la compenetración, del Dios Triuno procesado y consumado con Sus santos tripartitos, escogidos y glorificados, como conclusión de la revelación divina por la eternidad

  Esta bendición total es la mezcla, la compenetración, del Dios Triuno procesado y consumado con Sus santos tripartitos, escogidos y glorificados, como conclusión de la revelación divina por la eternidad. Esto es el fin de la Biblia, y ésta es la línea central de la revelación divina.

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