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Capítulos de libros «Levítico»
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  • Lv. 5:1—6:7; 14:12-13

  • Que la ofrenda por las transgresiones (al igual que la ofrenda de harina y la ofrenda por el pecado, Lv. 6:17, 25) fuese santísima significa que Cristo, nuestra ofrenda por las transgresiones, es santísimo al encargarse de los pecados manifestados en nuestra conducta. Puesto que la ofrenda por las transgresiones nos remite a la ofrenda por el pecado al recordarnos que el pecado está en nuestra carne (1 Jn. 1:7-8), y nos remite también al holocausto al recordarnos que cometemos pecados debido a que nuestra entrega a Dios no es absoluta (véase la nota Lv. 5:71), no podemos tomar esto a la ligera; más bien, debemos aplicar a Cristo como nuestra ofrenda por las transgresiones de una manera santa.

  • Que la ofrenda por las transgresiones fuese degollada allí donde el holocausto fue degollado indica que la ofrenda por las transgresiones se basa en el holocausto y significa que Cristo es nuestra ofrenda por las transgresiones sobre la base de ser el holocausto. La entrega absoluta de Cristo a Dios es la base para que Cristo sea nuestra ofrenda por el pecado (Lv. 6:25) y nuestra ofrenda por las transgresiones. Esto nos sirve de recordatorio y nos fortalece para que cada vez que tomemos a Cristo como nuestra ofrenda por las transgresiones, le tomemos también como nuestro holocausto, de modo que en Él, con Él y por medio de Él vivamos absolutamente entregados a Dios.

  • Cfr. la nota Lv. 5:91.

  • Véase la nota Lv. 4:81a. Cfr. v. 7a.

  • Esto significa que el pecado y las transgresiones (los pecados) pertenecen a una misma categoría. Ellos constituyen el pecado en su totalidad. Véase la nota Lv. 4:34c, párr. 1.

  • Cfr. Lv. 6:26 y la nota.

  • Esto significa que la expresión externa de la belleza de Cristo (la piel) es atribuida al servidor que ofrece a Cristo como holocausto. Esto además significa que aquel que ministra Cristo como holocausto es partícipe y disfruta de la cobertura de Cristo, de Su protección y de Su poder que resguarda.

  • Esto significa que todo el que ministra Cristo como Aquel que sufre, participa de dicho Cristo y lo disfruta. Véase la nota Lv. 2:41.

  • Véase la nota Lv. 3:31.

  • Presentar las diversas clases de ofrenda de harina junto con la ofrenda de paz en acción de gracias significa que el Cristo que es la ofrenda de harina y que disfrutamos en Su conducta también es nuestra ofrenda de paz, Aquel que fue crucificado y derramó Su sangre en la cruz (Col. 1:20), en nuestra acción de gracias a Dios. Sobre el significado que tienen los componentes de la ofrenda de harina, véanse las notas de Lv. 2:1.

  • Presentar la ofrenda de paz en acción de gracias junto con el pan leudado significa que el oferente, aunque disfruta de Cristo como Aquel que no tiene pecado, todavía tiene pecado en sí mismo y, por tanto, se encuentra en una condición débil. Por esta razón, la ofrenda de paz ofrecida en acción de gracias es la más débil de las ofrendas de paz.

  • Es decir, de la ofrenda de harina. Esto significa
    1) que Cristo, la ofrenda de harina en todos Sus aspectos, es ofrecido a Dios como Aquel que está en ascensión (una ofrenda elevada) y
    2) que tal Cristo es ingerido y disfrutado como alimento por aquel que ministra Cristo como ofrenda de paz.

  • Esto significa que el poder sustentador de la ofrenda de paz presentada en acción de gracias es bastante limitado, que dicha ofrenda tiene que ser disfrutada plenamente el día en que es ofrecida y que nuestra experiencia y disfrute de Cristo en este aspecto debe ser fresco cada día. La ofrenda de paz que se presenta debido a un voto o como ofrenda voluntaria (v. 16) representa un disfrute de Cristo más sólido que puede perdurar por más tiempo.

  • Esto significa que todo viejo disfrute de Cristo es algo que Dios aborrece y no considera correcto.

  • Esto significa que el disfrute que tenemos de Cristo como nuestra paz debe ser guardado de toda inmundicia y también que Cristo, como ofrenda de paz, debe ser ingerido por una persona limpia (1 Co. 11:28).

  • Lo dicho en los vs. 20-21 significa que la persona inmunda que participe de Cristo como su paz, tal como en la mesa del Señor (1 Co. 10:16-17), debe ser apartada de la comunión del disfrute de Cristo. Tal persona pecaminosa debe ser separada de la comunión de la mesa del Señor (cfr. 1 Co. 5:13b).

  • Esto significa que al poner en práctica nuestro servicio sacerdotal, debemos preocuparnos por el alimento de Dios y no debemos comer la grosura, que es la porción de Dios (Lv. 3:3-5). Véase la nota Lv. 7:251.

  • Esto significa que la contaminación propia de la muerte estropea el significado que para Dios tiene Su disfrute de Cristo. Dios aborrece la muerte y no desea ver nada relacionado con ella.

  • Esto significa que quienes disfrutamos de Cristo como nuestra ofrenda de paz debemos guardar la parte excelente de la persona de Cristo (la grosura) para Dios, a fin de que no seamos apartados de la comunión del disfrute de Cristo (en la mesa del Señor).

  • Véase la nota Lv. 3:171a. Todo el que considere común la sangre de Jesús será apartado de la comunión del disfrute de Cristo (v. 27).

  • Lo dicho en los vs. 29-34 significa que quienes tomamos a Cristo como nuestra ofrenda de paz debemos ofrecer la parte excelente de Cristo (la grosura) a Dios para Su satisfacción, mientras que la parte amorosa de Cristo en Su resurrección (el pecho como ofrenda mecida) y la parte fuerte de Cristo en Su ascensión (el muslo derecho como ofrenda elevada) deberán ser disfrutados por quien sirve. Con relación a nuestro disfrute de Cristo como ofrenda de paz, Dios nos asignó a nosotros, los sacerdotes neotestamentarios (1 P. 2:5, 9; Ap. 1:5-6; 5:10), la capacidad de amar y el poder fortalecedor de Cristo como nuestra porción eterna para que la disfrutemos al servir a Dios. Véanse las notas de Éx. 29:26-28.

  • Véase la nota Éx. 29:241.

  • Esto significa que el hecho de que Dios nos asignó la capacidad de amar propia de Cristo y Su poder fortalecedor guarda relación con el hecho de que Él nos ungió para ejercer el sacerdocio. Mediante tal asignación, nosotros podemos amar a Dios y permanecer firmes en nuestro servicio sacerdotal a Él.

  • Lit., llenar (las manos). Así también en todo el libro, a menos que se indique lo contrario. Aquí la consagración no es una sexta ofrenda; más bien, las cinco ofrendas tienen como finalidad la consagración de Aarón y de sus hijos para servir a Dios como sacerdotes (cfr. Éx. 29 y las notas). En el tiempo de la consagración Dios asignó estas ofrendas, con sus diferentes aspectos, para el disfrute de los sacerdotes. Lo dicho en los vs. 37-38 significa que nuestra consagración al sacerdocio tiene que realizarse tomando al Cristo todo-inclusivo como las cinco ofrendas y según las normas correspondientes.

  • La secuencia de las cinco ofrendas en 1:1—6:7 es conforme a nuestra experiencia práctica de las mismas (véase la nota Lv. 3:11a y la nota Lv. 3:51 y la nota Lv. 4:34c, párr. 3), mientras que la secuencia en Lv. 6:8-30; 7:1-38 es conforme al cuadro total de la economía de Dios. Según el corazón de Dios y Su deseo, Él dispuso que experimentemos a Cristo como cuatro clases de ofrendas —el holocausto, la ofrenda de harina, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por las transgresiones— a fin de que disfrutemos a Cristo como nuestra paz con Dios en todo sentido. El hecho de que Cristo sea para nosotros estas cuatro ofrendas alcanza su consumación en la paz establecida entre Dios y Su pueblo, paz que es Cristo mismo (Ef. 2:14). A la postre, nuestro disfrute de Cristo como todas las ofrendas, cuyo resultado es la ofrenda de paz, alcanzará su consumación en la Nueva Jerusalén como la máxima ofrenda de paz (Jerusalén significa el fundamento de paz), en la cual disfrutaremos al Dios Triuno como paz (Fil. 4:7, 9) por la eternidad. Por tanto, las ordenanzas concernientes a las ofrendas retratan la economía de Dios en su totalidad.

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