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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 2 Pedro»
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Mensaje 11

EL GOBIERNO DIVINO

(3)

  Lectura bíblica: 2 P. 3:1-9

  En este mensaje abordaremos el capítulo 3 de 2 Pedro. En 3:1-9 vemos el juicio que Dios ejerce sobre los burladores herejes. En esta epístola no sólo se habla de falsos maestros, sino también de burladores. Estos burladores probablemente son los mismos falsos maestros o aquellos que habían sido influenciados por las enseñanzas de éstos. Tanto los falsos maestros como los burladores herejes serán juzgados por Dios. Examinemos ahora 3:1-9, versículo por versículo.

  En el versículo 1, Pedro dice: “Amados, ésta es la segunda carta que os escribo; y en ambas, con lo que os recuerdo, estimulo vuestra mente sincera”. Aquí vemos que el objetivo de Pedro era estimular la mente sincera de los santos. Para entender los juicios gubernamentales de Dios, se necesita una mente pura y sincera.

  En el versículo 2, Pedro añade: “Para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador predicado por vuestros apóstoles”. Las palabras que los profetas hablaron son el contenido del Antiguo Testamento, las Escrituras (v. 16; 1:20), y los mandamientos que los apóstoles predicaron son el contenido del Nuevo Testamento, la enseñanza de los apóstoles (Hch. 2:42). Pedro usa ambas cosas para confirmar y fortalecer sus escritos como una vacuna en contra de las enseñanzas heréticas de la apostasía. En su primera epístola, referente a la plena salvación de Dios, él hace alusión tanto a los profetas como a los apóstoles (1 P. 1:9-12); luego, en la segunda epístola, referente al resplandor de la verdad divina, los menciona de nuevo (1:12-21); aquí, en el versículo 2, hace lo mismo por tercera vez. Esto nos muestra que la enseñanza de Pedro estaba basada en los profetas del Antiguo Testamento y en los apóstoles del Nuevo Testamento, las dos secciones que componen la Palabra santa. Esto indica que lo que Pedro dice aquí de hecho se refiere a toda la Biblia. Lo que él les recuerda se basa tanto en las profecías del Antiguo Testamento como en las enseñanzas del Nuevo Testamento.

VENDRÁN BURLADORES EN LOS POSTREROS DÍAS

  El versículo 3 dice: “Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores con sus burlas, andando según sus propias concupiscencias”. Los postreros días denotan el período final de la era actual (2 Ti. 3:1; Jud. 1:18). Este período comenzó a partir del final de la así llamada era apostólica, a fines del primer siglo, y durará hasta la segunda manifestación de Cristo. En el versículo 3 Pedro nos dice que en los postreros días vendrán burladores. Estos burladores bien podrían ser los falsos maestros que se mencionan en 2:1. Su burla es parte de la apostasía y concuerda con sus concupiscencias.

  Según el versículo 4, estos burladores dicen: “¿Dónde está la promesa de Su venida? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación”. La promesa de la venida del Señor les fue dada a los padres por medio de los santos profetas en el Antiguo Testamento (Sal. 72:6-17; 110:1-3; 118:26; Dn. 7:13-14; Zac. 14:3-9; Mal. 4:1-3). Pero los burladores decían con sarcasmo: “¿Dónde está la promesa de Su venida?”. Probablemente ellos usaban el pronombre posesivo “Su” en forma despectiva. Estos burladores decían que todas las cosas permanecían iguales desde el principio de la creación.

POR SU PROPIA VOLUNTAD PASAN POR ALTO LA PALABRA DE DIOS

  En los versículos 5 y 6 Pedro contraataca: “Pues bien, por su propia voluntad pasan por alto esto: que por la palabra de Dios los cielos existen desde tiempos antiguos, y la tierra surgió del agua y fue cimentada en medio del agua, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua”. Aquí Pedro señala que los burladores por su propia voluntad pasan por alto lo que está escrito en el Antiguo Testamento acerca del juicio de Dios efectuado por medio del diluvio. El diluvio fue un juicio severo. Sin embargo, los burladores por su propia voluntad pasaban por alto lo que la Biblia relata acerca de ello. Literalmente, las palabras griegas traducidas “por su propia voluntad pasan por alto esto” significan “su propia terquedad les impide ver esto”, es decir, intencionalmente ignoran esto; por tanto, lo pasan por alto. Los burladores herejes ignoran intencionalmente y niegan a propósito la palabra de Dios que los profetas hablaron en las Escrituras. Así que, Pedro les pide a los creyentes que recuerden las santas palabras habladas por los profetas del Antiguo Testamento y por los apóstoles del Nuevo Testamento (vs. 1-2).

  La promesa acerca de la venida del Señor (v. 4) es la palabra de Dios. Los burladores no deben rehusarse a entender que por la palabra de Dios los cielos y la tierra llegaron a existir (He. 11:3), y que por la misma palabra los cielos y la tierra están reservados (1:3) para el día del juicio y destrucción de los hombres impíos (2 P. 3:7). De modo que los burladores deben tener por seguro que por la palabra de Dios todo el universo físico, incluyéndolos a ellos mismos, será juzgado por la venida del Señor.

  Pedro dice en el versículo 5 que por la palabra de Dios los cielos existen desde tiempos antiguos. En el principio, es decir, en tiempos antiguos, Dios creó los cielos y la tierra (Gn. 1:1). Por la palabra de Dios (Sal. 33:6), primero llegaron a existir los cielos y luego la tierra (Job 38:4-7).

  En el versículo 5 Pedro dice que la tierra “surgió del agua y fue cimentada en medio del agua”. La palabra griega traducida “surgió del agua y fue cimentada en medio del agua” es la misma que en Colosenses 1:17 se traduce “se conservan unidas”, y literalmente quiere decir “estuvo de pie juntamente con” (en yuxtaposición, lado a lado). Primeramente, en Génesis 1:1 la tierra llegó a existir, y luego, en Génesis 1:9, también por la palabra de Dios (Sal. 33:9), la tierra surgió del agua y fue cimentada en medio de ella, es decir, emergió del agua junto a ella de forma yuxtapuesta, quedando una parte descubierta y otra parte cubierta por agua. De este modo llegó a existir la tierra.

  El pronombre relativo lo cual del versículo 6 se refiere al agua mencionada en el versículo 5. La tierra surgió del agua y fue cimentada ordenadamente en medio del agua. No obstante, mediante la misma agua fue juzgada y destruida por el diluvio en los tiempos de Noé (Gn. 7:17-24), lo cual indica que las cosas no permanecen como eran desde el principio de la creación.

JUICIOS POR MEDIO DE AGUA Y FUEGO

  La palabra griega traducida “mundo”, kósmos, significa “orden”, “un sistema”, y se refiere aquí al mundo y sus habitantes. La tierra del versículo precedente viene a ser el mundo en este versículo, es decir, no solamente la tierra, sino la tierra junto con sus habitantes como un sistema. Esto se refiere al mundo de la época de Noé, que fue juzgado por Dios con el diluvio debido a su pecaminosidad e impiedad de esa era (Gn. 6:5-7, 11-13, 17). Este libro se ocupa principalmente del gobierno divino y de todos sus juicios. El primer juicio sobre el mundo fue aquel que puso fin al mundo impío de los días de Noé por medio del diluvio. Éste probablemente era el pensamiento de Pedro mientras escribía este versículo. Esto nos da a entender que esta era de apostasía también será juzgada en el día de la manifestación del Señor, tal como ocurrió en los días de Noé (Mt. 24:37-39). La frase el mundo de entonces se refiere a la época de Noé.

  La palabra anegado, que aparece en el versículo 6, se refiere al diluvio de los tiempos de Noé, el diluvio que destruyó la tierra; y la palabra pereció significa que fue destruido, derribado o asolado (Gn. 6:13, 17). Por consiguiente, la tierra de entonces no permaneció igual, sino que experimentó un cambio, un cataclismo, al ser inundada con agua, y fue así destruida. Pedro aquí presenta un argumento muy contundente en contra de los burladores herejes. Ellos decían que “todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación”. Pero en realidad sí había sobrevenido un cataclismo a la tierra a causa de la impiedad de sus habitantes. Esto implica que el mundo actual no permanecerá como es, sino que pasará por otro cataclismo cuando el Señor venga con Su juicio sobre los rebeldes, incluyendo a los falsos maestros y a los burladores herejes que fomentaban la apostasía.

  En el versículo 7 Pedro añade: “Pero por la misma palabra, los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados para el fuego, guardados hasta el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos”. En este versículo la palabra ahora está en contraste con la frase entonces del versículo 6. Se refiere a los cielos y la tierra del tiempo presente, los cuales permanecen por la palabra de Dios (Gn. 8:22), y no serán destruidos otra vez con agua (9:11), sino que serán consumidos por el fuego en el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos.

  En el versículo 7 Pedro usa la expresión “la misma palabra”. Las enseñanzas falsas y heréticas de la apostasía constituyen una desviación de la palabra de Dios hablada por los profetas en el Antiguo Testamento y por los apóstoles en el Nuevo Testamento. Por consiguiente, el antídoto que suministró Pedro en contra del veneno de las enseñanzas apóstatas, es la palabra santa que incluye la revelación divina, la cual él recalca repetidas veces.

  Según lo dicho por Pedro, los cielos y la tierra “están reservados para el fuego”. La palabra reservados significa “guardados”. El fuego mencionado aquí es el fuego que consumirá los cielos y la tierra (v. 10) al final del milenio, cuando se ejecute el juicio del gran trono blanco (Ap. 20:11). El juicio inicial de Dios sobre el universo fue ejecutado por agua (2 P. 3:6), pero Su juicio final se ejecutará por fuego. El agua solamente quita la inmundicia de la superficie, pero el fuego cambia la naturaleza de toda la sustancia. Éste es otro indicio de que los cielos y la tierra no permanecerán como hasta ahora, sino que serán purificados por medio del fuego, y de que los maestros falsos e impíos y los burladores serán juzgados y destruidos bajo el gobierno divino.

  El juicio del versículo 7 denota el juicio del gran trono blanco, el cual se llevará a cabo después del milenio y precederá al cielo nuevo y la tierra nueva (Ap. 20:11—21:1). Por medio de ese juicio todos los impíos serán arrojados al lago de fuego para ser destruidos. Puesto que éste será el juicio final sobre los hombres y los demonios, reviste gran importancia para el gobierno de Dios en el universo.

MIL AÑOS SON COMO UN DÍA

  Aquí Pedro se salta los mil años de la era del milenio, el período que va desde la venida del Señor hasta el juicio del gran trono blanco. Para él, como para el Señor, aquellos mil años serán como un día (v. 8), o sea, un tiempo muy breve. Lo que Pedro trata aquí es el juicio gubernamental de Dios y, conforme a la economía de Dios, el milenio no está relacionado con este propósito.

  Pedro aquí se refiere a las “cumbres” de la venida del Señor y del juicio final de Dios, pero no habla del “llano” del reino milenario que está en medio de la “cumbre” de la venida del Señor y la del juicio final. Lo que Pedro trata en esta epístola es el juicio de Dios, y no el reino pacífico de los mil años. Es por ello que pasa por alto el tema del reino milenario.

  En el versículo 8 Pedro dice: “Mas, oh amados, no escape de vuestra atención que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”. Literalmente, la palabra griega traducida “no escape de vuestra atención” significa “no paséis por alto o no dejéis pasar inadvertido”.

  El Señor Dios, quien es eterno, tiene una percepción del tiempo muy diferente de la del hombre. Por tanto, con respecto al cumplimiento de Su palabra, especialmente de la palabra de Su promesa, lo que cuenta no es el tiempo sino el hecho, es decir, que todo lo que Él ha prometido, tarde o temprano vendrá a ser un hecho cumplido. Por lo tanto, no debe perturbarnos el hecho de que parezca haber un retraso según nuestro cálculo del tiempo.

  El versículo 9 dice: “El Señor no se retrasa con respecto a la promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es longánime para con vosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. Pedro dice aquí que el Señor no se retrasa, o no se tarda, con respecto a la promesa, según algunos la tienen por tardanza o demora. Ciertamente los burladores eran aquellos que tenían por tardanza la demora el Señor. Probablemente ellos acusaban al Señor de estar ocioso, ya que la tardanza está relacionada con el ocio.

  En el versículo 9 Pedro dice que el Señor es longánime para con nosotros. El interés del Señor no está centrado en el cumplimiento de Su promesa, sino en Su pueblo, el cual es Su posesión personal, Su tesoro (1 P. 2:9; Tit. 2:14). Él no desea que ninguno de nosotros, Sus preciosos redimidos, sea castigado por Su juicio gubernamental, sino que tengamos amplio tiempo para arrepentirnos y escapar de Su castigo.

  La palabra perezca del versículo 9 significa “sea destruido”. Puesto que en este versículo vosotros se refiere a los creyentes en Cristo, la palabra perezca no se refiere a la perdición eterna de los incrédulos, sino al castigo infligido sobre los creyentes según la administración gubernamental de Dios (1 P. 4:17-18; cfr. 1 Ts. 5:3, 8). De la misma manera, la palabra todos aquí se refiere a los creyentes. Además, el arrepentimiento del que aquí se habla es el arrepentimiento que redunda en salvación (2 P. 3:15), lo cual significa arrepentirse de no velar en espera del día de la venida del Señor (v. 10) y de no conducirse santa y piadosamente (v. 11).

  Debemos tener presente que el interés del Señor no está centrado en el cumplimiento de Su promesa, sino en Su pueblo. De ser necesario, el Señor podría esperar otro día, otro período de mil años, para cumplir Su promesa. Hoy muchos cristianos dicen que el Señor Jesús volverá pronto. Sin embargo, es posible que la venida del Señor no esté tan cerca como la gente piensa. En Apocalipsis 22 el Señor dijo: “Vengo pronto”; con todo, ya han pasado casi dos mil años desde que el Señor dijo estas palabras. Para Él, esto sólo representa dos días, pues para el Señor mil años son como un día.

  No hagan caso de los que fijan fechas a la venida del Señor. En el pasado hubo algunos que predijeron el tiempo del regreso del Señor. En el siglo pasado hubo un grupo de personas que creía que el Señor regresaría en un día en particular. Ellos se prepararon para ello e incluso se vistieron de túnicas blancas. Por supuesto, nada ocurrió.

  Después de la Primera Guerra Mundial, se escribieron varios libros sobre las profecías que hablan de la venida del Señor. Algunos maestros de la Biblia afirmaron que, según su entendimiento de la situación mundial, la venida del Señor estaba muy cerca. Pero ya han pasado más de cincuenta años desde que aparecieron esos escritos, y el Señor Jesús aún no ha venido. Así que debemos recordar lo que dijo Pedro, de que para el Señor mil años son como un día.

  Cuando el Señor Jesús regrese, Él no solamente juzgará las cosas negativas, sino que también recibirá a Su novia. Eso significa que Él vendrá como el Juez y también como el Novio. Por tanto, para que el Señor pueda venir como el Novio, la novia tiene que estar preparada para Él. ¿Está lista la novia para la venida del Novio? ¿Podría el Señor venir hoy como el Novio? Debido a que la novia aún no está preparada, podemos afirmar que la venida del Señor probablemente no ocurrirá tan pronto como algunos suponen. Lo único que puede preparar a la novia es el crecimiento en la vida divina, y esto requiere tiempo. Las formas de vida superiores requieren más tiempo para desarrollarse que las formas de vida inferiores. Cuanto más superior sea cierta especie de vida, mayor será el tiempo que tardará en crecer. Puesto que la novia debe estar preparada para el Novio, y puesto que esta preparación se efectúa mediante el crecimiento en la vida divina, lo cual requiere tiempo, no es probable que el Señor Jesús vaya a regresar ahora mismo.

  Lo que quiero decirles es que no debemos sentirnos inquietos ni sorprendernos por cualquier demora relacionada con la venida del Señor. No culpen al Señor, diciendo: “Señor, Tú dijiste en Apocalipsis 22 que vendrías pronto. ¿Por qué, entonces, ha pasado tanto tiempo?”. En vez de culpar al Señor por demorar Su venida, debemos ser diligentes y prepararnos para reunirnos con Él. Además, debemos ministrar vida a otros para que puedan crecer y estar preparados. Ésta es la única manera de apresurar la venida del Señor.

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