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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Tesalonicenses»
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Mensaje 20

LA NECESIDAD DE QUE NUESTRO CORAZÓN SEA AFIRMADO IRREPRENSIBLE EN SANTIDAD

(1)

  Lectura bíblica: 1 Ts. 3:6, 10, 12-13; Pr. 4:23; Jer. 17:9; Sal. 73:1; 78:8; Ez. 36:26; Mt. 5:8; 15:8, 18-19; 12:34-35; 22:37; Hch. 28:27; 2 Co. 3:15-16; Ro. 10:10; He. 4:12; 1 Ti. 1:5; 2 Ti. 2:22

  En este mensaje veremos lo que significa que nuestros corazones sean afirmados irreprensibles en santidad. En 1 Tesalonicenses 3:13 leemos: “Para afirmar vuestros corazones irreprensibles en santidad delante de nuestro Dios y Padre, en la venida de nuestro Señor Jesús con todos Sus santos”. Tres palabras importantes aquí son: corazón, irreprensibles y santidad. ¿Qué significa que nuestro corazón sea afirmado irreprensible? Ésta es ciertamente una expresión poco usual. Por supuesto, la obra de afirmar no es nuestra, sino del Señor.

SANTIDAD Y SANTIFICACIÓN

  ¿Qué les comunica a ustedes la frase “irreprensibles en santidad”? La frase “en santidad” no califica el verbo “afirmar”, sino la palabra “irreprensibles”. En este versículo Pablo no está diciendo que el Señor afirma nuestro corazón en santidad, sino más bien que el Señor hace que nuestro corazón sea irreprensible, y que esto lo logra en santidad. De manera que debemos indagar lo que significa que nuestro corazón sea irreprensible en santidad.

  En 2 Tesalonicenses 2:13 leemos: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos, amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación en santificación por el Espíritu y en la fe en la verdad”. Este versículo habla de la salvación en santificación, y 1 Tesalonicenses 3:13, de ser irreprensibles en santidad. Las frases “en santidad” y “en santificación”, no significan lo mismo. Desde luego, la santidad y la santificación están relacionadas con un elemento que es santo. Sin embargo, la santidad se refiere al elemento mismo, mientras que la santificación alude al proceso en el que algo es hecho santo, es decir, al proceso de ser santificado. Actualmente se lleva a cabo un proceso que nos hace santos; este proceso se llama santificación. De manera que, estar en santidad es estar en ese elemento, mientras que estar en santificación es estar en el proceso de hacernos santos.

  La salvación de Dios se lleva a cabo en santificación. Esto significa que la salvación de Dios supone un proceso continuo en el cual somos hechos santos. Mientras transcurre este proceso, nosotros disfrutamos del poder salvador de Dios. La santidad es el elemento de la naturaleza santa de Dios. Es en este elemento que hemos de ser irreprensibles.

  Una vez más quisiera usar como ejemplo la preparación del té, un proceso muy sencillo. El té es un elemento, y la “teificación” es el proceso de hacer el té. Supongamos que usted tiene una taza de agua. Para “teificar” el agua, usted necesita ponerle una bolsita de té. Cuando uno pone la bolsita de té en el agua, al parecer el agua sigue igual. Parece que no hubiera mucho cambio. Pero después de cierto tiempo, y especialmente si agitamos un poco el agua, el agua es “teificada”, es decir, el té se añade al agua y se mezcla con ella. Por consiguiente, podríamos decir que el agua ha pasado por un proceso de “teificación”. Gradualmente, el té llega a estar en el agua, y el agua, en el té. Esto significa que el elemento del té se ha mezclado con el agua. Como resultado de esta “teificación”, el té y el agua se compenetran para ser una sola bebida. De hecho, esta bebida es agua de té.

  Una cosa es que el té esté en el agua, y otra, que el agua pase por el proceso de teificación. Del mismo modo, nosotros debemos ser irreprensibles en el elemento de la santidad, y también debemos ser sometidos al proceso de la santificación, para que disfrutemos de la obra salvadora de Dios a diario, e incluso, a cada hora.

LA FE Y EL AMOR

  Si tenemos una visión general de 1 Tesalonicenses, veremos que los primeros tres capítulos componen una sección, y que los últimos dos capítulos conforman otra. Hemos visto que esta epístola tiene una estructura básica compuesta de tres elementos: la obra de fe, el trabajo de amor y la perseverancia en la esperanza. Pablo habla de esto en 1:3, donde dice: “Acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de vuestra obra de fe, de vuestro trabajo de amor y de vuestra perseverancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo”. Basándose en esta estructura, Pablo dice en 1:9 y 10 que los creyentes se volvieron de los ídolos a Dios, para servir a un Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a Su Hijo. En el capítulo dos se nos describe el fomento del desarrollo de una vida santa para la vida de iglesia. Esto requiere los cuidados de una madre que amamanta y de un padre que exhorta. El resultado de este tipo de cuidados es que andemos como es digno de Dios, quien nos llama a Su reino y gloria (2:12). Para andar de esta manera, necesitamos ser perfeccionados en nuestra fe, y crecer y abundar en nuestro amor. En el capítulo tres, Pablo muestra una profunda preocupación por la fe y el amor de los tesalonicenses. Según 3:10, su deseo era completar lo que faltaba a la fe de ellos. Desde luego, los tesalonicenses tenían fe, pero su fe necesitaba ser perfeccionada. Así que, Pablo añoraba verlos para poder completar lo que faltaba a su fe. En 3:12 él dice: “Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros”. Como creyentes, todos nosotros necesitamos ser perfeccionados en la fe, y crecer y abundar en amor.

  En el versículo 13 del capítulo tres vemos la razón específica por la que necesitamos ser perfeccionados en la fe y crecer y abundar en amor: para que el Señor pueda afirmar nuestros corazones irreprensibles en santidad. El hecho de que nuestros corazones sean afirmados es el producto, el resultado, de que nuestra fe sea perfeccionada y de que crezcamos y abundemos en amor. El Señor está llevando a cabo una obra de edificación. El objetivo de esta obra de edificación es afirmar nuestro corazón. Nuestro corazón, pues, necesita ser edificado, ser afirmado irreprensible. Más adelante, procuraremos explicar el significado de la palabra “irreprensible”, que aparece en el versículo 13.

  En 3:13 Pablo dice que el Señor afirmará nuestros corazones irreprensibles en santidad. Él no dice que nuestro corazón será afirmado irreprensible en pureza o limpieza. El Nuevo Testamento recalca la importancia de tener un corazón puro. El Señor Jesús dijo: “Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios” (Mt. 5:8). Pablo exhortó a Timoteo a andar con los que de corazón puro invocan al Señor (2 Ti. 2:22). Asimismo, en Salmos 51:10 David oró para que el Señor creara en él un corazón limpio. ¿Por qué, entonces, Pablo no dijo irreprensibles en pureza o en limpieza, sino “irreprensibles en santidad”? La razón es que el libro de 1 Tesalonicenses trata de la vida santa para la vida de iglesia. Así que, la conclusión de la primera sección de esta epístola, compuesta de los capítulos uno, dos y tres, es que el Señor afirmará nuestros corazones irreprensibles en santidad.

  Yo creo que todos tenemos fe, amor y esperanza. Nos hemos vuelto de los ídolos a Dios, servimos al Dios vivo y esperamos la venida del Señor Jesús. Por consiguiente, tenemos fe, amor y esperanza así como la experiencia de habernos hecho un vuelto, de servir y de esperar. Aun así, necesitamos ser perfeccionados en nuestra fe. En 1 Tesalonicenses, la fe alude a nuestra capacidad de creer y también a lo que creemos. Así que, la fe es un asunto de suma importancia. El aspecto objetivo de la fe, es decir, aquello en lo que creemos, es un vasto campo que incluye muchos asuntos. Los mensajes que hemos publicado a través de los años han abarcado diferentes asuntos en el campo de la fe. Estos mensajes nos muestran todo lo que comprende la fe cristiana, las creencias cristianas. Aun incluye el hecho de que el Dios Triuno se mezcla con los seres humanos salvos y regenerados.

  Por medio de la predicación de Pablo, los tesalonicenses escucharon el evangelio. Esto quiere decir que ellos escucharon la fe; y no sólo la escucharon, sino que además la recibieron. Sin embargo, debido a que el tiempo que Pablo estuvo con ellos fue tan corto, aproximadamente tres semanas, no alcanzó a presentarles todo el contenido de la fe neotestamentaria. Así que, no es de extrañar que él estuviera ansioso de visitarlos y de ver nuevamente sus rostros para poder hablarles más de la fe y así perfeccionarlos en la fe. Al igual que los tesalonicenses, nosotros también necesitamos que nuestra fe sea perfeccionada.

  Los tesalonicenses tenían fe y también amor. Como creyentes de Cristo, nosotros también nos amamos unos a otros. El amor divino no tiene medida; es inmensurable. Es por eso que necesitamos crecer y abundar en nuestro amor.

  Si somos perfeccionados en nuestra fe y si crecemos y abundamos en nuestro amor, tendremos un vivir, un andar diario, que es digno del llamamiento de Dios. Si hemos de vivir de esta manera, el Señor necesita fijar nuestro corazón, dándole un fundamento firme. En esto consiste afirmar, edificar, nuestro corazón.

UN CORAZÓN VARIABLE

  En vez de tener un corazón afirmado, los cristianos en su mayoría tienen un corazón voluble, un corazón variable. Necesitamos un corazón que haya sido sólidamente afirmado, y no un corazón variable. Sin embargo, nosotros por nacimiento tenemos un corazón variable. Lo más variable en nosotros es nuestro corazón. Por ejemplo, un hermano puede mostrarse muy amable con su esposa por la mañana, y después, durante el desayuno, quizás se moleste por algo y la trate ásperamente. Éste es un ejemplo de lo voluble que es nuestro corazón.

  Nuestro corazón es variable no solamente en relación con otras personas, sino también en la relación que tenemos con el Señor. Dios es un Dios que no cambia; Él jamás cambia. Nosotros somos los que cambiamos, y somos de corazón variable. Por esta razón, a Pablo le preocupaba que los corazones de los nuevos creyentes de Tesalónica fueran afirmados, edificados y establecidos.

  En el griego, el versículo 13 comienza con una palabra que se puede traducir “para” o “a fin de”, lo cual indica que lo dicho en este versículo es el resultado de lo mencionado en los versículos anteriores, especialmente de los versículos del 6 al 12. Así que, debemos leer los versículos del 6 al 13, considerándolos como una sola sección. Así, pues, veremos que el versículo 13 es una conclusión de lo que Pablo abarca en esta sección. En estos versículos vemos que la preocupación de Pablo era la fe y el amor de los tesalonicenses. Su deseo era que la fe de ellos fuera perfeccionada y que su amor creciera y abundara más, a fin de que el Señor pudiera afirmar sus corazones.

  Nuestro corazón aún necesita ser afirmado. Esto se aplica tanto a los jóvenes como a los de más edad. Yo conozco las experiencias de los jóvenes. También sé que los jóvenes son personas variables. Me acuerdo muy bien de mis experiencias de hace muchos años cuando todavía era joven. Los jóvenes no son personas estables. Ahora, como alguien que tiene más edad, puedo hablarles acerca de los ancianos. Los ancianos no son más estables que los jóvenes. De hecho, no hay persona alguna que, según su vida humana natural, tenga un corazón estable. Como seres humanos, todos somos variables. El simple hecho de envejecer no significa que haya ocurrido un cambio fundamental en nuestra naturaleza. Por ejemplo, un trozo de vidrio puede ser muy frágil. Después de cincuenta años, el vidrio seguirá siendo frágil. El tiempo no lo hará más resistente. Lo mismo podemos decir de la vida humana. Tanto los viejos como los jóvenes tienen un corazón variable. Por lo tanto, yo les ruego, especialmente a los que ya no son tan jóvenes, que no se fíen absolutamente de su corazón. Debido a que nuestro corazón cambia tan fácilmente, no podemos confiar en él en absoluto.

  Durante el tiempo que llevo ministrando, he conocido a miles de personas. A través de los años he visto lo variable que es el corazón humano. Una y otra vez vi cómo el corazón de algunos cambiaba. Ya que nuestro corazón es tan variable, una necesidad crucial en nuestra vida cristiana es que nuestros corazones sean afirmados.

  Si bien es cierto que necesitamos que nuestro corazón sea afirmado, nosotros no podemos hacer esto por nosotros mismos. Solamente el Señor es capaz de afirmar nuestro corazón. Así que, necesitamos que Él haga que nuestro corazón sea sólidamente afirmado y edificado.

UN CORAZÓN IRREPRENSIBLE

  Hemos visto que, conforme al versículo 13, el Señor desea afirmar nuestros corazones irreprensibles. ¿Saben por qué nuestro corazón es reprensible, es decir, digno de ser reprochado? Nuestro corazón es reprensible porque es variable. Si nuestro corazón es afirmado, edificado y establecido sobre un fundamento sólido, será irreprensible. Un corazón inalterable es, por tanto, un corazón irreprensible.

  A veces criticamos a otros por ser fluctuantes cuando nosotros mismos también lo somos. Por ejemplo, quizá un hermano le diga a su hija que no se fíe de cierto joven porque es inconstante y variable. Como padres, tal vez hablemos así para proteger a nuestras hijas. Asimismo, para cuidar a los nuevos creyentes, tal vez tengamos que advertirles que no confíen en ciertas personas que son variables. Pero, ¿qué de nosotros? ¿Acaso no somos variables? Debo confesar que en mi vida natural cambio con frecuencia. Aun más, muchos de los cambios a los que me refiero son negativos. Por ejemplo, hace años anoté ciertas cosas en mi diario, sobre cómo resolví cierto asunto cabalmente delante del Señor. Pero ahora, después de todos estos años, no me atrevería a leer lo que escribí, porque aun después de hacer mis anotaciones, experimenté cierto cambio.

  Debemos darnos cuenta y reconocer que nuestro corazón cambia mucho. Por tanto, necesitamos recibir la misericordia y la gracia del Señor para que podamos darle el permiso para que afirme nuestro corazón. Él espera que le demos nuestro consentimiento antes de empezar a realizar la obra de afirmarnos. Una vez que nuestro corazón sea afirmado, será irreprensible.

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