La condición maligna en que se encuentran los malvados consiste en no venir al Señor a fin de comerle y disfrutarle (cfr. Is. 55:1-2). Ellos hacen muchas cosas, pero no vienen a contactar al Señor, a tomarle, a recibirle, a gustar de Él y a disfrutar de Él. A los ojos de Dios, no hay maldad mayor que ésta. Cfr. la nota Is. 55:71.
