Mensaje 8
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Lectura bíblica: 1 Ts. 1:1; 2 Ts. 1:1; Mt. 28:19; Hch. 19:5; Ro. 6:3; Gá. 3:27; Ap. 1:11-12
Ya vimos que 1:1 declara que la iglesia está en el Dios Triuno. Pablo habla del Dios Triuno en 2 Corintios 13:14: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. Aquí tenemos la triple bendición del Dios Triuno, la bendición del amor, la gracia y la comunión. El Dios Triuno revelado en este versículo es el Dios procesado. El propio Dios en quien la iglesia está hoy es el Dios Triuno procesado: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
¿Qué es lo que Dios el Padre desea? Según el Nuevo Testamento, el Padre desea obtener muchos hijos. Lo que le interesa al Padre es la filiación. A fin de producir estos hijos, Él ha estado engendrando hijos. En lo que a Dios se refiere, Él no está procurando limitar el número de hijos. Cuantos más tenga, mejor. El Padre desea obtener hijos, y Él los está engendrando.
Dios el Padre tiene un propósito muy definido al producir muchos hijos. Él no es un padre insensato que actúa sin ningún propósito. Al contrario, Él tiene un propósito y un plan. La elección y predestinación de Dios concuerdan con Su propósito. Primero, Él nos escogió, y luego, nos predestinó. Esto indica que únicamente es Dios quien da inicio y origen a las cosas. Así que, el hecho de que la iglesia esté en Dios el Padre da a entender que la iglesia está incluida en el propósito de Dios así como en Su plan, Su elección y Su predestinación. Sin duda, la iglesia también está incluida en el llamamiento de Dios. Decir que la iglesia está en Dios el Padre equivale a decir que la iglesia está en Aquel que da inicio y origen a las cosas.
Esta comprensión de la iglesia, o sea, de que está en el Padre, no es meramente una cuestión doctrinal; antes bien, es algo que tiene mucho que ver con nosotros en un sentido práctico y experimental. Un problema que se observa entre los cristianos de hoy en día es que tienen diversos propósitos y planes. Hay muchas personas que están dando inicio y origen a las cosas. Esto no es correcto. Todos los cristianos deberíamos tener un mismo propósito, a saber, el propósito de nuestro Padre. Asimismo deberíamos tener el mismo plan del Padre. Esto significa que nadie más, sólo el Padre, debería ser quien da inicio y origen a las cosas. Nosotros no deberíamos originar ni iniciar nada. Imagínense lo que sucedería si todos los cristianos abandonaran sus propósitos y planes personales, y hubiera un solo iniciador y originador. ¡Cuánta unidad habría entre todos nosotros! No habría división alguna.
Ya vimos, en parte, lo que significa el hecho de que la iglesia está en el Padre. Ahora examinemos lo que significa el que la iglesia esté en el Señor Jesucristo. Es algo grandioso estar en Cristo. Estar en Cristo implica que ya no existen más el pecado, la carne, el yo, la vida natural, la vieja creación, la muerte ni Satanás. Para nosotros los que estamos en Cristo, se le ha dado fin a todo lo negativo. Se le ha dado fin al pecado, a la muerte, al yo, a la carne, a Satanás y a la vieja creación. Para los que estamos en Cristo, todo lo que no sea Dios mismo ha llegado a su fin.
Si vemos lo que ha sido eliminado en Cristo, entenderemos que es una vergüenza el que las así llamadas iglesias usen ciertos nombres para autodenominarse. Por ejemplo, en China había un grupo llamado Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos. Recientemente, en el sur de California, vi una pancarta que decía: “Iglesia china taiwanesa del condado de Orange”. Aun más, hace poco un hermano me comentó acerca de un grupo llamado “Iglesia menonita china de San Francisco”. Ninguno de estos nombres o designaciones tienen cabida en la iglesia. Los que adoptan nombres como éstos indican con ello que no son la iglesia en el Señor Jesucristo. El hecho de que adopten un nombre indica que entre ellos hay todavía muchas cosas que no han llegado a su fin.
La iglesia está en el Señor Jesucristo. Esto implica que, con respecto a la iglesia, todo lo natural, todo lo negativo y todo lo que pertenece a la vieja creación, ha llegado a su fin. Significa que en la iglesia ya no hay chinos ni estadounidenses, no hay japoneses ni coreanos, ni hay franceses ni alemanes. En la iglesia sólo hay lugar para Jesucristo el Señor. Esto es lo que significa el que la iglesia esté en el Señor Jesucristo.
Nosotros los que estamos en el recobro del Señor afirmamos que practicamos la vida de iglesia. Sin embargo, cada vez que afirmemos esto, debemos preguntarnos si todavía conservamos nuestra cultura o nuestra propia manera de ser. Con respecto a esto, a veces esperamos que los demás se compadezcan de nosotros. En algunas ocasiones las hermanas me han dicho: “Hermano Lee, no olvide que somos hermanas. La Biblia dice que nosotras las hermanas somos vasos más frágiles”. Sin embargo, en el Señor Jesucristo no hay vasos frágiles. Por consiguiente, no debemos esperar que los demás se compadezcan de nuestro modo de ser. En tanto que usted exija que los demás lo entiendan, eso será un indicio de que, en lo que a su experiencia se refiere, usted no está sepultado con Cristo. Para que la iglesia esté en el Señor Jesucristo de un modo práctico, es preciso que todos lleguemos a nuestro fin y que seamos sepultados. Debemos morir y luego ser puestos en una tumba. Esto es lo que significa estar en el Señor Jesucristo.
Cuando digo esto, ¿no les da la impresión de que estoy comparando al Señor Jesucristo con una tumba? Escuchen lo que Pablo dice en Romanos 6:3: “¿O ignoráis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en Su muerte?”. Este versículo dice claramente que ser bautizado en Cristo equivale a ser bautizado en la muerte de Cristo. Ya que es así, ¿cómo podríamos estar en Cristo sin estar también en Su muerte? Estar en Cristo significa, por tanto, ser sepultado, o sea, significa llegar a nuestro fin. ¿No les agrada escuchar estas palabras? Sea que nos agrade esto o no, es un hecho que estar en Cristo significa llegar a nuestro fin.
Durante los días especiales de conferencias o entrenamientos, se congregan santos de distintas ciudades y regiones. Aunque tal vez nadie hable bien de su propia localidad, es posible que todos, en lo profundo de nuestro ser, nos sintamos orgullosos del lugar de donde venimos. Tal vez digamos en nuestro corazón: “Quiero que ustedes tengan muy claro que soy de tal o cual lugar. Mi ciudad es la mejor”. Pensar de esta manera equivale a exaltarnos a nosotros mismos. Cuando decimos que somos de cierto lugar, nos alejamos de nuestra posición en el Señor Jesucristo. La iglesia sólo debe estar en Dios Padre y en el Señor Jesucristo.
Hay una razón importante por la cual Pablo empezó la epístola de 1 Tesalonicenses de la manera que lo hizo. En la época de Pablo, los griegos en su mayoría eran personas orgullosas y malignas. Su mitología era muy compleja, y ellos adoraban con mucho orgullo a sus dioses falsos. Eran extremadamente supersticiosos. Así que, su mitología, superstición y filosofía los dañó y los corrompió. La filosofía griega, al igual que la filosofía egipcia, la babilónica y la pérsica, no era nada pura, pues contenía muchos elementos contaminantes. En cierto sentido, su filosofía fomentaba la inmoralidad y la fornicación.
Al hablar Pablo de la iglesia de los tesalonicenses que está en Dios Padre y en el Señor Jesucristo, parecía estar diciendo: “Santos amados de Tesalónica, vosotros seguís siendo tesalonicenses. Pero debéis daros cuenta de que ahora, por haber creído en Jesucristo, sois personas distintas. Ya no estáis en vuestra mitología ni filosofía, sino en Dios Padre, puesto que habéis sido regenerados, habéis nacido de Dios y tenido un nuevo comienzo. Vosotros también estáis en el Señor Jesucristo, pues en Él fuisteis aniquilados en la cruz. Por consiguiente, ya no sois griegos ni tampoco personas inmorales. No deberíais permanecer en la filosofía ni en la mitología, sino totalmente en Dios Padre. ¿Sabéis cuál es la razón por la cual ahora podéis estar en el Padre? La razón es que habéis nacido de Él. Por lo tanto, ahora estáis en el Dios que engendra, en el Dios que ha llegado a ser vuestro Padre. De igual manera, en lugar de estar en vuestra filosofía, vosotros ahora estáis en el Señor Jesucristo. Por estar en el Padre y en el Señor Jesucristo, vosotros ahora sois un pueblo santo, un pueblo apartado. De hoy en adelante, debéis llevar una vida completamente separada de todo lo que tenga que ver con Tesalónica, Grecia, la inmoralidad, y con la mitología y filosofía griegas. Esta vida santa, esta vida apartada, tiene como objetivo la vida de iglesia, ya que la iglesia está en Dios Padre y en el Señor Jesucristo”.
Es importante que todos veamos que la iglesia está en el Dios Triuno. Yo me hice ciudadano estadounidense por naturalización, y, en un buen sentido, me he americanizado un poco. Sin embargo, no me considero estadounidense ni chino, sino alguien que está en el Señor Jesucristo. Sin importar cuál sea la naturaleza de nuestra ciudadanía terrenal, todos debemos comprender que en realidad estamos en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. Estar en el Padre y en el Señor Jesucristo implica que hemos nacido de nuevo, que hemos tenido un nuevo comienzo. Tenemos un nuevo origen: Dios el Padre. Todas las cosas viejas, todas las cosas negativas, como el pecado, la carne, el yo, el viejo hombre, la vida natural, Satanás y la muerte, han llegado a su fin. El hecho de que estemos en el Señor Jesucristo implica el fin de todas estas cosas. Esto significa que en el Señor Jesucristo no existe el pecado, la muerte, ni Satanás. En Él no existe el mundo, la carne, el yo ni la vieja creación. En Dios Padre, hemos nacido de nuevo, hemos sido regenerados. En Él tenemos un nuevo origen y un nuevo comienzo. En el Señor Jesucristo, todo lo relacionado con la vieja creación ha llegado a su fin. Esto es lo que implica estar en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. Aquí, en el Dios Triuno, es donde está la iglesia hoy.
Si queremos llevar una vida santa para la vida de iglesia, es fundamental que veamos que la iglesia está en el Dios Triuno. Si vemos esto, no prestaremos atención a enseñanzas sobre cómo mejorar nuestra conducta o cómo tener un comportamiento más ético. Mientras veamos que la iglesia es una entidad que está en Dios Padre y en el Señor Jesucristo, comprenderemos que hemos sido completamente apartados por Dios mismo y que ahora nos hallamos inmersos en el Señor Jesucristo. Esto hace de nosotros un pueblo santo que lleva una vida santa, una vida apartada. Esta vida tiene como objetivo la iglesia. Si vemos esto, entenderemos lo que está escrito en el libro de 1 Tesalonicenses.
Tengo la plena certeza de que si vemos lo que abarcan estos mensajes acerca de la iglesia, la cual está en el Dios Triuno, nuestra manera de pensar cambiará y también nuestro comportamiento. Estos mensajes nos imparten una visión que regulará nuestros pensamientos, nuestras actividades y toda nuestra vida. Si vemos la revelación de que la iglesia está en Dios Padre y en el Señor Jesucristo, comprenderemos espontáneamente que no debemos seguir aferrándonos a ciertos conceptos ni hacer ciertas cosas, debido a que son mundanas, profanas e impías, es decir, no son cosas apartadas para Dios. Comprenderemos que tales cosas no tienen cabida en la iglesia, la cual está en Dios Padre y en el Señor Jesucristo.
Puedo testificar que me gusta mucho la expresión de Pablo en 1:1: “La iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor Jesucristo”. ¡Cuán maravilloso es que la iglesia sea de ciertas personas que están en Dios Padre y en el Señor Jesucristo!
Tanto en 1 Tesalonicenses 1:1 como en 2 Tesalonicenses 1:1 y 2, Pablo menciona la gracia y la paz después de decirnos que la iglesia está en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. La gracia es el Dios Triuno dado a nosotros para que lo disfrutemos. Cuando estamos en el Padre y en el Señor Jesucristo, estamos en el lugar donde podemos disfrutar todas las cosas de Dios.
Hemos dicho que el Padre es quien planea y da origen a las cosas. Él es el iniciador y originador. Dios el Hijo lleva a cabo todo lo que Dios el Padre planeó, dispuso, inició y originó. Pero, ¿cuál es la función de Dios el Espíritu? El Espíritu no es quien da origen ni el que lleva a cabo las cosas; más bien, Él es el ejecutor. El Espíritu no hace nada por Sí mismo ni para Sí mismo, sino que ejecuta, pone en vigencia, lo que el Padre planeó y originó y lo que el Hijo realizó. Es preciso que todos veamos que todo lo que el Padre planeó y todo lo que el Hijo logró, está ahora en el Espíritu y con el Espíritu. En nuestra experiencia, Aquel con quien nosotros tenemos contacto, es el Espíritu. Este Espíritu es el Hijo, y en el Hijo tenemos al Padre. Por esta razón, podemos afirmar que el Padre está en el Hijo y que el Hijo es ahora el Espíritu vivificante que mora en nosotros. Lo que debemos hacer es permanecer en el Espíritu y andar conforme al Espíritu. Cada vez que andamos conforme al Espíritu, en efecto andamos conforme al Dios Triuno.
El Espíritu es la consumación máxima y final del Dios Triuno procesado. El Espíritu es el Dios Triuno que llega a nosotros y se aplica a nosotros. ¿Cómo llega a nosotros el Dios Triuno procesado y tiene contacto con nosotros? Lo hace como Espíritu. ¿Cómo puede aplicarse a nosotros el Dios Triuno procesado en nuestra experiencia? Es como Espíritu vivificante que Él se aplica a nosotros. El Espíritu no es simplemente el Espíritu de Dios y el Espíritu de Cristo; Él es el Espíritu como Dios y como Cristo. Hoy en día, en nuestra experiencia, el Dios Triuno es el Espíritu vivificante. Por consiguiente, si estamos en Dios Padre y en el Señor Jesucristo, estamos en el Espíritu. Es debido a que el Espíritu se halla implícito y sobrentendido en 1:1, que afirmamos que la iglesia está en el Dios Triuno.