Esdras, Nehemías y Ester, los últimos tres libros que relatan la historia del pueblo escogido de Dios en el Antiguo Testamento, guardan relación con el pueblo escogido de Dios durante su cautiverio (2 Cr. 36:17-21). Esdras concierne al retorno del pueblo de Dios de su cautiverio (cfr. Daniel, Hageo, Zacarías y Malaquías) a Jerusalén para reedificar el templo, y Nehemías concierne a la restauración, la reedificación, de la ciudad. Ester nos presenta un modelo de cómo el Dios omnipotente y omnipresente se torna en el Dios que se esconde, quien secretamente resguarda a Su pueblo escogido durante su cautiverio y cuida de él.
El libro de Esdras nos provee un relato sobre los dos retornos de los hijos de Israel de su cautiverio, con los cuales se cumplió la promesa de Dios, anunciada mediante Jeremías, de que el cautiverio sólo duraría setenta años (Jer. 25:11-12; 29:10; 2 Cr. 36:21-22; Dn. 9:2). El primer retorno se realizó bajo el liderazgo real de Zorobabel (caps. 1—6), un descendiente de la familia real de David quien fue designado por Ciro como gobernador de Judea (Esd. 5:14 cfr. la nota Esd. 1:81a). El segundo retorno se realizó bajo el liderazgo sacerdotal de Esdras (caps. 7—10).
El retorno de Israel a Jerusalén procedente de su cautiverio reviste crucial importancia con relación a cuatro puntos:
1) recobró el propósito del llamamiento hecho por Dios a Israel para hacer de ellos Su testimonio en conformidad con Su ley (véase la nota Éx. 20:11);
2) recobró la unidad de Israel sobre el terreno único de Jerusalén (Dt. 12:5, 11-14);
3) recobró el disfrute por parte de Israel de la buena tierra prometida por Dios y
4) le permitió a Dios cumplir Su intención de edificar Su casa y establecer Su reino en la tierra que Satanás había usurpado, a fin de llevar a cabo Su economía eterna mediante la participación de Israel en la buena tierra y su disfrute de la misma.
Todos estos puntos cruciales tipifican el recobro actual de la vida de iglesia, en el cual se recobra la iglesia al rescatarla de su cautiverio en la gran Babilonia (Ap. 17:1-6) para llevarla de regreso al terreno único de la elección de Dios, el terreno de la unidad.