Derrotar al rey Sehón y al rey Og equivalía a derrotar a los dos “guardianes” de la tierra de Canaán (véase la nota Nm. 21:12). Así comenzó el pueblo a tomar posesión de la buena tierra. La tierra de estos dos reyes fue dada a las tribus de Rubén y Gad y a la media tribu de Manasés (vs. 12-13) como primicias del disfrute de la tierra que Dios prometió (véase Nm. 32).