Lit., se separen de; heb. nazar, de cuya raíz procede la palabra nazareo.
Lit., se separen de; heb. nazar, de cuya raíz procede la palabra nazareo.
Las cosas santas, ofrecidas a Dios por Su pueblo, representan a Cristo, quien Dios da a Sus siervos para su disfrute.
Las normas mencionadas en los vs. 3-9, que prohíben a los sacerdotes comer de las cosas santas estando inmundos —a menos que bañen su carne en agua— para que no pequen y mueran, significan que no debemos disfrutar de Cristo mientras estemos contaminados con cosas inmundas hasta que hayamos tomado medidas exhaustivamente con respecto a tal contaminación, principalmente al lavarnos en el Espíritu Santo (1 Co. 6:11), para no ser condenados y sufrir muerte espiritual.
Lit., carne.
Que a un extraño, a un peregrino o a un jornalero se le prohibiera comer de las cosas santas significa que el que no es salvo o el que no tiene parte en el servicio a Dios, no puede disfrutar a Cristo. Que a un esclavo adquirido por el sacerdote así como a los nacidos en su casa se les permita comer de tales cosas (v. 11), significa que quienes fueron comprados por Cristo con Su sangre preciosa y nacieron de Dios en Su casa, pueden disfrutar a Cristo.
Lo dicho en los vs. 12-13 significa que un creyente (la hija del sacerdote) que se aparte atraído por un extraño, no podrá disfrutar al Cristo ascendido (la ofrenda elevada). Pero si este creyente corta toda relación con aquel extraño, y no mantiene vínculo alguno con él sino que regresa a la iglesia, podrá recobrar su disfrute de Cristo.
Un voto es un juramento hecho a Dios del cual no es posible retractarse, mientras que una ofrenda voluntaria equivale a un acto de consagración que no es estable ni seguro. Por tanto, las ofrendas por voto son más firmes que las ofrendas voluntarias (cfr. v. 23).
Lit., ser maravilloso al hacer un voto. Así también en 27:2.
Que el animal tuviera algo superfluo denota sobrepasar los límites, y que le falte algo denota deficiencia con respecto a la medida apropiada. Lo dicho en este versículo significa que, de una manera general (como ofrenda voluntaria), podemos ofrecer como alimento a Dios al Cristo que hemos experimentado con excesos o deficiencias; pero si con ello presentamos una ofrenda más firme (como voto), ésta no será aceptada.
Que la ofrenda de mano de extranjero no fuese aceptada por Dios significa que toda ofrenda en la que Cristo es ofrecido a Dios conforme al proceder de los incrédulos, será rechazada por Dios.
Esto significa que nuestra experiencia de Cristo tiene que crecer hasta llegar al nivel propio de la resurrección (el octavo día, el inicio de una nueva semana, Jn. 20:1) para poder ser aceptada como ofrenda que alimenta a Dios. Esto requiere que aprendamos a rechazar nuestra vida natural y vivamos por la vida divina en resurrección (Gá. 2:20).