La manifestación más clara de la madurez en vida de Jacob es el hecho de que bendijo a todos, incluyendo a Faraón (vs. 7, 10), a sus dos nietos (Gn. 48) y a sus doce hijos (Gn. 49:1-28). Las manos de Jacob el suplantador se convirtieron en manos que bendecían (Gn. 48:14-16). La madurez en vida consiste en ser llenos de Dios como vida, y la bendición es el desbordamiento de la vida, el desbordar de Dios mismo en virtud de la madurez en vida. Bendecir a otros es traerlos a la presencia de Dios e introducir a Dios en ellos como gracia, amor y comunión a fin de que disfruten al Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu (Gn. 14:18-19; Nm. 6:23-27; 2 Co. 13:14). Que Jacob bendijera a Faraón indica que él era mayor que Faraón (He. 7:7).