Mensaje 24
La carga que tengo en este mensaje es compartir acerca de la gran tribulación. Apocalipsis 8:13 dice: “Y miré, y oí a un águila que volaba por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los restantes toques de trompeta, los cuales están para sonar los tres ángeles!” Los tres ayes de las últimas tres trompetas (Ap. 9:12; 11:14) serán los tres ayes de la gran tribulación (Mt. 24:21). Como veremos, ocurrirán en la segunda mitad de la septuagésima semana de la cual profetizó Daniel (Dn. 9:27), es decir, en un período de tres años y medio (Dn. 7:25; 12:7; Ap. 12:14), o cuarenta y dos meses (Ap. 11:2; 13:5), o mil doscientos días (Ap. 11:3; 12:6).
Muchos cristianos piensan que la gran tribulación durará siete años. Algunos tienen esta idea porque entienden la Biblia de una manera tradicional y sin prestarle la debida atención. Pero la Biblia es muy exacta, y debemos entenderla de tal manera que recibamos iluminación. La Biblia no desperdicia ni una sola palabra; todo tiene sentido y es exacto.
Consideremos ahora Daniel 9:24-27. El versículo 24 dice: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, y para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos”. Este pueblo es el pueblo de Daniel, y la ciudad santa se refiere a Jerusalén. En la Biblia, una semana no significa siete días sino siete años. Si usted dice que las setenta semanas se refieren a setenta períodos de siete días, nunca podrá interpretar este pasaje apropiadamente.
El versículo 25 dice: “Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro, pero esto, en tiempos angustiosos”. Aquí vemos “siete semanas” y luego “sesenta y dos semanas”. El versículo 26 añade: “Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por Sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será en una inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones”. Al decir que “se quitará la vida al Mesías”, se da a entender que Cristo sería crucificado. La destrucción de la ciudad y del santuario, se refiere a la destrucción del templo y de la ciudad de Jerusalén que vendrían por mano de Tito en el año 70 d. de C.
El versículo 27 concluye diciendo: “Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador”. Aquí vemos que el príncipe confirmará el pacto por una semana y que en el medio de la semana, o sea, después de tres años y medio, hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Esto significa que suspenderá la adoración de Dios.
Estas setenta semanas constituyen cuatrocientos noventa años, a partir del año veinte de Artajerjes, quien decretó la reconstrucción del muro de Jerusalén (Neh. 1:1; 2:1). Las primeras siete semanas, que son cuarenta y nueve años, proveyeron el tiempo necesario para que se terminara la reconstrucción de la calle y el muro de Jerusalén. Desde entonces hasta que se le quitase la vida a Cristo transcurrirían sesenta y dos semanas, es decir, cuatrocientos treinta y cuatro años. Desde el final de las sesenta y nueve semanas, ha habido un largo intermedio. De todos modos llegará la última semana, los últimos siete años. Esto ha dado origen a la idea de que la gran tribulación durará siete años.
Como veremos ahora, este concepto no es correcto. Los últimos siete años, la última semana, será el tiempo cuando el anticristo hará un pacto con el pueblo judío. Durante la primera parte de esos siete años, el anticristo se mostrará amistoso con los judíos. Pero después de tres años y medio, cambiará de parecer. Aunque había asentido que los judíos podían adorar a Dios en el templo y ofrecer sacrificios, cambiará de parecer y se proclamará a sí mismo Dios, erigirá su propia imagen en el templo y obligará a la gente a adorarlo a él y a su imagen. Entonces comenzará a maltratar a los judíos. De modo que la primera mitad de los siete años no será un tiempo de tribulación, debido a que el anticristo estará en buenas relaciones con los judíos. De acuerdo con Daniel 9:27, “a la mitad de la semana” el anticristo “hará cesar el sacrificio y la ofrenda”, ordenando que los judíos cesen la adoración de Dios y los sacrificios. El anticristo también erigirá la abominación desoladora en el lugar santo. Según Apocalipsis, la abominación desoladora será la imagen del anticristo erigida como un ídolo en el templo.
Veamos ahora Mateo 24, el capítulo que trata el asunto de la gran tribulación. En el versículo 15 el Señor Jesús dice: “Por tanto, cuando veáis la abominación desoladora, anunciada por medio del profeta Daniel, erigida en el lugar santo”. ¿Cuándo sucederá esto? No será en el principio de los siete años, sino a la mitad de los siete años, cuando el anticristo haga cesar la adoración de Dios, se proclame Dios a sí mismo, y ponga su imagen en el templo, lo cual es una abominación delante de Dios. Luego en el versículo 21 el Señor predice lo siguiente: “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás”. En consecuencia, vemos que la gran tribulación, la cual empezará a la mitad de los últimos siete años, durará solamente tres años y medio. La enseñanza tradicional de que la gran tribulación durará siete años es inexacta, y no debemos seguirla, pues no nos da suficientes detalles para el estudio de esta profecía. Los que sostienen la enseñanza tradicional hablan de siete años, sin darse cuenta de que en medio de los siete años el anticristo cambiará de parecer, lo cual dará como resultado la gran tribulación, que durará tres años y medio, o sea, la segunda mitad de la última semana.
Veamos algunos versículos en Apocalipsis 12. Los versículos 5 y 6 dicen: “Y ella dio a luz un hijo varón, que pastoreará con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado a Dios y a Su trono. Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días”. Los mil doscientos sesenta días equivalen a tres años y medio. Después que el hijo varón sea arrebatado, habrá un período de tres años y medio, o sea, la segunda mitad de la septuagésima semana, el tiempo en el cual la imagen del anticristo será erigida en el templo. Entonces, en los versículos del 7 al 13, se revela que habrá guerra en el cielo y que el dragón y sus ángeles serán arrojados del cielo a la tierra, y que el dragón perseguirá a la mujer que dio a luz al hijo varón. El versículo 14 dice: “Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde será sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo”. Este “tiempo y tiempos, y la mitad de un tiempo” se refieren a los tres años y medio que constituyen la segunda parte de la última semana. En este pasaje vemos que Satanás será arrojado del cielo a la tierra al principio de la segunda mitad de los últimos siete años. Esto también prueba que, en realidad, la gran tribulación durará tres años y medio, y no siete años.
Otra prueba de esto se halla en Apocalipsis 11:2, donde dice: “Pero el atrio que está fuera del templo deséchalo, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses”. En este versículo se nos dice que la ciudad de Jerusalén será hollada por los gentiles durante cuarenta y dos semanas. Los gentiles que hollarán la ciudad santa serán el anticristo y sus ejércitos. Esto corresponde a la profecía de Daniel 9, donde el anticristo romperá el pacto y se proclamará Dios a sí mismo, y mandará que la gente lo adore. En esos días él hollará la ciudad santa. Esto sucederá durante la gran tribulación. De manera que la gran tribulación comenzará al principio de los tres años y medio, cuando Satanás sea arrojado del cielo a la tierra. Vimos ya que esto se menciona explícitamente en el capítulo doce.
Con este trasfondo, llegamos a la quinta trompeta. En Apocalipsis 9:1 dice: “El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo”. Esta estrella representa a Satanás, el cual será arrojado del cielo a la tierra. Los ángeles son asemejados a estrellas (Job 38:7; Ap. 12:4). Satanás, como arcángel, era el lucero (Is. 14:12). En Lucas 10:18 se menciona el juicio dictado sobre él. Aquí y en 12:9-10, vemos la ejecución de dicho juicio. El abismo es la morada de los demonios (Lc. 8:31).
¿Cuándo será lanzado Satanás del cielo a la tierra? La respuesta a esta pregunta está en el capítulo doce, el cual revela que después de ser arrebatado el hijo varón al cielo, peleará contra Satanás, y parece que le dice: “Satanás, ahora que nosotros estamos aquí, no hay lugar para ti. Tienes que ser echado afuera”. Según este capítulo, Satanás caerá del cielo al principio de los tres años y medio. Hicimos notar que ésa es una clara evidencia de que la gran tribulación no comenzará antes de este suceso, porque, antes de esto, Satanás todavía estará en el cielo.
Cuando Satanás caiga del cielo a la tierra, se le dará la llave del abismo para que lo abra y suelte las langostas poseídas de demonios a fin de que atormenten a los hombres durante cinco meses.
Debido a que la gran tribulación comienza con el primer ay al sonar la quinta trompeta, no incluye el sexto sello ni las primeras cuatro trompetas. El sexto sello será una calamidad sobrenatural, y las primeras cuatro trompetas serán juicios ejecutados sobre la tierra, el mar, los ríos y las huestes celestes. Esos juicios no son parte de la gran tribulación. Las primeras cuatro trompetas son muy severas, pero no harán daño al hombre directamente. Después de tocarse las cuatro trompetas comienza la gran tribulación, en la cual el hombre será atormentado directamente. Antes de la quinta trompeta, el hombre no será castigado directamente; solamente la tierra, el mar, los ríos y las huestes de los cielos lo serán. Esto puede considerarse el preámbulo de la gran tribulación. El juicio de Dios sobre la tierra, el mar, las aguas y los cielos es una advertencia al hombre. Cuando se toque la quinta trompeta, el hombre será atormentado directamente.
En los versículos del 3 al 5 dice: “Y del humo salieron langostas a la tierra; y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra. Y se les dijo que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes. Y les fue dado, no que los matasen, sino que los atormentasen cinco meses; y su tormento era como tormento de escorpión cuando hiere al hombre”. Estas langostas no son como las mencionadas en Exodo 10:12-15, dado que éstas tienen colas y aguijones como escorpiones y dañan a los hombres (v. 10). Han de estar poseídas por demonios, porque salen del humo que proviene del pozo del abismo, la morada de los demonios (v. 2). Las plagas de las primeras cuatro trompetas no fueron dirigidas al hombre, mientras que los ayes de las últimas tres trompetas sí. Los israelitas que tengan el sello de Dios en sus frentes serán los únicos que no sufrirán el daño infligido por las langostas poseídas por los demonios (7:3-8).
En los versículos del 7 al 10 vemos las características de esas langostas. Los vs. 7 y 9 son muy similares a lo que se dijo acerca de Israel en Joel 2:4-5, 25; 1:6. Esto, junto con el hecho de que los israelitas necesitan ser sellados por Dios para escapar del daño infligido por las langostas, tal vez indique que el ay de la quinta trompeta vendrá específicamente sobre los israelitas. El versículo 7 dice: “Y las langostas eran semejantes a caballos preparados para la guerra; en las cabezas tenían como coronas de oro; sus caras eran como caras de hombres”. Estas langostas son como un ejército, similares a las langostas mencionadas en el libro de Joel, donde se nos dice que Dios enviará un ejército de langostas. Las langostas de Apocalipsis 9 no son las mismas que las de Joel; sin embargo, están relacionadas. Las langostas eran semejantes a caballos preparados para la guerra, y tenían coronas como de oro en sus cabezas. Tenían cabello como de mujer, y sus dientes eran como de leones (v. 8); tenían corazas como corazas de hierro, y “el ruido de sus alas era como el estruendo de carros de muchos caballos corriendo a la batalla” (v. 9).
El versículo 10 dice: “Tenían colas como de escorpiones, y también aguijones”. En la Biblia los escorpiones representan a los demonios, los espíritus malignos que siguen a Satanás. En Lucas 10:19 el Señor dice: “He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo”. Nosotros los creyentes en Cristo, vencimos los escorpiones, los servidores demoníacos de Satanás. El versículo 10 añade que “en sus colas tenían poder para dañar a los hombres durante cinco meses”. El tormento del primer ay afectará directamente al hombre; sin embargo, Dios limitará el tiempo del mismo a sólo cinco meses. El tormento será tan agudo que “en aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos” (v. 6). Durante estos cinco meses, los que sean atormentados por estas terribles langostas poseídas por demonios desearán morir. Seguramente el terremoto y la oscuridad del sol no son nada comparados con esto. Este es el primero de los tres ayes anunciados por el águila que volaba en medio del cielo (8:13).
Con respecto a las langostas, el versículo 11 dice: “Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego tiene por nombre Apolión”. El ángel del abismo es la bestia, el anticristo, el cual saldrá del abismo (11:7; 17:8). En hebreo el ángel del abismo es llamado Abadón, que significa destrucción, como vemos en Job 26:6; 28:22 y en Proverbios 15:11. El nombre griego es Apolión, que significa destructor. El anticristo causará mucha destrucción (Dn. 8:23-25).
El anticristo es una persona peculiar, pues está compuesto de dos personas: el espíritu de César Nerón y el cuerpo de otro césar del Imperio Romano. Nerón comenzó a perseguir a los cristianos en el siglo primero, y es su espíritu el que está encerrado en el abismo hasta el día que sea liberado y entre en el cuerpo de otro césar. El césar en el cual este espíritu entrará será muerto y resucitará con el espíritu de Nerón. Este será el anticristo. Entonces Satanás soltará las langostas, las cuales estarán organizadas como un ejército bajo la autoridad de la bestia, el anticristo, el cual será su rey. Las langostas atormentarán durante cinco meses a todos los que no tengan la marca de Dios en sus frentes.
Según la Biblia, el universo está compuesto de tres secciones: los cielos, la tierra y la región que está debajo de la tierra (Fil. 2:10). Al principio de la gran tribulación, esto es, después de la primera mitad de los últimos siete años, Satanás será lanzado del cielo a la tierra, y al mismo tiempo el anticristo, el rey de las langostas malignas poseídas por demonios, será liberado del abismo y subirá para reunirse con Satanás. Por consiguiente, un espíritu diabólico se reunirá con un hombre diabólico. Aunque ellos vienen de dos direcciones diferentes, Satanás de arriba y el anticristo de abajo, tendrán una sola meta: atormentar a la humanidad creada por Dios. Estos dos personajes se unirán y colaborarán para atormentar a la humanidad cuanto más puedan. Cuando lleguemos a los capítulos trece y diecisiete consideraremos al anticristo más detalladamente.
Como ya vimos, la gran tribulación durará tres años y medio. Antes de ese tiempo, vendrán las calamidades sobrenaturales del sexto sello y de las primeras cuatro trompetas. Pero de acuerdo con Mateo 24:22, la gran tribulación será limitada a un corto tiempo, el cual comenzará cuando el anticristo levante la abominación desoladora en el lugar santo.
¿Dónde va a estar usted cuando comience la gran tribulación? No diga: “Mientras yo esté entre el pueblo celestial, estaré bien”. Como pueblo celestial de Dios, no tendremos la marca que tendrá el remanente escogido de entre los israelitas. El pueblo celestial no estará aquí durante la gran tribulación, ya que Dios no tiene la intención de dejarnos en la tierra junto con el remanente de Israel. Dios planea arrebatarnos a los cielos. Sin embargo, si vamos a ser arrebatados a los cielos, hay una condición que tiene que cumplirse: tenemos que haber madurado. La manera en que Dios trata a los israelitas difiere de la manera en que trata a los creyentes. Si yo fuera un israelita, clamaría a Dios, para que tuviera misericordia de mí y marcara mi frente. De ese modo sería preservado durante la tribulación. Pero Dios no sella a los creyentes; sino que se los lleva a los cielos. Pero para esto, ellos deben haber madurado.
La carga que tengo en este mensaje es presentarles cuándo comenzará la gran tribulación y qué la producirá. Como hemos visto, Satanás será lanzado del cielo a la tierra y tendrá la llave para abrir el abismo y soltar las langostas poseídas por demonios. Al mismo tiempo, la bestia, o sea, el anticristo, el rey de las langostas, será liberado del abismo. El ejército de langostas atormentará al hombre durante cinco meses. El tormento será tan severo que los hombres desearán morir, pero la muerte se alejará de ellos. Hoy en día, la gente trata de evitar la muerte, pero la muerte persigue a la gente. En ese tiempo ansiarán la muerte, pero ésta huirá de ellos. ¡Que padecimiento tan grande será ése! ¡Qué tribulación tan terrible! Sin embargo, ése es sólo el primer ay, el comienzo de la gran tribulación. Los otros dos ayes todavía no han venido.
Los tres ayes de las últimas tres trompetas constituyen la gran tribulación. El primer ay será la quinta trompeta; el segundo ay, la sexta trompeta, y el último ay serán las siete copas de la séptima trompeta. Los tres ayes son anunciados con mucha solemnidad. Como ya vimos, Apocalipsis 8:13 dice: “¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los restantes toques de trompeta, los cuales están para sonar los tres ángeles!”. Y en 9:12 dice: “El primer ay pasó; he aquí, vienen aún dos ayes después de esto”. Finalmente cuando se anuncia el último ay, vemos en 11:14: “El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto”. El sexto sello y las primeras cuatro trompetas son simplemente el prólogo de los sufrimientos de la gran tribulación.
Es probable que esta gran tribulación, junto con las calamidades sobrenaturales del sexto sello y las primeras cuatro trompetas, constituya “la hora de la prueba que ha de venir sobre toda la tierra habitada, para probar a los que moran sobre la tierra” (3:10). El Señor le prometió a la iglesia en Filadelfia que El los guardaría de esa prueba. Si usted desea ser guardado de la hora de la prueba, tiene que estar preparado para ser arrebatado de esta tierra. No debemos hablar descuidadamente de la venida del Señor ni del arrebatamiento de los santos. Según la Palabra pura, si deseamos ser arrebatados antes de la gran tribulación, tenemos que haber madurado y estar preparados para que El nos lleve lejos de la tierra. Si hemos madurado y estamos preparados, no nos afectará nada de lo que acontezca en la tierra. Alabado sea el Señor porque tenemos una salida.