Aunque sus propios sueños (Gn. 37:5-11) no se cumplían todavía, José tenía la fe y el denuedo necesarios para interpretar los sueños de sus dos compañeros de prisión. El hecho de que él reconociera que Dios era la fuente de las interpretaciones indica que todavía creía en la interpretación que Dios le había dado de sus propios sueños. A la postre, José fue liberado de la prisión indirectamente a causa de haber hablado por fe al interpretar el sueño del copero (Gn. 41:9-13), y fue llevado al trono directamente a causa de haber hablado con denuedo al interpretar los sueños de Faraón (Gn. 41:14-46). Así pues, fue mediante su hablar que él recibió tanto la libertad como la autoridad.