Mensaje 41
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El anticristo también es el príncipe que se menciona en Dn. 9:26-27. Si uno lee dicho capítulo detenidamente, verá que el príncipe se refiere a dos personas. En primer lugar, se refiere a Tito, quien destruyó con su ejército a Jerusalén en el año 70 d. de C. Esa destrucción fue el cumplimiento de la profecía que dio el Señor en Lc. 21. El Señor profetizó, en Su última visita a Jerusalén, que la ciudad sería destruida, que el templo sería derribado y no quedaría allí piedra sobre piedra. Esa profecía se cumplió en menos de cuarenta años después de la muerte del Señor. Según la historia, esa destrucción fue horrenda. Sin embargo, Tito sólo era sombra del príncipe que vendría, el anticristo, y la destrucción de Jerusalén y del templo a manos de Tito, no fue más que una sombra de la destrucción que vendrá sobre Jerusalén y el templo a manos del anticristo. Entre estos dos hombres que llevan el título de “príncipe” hay un intervalo de unos dos mil años.
En Daniel 9:24-27 tenemos la profecía acerca de las setenta semanas. Estas setenta semanas no son semanas de días, sino de años. Daniel 9:25 dice: “Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas”. Las siete semanas mencionadas aquí, se cuentan desde la promulgación del decreto que dio el rey de Persia de que se reedificara la ciudad de Jerusalén. Desde la promulgación de dicho decreto hasta que se reconstruyó la ciudad hubo un período de cuarenta y nueve años. Las sesenta y dos semanas son el período que va desde que se terminó de reedificar a Jerusalén hasta el día en que Cristo fue crucificado. La crucifixión de Cristo está implícita en Daniel 9:26, donde dice: “Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por Sí”. Por consiguiente, desde que se terminó de reconstruir la ciudad hasta la crucifixión del Mesías, transcurrieron cuatrocientos treinta y cuatro años. De modo que, de las setenta semanas mencionadas en Daniel 9, sólo queda la última semana.
Después de la crucifixión de Cristo, Tito destruyó la ciudad de Jerusalén. Entre el tiempo de la crucifixión de Cristo y el comienzo de la septuagésima semana hay un lapso indefinido. Este intervalo ya ha durado más de mil novecientos años. Dicho período ha abarcado el antiguo Imperio Romano, que terminó en el año 476 d. de C., y la Iglesia Romana, que remplazó al Imperio Romano. También incluirá el Imperio Romano que resurgirá. El último césar del Imperio Romano restaurado será el anticristo, quien hará un pacto con los judíos por una semana. Daniel 9:27 dice: “Y por otra semana confirmará el pacto con muchos”. En este pacto el anticristo prometerá a los judíos la libertad de adorar a Dios siguiendo su religión.
Después de tres años y medio, el anticristo cambiará de parecer. Daniel 9:27 añade: “A la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda”. El quebrantará el pacto en un momento crítico, cuando Satanás es arrojado a la tierra y se pone en pie a la orilla del mar Mediterráneo para incitar al anticristo. Este se exaltará por encima de todos los dioses. Tal vez dirá: “Ustedes los judíos no deben seguir adorando a su Dios. Yo soy Dios. Les ordeno que cesen sus sacrificios y suspendan todas sus fiestas religiosas. Además, voy a cambiarles las leyes. Hagan a un lado todo lo relacionado con su Dios, la ley de su Dios y sus fiestas solemnes, y vuélvanse a mí y adórenme”. En ese entonces, el anticristo se exaltará por encima de todos los dioses y además contaminará el templo.
También dice Daniel 9:27: “Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador”. El Señor Jesús se refirió a esto cuando dijo: “Por tanto, cuando veáis la abominación desoladora, anunciada por medio del profeta Daniel, erigida en el lugar santo...” (Mt. 24:15). El anticristo traerá tanto abominaciones de ídolos como desolación de destrucción, y demolerá tanto el templo como la ciudad de Jerusalén. Esta es la interpretación correcta de Daniel 9:25-27. Si tenemos este entendimiento, veremos cómo el anticristo oprimirá a los judíos.
Cuando lleguemos al capítulo 17 de Apocalipsis, veremos que el anticristo destruirá al catolicismo y al judaísmo. Tanto éste como aquél se han hecho abominables delante de Dios. Algunos de nosotros estábamos en uno u otro, pero damos gracias al Señor porque ya no estamos en esos “ismos”. Ahora tenemos a Cristo. Por siglos estos dos “ismos” han sido una abominación a los ojos de Dios. En Apocalipsis 2:9 y 3:9 el Señor Jesús llamó a las sinagogas judías “sinagogas de Satanás”. Más aún, el Señor Jesús le reveló a Juan que el catolicismo es la gran ramera (17:1-6). Algunos podrían alegar: “¿Cómo puede usted llamar a las sinagogas judías sinagogas de Satanás? En la sinagoga los judíos adoran a Dios y estudian las Escrituras”. Pero no fui yo quien las llamó así; fue el Señor Jesús quien dijo esto a la iglesia. En la sinagoga ya no estaba Dios sino Satanás. Otros, en defensa del catolicismo, podrían decir: “Pero la Iglesia Católica predica a Cristo”. El catolicismo predica a Cristo como hijo de María. Adorar a María es una costumbre que proviene del paganismo. La María del catolicismo, a la que llaman “la madre de Dios”, es simplemente otra forma de dirigirse a la diosa Venus. Esto es algo demoníaco. La celebración de la Navidad también es demoníaca, pues se dice que el 25 de diciembre, la fecha en que los paganos hacían un festival en honor del sol, es la fecha en que Cristo nació. ¡Qué blasfemia! Aunque todo lo que hay en el catolicismo tiene apariencia cristiana, su verdadero origen es babilónico. Es por eso que a los ojos de Dios la Iglesia Católica es la gran ramera que se enriquece cometiendo fornicación espiritual. Es por eso que a la Iglesia Católica se le llama la gran ramera. Tanto el judaísmo como el catolicismo son satánicos. El anticristo, inducido por Satanás, destruirá al judaísmo y al catolicismo. El realizará su obra destructiva sin darse cuenta de que está haciendo un favor a Dios y a Cristo. Dios es soberano y está detrás de todo esto. El anticristo hará estas cosas procurando exaltarse a sí mismo sobre todo tipo de deidad, aboliendo así toda religión y haciéndose el único objeto de adoración.
Finalmente, el anticristo será destruido por la ira de Dios (Dn. 9:27). Esta destrucción la llevará a cabo Cristo en la batalla de Armagedón, donde acabará por completo con el anticristo (19:17-21).
El anticristo también es el rey que aparece en Daniel 11:36-45. Ya mencionamos a los dos reyes de Daniel 11, el rey del sur y el rey del norte. En Daniel 11 el sur se refiere a Egipto, y el norte a Siria. En ocasiones Egipto y Siria pelean entre sí. El rey de Siria, o sea el rey del norte, está estrechamente relacionado con el anticristo que vendrá.
El rey de Daniel 11:36-45 es tipificado por Antíoco Epífanes en Daniel 11:21-35 (quien reinó de 175 a 164 a. de C.). Antíoco destruyó el templo y contaminó el santuario al introducir un cerdo en el templo. Por esta razón los macabeos se levantaron y pelearon contra él, según se narra en los libros de los Macabeos, dos libros apócrifos. Antíoco se opuso a la santa alianza que Dios había hecho con Su pueblo (Dn. 11:28, 30) y quitó el sacrificio continuo (Dn. 11:31). Además, metió la abominación desoladora un (ídolo) en el templo (Dn. 11:31). Como ya vimos, el anticristo hará lo mismo.
En Daniel 11:36-37 se revela que este rey, el anticristo, “se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios; y contra el Dios de los dioses hablará maravillas ... Del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres; ni respetará a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá”. El anticristo hará esto.
Daniel 11:38 dice que el anticristo “honrará en su lugar al dios de las fortalezas, dios que sus padres no conocieron; lo honrará con oro y plata, con piedras preciosas y con cosas de gran precio”. El anticristo se volverá de la adoración de Dios a la adoración de su propio ídolo.
Leemos en Daniel 11:39: “Colmará de honores a los que le reconozcan, y por precio repartirá la tierra”. Esto indica que el anticristo dará puestos importantes a los que le rindan pleitesía. El los recompensará con honores, con autoridad para gobernar y con tierras.
Daniel 11:40 dice que el anticristo “entrará por las tierras, e inundará, y pasará”. Esto quiere decir que él se apoderará de las naciones a las cuales invadirá.
El anticristo también invadirá la tierra gloriosa (Dn. 11:41). La tierra gloriosa es la Tierra Santa. Esto indica que también conquistará la nación judía.
Daniel 11:45 dice: “Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo”. Estos mares deben de aludir al mar Mediterráneo y el mar de Galilea. El monte glorioso y santo seguramente se refiere al monte de Sion, donde está Jerusalén. Entre los dos mares y el monte de Sion el anticristo erigirá las tiendas de su palacio.
Finalmente el anticristo “llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude” (Dn. 11:45). Esto significa que Cristo acabará con él en la batalla de Armagedón, y nadie le ayudará a escapar.
Al considerar estos aspectos del anticristo, vemos qué clase de persona será y de dónde vendrá. Tengo la plena certeza de que, según la Biblia, él vendrá bien sea de Grecia o bien del territorio de la antigua Macedonia. Posiblemente será descendiente de griegos y vendrá de la región de éstos. El Imperio Romano de oriente incluía las cuatro porciones en que se había dividido el imperio de Alejandro Magno. Según las profecías, el anticristo no vendrá del Imperio Romano de occidente, sino de uno de los cuatro reinos que abarca el territorio del imperio de Grecia y Macedonia. Todos estos reinos están ubicados dentro del territorio del Imperio Romano de oriente. El anticristo muy probablemente vendrá de Grecia tanto por nacionalidad como geográficamente. Debemos prestar atención y observar los eventos que sucedan en Grecia. La mayor parte de las profecías contenidas en los capítulos 2, 7, 8 y 11 de Daniel ya se cumplieron. Puesto que dichas profecías se cumplieron literalmente, lo mismo sucederá con las restantes. El anticristo avanzará de Macedonia o de Grecia a la tierra del sur (Egipto), al oriente (Siria) y a la Tierra Santa (la tierra de Israel). La situación actual del mundo se centra en el Medio Oriente. Tenemos que darnos cuenta de que el tiempo se acerca y pronto vendrán tanto Cristo como el anticristo. Pero nosotros no esperamos la venida del anticristo sino la venida de Cristo. Todos los días observo los acontecimientos del Medio Oriente y ejercito mi espíritu para discernir los eventos que suceden en esa región. Alabamos al Señor porque tenemos la luz de la Palabra de Dios expresada en Su profecía.
Mediante el estudio de las profecías acerca del anticristo, podemos concluir que él es el producto final de las potencias del mundo. A los ojos de Dios, las potencias del mundo empezaron con Babilonia, la cual fue sucedida por el Imperio Medo-Persa, el Imperio Macedonio y el Imperio Romano. El Imperio Medo-Persa continuó el Imperio Babilonio; el Imperio Macedonio continuó el Imperio Medo-Persa; y el Imperio Romano preservó el Imperio Macedonio. Vemos, entonces, que el poder mundial ha pasado de un imperio a otro. Por último, del Imperio Romano surgirá el anticristo como el producto final de estas potencias mundiales. Cuando el anticristo sea derrotado y echado en el lago de fuego, las potencias del mundo terminarán por completo.
Según Daniel 2, una piedra cortada no con mano caerá del cielo sobre los diez dedos de la imagen (v. 34). Esa piedra no herirá solamente los diez dedos de los pies, sino toda la imagen desde la cabeza hasta los pies. Como todos sabemos, la piedra es Cristo. Ahora El es la piedra con la cual se construye el edificio (Mt. 21:42; Hch. 4:10-12), pero en ese día El será la roca que hiere (Mt. 21:44). Para la iglesia, Cristo es la piedra con la cual se edifica, mas para las potencias del mundo El es la roca que aplasta y desmenuza toda la imagen.
Vimos que el anticristo vendrá de uno de los cuatro reinos del antiguo Imperio Macedonio, probablemente de Grecia. Grecia, que llegó a ser parte del Imperio Romano, también será uno de los diez reinos, o los diez dedos de la imagen. De acuerdo con la profecía bíblica, podemos determinar claramente y afirmar que el anticristo procederá del Imperio Romano, ya sea de Grecia o de Macedonia.
También dijimos lo que hará el anticristo. Se opondrá a Dios y perseguirá al pueblo de Dios. Anulará todo lo pertinente al judaísmo, perseguirá a los judíos y a los cristianos que queden en la tierra, y destruirá el catolicismo. El será muy destacado intelectualmente, tendrá muchas capacidades, y tendrá poder para afectar la esfera celeste. Posiblemente empleará avances científicos modernos para explorar el espacio. Su apariencia expresará firmeza, fuerza y atractivo. Si usted es dejado en la tierra cuando se manifieste el anticristo, podrá reconocerlo si está al tanto de las características descritas en estos dos mensajes. Usted sabrá quién es él, y no se dejará atraer por él.
El mundo de hoy en su totalidad busca un líder fuerte. Aunque estamos en la era de la democracia, muchos están cansados de las fallas de ésta y buscan un liderazgo fuerte. Cuando surja un líder poderoso, casi todos van a acudir a él. Será fácil para el anticristo atraer a muchos debido a que ésa es la tendencia del mundo en general. Pero nosotros alabamos a Dios porque tenemos la luz de la profecía y no estamos en la oscuridad. Sabemos qué clase de persona será el anticristo. El es la cuarta bestia, el cuerno pequeño, el príncipe y el rey. Cuando aparezca, será fácil identificarlo.