Véase la nota Éx. 5:2¹.

Lit., pues el mal está delante de vuestro rostro.

En la octava plaga, Dios alteró la función que cumplía el viento, de modo que ya no suministraba aire fresco que sustentara la vida, sino que traía consigo langostas, las cuales devoraban aquello que quedó después de la plaga del granizo (vs. 5, 15).

En la novena plaga, Dios alteró la función que cumplía el sol al traer densas tinieblas sobre la tierra de Egipto por tres días (v. 22). Las plagas del granizo (Éx. 9:13-35), las langostas (Éx. 10:1-20) y las densas tinieblas indicaban que la atmósfera de Egipto ya no era apropiada para la vida humana.

Tanto la sangre de la primera plaga (Éx. 7:15-25) como las tinieblas de la novena plaga representan la muerte. Por tanto, las primeras nueve plagas iban de muerte en muerte, mostrando que la vida del mundo está íntegramente relacionada con la muerte (cfr. Ef. 2:1-3).

Véase la nota Éx. 5:2¹.