Aunque Gedalías cuidó fielmente de Jeremías, el profeta de Dios (vs. 5-6), él mismo no buscó recibir la palabra del Señor (vs. 13-14) porque éste no era su hábito. Él no tomó a Dios como su fuente a fin de ser uno con Él y recibir todo cuanto fluyera procedente de Él. Si él hubiera sido uno con Dios, lo primero que hubiera hecho habría sido recibir la palabra de Dios. Para tomar, recibir y guardar la palabra de Dios que es la expresión de Sus pensamientos, de Su voluntad, del deseo de Su corazón y de Su beneplácito, es indispensable que seamos absolutamente uno con Dios. Tenemos que poner nuestra confianza en Él, depender de Él y no dar lugar a ninguna opinión procedente de nuestro yo. Cfr. Jos. 9:14 y la nota.