Es decir, Nabucodonosor, el rey de Babilonia (v. 12).
Es decir, Nabucodonosor, el rey de Babilonia (v. 12).
Es decir, Joaquín, el rey de Judá.
Es decir, Faraón, el rey de Egipto (v. 15).
Es decir, Joaquín, el rey de Judá.
Es decir, Sedequías, a quien Nabucodonosor hizo rey en lugar de Joaquín (2 R. 24:17).
Algunos mss. dicen: fugitivos.
Véase la nota Ez. 3:171b. En los vs. 3-4, 22-23, la casa de David, la familia real, es comparada a un cedro. Primero, una rama de este árbol, Joaquín, fue cortada (vs. 3-4, 12; 2 Cr. 36:8-10a). Después, otra rama, Sedequías, fue establecida para después ser cortada también (vs. 13-21; 2 Cr. 36:10-20). Según los vs. 22-23 un renuevo, una rama tierna, en la cima de este cedro, fue cortada y trasplantada a un monte alto y prominente, donde se convirtió en un magnífico cedro. Este renuevo es Cristo (cfr. Is. 11:1). Cristo, nacido como descendiente de la casa de David (Mt. 1:1; Ro. 1:3), es la rama tierna del cedro de David. En calidad de rama tierna, Él fue “cortado” al ser crucificado. El hombre cortó a esta persona tierna, pero Dios hizo que Él resucitara y ascendiera (Hch. 2:22-24, 32-36). De este modo, Dios plantó a Cristo en un lugar elevado, y Cristo llegó a ser un cedro majestuoso bajo el cual muchas personas morarán. Aunque la casa de David fue talada a causa de su corrupción y se tornó desolada y abatida, llegará el día cuando será revivida en Cristo (Am. 9:11 y la nota). Debido a que ellos serán unidos a Cristo, llegarán a ser majestuosos una vez más.