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Capítulos de libros «Job»
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  • Job es un libro en el que personas piadosas debaten sobre qué propósito tiene el sufrimiento de los santos, es decir, cuál es el propósito de Dios en el trato que aplica a Su pueblo. El libro está escrito en forma poética, con la excepción de los primeros dos capítulos y los once versículos finales del cap. 42. Job es el primero de los cinco libros de poesía en las Escrituras; los otros cuatro son Salmos, Proverbios, Eclesiastés y el Cantar de los Cantares.

    El libro de Job, escrito bastante temprano en la progresión de la revelación divina (véase la nota Job 2:131, párr. 2), no contiene una clara revelación del propósito de Dios en el trato que aplica a Su pueblo. Esta revelación no le fue dada a Job, sino a Pablo. Según lo revelan las Epístolas de Pablo, el propósito de Dios al tratar con nosotros es despojarnos completamente de todas las cosas y consumirnos de tal modo que ganemos más y más de Dios (Fil. 3:8; 2 Co. 4:16). Cfr. la nota Gn. 42:21a y la nota Sal. 73:261b.

  • Una ciudad en Edom (Lm. 4:21).

  • Este nombre significa aborrecido o perseguido. Esto corresponde con el odio y la persecución que Job sufrió por parte de Satanás, el enemigo de Dios.

  • Ser perfecto guarda relación con el hombre interior, y ser recto guarda relación con el hombre exterior. Además de ser perfecto internamente y recto externamente, Job, en un sentido positivo, temía a Dios y, en un sentido negativo, se apartaba del mal. Sin embargo, Dios no creó al hombre meramente para que éste le temiera y no hiciera nada malo; más bien, Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza para que éste expresara a Dios (Gn. 1:26 y las notas). Expresar a Dios es más elevado que temerle y apartarse del mal.

    Además, Job era un hombre de integridad (Job 2:3, 9; 27:5; 31:6). La integridad es la suma total de ser perfecto y recto. La integridad era la expresión total de lo que Job era. En cuanto a su carácter, él era perfecto y recto; en cuanto a su ética, él poseía un nivel muy elevado de integridad.

  • Puesto que celebrar banquetes, esto es, comer en exceso, puede ser una actividad mundana, Job —un padre piadoso— santificaba a sus hijos después de los días de banquete. Job ofrecía holocaustos por sus hijos continuamente.

  • Lit., bendecido; quizás usado eufemísticamente para maldecir. Así también en v. 11; 2:5, 9.

  • Los hijos de Dios son los ángeles (cfr. 1 R. 22:19-23; Sal. 89:5-7). La escena de los vs. 6-8 describe uno de los dos concilios celebrados en los cielos con respecto a Job. Lo que Job había logrado en su perfección, rectitud e integridad era por completo vano; ello no cumplía el propósito de Dios ni satisfacía Su deseo. Por tanto, Dios estaba amorosamente preocupado por Job y sostuvo dos concilios en los cielos respecto a cómo tratar con Job (vs. 6-8; 2:1-3).

  • Lit., el satán, el adversario. Así también en el resto del texto hasta Job 2:7. Véase la nota Mt. 4:101a.

  • Después de rebelarse contra Dios, Satanás fue condenado, incluso sentenciado por Dios (véanse las notas de Is. 14:12-15 y Ez. 28:12-19). No obstante, Dios, en Su sabiduría y soberanía, no ejecutó Su juicio contra Satanás. Así pues, Dios todavía le ha concedido a Satanás un tiempo limitado a fin de que haga ciertas cosas negativas pero necesarias para el cumplimiento de Su economía. Dios no podía pedir, ni habría pedido, a ninguno de Sus muchos ángeles excelentes que realizara lo que era necesario para causar perjuicio a Job despojándolo de todo a fin de que pudiera ser lleno de Dios. Satanás era el único en el universo que podía cumplir, y habría de cumplir, la intención de Dios de despojar a Job de sus posesiones y de sus logros éticos. Por tanto, la escena aquí y en el cap. 2 nos muestra que Satanás continúa en libertad a fin de ser usado intencionalmente por Dios como una horrible herramienta que sirve al propósito de aplicar el severo trato de Dios para con Sus amados.

    Dos mil años después del tiempo de Job, Jesucristo destruyó a Satanás mediante Su muerte en la cruz (He. 2:14). No obstante, el derecho otorgado a Satanás de entrar en la presencia de Dios todavía no le ha sido revocado (cfr. Ap. 12:10); este derecho le será quitado al inicio de la gran tribulación. Cuando los vencedores sean arrebatados al trono de Dios, Satanás será echado de los cielos a la tierra (Ap. 12:5, 7-9). A partir de entonces, Satanás ya no tendrá derecho a entrar en la presencia de Dios.

  • Únicamente Dios sabía que Job tenía una necesidad, esto es: Dios no había sido forjado en su ser. Dios se glorió delante de Satanás con respecto a la perfección y rectitud de Job (v. 8; 2:3) con la intención de que Satanás hiciera algo para Dios que satisficiera la necesidad de Job. Satanás, un ángel maligno, estaba dispuesto a hacer lo que ninguno de los ángeles buenos quería hacer, y aceptó de inmediato tal comisión deshonrosa (v. 12; 2:6). Véase la nota Job 1:63, párr. 1.

  • El concepto maligno de Satanás concerniente al trato que Dios aplica a Su pueblo que le busca está basado en su propio principio comercial de ganancia o pérdida. Satanás es un comerciante, un mercader (Ez. 28:16, 18; cfr. Ap. 18:11-19), y su manera de pensar se rige por este principio comercial. Satanás no reconoce que el propósito de Dios al tratar con aquellos que le aman tiene como fin que ganen plenamente a Dios, superando la pérdida de todo cuanto ellos tenían aparte de Dios (Fil. 3:7-8), de modo que Él pueda ser expresado a través de ellos para el cumplimiento de Su propósito al crear al hombre (Gn. 1:26).

  • Tal como se observa en las experiencias de Job y Pablo, Dios asigna ciertas aflicciones a Sus escogidos con miras a su perfeccionamiento. Aunque estas aflicciones son asignadas por Dios, no provienen de Dios sino de Satanás (cfr. 2 Co. 12:7-9). Satanás, según su naturaleza cruel, atacaría sin medida a los que aman a Dios para causarles perjuicio si Dios no fijara ciertos límites a fin de salvaguardar la existencia misma de quienes le aman, con miras a que éstos puedan ganar de Dios al grado máximo para la plena satisfacción de Dios. Después que Dios juzgó a Satanás, todavía le permitió estar libre para acusar, atacar, dañar, perseguir y martirizar a Sus santos de tal modo que Dios pueda valerse, en cierto grado, de Satanás para el cumplimiento de Su particular propósito (2 Co. 4:16-17). Sin embargo, Dios siempre restringe a Satanás dentro de los límites de lo que Él le permite (cfr. 1 Co. 10:13).

    Los ataques de Satanás a Job realizados en dos etapas (vs. 13-19; 2:7) establecieron un fundamento sobre el cual Dios pudiese llevar a cabo la gloriosa transformación de Job y para que Job experimentara las transacciones misteriosas en su relación con el Dios misterioso.

  • Contrario a este informe, este fuego, así como el viento poderoso descrito en el v. 19, fueron calamidades naturales instigadas por Satanás.

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