El origen e inicio de Babilonia fue Babel (Gn. 11:7-9). Babel fue edificada por Nimrod, un descendiente de Cam, y fue el inicio del gobierno humano sobre la tierra formado en oposición a Dios (Gn. 10:6-11; Dn. 2:31-32, 38). Ésta era una tierra llena de ídolos, en la que los hombres adoraban ídolos, se exaltaban a sí mismos y se oponían a Dios (v. 38b; Jos. 24:2; Gn. 11:3-4). Babel tuvo su continuación en Babilonia, la cual, a los ojos de Dios, es la consumación del gobierno humano. Nabucodonosor, el rey de Babilonia, incluso llegó a ser identificado con Satanás como corporificación de Satanás (Is. 14:4, 11-15). Fue esta Babilonia la que destruyó la ciudad santa de Dios y Su templo santo así como llevó al cautiverio tanto al pueblo santo de Dios como las vasijas del templo de Dios (2 Cr. 36:17-20). El Imperio romano restaurado que vendrá bajo el liderazgo del anticristo, y la Iglesia Romana, ambos son llamados, en un sentido espiritual, Babilonia la Grande (Ap. 17:5; 18:2). Por tanto, Babilonia tipifica, tanto en un sentido material como en un sentido espiritual, al mundo que adora ídolos, exalta al hombre y se rebela al máximo contra Dios, todo lo cual fue o será destruido completamente por Dios (Is. 51:11; Ap. 14:8; 16:19; 17:16; 18:8-10).
Dios juzgará a Babilonia al grado que nada de Babilonia permanecerá en el universo. Tanto Isaías como Jeremías profetizaron que una vez que Babilonia haya sido destruida, no será restaurada (Is. 14:22-23; Jer. 50:39; 51:62). Cuando Dios destruya tanto la Babilonia religiosa como la Babilonia política al final de la era, ello constituirá el final del juicio sobre Babilonia profetizado en los caps. 50—51 de Jeremías. Después de esto, ya no habrá gobierno humano sobre la tierra. Véase Dn. 2:32-34 y las notas.