El significado de este término es poco claro, pero aparentemente denota una forma musical o un tiempo musical (cfr. Sal. 7 título).

En su oración por un avivamiento, Habacuc representa a todos los elegidos de Dios a lo largo de las generaciones. Entre los elegidos de Dios siempre ha habido la aspiración de ser avivados; más aún, desde la caída del hombre siempre ha habido en toda la creación una aspiración por tal avivamiento (Ro. 8:19-23). La caída de Adán trajo consigo corrupción, esclavitud y muerte a toda la creación (Ro. 5:12); todo está en proceso de degradación y bajo la esclavitud de la corrupción. Todas las cosas que están bajo tal esclavitud tienen la aspiración de ser avivadas.

La necesidad universal de un avivamiento, de restauración, puede ser satisfecha únicamente por Cristo y en Cristo. Únicamente Cristo, quien fue resucitado al tercer día (1 Co. 15:4), es el poder renovador. Para el universo entero así como para la humanidad entera, Cristo es la realidad del tercer día (Jn. 11:25). La realidad del tercer día es la persona del Cristo resucitado con la realidad del avivamiento. Por tanto, Cristo es el elemento del avivamiento al cual toda la creación aspira. Únicamente la resurrección de Cristo puede sorber la corrupción y desolación. La manera de experimentar el avivamiento consiste en contactar a Cristo arrepintiéndonos y confesando nuestros pecados, nuestros fracasos y nuestra oscuridad, con lo cual entramos en Aquel que es la resurrección. Cfr. Os. 6:2 y la nota.

Véase la nota Sal. 3:2¹.

O (como traduce la Septuaginta), estremece.

Es decir, Etiopía.

En referencia a los caldeos.

Esto podría indicar que Habacuc también era apto para participar de la adoración musical en el templo. Es posible que él haya sido un sacerdote o levita.