Lit., carne. Así también en todo este capítulo. Nuestro cuerpo es nuestro ser, nuestra constitución intrínseca. Por tanto, los flujos de nuestro cuerpo son las secreciones que proceden de nuestro ser o de nuestra constitución intrínseca. La inmundicia de los flujos procedentes del cuerpo del hombre (vs. 2-3) significa que todo cuanto procede de la vida natural del hombre, sea esto bueno o malo, es inmundo (cfr. Mt. 16:21-24; Ro. 7:18).