Véase la nota Jl. 2:231.

Véase la nota Jl. 2:231.
Debido a que en términos prácticos estamos unidos al Cristo que es la realidad de la buena tierra y disfrutamos de Sus riquezas (véase la nota Dt. 8:71), los ojos de Dios están sobre nosotros continuamente, por lo cual podemos disfrutar de la presencia de Dios y ser objeto de Su cuidado.
Es decir, riego activado al andar.
Si guardamos Cristo y nos asimos de Él como Aquel que es la suma total de los mandamientos de Dios (véase la nota Dt. 8:31), seremos fortalecidos y alentados para avanzar a fin de tomar posesión de Cristo (vs. 8, 24), o sea, ganarle (Fil. 3:8); nuestros días serán prolongados en Cristo (vs. 9, 21); los ojos de Dios estarán sobre nosotros a fin de cuidarnos y bendecirnos con Su presencia (v. 12); disfrutaremos de la lluvia celestial, el regar efectuado por el Espíritu, y cosecharemos a Cristo (vs. 14-15); y amaremos a Dios, andaremos en Sus caminos y nos asiremos de Él (vs. 18-22).
Es decir, el mar Mediterráneo. Según este versículo, los linderos de la tierra de Israel fueron establecidos por Dios y abarcan desde el mar Mediterráneo hasta el Éufrates, donde Irak está hoy (Cfr. Gn. 15:18; Éx. 23:31). Esto se cumplirá durante la restauración de Israel, después de la segunda venida de Cristo (Mt. 17:11; 19:28; Hch. 1:6; 3:21; 15:16).
Si amamos a Cristo y nos asimos de Él, recibiremos la bendición (Ef. 6:24); de lo contrario, recibiremos la maldición (1 Co. 16:22).