La intención de Dios al aparecérsele a Job (vs. 1-3; 40:1-14) era mostrarle que él era nada y que Dios es ilimitado, inescrutable e insondable. La aparición de Dios también implicaba que Dios quería ayudar a Job a comprender que él se encontraba en la esfera equivocada, la esfera propia de alguien que procura edificarse a sí mismo —como hombre en la vieja creación— en su propia perfección, rectitud e integridad. Job se gloriaba en estas cosas, pero Dios las consideraba impedimentos de los cuales Job debía ser despojado para poder recibir a Dios en Su naturaleza, vida, elemento y esencia a fin de ser transformado metabólicamente en un Dios-hombre, un hombre en la nueva creación que expresa a Dios y lo imparte a los demás.
Dios, al tratar con Job mediante todos los desastres acaecidos y al despojarlo de todo lo que era, quería privarlo de todo contentamiento en lo logrado y obtenido piadosamente así como retirar toda barrera y velo a fin de que Job pudiera ser completamente vaciado para que pudiera emprender una búsqueda más profunda de Dios y llegara a comprender que, en su vida humana, él estaba carente de Dios mismo. Al final del libro de Job, Dios vino para revelarse a Job, lo cual indicaba que Job debía ir en pos de Dios, ganar más de Él y expresarlo. El designio de Dios en todo Su trato con Job era reducir a Job a la nada y, no obstante, salvaguardar su existencia (Job 2:6) para poder tener tiempo de impartirse en Job.