Mensaje
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Lectura bíblica: 2 Co. 3:3, 6-9, 18; 4:1a
El título de este mensaje es: “La esencia del ministerio del nuevo pacto”. La palabra “esencia” está relacionada con lo que Pablo dice acerca de la gloria y de la superioridad del ministerio del nuevo pacto en 3:7-11. Estos versículos muestran la inferioridad de la gloria del ministerio mosaico, el cual es el ministerio de la ley, un ministerio de condenación y muerte, y la superioridad del ministerio apostólico, el cual es el ministerio de la gracia, un ministerio de justicia y del Espíritu. El primero vino por medio de la gloria de modo temporal; el segundo permanece en gloria para siempre. En 2:12-17 el apóstol habla del triunfo y efecto del ministerio apostólico; en 3:1-6, de su función y competencia; y en 3:7-11, de su gloria y superioridad.
En los mensajes anteriores hemos abarcado muchos asuntos básicos relacionados con el ministerio del nuevo pacto: la esencia, el efecto, la función, la competencia, la gloria y la superioridad. Ahora en este mensaje debemos concentrarnos en qué es la esencia del ministerio del nuevo pacto.
Tal vez algunos digan que la palabra “esencia” no se encuentra en 2 Corintios 3. Pero aunque esta palabra no se use, el concepto de esencia está implícito en el versículo 3: “Siendo manifiesto que sois carta de Cristo redactada por ministerio nuestro, escrita no con tinta, sino con el espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de corazones de carne”. En este versículo, la palabra griega traducida “redactada por ministerio nuestro” en realidad significa “servida”. La palabra griega significa servir algo a alguien, como por ejemplo, lo que hace un camarero en un restaurante o una azafata en un avión. Por tanto, Pablo declara que los creyentes corintios son una carta de Cristo servida por los apóstoles. No obstante, al darse cuenta de que la palabra “servir” no es adecuada, Pablo usó también la palabra “escrita”, lo cual explica el significado de la palabra griega en este contexto. La manera que Pablo empleaba para servir en su ministerio era escribir.
En 3:3, Pablo declara: “escrita no con tinta”; él no dice: “escrita no por tinta”. La palabra “con” indica que la tinta espiritual, el Espíritu del Dios vivo, es una esencia, un elemento, del que se vale el que inscribe o redacta. Es importante que prestemos atención a cómo Pablo usa la preposición “con”. Esta preposición indica que el Espíritu no es ni el escritor ni el instrumento que se usa para escribir, sino la esencia, el elemento, la sustancia que se usa al escribir. El Espíritu del Dios vivo, quien es el Dios vivo mismo, no es un instrumento, tal como una pluma, sino un elemento, la tinta celestial que se usa para escribir, de la cual se valen los apóstoles para ministrar a Cristo como contenido en su redacción de cartas vivas que trasmiten a Cristo.
Tomemos como ejemplo el simple hecho de escribir una carta con un bolígrafo. Usted podrá ser el escritor, pero el bolígrafo es el instrumento. La tinta, por su parte, no es ni el autor ni el instrumento; es el elemento, la esencia. Si se le acaba la tinta a su bolígrafo, todo lo que usted intente escribir será en vano. Tal vez escriba palabras en una hoja de papel, pero la hoja quedará en blanco. En ese caso, habrá un escritor y un instrumento, mas no habrá tinta, la cual es la esencia que se necesita para escribir.
En 2 Corintios 3:3, el Espíritu Santo no es el escritor, el instrumento, ni siquiera el poder. Hoy, cuando muchos cristianos hablan del Espíritu, lo relacionan con el poder. Pero si leemos detenidamente este versículo, examinándolo en su contexto, veremos que el Espíritu aquí es un asunto de esencia, no de poder.
Debido a que muchos cristianos pasan por alto que el Espíritu es una esencia, en este mensaje he optado a propósito por recalcar la palabra “esencia”. Entre los cristianos de hoy, ¿quiénes consideran al Espíritu como una esencia? Por lo general, los cristianos piensan que el Espíritu es un instrumento o un poder; otros, que han visto algo más, hablan del Espíritu como una persona divina, pero no conozco ningún predicador que hable del Espíritu como lo hace Pablo en 2 Corintios 3. En este capítulo, la perspectiva que Pablo tiene del Espíritu es que éste es una esencia que se usa para escribir cartas de Cristo. Aquí él no ve al Espíritu como una persona, un instrumento o un poder; más bien, considera al Espíritu como la esencia que se usa para escribir cartas vivas de Cristo.
El ministerio del nuevo pacto no consiste meramente en enseñar. Ninguno de los maestros que ustedes tuvieron en la escuela inscribió jamás en ustedes alguna esencia. Tal vez ellos les inculcaron conceptos, pero no depositaron en ustedes la esencia de algún elemento. El ministerio del nuevo pacto, por su parte, hace mucho más que solamente enseñar; dicho ministerio escribe en nosotros. Además, el ministerio del nuevo pacto inscribe en nosotros no con conceptos, conocimiento o teología, sino con una esencia, con algo real y sustancial.
Al estar en la vida de iglesia en el recobro del Señor, ¿no tiene usted la sensación de que algo espiritual se está inscribiendo en usted? Muchos de nosotros podemos dar testimonio de que por medio del ministerio del nuevo pacto, Cristo ha sido inscrito en nosotros. Una esencia divina ha sido escrita en nuestro ser, y esta esencia es el Espíritu.
Sin embargo, aún necesitamos definir qué es esta esencia. Nos damos cuenta de que hemos sido inscritos con el Espíritu, pero ¿qué es este Espíritu?
Debemos examinar la terminología que se usa con relación al ministerio del nuevo pacto. En 3:7 Pablo habla del ministerio de muerte, y en el versículo 8, del ministerio del Espíritu. Por tanto, en estos versículos tenemos una comparación entre el ministerio de muerte y el ministerio del Espíritu. El ministerio de muerte alude al ministerio del viejo pacto, al ministerio mosaico. Pablo fue muy audaz al hablar del ministerio de muerte. No es de sorprender que los judíos se ofendieran por lo que él dijo. Luego, Pablo compara el ministerio de muerte con el ministerio del Espíritu.
La mayoría de nosotros no contrastaría la muerte con el Espíritu, pues la muerte siempre está en oposición a la vida. Para nosotros, es un asunto de vida o muerte, de muerte o vida. Pero en lugar de usar la palabra “vida” en 3:8, Pablo habla del Espíritu. Esto indica que el Espíritu aquí está relacionado con la vida, ya que la vida es lo que está en contraste con la muerte. En 3:6 Pablo ya había dicho que el Espíritu da vida. Por tanto, el Espíritu aquí alude al Espíritu que da vida y también a la vida dada por el Espíritu. El ministerio del viejo pacto era un ministerio de muerte; el ministerio del nuevo pacto es un ministerio de vida, el cual se halla corporificado en el Espíritu.
La esencia del Espíritu inscrita dentro de nosotros es la vida. La vida aquí no es un instrumento, una persona, un poder, una fuerza, una capacidad, un talento, o un don. Si comprendemos que aquí el Espíritu es el Espíritu de vida, entenderemos qué es la naturaleza de la esencia que se inscribe en nosotros mediante el ministerio del nuevo pacto.
Los cristianos a menudo se refieren al Espíritu como un instrumento, un poder o un don. Además, es posible que nosotros, bajo la influencia de la tradición, tampoco le prestemos la debida atención al hecho de que el Espíritu es la esencia que se inscribe en nosotros. Por esta razón, quiero recalcar el hecho de que el Espíritu de 2 Corintios 3 no es un poder ni un instrumento, sino una esencia.
El versículo 18 confirma este entendimiento: “Mas, nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Señor Espíritu”. Aquí la gloria no es un instrumento, un poder, una capacidad ni un don. La gloria también es una esencia. A medida que miramos la gloria del Señor a cara descubierta, la gloria como esencia nos transforma. En uno de los mensajes anteriores, hicimos notar que la expresión “de gloria en gloria” del versículo 18 significa “del Señor Espíritu al Señor Espíritu”, porque en este versículo la gloria y el Espíritu son sinónimos. Por tanto, ser transformados de gloria en gloria equivale a ser transformados del Espíritu al Espíritu.
La versión amplificada del Nuevo Testamento traduce las palabras griegas “de gloria en gloria” como “de un grado de gloria a otro”. Es correcto afirmar que somos transformados de un grado de gloria a otro grado de gloria, pero debemos entender qué es la gloria. La gloria de 3:18 es en realidad el Espíritu. Esta gloria alude también al Cristo resucitado, o a Cristo en resurrección. El Señor Jesús fue glorificado mediante la resurrección (Lc. 24:26). Por consiguiente, la gloria, el Espíritu y la resurrección aluden a lo mismo. Ahora el Espíritu que está en nosotros es gloria y también es la realidad de la resurrección. Por consiguiente, una vez más vemos que en 2 Corintios 3, el Espíritu es una esencia, y no un instrumento ni un poder.
En 3:9 Pablo añade: “Porque si el ministerio de condenación [vino en] gloria, mucho más abunda en gloria el ministerio de la justicia”. La expresión “el ministerio de condenación” también alude al ministerio mosaico del viejo pacto. Ese ministerio era un ministerio de muerte y también un ministerio de condenación. Pablo demostró osadía al declarar el hecho de que el ministerio de Moisés fue un ministerio de muerte y de condenación. Pero como lo indica el versículo 9, aun este ministerio vino en gloria.
Así como el ministerio del viejo pacto era de muerte y de condenación, el ministerio del nuevo pacto es del Espíritu y de la justicia. La muerte está en oposición a la vida, la cual se halla corporificada en el Espíritu, y la condenación está en oposición a la justicia.
Tal vez esperábamos que Pablo usara la palabra justificación en lugar de justicia. Pero aquí Pablo habla de la justicia, no de la justificación. Basándonos en el principio de que en este capítulo el Espíritu es una esencia, la justicia aquí también debe ser considerada una esencia. Por lo tanto, el ministerio del nuevo pacto tiene una esencia en dos aspectos: el primer aspecto es del Espíritu, y el segundo aspecto es de la justicia.
Hemos señalado que el Espíritu en 2 Corintios 3 está relacionado con la vida. En dicho capítulo, el Espíritu alude a la vida. Pero ¿a qué se refiere la justicia? Para contestar esta pregunta, debemos darnos cuenta de que Pablo coloca la justicia en la misma categoría que al Espíritu. Tanto la justicia como el Espíritu están en el mismo nivel. El ministerio del nuevo pacto es un ministerio del Espíritu y de la justicia, y ambos son aspectos de la esencia de este ministerio. Así como una mesa está constituida de madera y de pintura, el ministerio del nuevo pacto también está constituido del Espíritu y de la justicia. Supongamos que se pinta una mesa de madera. La madera es la sustancia de la mesa y la pintura le da a la mesa un aspecto particular. Por consiguiente, en la mesa vemos la sustancia y el aspecto. El principio es el mismo con relación al ministerio del nuevo pacto. Este ministerio tiene una sustancia y también un aspecto, una expresión. El Espíritu es la sustancia del ministerio del nuevo pacto, y la justicia es su expresión.
Consideremos lo relacionado con el Espíritu y la justicia a la luz de nuestra experiencia con el Señor. Cuando usted, que ama al Señor y va en pos de Él, vive a Cristo, ¿no siente en su interior algo sustancial, viviente y activo? Esta sustancia viva no es ninguna clase de doctrina, enseñanza o teología; al contrario, esta sustancia viva y activa es el Espíritu.
Hoy, a través del ministerio, a todos se nos ha inscrito el Espíritu en nuestro ser. Muchas veces, después de la reunión, sentimos algo vivo, sustancial y activo dentro de nosotros. Esta sustancia viva es el Espíritu, el Espíritu que nos ha sido inscrito. En otras palabras, se nos ha añadido la esencia divina. Si una persona nunca ha experimentado esto, dudo que halla sido verdaderamente salva y regenerada. Creo que todos los que estamos en la vida de iglesia podemos testificar que hemos experimentado al Espíritu en nuestro interior de una manera viva, activa y sustancial. Además de la sustancia interior, tenemos también una expresión exterior. Esta expresión es la justicia.
Todo aquel a quien se le ha inscrito el Espíritu del Dios vivo tendrá una expresión de justicia en su diario vivir. Por ejemplo, un hermano que es casado experimentará al Espíritu como sustancia viva dentro de él por medio de la inscripción que efectúa el ministerio del nuevo pacto. Espontáneamente, su esposa se dará cuenta de que algo le ha sucedido a su marido, y tal vez se diga: “Algo le ha ocurrido, pero no entiendo qué es. Parece estar bien en todo y con todo. Antes, actuaba mal casi en todo lo que hacía, incluso en la manera de guardar las cosas, pues nunca las ponía en su lugar. Pero ahora, se encarga de cada detalle como se debe. Además, veo también una diferencia en la manera en que me habla. Cuando se va a trabajar, se despide de mí de una manera muy agradable; me dice: ‘Querida, me voy a trabajar’. Mi esposo se conduce correctamente aun en la manera en que cuida al perro. No sé qué le pasa”. Lo que pasa es que puesto que el hermano experimenta interiormente al Espíritu como sustancia, él expresa la justicia en su vivir en la casa.
Cuando no vivimos a Cristo, actuamos mal en muchas cosas. Tal vez actuemos mal en la manera en que cerramos la ventana o la puerta. En lugar de cerrar la puerta correctamente, quizás la cerremos bruscamente. Pero cuando vivimos a Cristo y experimentamos en nosotros algo sustancial y activo, llegamos a conducirnos debidamente aun en la manera en que cerramos las ventanas y las puertas. De hecho, todo lo que hagamos, lo haremos correctamente.
Algunos son muy descuidados en la manera en que mantienen sus zapatos o su ropa. Si usted pudiera ver sus habitaciones, descubriría que muchas cosas están desordenadas. Pero si estas personas experimentan al Espíritu como la sustancia que está en ellos, empezarán a actuar correctamente aun en la forma de acomodar sus zapatos y su ropa. Todo estará colocado en orden.
Si usted experimenta al Espíritu en lo profundo de su ser y expresa la justicia en su conducta, otros se darán cuenta de que usted es diferente. Esto es producto del ministerio del nuevo pacto. Este ministerio escribe una esencia en nuestro ser, una esencia que tiene un aspecto externo y un aspecto interno. El aspecto interno es el Espíritu vivo que se mueve en nosotros; y el aspecto externo es la justicia como nuestra expresión.
El Espíritu y la justicia están relacionados con el hecho de que expresemos la imagen de Dios. Esto se debe a que el Espíritu y la justicia en realidad son Dios mismo. Dios como Espíritu actúa como sustancia en usted y como esencia vive en usted, pues Él mismo se ha añadido a su interior por medio del ministerio del nuevo pacto. Así que, interiormente, usted tiene al Espíritu. La justicia que usted expresa exteriormente también es Dios mismo; por consiguiente, usted no sólo se conduce correctamente con relación a tantas cosas y no sólo es justo, sino que también Dios mismo es su justicia. Dios como justicia llega a ser su propia expresión. Primero, Dios es el Espíritu vivificante que vive, se mueve y actúa dentro de usted. Luego, Dios llega a ser su expresión externa, su aspecto, de justicia. Ésta es la esencia del ministerio del nuevo pacto.
La obra del ministerio del nuevo pacto es totalmente diferente de la que lleva a cabo la mayoría de los predicadores y maestros de hoy. La obra del ministerio del nuevo pacto no consiste simplemente en enseñarnos a mejorar nuestro comportamiento; más bien, este ministerio inscribe en nosotros el propio Espíritu. Escribir significa añadir más esencia de Dios a nosotros. Interiormente, esta esencia es el Espíritu; exteriormente, es la justicia. Pero como hemos visto, tanto el Espíritu que está por dentro como la justicia que se ve por fuera son el propio Dios. Por consiguiente, el ministerio del nuevo pacto, un ministerio del Espíritu y de la justicia, es simplemente el ministerio de Dios. Afirmar que el ministerio del nuevo pacto es del Espíritu y de la justicia equivale a decir que el ministerio del nuevo pacto es de Dios. No obstante, afirmar que este ministerio es de Dios es hablar en términos generales, mientras que afirmar que este ministerio es del Espíritu y de la justicia es hablar de una manera más específica. ¡Alabado sea el Señor porque el Espíritu es el propio Dios que está en nosotros y que vive, se mueve y actúa en nosotros, y que la justicia es el Dios que se expresa por medio de nosotros para ser nuestra apariencia externa!
La visión central de la Biblia está relacionada con la imagen de Dios que es expresada por la vida de Dios. En cuanto a esto, los primeros dos capítulos de Génesis son muy importantes. En Génesis 1 tenemos la imagen de Dios: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza ... y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó” (vs. 26-27). Dios desea que lo expresemos a Él con Su imagen, pero si hemos de expresar a Dios de esta manera, necesitamos Su vida. La vida de Dios es representada por el árbol de vida de Génesis 2:9. El Espíritu es la vida que está en nosotros, y la justicia es la imagen que expresamos exteriormente. ¡Alabado sea el Señor por el ministerio del nuevo pacto con sus dos aspectos: la vida y la expresión! Interiormente tenemos al Espíritu como vida, y exteriormente tenemos la justicia como expresión.
Entre todos los habitantes de la tierra, las personas más justas son aquellas que viven a Cristo. Cada vez que usted viva a Cristo, se conducirá bien en todo. No necesitará que nadie le enseñe cómo conducirse correctamente, pues el Cristo que vive en usted lo llevará a estar bien con todo y con todos. Si somos desordenados con nuestras cosas o con respecto a la manera en que cerramos la puerta, eso indica que no estamos viviendo a Cristo. Si vivimos realmente a Cristo, cerraremos la puerta correctamente, y cuando se trate de tocar a la puerta o de usar el timbre, lo haremos como se debe. Una vez más declaro que no es necesario que nadie nos enseñe a cerrar una puerta, a cómo tocarla o a usar el timbre. La Biblia no contiene tales instrucciones. Si la Biblia contuviera una regla para cada aspecto de nuestro diario vivir, sería tan grande que no la podríamos llevar con nosotros. El Espíritu es aquel que está dentro de nosotros y nos hace justos en nuestro vivir. Lo que necesitamos es que el Espíritu se inscriba más en nosotros. El ministerio del nuevo pacto es el ministerio del Espíritu.
Cuando alguien escribe en nosotros con en el Espíritu, la esencia divina se imparte en nuestro ser. Esta esencia genera el proceso de metabolismo espiritual en nosotros, y como resultado de este proceso, somos transformados en la imagen del Señor.
Hemos visto que ser transformados en la imagen del Señor de gloria en gloria equivale a ser transformados del Espíritu al Espíritu. Si experimentamos esta transformación interna, espontáneamente expresaremos la justicia en nuestro aspecto externo. Entonces estaremos bien con Dios, con los demás y con nosotros mismos. Pero muchas personas no están bien con Dios, con los demás ni consigo mismas. A diario ofenden a Dios y a los que los rodean. Además, por faltarles la esencia divina, no están bien con ellos mismos. Así que, necesitan el ministerio que escribe la esencia divina en ellos. Interiormente, esta esencia será el Espíritu que mora en ellos, y exteriormente, esta esencia será expresada como su justicia.
Esta manera de entender 2 Corintios 3, particularmente el versículo 18, no es meramente conforme a la doctrina, sino conforme a la experiencia. Por años he procurado entender 3:18. Ahora, por la experiencia que tengo en el Señor, me doy cuenta de que el Espíritu es la esencia del Dios que vive, se mueve y actúa dentro de mí, y que la justicia es la esencia de Dios manifestada exteriormente como la imagen de Dios para expresarlo a Él. Como resultado de tener al Espíritu interiormente y la justicia como imagen de Dios exteriormente, llego a estar bien con Dios, con los hombres, conmigo mismo y con tantos aspectos de mi diario vivir. Cuando estamos bien en todo, tenemos paz, gozo, descanso y fe. Éste es el fruto, el resultado, del ministerio del nuevo pacto.