Israel era la vid de Dios con miras a la realización de Su economía. En las Escrituras, la vid representa al pueblo de Dios que está bajo Su cuidado y está en unión con Él (Jn. 15:1-8). Esta unión redunda en el fluir de la vida divina manifestado en llevar fruto, lo cual produce el vino que alegra tanto a Dios como al hombre (Jue. 9:13). Sin embargo, en su degradación, Israel produjo espinos y cardos (Ez. 2:6; cfr. Is. 5:1-7).