
Lectura bíblica: Ap. 4:2-3; 5:1-7; 6:1-17; 8:1-2
En esta serie de mensajes, tenemos la carga de ver la profecía de los cuatro “sietes” en la Biblia. En el mensaje anterior, vimos la profecía del primer “siete”: la última de las setenta semanas mencionadas en Daniel 9:24-27. Esta es una profecía acerca de la consumación de la edad.
Vimos también que el Señor Jesús profetizó acerca de la consumación de la edad en Mateo 24:32-33: “De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas”. El ejemplo que el Señor emplea aquí con respecto a la higuera, la cual representa a la nación de Israel, comprende tres puntos: (1) estar tierno denota el retorno de la vida; (2) las hojas que brotan representan las actividades exteriores; y (3) el verano representa la edad de la restauración de la nación de Israel (Hch. 1:6). La higuera, la nación de Israel, pasó por un largo “invierno”, desde el primer siglo hasta el año 1948 d. de C., cuando la nación de Israel volvió a formarse. Fue entonces cuando la higuera se puso tierna, esto es, cuando su vida retornó. En 1967 la ciudad de Jerusalén fue recuperada por Israel (Lc. 21:24). Considero esto como el brote de las hojas, las actividades exteriores. Debido a que estas dos cosas han ocurrido, sabemos que el verano está cerca, la edad de la restauración de la nación de Israel, la edad del reino restaurado (vs. 30-31), la cual comenzará en la segunda venida del Señor.
Otra cosa que debe suceder antes del regreso del Señor es la reedificación del templo. En Mateo 24:15 el Señor habla de ver “en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel”. Esta abominación se refiere a la imagen del anticristo erguida como ídolo en el templo de Dios (Ap. 13:14-15; 2 Ts. 2:4) al comienzo de la gran tribulación (Mt. 24:21). Esto quiere decir que el templo debe ser reedificado antes de que comience la gran tribulación. Según informes recientes, algunos judíos en Israel están haciendo los preparativos para la reedificación del templo y para el servicio sacerdotal en el templo.
En el mensaje anterior, vimos que según Daniel 9, el anticristo hará un pacto con Israel al comienzo de los siete años de la última de las setenta semanas, y a la mitad de la semana quebrantará el pacto. La última semana será dividida en dos mitades cuando él quebrante este pacto de siete años. La segunda mitad de tres años y medio será el tiempo de la gran tribulación (15, Mt. 24:21). Los vencedores serán arrebatados antes de la gran tribulación, mientras que la mayoría de los creyentes serán arrebatados al final de la gran tribulación. Ya que sabemos todo esto, necesitamos velar y estar listos para la aparición del Señor.
Ya hemos visto el cumplimiento de la profecía acerca de Israel que el Señor habló en Mateo 24. El Señor dijo que tal cumplimiento debía tener lugar antes de la consumación de la edad. En Romanos 9:27-28 Pablo dijo: “También Isaías clama tocante a Israel: Aunque sea el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo; porque el Señor, completando y abreviando, ejecutará Su palabra sobre la tierra” (gr.). Pablo dijo que el Señor apresuraría Su palabra para cumplir Su profecía con rapidez. Creo que los problemas actuales en el Medio Oriente son parte de la apresuración de la palabra del Señor. Hoy en día estamos en un tiempo muy crítico. Cuando oigamos las noticias de que un hombre fuerte firma un pacto de siete años con Israel, ¿qué haremos? Tenemos que prepararnos para ser arrebatados. Ahora queremos pasar a ver la profecía acerca del segundo “siete”: la de los siete sellos del libro de Apocalipsis.
Antes de que Juan, el escritor del libro de Apocalipsis, viera los siete sellos, primero vio una escena, un panorama, de los cielos (Ap. 4:2-3; 5:1-7; 6:1-17; 8:1-2). Esta escena en los cielos se vio inmediatamente después de la ascensión de Cristo a los cielos (véase la nota 3 de Apocalipsis 5:6, en la Versión Recobro).
En esta escena había un trono, y Dios estaba sentado en el trono (4:2-3).
En la diestra de Dios, quien estaba sentado en el trono, había un libro sellado con siete sellos (5:1). En el libro consta el secreto de la economía de Dios con respecto a todo el universo.
Juan lloró porque no había ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, que podía ni era digno de abrir el libro y romper sus sellos (vs. 2-4).
Luego se le dijo que no llorara, porque el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, el Cordero, había vencido para abrir el libro y sus siete sellos. Este vino y tomó el libro de la mano derecha de Dios, quien estaba sentado en el trono, y abrió uno de los siete sellos (vs. 5-7; 6:1).
El León es un símbolo que representa a Cristo como uno que pelea fuertemente contra el enemigo, según se profetizó en Génesis 49:8-9. Que Cristo sea la Raíz de David significa que El es la fuente de David. Cuando el Señor vivía en la tierra, los fariseos le hacían preguntas para probarlo. Y el Señor les hacía preguntas que los callaba. En cierta ocasión les preguntó: “¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es Hijo?” (Mt. 22:42). Cuando contestaron que Cristo era hijo de David, El les respondió: “¿Pues cómo David en el espíritu le llama Señor, diciendo: Dijo el Señor a Mi Señor: Siéntate a Mi derecha, hasta que ponga a Tus enemigos por estrado de tus pies? Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su Hijo?” (vs. 43-45, gr.). Esto les tapó la boca a todos los que se le opusieron. Cristo no sólo es el Hijo de David, el Renuevo de David (Jer. 23:5; 33:15), sino también el Señor de David, la Raíz de David. Como descendiente de David en Su humanidad, Cristo es el Renuevo de David que brotó de él. Pero como el Dios eterno en Su divinidad, Cristo es la Raíz de David, la fuente de él. Cristo también es nuestro Cordero redentor en la edad presente. Como tal, El es todo-inclusivo, El ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos.
Los primeros cuatro sellos son cuatro caballos con sus jinetes, que corren en una carrera de cuatro caballos (Ap. 6:1-8). Los cuatro jinetes no son personas materiales sino personificaciones.
El primer sello es un caballo blanco con su jinete, y representa la divulgación del evangelio (vs. 1-2). Apocalipsis 6:2 dice: “Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer”.
Se usa un arco para pelear con una flecha. Pero aquí sólo se ve un arco sin flecha. Esto indica que la flecha ya se lanzó para destruir al enemigo y que la lucha de Cristo para constituir el evangelio de paz ha terminado y la victoria se ha ganado.
Una corona indica que el evangelio ha sido coronado con la gloria de Cristo (2 Co. 4:4). El evangelio que predicamos hoy en día tiene una corona, y esta corona es la gloria de Cristo. No debemos sentir vergüenza cuando predicamos el evangelio. Más bien, debemos sentirnos gloriosos. Predicar el evangelio es una cosa gloriosa. Los que predican el evangelio llegan a ser los jinetes del caballo blanco.
En Apocalipsis 6:2 el hecho de que el evangelio salió venciendo significa que el evangelio ha salido con Cristo para vencer todo tipo de oposición y ataque. Cuando salí de la China continental en 1949, había allí menos de cuatro millones de cristianos. Cuando los comunistas tomaron el poder, hicieron todo lo posible por resistir, restringir y perseguir a cualquier persona que quería practicar la vida cristiana. A pesar de tal oposición, hoy día hay por lo menos más de cincuenta millones de cristianos en la China continental. Esto demuestra la victoria que el evangelio ha logrado allí durante los últimos cuarenta años. Durante todas las generaciones, el evangelio ha seguido adelante con Cristo como el Victorioso.
Según la Biblia, tenemos que predicar el evangelio para salvar a los pecadores. Todos tenemos que dar fruto. Aunque reconozcamos que esto es bíblico, tal vez no demos ningún fruto. Esto significa que no estamos en el caballo blanco. Si predicamos el evangelio, nuestro interés se centra en el reino de Dios. ¿Qué es lo que nos interesa hoy en la tierra? Debemos ser personas que laboren para salvar a otros a fin de edificar el Cuerpo de Cristo para el reino de Dios. La mayoría de nosotros tenemos que trabajar para ganarnos la vida. Pero todos nosotros podemos apartar cierta cantidad de tiempo para lo que le interesa al Señor. Los incrédulos siempre se permiten cierto tiempo para divertirse y entretenerse. Pero nosotros los creyentes tenemos a Dios como nuestra diversión y entretenimiento. No hay pretexto válido para no predicar el evangelio. Debemos montar el caballo blanco para la divulgación del evangelio.
El segundo sello consiste en un caballo bermejo y su jinete, lo cual representa la difusión de la guerra. Apocalipsis 6:3-4 dice: “Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira. Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada”. El color “bermejo” aquí indica el derramamiento de sangre. El caballo bermejo es símbolo de la furia de una guerra, la cual se refiere explícitamente a derramamiento de sangre.
La gran espada representa las armas que se usan para pelear.
“Quitar de la tierra la paz” significa que la guerra sigue dándose en la tierra.
“Que se matasen unos a otros” significa que las personas pelearán unas con otras. El Señor Jesús profetizó lo mismo en Mateo 24. Nos dijo que “se levantará nación contra nación, y reino contra reino” (v. 7). Cuando la guerra está en marcha, el evangelio también lo debe estar. Estos dos caballos corren juntos.
El tercer sello, que consiste en un caballo negro y su jinete, representa la difusión del hambre. Apocalipsis 6:5-6 dice: “Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino”. Aquí “negro”, que indica escasez (Jer. 14:1-4), representa el color del semblante de la gente hambrienta (Lam. 4:8-9; 5:9-10). El caballo negro es símbolo de la difusión del hambre, lo cual produce un semblante negro.
Una balanza, aparato que se usa para pesar cosas preciosas, aquí se usa para pesar comida, lo cual indica que hay escasez de alimentos (Lv. 26:26; Ez. 4:16).
Un cuadrante de trigo, un buen salario por un día de trabajo, y tres cuadrantes de cebada, también un buen salario por un día de trabajo (Mt. 20:2), indica el alto precio de la comida durante la escasez.
“No dañes el aceite ni el vino” (el aceite y el vino sirven para el placer del hombre —Sal. 104:15— y de ellos siempre se tiene poco y tienen mucho valor cuando hay período de hambre) indica la presencia de un período de hambre. Después de la guerra siempre hay hambre. Durante el período de hambre, hay que conservar y no dañar el aceite ni el vino.
El cuarto sello, que consiste en un caballo de color pálido con su jinete, representa la difusión de la muerte. Apocalipsis 6:7-8 dice: “Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira. Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra”.
El color pálido representa la apariencia de aquellos que han sido heridos con la plaga.
Que el Hades siga a la Muerte significa que el Hades recibe y retiene a aquellos cuya vida les ha sido quitada por la Muerte.
A la Muerte y al Hades se les dio autoridad sobre la cuarta parte de la tierra para matar con espada, con hambre y con pestilencia, y con las bestias de la tierra.
Los cuatro jinetes de los cuatro caballos —el evangelio, la guerra, el hambre y la muerte— son personificados.
La carrera de los cuatro caballos comienza con la ascensión de Cristo (Mr. 16:19-20) y continúa por toda la edad de la iglesia, hasta la venida de Cristo. A partir del primer siglo, el evangelio ha seguido extendiéndose a través de estos veinte siglos. La guerra simultáneamente ha seguido en marcha entre la raza humana. La guerra siempre acarrea hambre, y el hambre produce la muerte. Todos estos continuarán hasta el fin de esta edad. Cuando las setenta semanas de Daniel se cumplan, la carrera de los cuatro caballos llegará a su fin. El evangelio, la guerra, el hambre y la muerte cesarán.
El quinto sello es el clamor de los mártires (Ap. 6:9-11).
Es el clamor para que su sangre sea vengada (v. 10).
El quinto sello es el clamor de los que han sido muerto como mártires por causa de la palabra de Dios y por su testimonio, incluyendo a los mártires del Antiguo Testamento (Mt. 23:34-36).
Estos mártires están bajo el altar. En figura, el altar está en el atrio del tabernáculo y el templo, y el atrio representa la tierra. Así que, estar bajo el altar significa estar bajo la tierra (Mt. 12:40), donde está el paraíso, la sección cómoda del Hades (Lc. 16:22-23) que retiene las almas de los mártires (23:43).
Estos mártires claman a gran voz: “¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?” (Ap. 6:10). “Hasta cuándo” significa que los mártires ya han esperado mucho tiempo en el paraíso.
Apocalipsis 6:11 dice: “Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos”. “Todavía un poco” significa que el clamor de los mártires debe de ocurrir cerca del final de la era actual.
Las vestiduras blancas indican que la muerte de los mártires fue aceptada por el Señor, y el descanso implica que ellos reposan en el paraíso.
“Hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos” es indicación del martirio durante la gran tribulación (Ap. 20:4). Muchos creyentes serán martirizados por el anticristo durante esos tres años y medio.
El sexto sello es el sacudimiento de la tierra y el cielo (Ap. 6:12-17).
Habrá un gran terremoto, el sol se pondrá negro, la luna se volverá toda como sangre, las estrellas caerán a la tierra, el cielo se enrollará y toda montaña y toda isla se removerá de su lugar (vs. 12-14).
Los reyes, los grandes, los capitanes, los ricos y los fuertes, todo esclavo y todo libre se esconderán en cuevas y en las rocas de las montañas y les dirán a las montañas y a las rocas: “Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quien podrá sostenerse en pie?” (vs. 16-17).
Esta calamidad sobrenatural es la iniciación de la gran tribulación (Mt. 24:21), que consta de todas las calamidades, plagas y ayes desde el sexto sello hasta la última de las siete copas (Ap. 16:17-21).
El séptimo sello es el contenido completo de las siete trompetas (8:1-2). Este contenido tiene tanto un lado negativo como un lado positivo.
El séptimo sello, el contenido completo de las siete trompetas, incluye las calamidades sobrenaturales de las primeras cuatro trompetas (8:7-12).
El séptimo sello incluye también los tres ayes de las tres últimas trompetas (8:13—9:21; 11:14-15a, 18, 19b).
El séptimo sello incluye las siete plagas de las siete copas como parte del contenido negativo de la séptima trompeta (15:7—16:12, 17-21).
El contenido negativo del séptimo sello, las siete trompetas, también incluye la destrucción de la gran Babilonia (Ap. 17:1—19:4) y la destrucción del anticristo y su falso profeta en la guerra de Armagedón (19:11-21; 16:13-16; 11:18c). La gran Babilonia tiene un aspecto religioso y un aspecto material. La Babilonia religiosa, la Iglesia Católica Romana, será destruida por el anticristo al comienzo de la gran tribulación (14:8; 17:16), mientras que la Babilonia material, la ciudad de Roma, será derribada y destruida por Dios (16:19) al final de la gran tribulación (18:2).
El séptimo sello incluye la atadura y encarcelamiento de Satanás (20:1-3).
También incluye la última rebelión de la humanidad y la condena del diablo, Satanás (vs. 7-10).
El séptimo sello incluye el juicio final ante el gran trono blanco (vs. 11-15). Esto será la terminación de todos los asuntos y personas malvadas del universo.
Ahora venimos al lado positivo del contenido de las siete trompetas, del séptimo sello.
El reino del mundo vendrá a ser el reino de nuestro Señor y de Su Cristo, y El reinará por los siglos de los siglos (11:15, 17b).
Entonces también se recompensará a los esclavos del Señor, a los profetas, a los santos y a los que temen el nombre del Señor, grandes y pequeños, ante el tribunal de Cristo (18b).
Se celebrarán las bodas del Cordero (19:7-9). Este será el matrimonio de Cristo con Sus vencedores. Como el Cordero el Dios Triuno procesado se casará con el hombre tripartito que ha sido regenerado y transformado.
También vendrá el reino de mil años (20:4-6).
Al final del séptimo sello, habrá el cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén (21:1—22:5).
La compleción de los eventos en el séptimo sello será la conclusión del misterio de Dios como las buenas nuevas anunciadas a los esclavos de Dios, los profetas (10:7). Los siete sellos y las siete trompetas terminan en la Nueva Jerusalén.
El libro de Apocalipsis puede considerarse como un rollo. Antes de la ascensión de Cristo, existía tal rollo, pero todavía no se había abierto. Después de Su ascensión, Cristo como el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, y el Cordero, abrió este rollo. Los siete sellos, con los cuales el rollo está sellado, en realidad son el contenido del rollo y el contenido del libro de Apocalipsis. Este libro es sencillamente el acto de abrir, de revelar, los siete sellos. Hoy en día, por la misericordia del Señor, tenemos delante de nosotros un rollo abierto.