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Capítulos de libros «La Epístola de Pablo a Los Efesios»
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  • Según la gramática, la palabra “y” indica que el pensamiento expresado en la última oración del cap. 1 está incompleto. El último versículo del cap. 1 revela que la iglesia, el Cuerpo de Cristo, fue producida por Cristo mediante lo que Él logró. Ahora este capítulo nos revela el trasfondo —la esfera de muerte— del cual fue sacada la iglesia. En el cap. 1 la iglesia es el resultado de la transmisión de la divinidad celestial a nosotros. En este capítulo, ella proviene de la humanidad terrenal.

  • La palabra muertos se refiere a la condición de muerte de nuestro espíritu, la cual invadió todo nuestro ser y nos hizo perder la función por la cual podemos tener contacto con Dios.

  • Los delitos son actos que sobrepasan los límites de nuestros derechos. Los pecados son actos malignos. Antes de ser salvos, estábamos muertos en delitos y pecados. Fue de esta condición de muerte que fuimos salvos para ser la iglesia, el Cuerpo de Cristo. Los muertos han sido vivificados para ser un organismo vivo que exprese a Cristo.

  • Lit., siglo. La frase este mundo se refiere al sistema satánico, el cual está compuesto de muchas eras. Por tanto, aquí la palabra corriente se refiere a cierta parte, sección o aspecto, es decir, a la apariencia actual y moderna, del sistema de Satanás, usado por él para usurpar y ocupar a la gente y alejarla de Dios y Su propósito. Cuando estábamos muertos en delitos y pecados, andábamos según la corriente, la apariencia moderna o la era actual del mundo, el sistema satánico.

  • Esto se refiere a Satanás, gobernador de los principados y autoridades del aire, los cuales se mencionan en Ef. 6:12.

  • El espíritu, en aposición con la autoridad del aire, se refiere al conglomerado de poderes, a la suma total de todas las autoridades malignas angélicas, sobre las cuales Satanás es príncipe. Este espíritu ahora opera en los hijos de desobediencia. Cuando estábamos muertos en delitos y pecados, no sólo andábamos según la corriente de este mundo, sino también conforme a Satanás, el príncipe de la autoridad del aire, el poder espiritual maligno.

  • Nosotros, quienes éramos hijos de desobediencia, hemos sido salvos para ser la iglesia.

  • Se refiere a los hijos de desobediencia que se mencionan en el v. 2.

  • Se refiere a todos los creyentes, tanto judíos como gentiles.

  • Cuando estábamos muertos en delitos y pecados, nos conducíamos en las concupiscencias de nuestra carne, haciendo los deseos no sólo de la carne sino también de los pensamientos. Tres cosas malignas dominaban nuestras vidas: la corriente de este mundo, la cual está fuera de nosotros; el príncipe de la autoridad del aire, quien está sobre nosotros y dentro de nosotros; y las concupiscencias de nuestra carne, que están en nuestra naturaleza caída. De estas cosas malignas hemos sido salvos para ser el Cuerpo de Cristo.

  • Como hijos de desobediencia, también éramos hijos de ira. En la esfera de la muerte, estábamos bajo la ira de Dios debido a nuestra desobediencia. Hemos sido salvos de nuestra desobediencia y también de la ira de Dios.

  • La expresión pero Dios indica el factor que cambió nuestra posición.

  • El objeto del amor debe estar en una condición que inspire amor, pero el objeto de la misericordia siempre se encuentra en una situación lastimosa. Así que, la misericordia de Dios va más allá que Su amor. Dios nos ama porque somos el objeto de Su elección. Pero debido a que caímos, llegamos a ser despreciables, incluso a estar muertos en nuestros delitos y pecados; por lo tanto, necesitábamos de la misericordia de Dios. Debido a Su gran amor, Dios es rico en misericordia para salvarnos de nuestra posición miserable y traernos a una condición que sea propicia para Su amor.

  • O, abundante amor; un amor sumamente grande.

  • El libro de Efesios, en contraste con Romanos, no nos considera pecadores; nos considera muertos. Como pecadores, necesitamos el perdón y la justificación de Dios, según lo revela el libro de Romanos. Pero como muertos, necesitamos ser vivificados. El perdón y la justificación nos hacen volver a la presencia de Dios para disfrutar Su gracia y participar de Su vida, mientras que el ser vivificados hace que nosotros, miembros vivos del Cuerpo de Cristo, lo expresemos. Dios nos vivificó impartiendo Su vida eterna, la cual es Cristo mismo (Col. 3:4), en nuestro espíritu muerto por medio de Su Espíritu de vida (Ro. 8:2). Por lo tanto, Él nos vivificó juntamente con Cristo.

  • Dios nos vivificó cuando vivificó al Jesús crucificado. Por lo tanto, nos dio vida juntamente con Cristo.

  • Véase la nota Ef. 1:103.

  • La gracia es gratuita. Aquí denota no sólo que Dios se imparte gratuitamente a nosotros para nuestro disfrute, sino que también nos da Su salvación gratuitamente. Por tal gracia hemos sido salvos de nuestra posición miserable de muerte para entrar en la esfera maravillosa de la vida.

  • Fuimos salvos no sólo como pecadores, sino también como personas muertas, y no sólo por medio de la muerte de Cristo y con Su redención, sino también por medio de Su resurrección con la vida de resurrección que nos trajo, e incluso por Su ascensión con la trascendencia de la misma. Ésta es la salvación que lo trasciende todo, la cual fue dada a los pecadores muertos por el Cristo encarnado, crucificado, resucitado y ascendido, quien es la corporificación misma del Dios Triuno procesado. Tal salvación produce, para Su expresión, la iglesia como el fruto de la Trinidad Divina procesada.

  • Desde nuestro punto de vista, fuimos resucitados uno por uno de nuestra posición de muerte. Pero a los ojos de Dios fuimos resucitados todos juntos, tal como todos los israelitas fueron resucitados de las aguas de muerte del mar Rojo (Éx. 14).

  • Vivificarnos es el paso inicial de la salvación en vida. Después de esto, Dios nos resucitó de la posición de muerte.

  • El tercer paso de la salvación en vida es hacernos sentar conjuntamente en los lugares celestiales. Dios no sólo nos resucitó de la posición de muerte, sino que también nos hizo sentar en el lugar más alto del universo.

  • Los lugares celestiales son la posición más elevada, a la cual fuimos introducidos por la salvación en Cristo. En el libro de Romanos, Cristo como nuestra justicia nos introdujo en una condición en la cual somos aceptables a Dios. En Efesios, Cristo como nuestra vida nos ha salvado y puesto en una posición donde estamos por encima de todos los enemigos de Dios. Aquí en la esfera celestial, que tiene una naturaleza y una característica celestiales, somos un pueblo celestial.

  • En Cristo Dios nos hizo sentar a todos, una vez para siempre, en los lugares celestiales. Esto fue efectuado cuando Cristo subió a los cielos, y nos fue aplicado por el Espíritu de Cristo cuando creímos en Él. Hoy en día obtenemos y experimentamos esta realidad en nuestro espíritu al creer en el hecho cumplido.

  • Es decir, exhibir públicamente a todo el universo.

  • Las eras del milenio y de la eternidad futura. Éstas vendrán después de la era actual, en la cual se produce la iglesia.

  • Las riquezas de la gracia de Dios exceden todo límite. Éstas son las riquezas de Dios mismo destinadas a ser disfrutadas por nosotros. Serán exhibidas públicamente por la eternidad.

  • La benignidad es la bondad benevolente que resulta de la misericordia y el amor. En esta benignidad nos es dada la gracia de Dios.

  • La palabra porque presenta la razón por la cual Dios muestra Su gracia (v. 7). Puesto que hemos sido salvos por Su gracia, Dios puede mostrar tal gracia.

  • La gracia es Dios infundido en nosotros. Por lo tanto, ser salvos por gracia significa ser salvos por medio de que el Dios Triuno procesado se imparta en nosotros.

  • La fe es lo que da sustantividad a lo invisible (He. 11:1). Por medio de la fe damos sustantividad a todo lo que Cristo ha realizado por nosotros. Es mediante esta capacidad de dar sustantividad a lo invisible que hemos sido salvos por gracia. La acción gratuita de la gracia de Dios nos salvó por medio de tal fe. La fe que tenemos es la fe con la cual creemos en Cristo, y es Cristo en nosotros como nuestra fe (véase la nota Ro. 3:221).

  • La palabra esto no se refiere a la fe, sino al hecho de que “por gracia habéis sido salvos por medio de la fe”.

  • La palabra griega, póiema, significa aquello que o algo que ha sido escrito o compuesto como poema. No sólo un escrito poético puede considerarse un poema, sino también cualquier obra de arte que exprese la sabiduría y el diseño del autor. Nosotros, la iglesia, la obra maestra de todo lo que ha hecho Dios, somos un poema que expresa la sabiduría infinita de Dios y Su diseño divino.

    Los cielos, la tierra y el hombre creados por Dios, no son Su obra maestra; en realidad, la obra maestra de Dios es la iglesia, el Cuerpo de Cristo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo (Ef. 1:23), el nuevo hombre que es corporativo y universal (v. 15). Hemos sido salvos por gracia para ser la obra maestra de Dios a fin de que andemos en las buenas obras que Dios preparó de antemano.

  • Nosotros, la iglesia, la obra maestra entre las obras de Dios, somos una entidad completamente nueva en el universo, un nuevo invento de Dios. Dios nos creó en Cristo por medio de la regeneración para que fuésemos Su nueva creación (2 Co. 5:17).

  • Las buenas obras para las cuales Dios nos creó no son las que se consideran buenas según el concepto general que tenemos, sino las buenas acciones específicas que Dios planeó y ordenó de antemano para que anduviéramos en ellas. Estas buenas cosas deben de referirse a hacer Su voluntad a fin de vivir la vida de iglesia y ser el testimonio de Jesús, como se revela en los capítulos siguientes de este libro.

  • El hombre que Dios creó para cumplir Su propósito era puro, sin pecado ni mixtura negativa alguna. No obstante, el pecado, la naturaleza maligna de Satanás, entró en el hombre por medio de la caída. Primero, hizo que el cuerpo del hombre se convirtiera en la carne, llena de concupiscencias, y finalmente hizo que el hombre en su totalidad llegara a ser la carne. Así que, el hombre fue dañado y quedó imposibilitado para cumplir el propósito de Dios. Luego Dios intervino y llamó a un linaje —a Abraham y sus descendientes— de entre la humanidad caída. Para llevar a cabo Su propósito, Dios les mandó circuncidarse, es decir, renunciar a su carne. Esto significaba que estaban separados de la humanidad caída y habían sido librados de la condición caída. La circuncisión constituyó una gran distinción entre ellos y el resto de la humanidad. El pueblo circuncidado era llamado “la circuncisión”, que denotaba aquellos que estaban separados de la situación caída. El resto de la humanidad era llamado “la incircuncisión”, lo cual denotaba a quienes permanecían en tal estado caído. Éstos eran los gentiles en la carne; nosotros también pertenecíamos a esta categoría antes de estar en Cristo.

  • Cristo, quien es la corporificación de todas las bendiciones de Dios para Su pueblo escogido, vino de Israel, el pueblo circuncidado. Puesto que nosotros, los gentiles incircuncisos, estábamos alejados de Israel, estábamos separados de Cristo y no teníamos nada que ver con Él.

  • Es decir, los derechos civiles del pueblo escogido de Dios, tales como el gobierno, la bendición y la presencia de Dios. Por la caída, el hombre perdió todos los derechos que Dios había planeado para él en Su creación. Dios llamó a Abraham, y por medio de la circuncisión devolvió a Su pueblo escogido todos estos derechos. Nosotros, como gentiles incircuncisos, estábamos alejados de tales derechos.

  • Los pactos de Dios son Sus promesas. Su promesa es Su palabra, y con ella Dios se compromete a hacer ciertas cosas gratuitamente para Su pueblo escogido. Cuando Su promesa se convierte en ley por medio de los procedimientos necesarios, viene a ser un pacto obligatorio. Todas las palabras que Dios habló a Su pueblo escogido, desde Abraham hasta Malaquías, fueron Sus promesas convertidas en ley para ser Sus pactos. Nosotros los gentiles no sólo estamos alejados de la ciudadanía de Israel, sino que también somos ajenos a los pactos de la promesa de Dios.

  • Todas las bendiciones de Dios están en Cristo, todos los derechos civiles están relacionados con la nación de Israel, y todas las cosas buenas han sido prometidas en los pactos de Dios. Puesto que estábamos separados de Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y éramos ajenos a los pactos de la promesa de Dios, no teníamos esperanza alguna.

  • Dios está en Cristo; Él reina y actúa en Israel y concede Sus bendiciones conforme a Sus pactos. Cuando estábamos alejados de Cristo, de la ciudadanía de Israel y de los pactos de la promesa de Dios, estábamos sin Dios y no le disfrutábamos.

  • El mundo, que es el sistema de Satanás, está en contraste con la ciudadanía de Israel. La ciudadanía de Israel era el reino de Dios, mientras que el mundo es el reino de Satanás. Antes de ser salvos, vivíamos en el mundo, donde no teníamos ninguna esperanza ni disfrutábamos a Dios; estábamos vacíos tanto en el siglo actual como en relación con la era venidera.

  • Pero ahora es una frase preciosa, la cual indica que ahora en Cristo tenemos esperanza y también tenemos a Dios.

  • Es decir, lejos de Cristo, de la ciudadanía de Israel y de los pactos de la promesa de Dios. Esto equivale a estar lejos de Dios y de todas Sus bendiciones.

  • Es decir, cercanos a Cristo, a Israel y a la promesa de Dios. Esto equivale a estar cercanos a Dios y a todas Sus bendiciones.

  • Estábamos lejos porque habíamos caído. Pero la sangre redentora de Cristo nos trajo de nuevo. Así que, en esta sangre hemos sido hechos cercanos a Israel y a Dios.

  • La palabra nuestra se refiere a los creyentes judíos y gentiles.

  • Cristo mismo, quien ha realizado una redención completa para los creyentes judíos y gentiles, es nuestra paz, nuestra armonía, haciendo que ambos pueblos sean uno. Debido a la caída de la humanidad y al llamamiento del linaje escogido, hubo una separación entre Israel y los gentiles. Por medio de la redención de Cristo esta separación ha sido eliminada. Ahora, en el Cristo redentor, quien es el vínculo de la unidad, los dos son uno.

  • La palabra ambos se refiere a los creyentes judíos y a los creyentes gentiles.

  • La pared intermedia de separación es la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas (v. 15), la cual fue instituida debido a la carne del hombre. La primera ordenanza era la circuncisión, el hecho de quitar la carne del hombre. Esto llegó a ser la pared intermedia de separación entre la circuncisión y la incircuncisión.

  • La pared intermedia de separación, la cual es la distinción (hecha principalmente por la circuncisión) entre la circuncisión y la incircuncisión, llegó a ser la enemistad entre los judíos y los gentiles.

  • Cristo derribó la pared intermedia de separación que existía entre los judíos y los gentiles, aboliendo la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas. Cuando Él fue crucificado en la cruz, todas las ordenanzas fueron clavadas allí (Col. 2:14).

  • Ya que la humanidad vino a ser carne (Gn. 6:3) y quedó, por ello, alejada de Dios y Su propósito, Dios ordenó que Su pueblo escogido fuera circuncidado, que se despojara de la carne. La ordenanza de la circuncisión fue instituida a causa de la carne del hombre. Fue en la carne que Cristo fue crucificado. Cuando fue crucificado, fue rasgada Su carne, la cual era tipificada por el velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo en el templo (He. 10:20).

  • Ésta no es la ley de los mandamientos morales, sino la ley de los mandamientos rituales compuestos principalmente de la práctica de la circuncisión, observar las reglas alimenticias y guardar el Sábado. Estas ordenanzas eran las “columnas” principales del judaísmo. Los mandamientos morales nunca serán abolidos, pero los mandamientos rituales estuvieron vigentes sólo durante un tiempo específico, dispensacionalmente, y por eso no son permanentes.

  • Es decir, ritos, las formas o maneras de vivir y adorar, que crean enemistad y división. Para practicar la vida adecuada de iglesia, debemos rechazar y abandonar todas las ordenanzas.

  • Cristo creó un solo y nuevo hombre, la iglesia, forjando la naturaleza divina de Dios en la humanidad. Forjar la naturaleza divina en la humanidad fue algo nuevo. Por consiguiente, fue un acto de creación. En la vieja creación, Dios no forjó Su naturaleza en ninguna de Sus criaturas, ni siquiera en el hombre. Sin embargo, en la creación del nuevo hombre, la naturaleza de Dios fue forjada en el hombre para hacer que la naturaleza divina de Dios sea una sola entidad con la humanidad.

  • Cristo no sólo es el Creador de un solo y nuevo hombre, la iglesia, sino que también es la esfera en la cual y el medio por el cual fue creado el nuevo hombre. Él es el elemento mismo del nuevo hombre, y como tal, hace que la naturaleza divina de Dios sea una sola entidad con la humanidad. La palabra griega traducida aquí en puede denotar el elemento, lo cual significa con, e implica que el nuevo hombre fue creado con Cristo como su esencia divina.

  • Los judíos y los gentiles estaban extremadamente separados por las ordenanzas divisorias. Pero los dos fueron creados en Cristo con la esencia divina para ser una sola y nueva entidad, la cual es el hombre corporativo, la iglesia.

  • La iglesia no sólo es la iglesia de Dios, el Cuerpo de Cristo (la plenitud, la expresión, de Aquel que todo lo llena en todo, Ef. 1:23), la familia de Dios, la casa, el templo y la morada de Dios (Ef. 2:19, 21-22), sino que también es un solo y nuevo hombre, el cual es corporativo y universal, creado de dos pueblos, los judíos y los gentiles, y compuesto de todos los creyentes, quienes, aunque son muchos, son un solo y nuevo hombre en el universo.

    Dios creó al hombre como una entidad colectiva (Gn. 1:26). El hombre corporativo creado por Dios fue dañado por la caída del hombre; por lo tanto, era necesario que Dios produjera un nuevo hombre. Esto se realizó por medio de la obra de Cristo al abolir en Su carne las ordenanzas y crear en Sí mismo el nuevo hombre.

  • Cristo hizo la paz entre todos los creyentes al abolir en la carne las ordenanzas divisivas, es decir, al dar muerte a la enemistad, y al crear de los creyentes judíos y gentiles un solo y nuevo hombre.

  • Por un lado, la cruz de Cristo dio muerte a la enemistad causada por las ordenanzas, las cuales fueron instituidas a causa de la carne, y por otro lado, nos redimió con la sangre de Cristo derramada en la cruz. Fue por medio de la cruz que los judíos y los gentiles fueron reconciliados con Dios en un solo Cuerpo.

  • Estábamos sin Dios y habíamos perdido a Dios (v. 12). Pero mediante la cruz, con la sangre de Cristo, hemos sido traídos de nuevo a Dios en el único Cuerpo.

  • La palabra ambos se refiere a los judíos y a los gentiles. Tanto los gentiles, que no eran circuncidados, como los judíos, que eran circuncidados, necesitaban ser reconciliados con Dios mediante la redención, la cual Cristo realizó en Su cruz.

  • Este único Cuerpo, la iglesia (Ef. 1:23), es el nuevo hombre que se menciona en el versículo anterior. En un solo Cuerpo los judíos y los gentiles fueron reconciliados con Dios mediante la cruz. Nosotros los creyentes, ya seamos judíos o gentiles, fuimos reconciliados no sólo para el Cuerpo de Cristo, sino también en el Cuerpo de Cristo. ¡Qué gran revelación tenemos aquí! Fuimos reconciliados con Dios; fuimos salvos en el Cuerpo de Cristo.

  • Ésta es la demolición de la pared intermedia de separación y la abolición de las ordenanzas que acarrean discordia entre judíos y gentiles, como se menciona en los vs. 14-15.

  • O, en Él.

  • Ésta es la venida de Cristo como Espíritu para predicar la paz como evangelio, la cual Él hizo mediante Su cruz.

  • Esto se refiere a los gentiles, quienes eran incircuncisos y estaban lejos de Dios, separados por su carne.

  • Esto se refiere a los judíos, quienes eran circuncisos y estaban cerca de Dios, habiendo sido acercados a Él por la elección de Dios.

  • Los creyentes judíos y gentiles tienen acceso al Padre por medio de Cristo, quien abolió la ley de mandamientos expresados en ordenanzas, derribó la pared intermedia de separación, eliminó la enemistad para reconciliar a los gentiles con los judíos, y derramó Su sangre a fin de redimir a los judíos y a los gentiles para Dios.

  • El acceso al Padre se obtiene por la cruz de Cristo y por Su sangre (He. 10:19).

  • Primero, los creyentes judíos y gentiles fueron reconciliados con Dios en un solo Cuerpo (v. 16), lo cual se relaciona con su posición. Después, ambos tienen acceso en un mismo Espíritu al Padre, lo cual se relaciona con su experiencia. A fin de disfrutar en nuestra experiencia lo que ya poseemos por nuestra posición, es necesario que estemos en el Espíritu.

  • En nuestra posición, fuimos reconciliados con Dios; en nuestra experiencia, tenemos acceso al Padre. Ser reconciliados con Dios equivale a ser salvos; tener acceso al Padre es disfrutar a Dios, quien, como la fuente de la vida, nos regeneró para que seamos Sus hijos.

    Aquí queda implícita la trinidad de la Deidad. Por medio de Dios el Hijo, quien es el Consumador, el medio, y en Dios el Espíritu, quien es Aquel que ejecuta, la aplicación, tenemos acceso a Dios el Padre, quien es el Originador, la fuente de nuestro disfrute.

  • Esto se refiere a los creyentes gentiles.

  • Los extranjeros son los forasteros, y los peregrinos son los que se alojan entre el pueblo de Israel sin tener derechos de ciudadanía. Aquí los dos se refieren a los gentiles.

  • La expresión conciudadanos de los santos denota el reino de Dios. Todos los creyentes, judíos y gentiles, son ciudadanos del reino de Dios. El reino de Dios es una esfera en la cual Él ejerce Su autoridad.

  • La expresión miembros de la familia de Dios denota la casa de Dios. Tanto los creyentes judíos como los creyentes gentiles son miembros de la casa de Dios. La casa de Dios se relaciona con la vida y el disfrute; todos los creyentes nacieron de Dios en Su casa para disfrutar Sus riquezas. El reino de Dios se relaciona con los derechos y responsabilidades; todos los creyentes nacidos en la casa de Dios tienen derechos civiles y obligaciones en el reino de Dios. Los santos son individuos; la casa de Dios es una entidad corporativa cuyo desarrollo resulta en el reino de Dios.

  • Como Cuerpo de Cristo, la iglesia ha sido regenerada y necesita crecer en vida; como casa de Dios, la iglesia está siendo edificada. El crecimiento y la edificación no son asuntos separados, porque el crecimiento del Cuerpo es la edificación de la casa.

  • El fundamento de la iglesia es Cristo (1 Co. 3:11). Debido a que el misterio de Cristo fue revelado a los apóstoles (Ef. 3:4-5), la revelación que recibieron se considera el fundamento sobre el cual se edifica la iglesia. Esto corresponde a la roca mencionada en Mt. 16:18, la cual no sólo es Cristo sino también la revelación con respecto a Cristo, sobre la cual Cristo edificará Su iglesia. Por lo tanto, el fundamento de los apóstoles y profetas es la revelación que ellos recibieron para la edificación de la iglesia.

  • Aquí se menciona a Cristo no como el fundamento (Is. 28:16), sino como la piedra del ángulo, porque el enfoque principal de este pasaje no es el fundamento sino la piedra del ángulo que une los dos muros, es decir, el muro compuesto por los creyentes judíos y el compuesto por los creyentes gentiles. Aquí no se da énfasis a Cristo como fundamento, sino a los apóstoles y profetas que recibieron la revelación acerca de Cristo. Cuando los edificadores judíos rechazaron a Cristo, lo rechazaron como la piedra del ángulo (Hch. 4:11; 1 P. 2:7), como Aquel que los uniría a los gentiles para la edificación de la casa de Dios.

  • En Cristo, quien es la piedra del ángulo, todo el edificio, el cual incluye a los creyentes judíos y también a los creyentes gentiles, está bien coordinado y crece para ser un templo santo en el Señor.

  • O, todo edificio.

  • Es decir, hecho idóneo para la condición y situación del edificio.

  • El edificio crece porque está vivo (1 P. 2:5). Crece para ser un templo santo. La verdadera edificación de la iglesia como casa de Dios se lleva a cabo por medio del crecimiento en vida de los creyentes.

  • O, santuario; la parte interior del templo.

  • Toda la edificación de la casa de Dios, el santuario de Dios, se lleva a cabo en Cristo el Señor.

  • Esto se refiere a los santos locales.

  • La palabra también indica que el edificio mencionado en el v. 21 es universal y que el edificio que se ve en este versículo es local. En el aspecto universal, la iglesia es singularmente una y va creciendo universalmente; en el aspecto local, la iglesia en una localidad específica también es una, y los santos locales son conjuntamente edificados en su localidad específica.

  • Según el contexto, en el v. 21 el templo santo es universal; en este versículo la morada de Dios es local.

  • El espíritu humano de los creyentes, donde mora el Espíritu Santo de Dios. El Espíritu de Dios es el Morador, no la morada. La morada es el espíritu de los creyentes. El Espíritu de Dios mora en nuestro espíritu. Por lo tanto, la morada de Dios está en nuestro espíritu. El v. 21 nos dice que el templo santo está en el Señor, y este versículo afirma que la morada de Dios está en el espíritu. Esto indica que para la edificación de la morada de Dios, el Señor es uno con nuestro espíritu, y nuestro espíritu es uno con el Señor (1 Co. 6:17). Nuestro espíritu es el lugar donde se lleva a cabo la edificación de la iglesia, la morada de Dios.

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