Mensaje 1
Lectura bíblica: Sal. 1:2, 6; 2:6-7, 12; Lc. 24:44
En una conferencia reciente se presentaron cuatro puntos principales a los cuales me gustaría llamarles la atención en esta palabra de introducción a los Salmos:
1) La economía de Dios consiste en producir un organismo para Su Trinidad Divina.
2) En Su economía Dios usa la ley para exponer la naturaleza pecaminosa y los actos malignos de los pecadores.
3) En la economía de Dios la gracia es Dios incorporado para que el hombre le reciba como su disfrute y suministro.
4) El fruto de la experiencia de la gracia en la economía de Dios es el Cuerpo orgánico de Cristo, cuya consumación es la Nueva Jerusalén.
Alabo al Señor por Su arreglo soberano en permitir que tuviéramos una conferencia con estos cuatro puntos principales antes de comenzar nuestro estudio-vida de los Salmos. En los Salmos veremos estos cuatro puntos principales.
El primer salmo trata de la ley. David no conocía la verdadera función de la ley. Como uno que se deleitaba en la ley, dijo que él era semejante a un árbol plantado junto a corrientes de aguas y que siempre prosperaba (v. 3). Pero después del salmo 1 viene el salmo 2, acerca de Cristo. Luego tenemos el salmo 3. El encabezamiento del Salmo 3 es: “Salmo de David, cuando huía de delante de su hijo Absalón”. El que disfrutaba la ley como las corrientes de aguas junto a las cuales él creció, vino a ser una especie de exiliado debido a la rebelión de su hijo. Eso le pasó a David por haber asesinado a Urías y tomado a su esposa (2 S. 12:10-12). El que tanto disfrutaba la ley en el salmo 1, se convirtió en homicida intencional. ¿Demuestra eso que la ley funciona? La ley sí funciona, pero no en la manera de David. La función de la ley es exponernos. La ley expuso al máximo a David como una persona que premeditó el asesinato de Urías y el robo de la esposa de éste. ¿Funciona la ley o no? Debemos decir que la ley funciona, no según el concepto expresado por David en el salmo 1, sino conforme a la enseñanza de Pablo en el Nuevo Testamento. Pablo hizo notar que la ley había sido añadida a la línea central de la revelación divina para exponer la naturaleza pecaminosa y los hechos malignos del hombre (Ro. 3:20b; 5:20a). Necesitamos ver la ley de esa manera para poder comprender los Salmos conforme al concepto divino del Nuevo Testamento. No estamos en el Antiguo Testamento como David, sino que estamos en el Nuevo Testamento.
El libro de los Salmos no es un libro de doctrinas ni de ningún tipo de enseñanza. Los Salmos fueron escritos en forma de alabanzas. Esas alabanzas no se compusieron por doctrina ni por entendimiento de enseñanzas.
El libro de los Salmos es un libro que contiene las expresiones de las emociones, los sentimientos, las impresiones y las experiencias de hombres piadosos. Este es el punto clave y crucial para entender los Salmos. Sin verlo y aplicarlo, no tenemos la manera de comprender el libro. Muchos cristianos han cometido el gran error de no ver este punto clave.
El libro de Salmos no es un libro de historias, sino un libro de revelación divina transmitida a través de las expresiones de las emociones, los sentimientos, las impresiones y las experiencias de algunos hombres piadosos con respecto a ocho cosas. Necesitamos ver estas ocho cosas; de otra manera, no podremos entender los Salmos. Estas son:
1) Dios y cómo es El al tratar con ellos.
2) La ley de Dios, la palabra santa que contiene la revelación divina.
3) La casa de Dios, el templo y el monte Sion sobre el cual estaba asentado el templo, centro de la habitación de Dios en la tierra.
4) La ciudad santa de Dios, Jerusalén, la protección que alberga la casa de Dios.
5) El pueblo santo de Dios, Israel, los elegidos y amados de Dios entre las naciones.
6) El amor de ellos a Dios, su comunión con El, las bendiciones que de El recibieron, los sufrimientos que experimentaron bajo los tratos de Dios, y su medio ambiente.
7) Su cautividad.
8) Su acción de gracias y su alabanza a Jehová su Dios, de quien ellos gustaron y a quien disfrutaron.
Los salmistas, como hombres piadosos, amaban la ley, amaban a Dios, amaban el templo, la ciudad santa y el pueblo santo, pero finalmente fueron exiliados y llevados cautivos. La ley, después de darse, termina en cautividad. Jeremías muestra el cautiverio y exilio lastimoso que experimentó el pueblo de Israel. Experimentaron cautiverio tras cautiverio, y exilio tras exilio. Muchos de ellos murieron a manos de los babilonios. Un remanente pequeño quedó atrás, pero éstos no quisieron aceptar la palabra de Dios de permanecer en su tierra santa. En lugar de eso, prefirieron ir a Egipto. Fueron allí como exiliados (Jer. 42:1—43:7).
La ley del Antiguo Testamento dada por Dios a través de Moisés dio por resultado la cautividad. La cautividad vino porque ellos no cumplieron el primer pacto. Debido a que el antiguo pacto fue un fracaso total, Jeremías dijo que Dios haría un nuevo pacto (31:31-34). A fines del tiempo de los primeros apóstoles, los creyentes neotestamentarios ya habían entrado en cautividad por haber permanecido en el antiguo pacto aunque habían sido puestos en el nuevo. La Iglesia Católica de hoy es una mezcla del Antiguo Testamento y el Nuevo. Sus ritos, formalidades e incluso las vestiduras de sus clérigos, son una mezcla del Antiguo Testamento con el Nuevo. El pentecostalismo de hoy también es una mezcla del Antiguo Testamento con el Nuevo. Estas son pruebas de que incluso los creyentes neotestamentarios han entrado en cautividad a consecuencia de guardar las prácticas del Antiguo Testamento junto con la ley. Con el tiempo, los salmistas se apartaron de su disfrute de la ley en la que se deleitaban para disfrutar a su Dios a quien amaban y buscaban.
Los Salmos fueron escritos según dos tipos de conceptos. Necesitamos comprender este punto también. De otra manera, no podremos entender adecuadamente los Salmos.
El primer concepto según el cual se escribieron los Salmos, es el concepto humano de los escritores santos. Su concepto humano era el producto de su naturaleza buena creada por Dios, formado con las tradiciones de su linaje santo, constituido de las enseñanzas de las santas Escrituras, promovido por la práctica de una vida santa, y expresado a partir de sus sentimientos e impresiones santos. Estos son los componentes del concepto humano de los escritores de los Salmos. Eran de una raza santa, que poseía el Pentateuco, los primeros cinco libros de Moisés. Eran un pueblo muy culto. Las tradiciones de su linaje santo formaron su concepto humano según lo cual fueron escritos muchos salmos.
Los Salmos también fueron escritos según el concepto divino de Dios, como revelación divina en cuanto a Su economía eterna en Cristo, donde Cristo es la centralidad y universalidad, y con respecto a Cristo en Su divinidad, Su humanidad, Su vivir humano, Su muerte todo-inclusiva, Su resurrección que imparte vida y produce simiente, Su glorificación, Su ascensión, Su manifestación en gloria, y Su reino eterno. En los Salmos todos estos puntos se revelan clara y detalladamente. El concepto divino en los Salmos también tiene que ver con el deseo que Dios tiene en Su corazón, Su beneplácito, que está en Cristo como Su centralidad y universalidad, en la iglesia como Su plenitud para expresarle, en el reino para Su administración eterna, y en la restauración de la tierra para Su reino eterno que perdurará por la eternidad. Este concepto divino fue expresado por los escritores piadosos que produjeron los Salmos, como parte de lo que asentaron en los escritos santos. Los mismos escritores expresaron dos tipos de conceptos: el humano y el divino.
Necesitamos aplicar estos dos tipos de conceptos a los Salmos 1 y 2. El Salmo 1 dice:
¿Según cuál concepto se escribió el salmo 1? ¿Es este salmo bueno o no lo es? Ciertamente es un buen salmo; no obstante, fue escrito según el concepto humano. En el salmo 1 el salmista dijo que el que se deleita en la ley de Jehová prosperará en todo lo que hace, pero con el tiempo, los salmistas no prosperaron; más bien, sufrieron. En el salmo 73, el salmista estaba inquieto. Pensaba que en vano había limpiado su corazón porque era azotado y castigado todo el día (vs. 13-14). Por otro lado, vio la prosperidad de los impíos (v. 3). Todo esto le molestaba hasta que entró en el santuario de Dios, el templo de Dios (v. 17). Entonces recibió la revelación, y fue llevado a no tener nada en el cielo ni en la tierra fuera de Dios (v. 25). Así que, declaró que Dios era su porción viva (v. 26); Dios mismo era su porción, no la ley.
Esto nos muestra que el salmo 1 es bueno, pero que fue escrito según un concepto incorrecto. La ley no fue dada para que la guardáramos a fin de prosperar. Al contrario, la ley fue dada para exponernos. David, el escritor del Salmo 1, fue expuesto por la ley como homicida y uno que toma la esposa de otro. Por lo que había hecho, la situación de toda su familia se complicó en gran manera. Entre sus hijos hubo fornicación y homicidio (2 S. 13:1-29), y de su hijo Absalón surgió la rebelión (15:7-12). El tercer salmo fue un salmo que David escribió cuando huía de su hijo rebelde. Por lo tanto, no debemos elogiar mucho el Salmo 1. Fue escrito equivocadamente según un concepto incorrecto, un concepto humano.
Ahora leamos el Salmo 2:
El Ungido de Jehová, mencionado en el versículo 2, y el Rey, mencionado en el versículo 6, son Cristo. El Hijo al que se refiere el versículo 7 también es Cristo como el Resucitado. El no sólo era el Hijo unigénito de Dios desde la eternidad (Jn. 1:18; 3:16), sino que también necesitaba ser engendrado de nuevo en Su resurrección para ser el Hijo primogénito de Dios (Hch. 13:33; Ro. 8:29). En Salmos 2:8 se dice que se le darán a Cristo las naciones y la tierra. Las naciones serán Su herencia, y la tierra Su posesión.
Necesitamos preguntarnos por qué el orden de los Salmos tiene el salmo 1 como el primero y luego el salmo 2. El salmo 1 no tiene nada que ver con el salmo 2. David decía que el que se deleita en la ley y medita en ella, será bienaventurado y en todo prosperará. Mientras declaraba esto, Dios vino para hacer una declaración en el salmo 2 acerca de Cristo, diciendo: “Lo he ungido y lo he puesto como Rey. Prosperará porque obtendrá toda la tierra como posesión, y obtendrá todas las naciones como herencia. Bienaventurados todos los que en El confían. Hay que besarle”.
Los dos salmos son dos clases de declaraciones. Una proviene del salmista según su concepto humano, y la otra proviene de Dios según Su concepto divino, acerca de Cristo como Su centralidad y universalidad. Tenemos que decir “amén” al concepto divino de Dios en el salmo 2. A los ojos de Dios, no es asunto de guardar la ley. A los ojos de Dios, es un asunto de refugiarnos en Cristo y besarle. Refugiarnos en Cristo quiere decir creer en El, y besarle significa amarle. Esto es conforme al concepto divino del Nuevo Testamento. Necesitamos creer en Cristo y amarlo. Haciendo esto somos bienaventurados.
¿Ha visto usted la diferencia entre los dos conceptos que se expresan en los Salmos? A través de un solo escritor, David, procedieron dos declaraciones diferentes en los salmos 1 y 2. El salmo 1 fue una declaración de parte de David, y lo fue también el salmo 2. El salmo 1 fue declarado según su concepto humano. El salmo 2 también fue su declaración, pero según el concepto divino. Primero, el concepto humano procedió de este orador; pero mientras hablaba lo humano, ¡el tono cambió! Surgió otra manera de hablar conforme al concepto divino.
Muchos predicadores han hablado acerca del salmo 1, elogiando este salmo. Pero es difícil encontrar a alguien que haya dicho lo correcto acerca del salmo 2. Parece que no hay muchos que entiendan el salmo 2. Antes, al leer Salmos 1 y 2, tal vez apreciábamos mucho el primero. ¡Cuán bueno era para nosotros el salmo 1! Pero tal vez clasificamos el salmo 2 como una de las porciones de las Escrituras que no entendíamos. Todos necesitamos ver los dos tipos de conceptos que existen en los Salmos, el concepto humano y el concepto divino, como nos lo presentan los salmos 1 y 2.
Espero que recordemos estos puntos acerca del concepto humano y el concepto divino que se encuentran en los Salmos. El concepto humano de los escritores santos exalta la ley como su énfasis principal, guardándola como tesoro y permaneciendo en ella toda su vida.
El concepto divino del Dios que revela, exalta a Cristo como Su énfasis principal para hacer que los escritores santos se aparten del concepto humano de la ley y se vuelvan a Cristo, en conformidad con el concepto divino de la revelación divina.
El libro de los Salmos, compuesto de ciento cincuenta salmos, está dividido en cinco libros. Salmos 1—41 es el primer libro; Salmos 42—72, el segundo libro; Salmos 73—89, el tercer libro; Salmos 90—106, el cuarto libro; Salmos 90—106, el cuarto libro; y Salmos 107—150, el quinto libro. Estos cinco libros pueden compararse con los cinco pisos de un edificio. El primer libro es la planta baja, mientras que el quinto libro es el piso más alto. El Libro 5 es un libro de alabanzas con acciones de gracias.
Aparentemente, según el concepto humano, todos los Salmos son las expresiones de las emociones, los sentimientos y las impresiones de hombres piadosos que tenían una relación íntima con Dios.
En realidad, según el concepto divino, el pensamiento central del libro de los Salmos es Cristo, lo cual se revela en palabras claras (Lc. 24:44), y la iglesia como casa de Dios y ciudad de Dios para Su reino, la cual es tipificada por el templo y la ciudad de Jerusalén.
Por lo tanto, el libro de los Salmos es un solo libro que tiene dos tonos. Un tono expresa el concepto humano y el otro expresa el divino. ¿Cómo puede ser esto? Sin duda, estos escritores santos erraron en su entendimiento debido a su concepto humano, pero con todo y eso, eran hombres piadosos. Tenían una relación muy íntima con Dios. Por lo tanto, mientras hablaban erróneamente, Dios intervenía para hablar a través de ellos. Debido a que tenían una relación tan íntima con Dios y eran uno con El, mientras hablaban, Dios intervenía para hablar en el hablar de ellos. No debemos separar el salmo 1 del salmo 2. Estos dos salmos eran un solo hablar de parte de David. El primero se formó según el concepto humano y fue hablado por David directamente. El segundo también fue el hablar de David, pero en realidad fue la expresión de Dios.
Luego en los salmos del 3 al 7, tenemos de nuevo el tono de David, pero en el salmo 8 se encuentra el tono de Dios. Los salmos del 3 al 7 nos muestran cuán miserable y llena de dolor es la situación terrenal. Pero el salmo 8 comienza, diciendo: “¡Oh Jehová, Señor nuestro, / Cuán admirable es Tu nombre / En toda la tierra!” (v. 1). Cuando Su nombre está ausente, la tierra está en desorden. Cuando Su nombre está aquí en la tierra, la tierra es excelente. Este es el nombre de Aquel que se hizo un ser humano, un poco menor que los ángeles; es el nombre de Aquel que pasó por la vida humana y murió, resucitó y ascendió a los cielos para recibir gloria y honra (vs. 5-6). Cuando el nombre de El está en la tierra, la tierra se vuelve excelente.
Hoy día en los periódicos siempre hay reportajes de homicidios. Tenemos que advertirles a las hermanas que después de las reuniones no regresen solas a la casa. ¿Podemos decir que la situación hoy día es excelente en la tierra? Si queremos hacer que la tierra sea excelente, necesitamos predicar el evangelio y convertir a los pecadores en cristianos. El día vendrá en que toda la tierra será excelente porque el nombre del Señor será excelente en toda la tierra. Este es el concepto divino. Según el concepto divino de Dios, el pensamiento central de los cinco libros de los Salmos es Cristo y la iglesia.
El Libro 1 indica que la intención de Dios es hacer que los santos que le buscan se vuelvan de la ley a Cristo para que disfruten de la casa de Dios, la iglesia. En el libro 1 hay cuarenta y un salmos. En el salmo 1 el salmista apreciaba al máximo la ley, pero en el salmo 27 ya no la apreciaba. En lugar de eso, estimaba morar en la casa de Dios para contemplar la hermosura de Dios. Deseaba morar en la casa de Jehová todos los días de su vida (v. 4). Luego en el salmo 36, el salmista declaró que serían abundantemente saciados de la grosura de la casa de Dios. En la casa de Dios podían tomar del río de Sus delicias. El salmista también dijo que con Dios está el manantial de la vida y en Su luz veremos luz (vs. 8-9). ¡Qué diferencia hay entre el salmo 1 y los salmos 27 y 36! El salmo 1 comienza en la planta baja, el sótano. Pero en los salmos 27 y 36, los salmistas han subido del sótano al “quinto piso”. Si todavía apreciamos mucho el salmo 1, nos estamos quedando en el sótano. En nuestra evaluación, necesitamos salir del sótano y subir al nivel más alto, el del concepto divino.
El Libro 2 indica que los santos experimentan a Dios, Su casa y Su ciudad a través del Cristo sufrido, exaltado y reinante.
El Libro 3 indica que en sus experiencias los santos se dan cuenta de que la casa y la ciudad de Dios con todos los disfrutes pertinentes puedan ser preservados y mantenidos sólo cuando Cristo es debidamente apreciado y exaltado por el pueblo de Dios.
El Libro 4 indica que los santos, unidos a Cristo, son uno con Dios para que El pueda recobrar Su derecho sobre la tierra por medio de Cristo en Su casa y Su ciudad. El salmo 90 es el primero del Libro 4. El título del salmo 90 dice que es una oración de Moisés, varón de Dios. En el primer versículo, Moisés dice: “Señor, tú nos has sido morada / De generación en generación”. El que escribió la ley declaró que Dios era su morada eterna. Me asusté cuando leí este salmo por primera vez y vi que Moisés lo había escrito. Según nuestro pensamiento, Moisés sólo sabía dar la ley, los Diez mandamientos.
Cuando leemos los Diez Mandamientos, ¿sentimos que nos acercan a Dios? Después de leer estos mandamientos, muchos cristianos dirían que no pueden seguir adelante, porque los quebrantan todo el tiempo. La gente dice mentiras frecuente y espontáneamente. Tal vez alguien llame por teléfono y pregunte: “¿Está tu padre?” Luego la persona que contesta le dice que no está en casa, aunque su padre está allí leyendo el periódico. La gente dice mentiras todo el tiempo. Los hijos mienten a sus padres; los esposos mienten a sus esposas y vice versa. La gente también repetidas veces quebranta el mandamiento acerca de no codiciar. Cuando vemos que otros tienen mejores posesiones que las nuestras, codiciamos lo que tienen. Una persona desea el automóvil costoso de otra persona. Un muchacho en la escuela desea el bolígrafo costoso de otro muchacho. Es imposible que el hombre caído guarde los mandamientos de la ley. La ley no introduce a la gente en una relación íntima con Dios. No obstante, la ley funciona como escolta para conducir a la gente a Cristo. La ley de Dios es el ayo y guardián de los escogidos de Dios para llevarlos a Cristo (Gá. 3:23-24).
Cuando Moisés, el escritor de los Diez Mandamientos, era viejo, él declaró: “Oh Dios, Tú eres nuestra morada por la eternidad. En realidad no vivo en la tierra; vivo en Ti. Estoy morando en Ti. Tú eres mi morada”. Esta es la palabra de introducción al Libro 4 de los Salmos.
El Libro 5 indica que la casa y la ciudad de Dios llegan a ser la alabanza, la seguridad y el deseo de los santos, y que Cristo viene para reinar sobre toda la tierra a través de la casa y la ciudad de Dios, la iglesia.
Este es el contenido de los cinco libros de los Salmos. En esta palabra de introducción, necesitamos comprender estos puntos cruciales. Entonces estaremos preparados y capacitados para estudiar el libro de los Salmos. Tendremos la capacidad de recibir la verdadera interpretación de los ciento cincuenta salmos.
Necesitamos ver que, por una parte, el libro de los Salmos fue escrito según el concepto humano, y por otra, fue escrito según el concepto divino. Si no vemos esto, nuestro entendimiento será natural, y entenderemos los Salmos según el concepto humano. En nuestro entendimiento de los Salmos, no tendremos nada del concepto divino. Todos necesitamos ser introducidos en el concepto divino del Dios que revela. Necesitamos que nos haga volver de la ley a Cristo, en conformidad con el concepto divino.