No la salvación eterna que nos libra de la condenación de Dios y del lago de fuego, sino la salvación diaria, la cual es una Persona viviente. Esta salvación diaria resulta de tomar al Cristo que vivimos, experimentamos y disfrutamos como nuestro modelo interno y externo. Los elementos principales de esta salvación son Cristo como la vida crucificada (vs. 5-8) y Cristo en Su exaltación (vs. 9-11). Cuando este modelo se convierte en la vida interior de los creyentes, llega a ser su salvación. Solamente esto hará que el gozo del apóstol sea completo.
En el cap. 1 la salvación viene a través de la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, pero aquí la salvación viene del Dios que opera en nosotros. Este Dios es en realidad el Espíritu de Jesucristo. En ambos casos la salvación es una salvación práctica y diaria que se produce momento a momento. La salvación constante de Fil. 1:19 se refiere a que un creyente en una situación en particular sea salvo de un conflicto específico, mientras que la salvación constante de Fil. 2:12 se refiere a que un creyente cualquiera sea salvo de cosas ordinarias en situaciones comunes en su vida cotidiana.