Jehová intervino para corregir a Sus adoradores hipócritas, y Jeremías reaccionó a esta corrección de Israel por parte de Jehová (Jer. 8:18-19, 21-22; 9:1-2; 10:19-25). La reacción del profeta fue muy tierna, conmiserativa y compasiva.
Según este libro, el amor de Dios está compuesto de Su tierno cuidado, compasión y conmiseración. Incluso mientras disciplina a Su pueblo elegido Israel, Él siente compasión por ellos (Lm. 3:22-23). Al disciplinar a Israel, Dios es comparable a un padre que llora mientras corrige a su hijo debido a que le ama. En este libro, Jeremías lloró en representación de Dios; su llanto expresaba el sentir de Dios. Podríamos decir que Dios lloró en el llanto de Jeremías, pues en su llanto, Jeremías era uno con Dios. Debido a que Jeremías lloró con frecuencia (Jer. 13:17; Lm. 2:11; 3:48), incluso plañó, es llamado el profeta llorón.