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Capítulos de libros «El Evangelio de Juan»
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  • Aunque el Señor es Dios el Creador, Él vivió en la tierra como un hombre y sufrió persecución a manos de Sus criaturas.

  • En el caso del cap. 6, se celebra la Fiesta de la Pascua. En el caso descrito en este capítulo se ve la Fiesta de los Tabernáculos. La Fiesta de la Pascua es la primera fiesta anual de los judíos, y la Fiesta de los Tabernáculos es la última (Lv. 23:5, 34). La Fiesta de la Pascua, por ser la primera fiesta del año, implica los comienzos de la vida del hombre (cfr. Éx. 12:2-3, 6), lo cual incluye la búsqueda de satisfacción por parte del hombre y produce hambre en él. La Fiesta de los Tabernáculos, por ser la última del año, implica la culminación y el éxito de la vida del hombre (cfr. Éx. 23:16), la cual llega a su fin y, como resultado, deja sediento al hombre. En la escena de la Fiesta de la Pascua, el Señor se presentó como el pan de vida, que satisface el hambre del hombre. En la escena de la Fiesta de los Tabernáculos, el Señor prometió que Él haría fluir el agua viva que apaga la sed del hombre.

    Después de recoger toda la cosecha, los judíos celebraban la Fiesta de los Tabernáculos para adorar a Dios y disfrutar de lo que habían segado (Dt. 16:13-15). Por lo tanto, esta fiesta representa la culminación, los logros y el éxito de la carrera y del estudio del hombre, y de los demás asuntos de la vida humana, incluyendo la religión, con su respectivo gozo y disfrute.

    Dios estableció la Fiesta de los Tabernáculos para que los hijos de Israel recordaran que sus padres habían vivido en tiendas mientras vagaban por el desierto (Lv. 23:39-43) con la esperanza de entrar en el reposo de la buena tierra. Por lo tanto, esta fiesta también es un recordatorio de que aún hoy el pueblo de Dios sigue en el desierto y necesita entrar en el reposo de la Nueva Jerusalén, la cual es el tabernáculo eterno (Ap. 21:2-3). Abraham, Isaac y Jacob también vivían en tiendas y anhelaban este tabernáculo eterno (He. 11:9-10), en el cual habrá un río de agua de vida que sale del trono de Dios y del Cordero para apagar la sed del hombre (Ap. 22:1, 17). Al final de esta fiesta, con tal precedente histórico, Cristo clamó a gran voz y dio la promesa acerca de los ríos de agua viva, los cuales satisfarían las expectativas del hombre por la eternidad (vs. 37-39).

  • Aunque el Señor es el Dios eterno, infinito e ilimitado, Él vivió aquí en la tierra como un hombre, limitado aun con respecto al tiempo.

  • Aunque el Señor es el Dios Todopoderoso, como hombre bajo persecución fue limitado también en relación con Sus actividades.

  • Aunque Él es el Dios omnisciente, como un hombre humilde daba la apariencia de ser iletrado.

  • O, semblante, rostro.

  • Entendimiento interior y subjetivo. Así también en el versículo siguiente.

  • Véase la nota Jn. 1:145.

  • Véase la nota Jn. 1:61.

  • El último día indica que todo disfrute que se tenga de cualquier éxito en la vida humana llegará a su fin. Hay un “último día” para todo lo material relacionado con la vida física.

  • Según el principio establecido en el Jn. 2, esto también es cambiar la muerte en vida. La fuente de la muerte es el árbol del conocimiento, y la fuente de la vida es el árbol de la vida. Este libro nos muestra que la vida está en oposición a la muerte (Jn. 5:24-25; 8:24; 11:25-26).

  • Los ríos de agua viva son las muchas corrientes de los diferentes aspectos de la vida (cfr. Ro. 15:30; 1 Ts. 1:6; 2 Ts. 2:13; Gá. 5:22-23) que se originan en un solo río, el río de agua de vida (Ap. 22:1), el cual es el Espíritu de vida de Dios (Ro. 8:2).

  • El Espíritu de Dios estaba presente desde el principio (Gn. 1:1-2), pero cuando el Señor dijo esto, aún no había el Espíritu como Espíritu de Cristo (Ro. 8:9), como Espíritu de Jesucristo (Fil. 1:19), porque el Señor aún no había sido glorificado. Jesús fue glorificado cuando resucitó (Lc. 24:26). Después de la resurrección de Jesús, el Espíritu de Dios llegó a ser el Espíritu del Jesucristo encarnado, crucificado y resucitado, quien fue impartido en los discípulos cuando Cristo sopló en ellos la noche del día que resucitó (Jn. 20:22). Ahora el Espíritu es el “otro Consolador”, el Espíritu de realidad que Cristo prometió antes de morir (Jn. 14:16-17). Cuando el Espíritu era el Espíritu de Dios, tenía únicamente el elemento divino. Después de llegar a ser el Espíritu de Jesucristo, mediante la encarnación, la crucifixión y la resurrección, el Espíritu tenía tanto el elemento divino como el elemento humano, con toda la esencia y la realidad de la encarnación, la crucifixión y la resurrección de Cristo. Por lo tanto, ahora Él es el Espíritu todo-inclusivo de Jesucristo como el agua viva para que nosotros le recibamos (vs. 38-39).

  • Jn. 7:52 cfr. 1:46

    El Señor nació en Belén (Lc. 2:4-7) pero creció en Nazaret de Galilea, que era una ciudad menospreciada. Él era la descendencia de David, pero vino como un nazareno (Mt. 2:23). Creció “como raíz de tierra seca”, sin tener “aspecto atractivo ni majestad”, “ni apariencia hermosa para que le deseemos” y era “despreciado y desechado de los hombres” (Is. 53:2-3). Así que, no debemos conocerlo según la carne (2 Co. 5:16), sino según el Espíritu.

  • O, juzga.

  • Muchos mss. antiguos omiten Jn. 7:53; 8:1-11.

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