La Septuaginta traduce esta frase: sobre el extremo de su bordón (cfr. He. 11:21). Véase la nota He. 11:211.

La Septuaginta traduce esta frase: sobre el extremo de su bordón (cfr. He. 11:21). Véase la nota He. 11:211.
Jacob consideraba su muerte como acostarse para dormir, lo cual indica que él creía en la resurrección (1 Ts. 4:13-16). Él le encargó a José que no lo enterrara en Egipto (v. 29) sino en la buena tierra, en la cueva de Macpela, junto a sus padres (Gn. 49:29-32), lo cual indica que él murió en fe, creyendo que en el día de la resurrección se levantaría para heredar la buena tierra conforme a la promesa de Dios (Gn. 28:13; 35:12).
Poner la mano debajo del muslo significaba juramentar. En 32:25 Dios tocó el muslo de Jacob (véase la nota 1 allí). Después de tal experiencia, Jacob todavía podía andar, si bien cojeando (Gn. 32:31). Sin embargo, en la última etapa de su vida, Jacob ya no podía hacer nada por sí mismo; apenas permanecía acostado sobre su lecho. Puesto que su fuerza natural había sido completamente aniquilada, él únicamente podía confiar en la gracia de Dios, representada por José, quien tipifica a Cristo. No fue por su propia fuerza, sino por mano de José, que Jacob finalmente fue llevado a la buena tierra para recibir su verdadera herencia (Gn. 50:5-13). Asimismo, no es por nuestras propias fuerzas sino por la gracia de Cristo que heredamos la promesa de Dios (cfr. 2 Co. 12:9).
Lit., los condujo con alimentos (como lo hace un pastor).
Lit., Espigó. Debido a que José sufrió y se negó a sí mismo, él obtuvo las riquezas del suministro de vida; en Egipto, todos los alimentos estaban en sus manos. Para recibir alimentos de José, la gente tenía que pagar de cuatro maneras: con su dinero, con sus ganados, con sus tierras y con ellos mismos (vs. 14-23). El dinero representa aquello que nos resulta conveniente, los ganados representan los medios de sustento, y las tierras representan nuestros recursos. Si hemos de recibir el suministro de vida de parte del Señor, tenemos que entregarle aquello que nos resulte conveniente, nuestros medios de sustento y nuestros recursos. Cuanto más le demos, más suministro de vida recibiremos de Él. Por último, para recibir la mejor porción de parte del Señor, incluyendo alimento para nuestra satisfacción y semilla para nuestra reproducción (v. 23), tenemos que entregarnos nosotros mismos, todas las partes de nuestro ser, a Él.
A la postre, en Egipto había un solo terrateniente, y todos se encontraban disfrutando en un mismo nivel. Esta figura anuncia el milenio, cuando la tierra y toda su plenitud pertenecerán a Cristo (Sal. 2:8; 24:1; Dn. 7:13-14) y todas las naciones allí disfrutarán de las riquezas de Cristo.
Lit., días de los años. Así también en el v. 9.
La manifestación más clara de la madurez en vida de Jacob es el hecho de que bendijo a todos, incluyendo a Faraón (vs. 7, 10), a sus dos nietos (Gn. 48) y a sus doce hijos (Gn. 49:1-28). Las manos de Jacob el suplantador se convirtieron en manos que bendecían (Gn. 48:14-16). La madurez en vida consiste en ser llenos de Dios como vida, y la bendición es el desbordamiento de la vida, el desbordar de Dios mismo en virtud de la madurez en vida. Bendecir a otros es traerlos a la presencia de Dios e introducir a Dios en ellos como gracia, amor y comunión a fin de que disfruten al Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu (Gn. 14:18-19; Nm. 6:23-27; 2 Co. 13:14). Que Jacob bendijera a Faraón indica que él era mayor que Faraón (He. 7:7).