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Capítulos de libros «Isaías»
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  • O, daré gracias.

  • Este versículo revela claramente que la salvación es Dios mismo. En el Nuevo Testamento Jah Jehová, quien es salvación, es Jesús, el Dios encarnado (Mt. 1:21 y la nota; Lc. 2:30 y la nota).

  • Una forma abreviada de Jehová.

  • Tanto fortaleza como cántico indican experiencia. Cuando la salvación de Dios es experimentada por nosotros, ella se convierte en nuestra fortaleza y, a la postre, llegará a ser nuestro cántico, nuestra alabanza.

  • La manera en que podemos recibir a Dios como nuestra salvación consiste en sacar aguas de los manantiales de salvación, esto es, beber de Él (Sal. 36:8; Jn. 4:14; 7:37; 1 Co. 12:13; Ap. 22:17). Fue con el propósito de ser nuestra salvación que el Dios Triuno pasó por un proceso a fin de llegar a ser el Espíritu vivificante en calidad de agua viva, el agua de vida (1 Co. 15:45; Jn. 7:37-39; Ap. 21:6; 22:1, 17). Al entrar en nosotros, el agua viva satura nuestro ser, de modo que lo nutre, lo transforma, lo conforma y lo glorifica (Ro. 12:2; 8:29-30). Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento muestran que, en términos prácticos, la salvación de Dios es el propio Dios Triuno procesado, como agua viva.

  • La fuente es el origen, el manantial es lo que mana de la fuente, su fruto, y el río es la corriente que fluye. Así pues, la expresión los manantiales de salvación implican que la salvación es el origen, esto es, la fuente. Dios, como nuestra salvación, es la fuente (v. 2); Cristo es los manantiales de salvación que nosotros disfrutamos y experimentamos (Jn. 4:14); y el Espíritu es la corriente que fluye de esta salvación que está en nosotros (Jn. 7:38-39).

    Cristo, como Espíritu vivificante (1 Co. 15:45), es los muchos manantiales de la salvación que manan de la fuente de la salvación provista por el Dios Triuno, de quien, a su vez, los creyentes pueden sacar el agua de vida para disfrutarla (v. 3a; Jn. 4:14; Ap. 21:6). Cristo, como Dios encarnado, es la corporificación del Dios Triuno (Jn. 1:14a; Col. 2:9). Jesús, Jehová nuestro Salvador y nuestra salvación (Mt. 1:21), ha llegado a ser la fuente de nuestra salvación eterna mediante el proceso de Su muerte vicaria, cuya finalidad fue lograr la redención eterna provista por Dios (He. 5:9; 9:12). Ahora, con base en Su redención, Él, en calidad de Redentor nuestro, ha llegado a ser tanto nuestro Salvador como nuestra salvación.

  • Al invocar el nombre del Señor con regocijo y alabanzas, sacamos aguas de los manantiales de salvación. Véase Hch. 2:21 y las notas.

  • Esto se relaciona con predicar el evangelio, con hablar a los demás sobre las obras de Cristo y recordarles que Su nombre ha sido exaltado (Fil. 2:9), esto es, que Él ascendió y ahora está en los cielos. Cfr. 1 P. 2:9b.

  • Dar un grito resonante significa dar gritos de sonido prolongado. El gozo es algo interno, pero regocijarse (v. 3) implica cierta actividad que expresa el gozo interno. Regocijarse de esta manera guarda relación con el hecho de dar un grito resonante, o sea, regocijarse de manera continua.

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